Diferencia entre revisiones de «Caballerias»

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En San Martín de Unx (N) a los ''machos'', mulas, caballos y burros se les daba paja, avena, cebada y a veces alfalfa. No era raro darles también veza y alguna hierba. Los mulos podían salir a pacer con la ''dula''.
 
En San Martín de Unx (N) a los ''machos'', mulas, caballos y burros se les daba paja, avena, cebada y a veces alfalfa. No era raro darles también veza y alguna hierba. Los mulos podían salir a pacer con la ''dula''.
  
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En Sangüesa (N) a las caballerías se les echaba al pesebre paja y sobre ella algo de cebada o avena; además de puntas de maíz y remolachas enteras. Encima, en la ''escalera'', alfalfa. También se les ponía una bola de sal para que les entrasen ganas de comer, «laminaban la bola». En Mélida (N) los machos (caballos), aprovechando su buena dentadura, comían cebada y avena sin moler.
 
En Sangüesa (N) a las caballerías se les echaba al pesebre paja y sobre ella algo de cebada o avena; además de puntas de maíz y remolachas enteras. Encima, en la ''escalera'', alfalfa. También se les ponía una bola de sal para que les entrasen ganas de comer, «laminaban la bola». En Mélida (N) los machos (caballos), aprovechando su buena dentadura, comían cebada y avena sin moler.
  
En Urkabustaiz (A) a los caballos se les da- ban ''empajados'', es decir, paja humedecida con agua mezclada con harina e incluso con grano. Las yeguas se alimentan del mismo modo que el ganado vacuno, a base de cebada, harina y hierba.
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En Urkabustaiz (A) a los caballos se les daban ''empajados'', es decir, paja humedecida con agua mezclada con harina e incluso con grano. Las yeguas se alimentan del mismo modo que el ganado vacuno, a base de cebada, harina y hierba.
  
 
En Urduliz (B) al burro se le daba hierba y algunos trozos de calabaza y remolachas. En épocas de mucho trabajo se les complementaba la alimentación con unas pocas habas. En Zamudio (B) al burro hierba y habas, ''babea''. En Abadiano (B) hierba seca o fresca. En Zeanuri (B) a este mismo ganado hierba, paja, ''sekula bedarra ''y ''frantsesa'', también remolacha y en menor cantidad nabo. Cuando paría se le proporcionaba además algo de cebada. A veces se soltaba a los montes que circundaban el caserío.
 
En Urduliz (B) al burro se le daba hierba y algunos trozos de calabaza y remolachas. En épocas de mucho trabajo se les complementaba la alimentación con unas pocas habas. En Zamudio (B) al burro hierba y habas, ''babea''. En Abadiano (B) hierba seca o fresca. En Zeanuri (B) a este mismo ganado hierba, paja, ''sekula bedarra ''y ''frantsesa'', también remolacha y en menor cantidad nabo. Cuando paría se le proporcionaba además algo de cebada. A veces se soltaba a los montes que circundaban el caserío.
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Revisión actual del 09:08 4 jul 2019

Con la alimentación de las caballerías ocurre algo similar a lo descrito para el ganado vacuno, en la vertiente mediterránea han tenido más importancia los cereales y las legumbres mientras que en la atlántica la hierba.

En Moreda (A) a las caballerías se les da paja, cebada, avena, habas y en verano forraje fresco como alfalfa, amelgas de campo, habas secas cuando trabajan mucho, alolva, esparceta y bolas de sal para que las laman durante todo el año, especialmente en épocas de mucho trabajo. Lo que comen con más frecuencia es paja mezclada con pienso o grano, cebada y avena.

En Valderejo (A) yeguas y caballos pasaban los días más crudos del invierno refugiados en el establo. Se alimentaban con paja cuando se dedicaban a la procreación y a la trilla. También se les daba cebada y avena si se trataba de los animales destinados a realizar trabajos.

En Ribera Alta (A) a las yeguas se les alimenta con avena o cebada en grano, harina de cebada y centeno segado en verde. En Bernedo (A) a las caballerías se les daba en invierno pienso seco de paja y cebada y algunos de harina de cebada. En Apodaca (A) a las yeguas sólo se les daba pienso por la noche, cuando se traían del monte. En Zuya (A) para el ganado caballar grano de avena y cebada revuelto con la paja. Este ganado casi siempre estaba en el prado o en el monte.

En Améscoa (N) en la mayor parte de las casas mantenían en el pesebre alguna yegua domada y algún caballo, mula o asno, que se empleaban como animales de carga y labor, de tiro o de silla. Aun así el número de asnos era siempre insignificante. Su alimentación en el corral era a base de cebada, avena o habas, mezcladas con paja.

En Lezaun (N) se les daba como forraje abolves, arvejuela, veza y hiero. En Izurdiaga (N) a los caballos o machos se les proporcionaba pienso de maíz con paja, hierba seca recogida en el verano o paja mezclada con nabos. En Izal (N) a las yeguas hierba, paja y grano de trigo y cebada, ordio.

En Eugi (N) la base de la alimentación de yeguas, mulos y burros era el residuo de paja trillado, agotza, y un puñado de habas y cebada. También se les daba hierba seca. Se hacía distinción entre los animales que se dedicaban al trabajo y los que no, los primeros eran mejor alimentados.

En Allo (N) los animales de labor, esto es, el ganado caballar, mular y asnal, durante el tiempo que permanecía en casa comían dos veces al día, una por la mañana antes de salir a trabajar y otra por la tarde al regresar. Su pienso se componía de cebada, avena y a veces también habas, todo revuelto y en grano, es decir, sin moler. Como forrajes se les daban arvejuela, alfanjel y paja de trigo y cebada. Cuando en las eras todavía se trillaba a mano, la paja contenía muchas impurezas de arena, polvo y piedrecillas, y por ello era necesario cernirla primero para limpiarla bien antes de echársela. Algunos pesebres incluso tenían en el fondo un enrejillado a través del cual caía el polvo de la paja que los propios animales removían con su aliento. Luego, cuando llegaron las trilladoras mecánicas dejó de ser necesario tomar estas precauciones porque sacaban la paja limpia. Nunca faltaba en los pesebres una piedra de sal que los animales lamían para mantener el apetito; la llamaban «la bola de sal» y servía además para curar la raspera o mal de boca producido al comer la paja mezclada con raspas de espigas. En primavera también comían en casa hierba fresca si su dueño se molestaba en llevársela, pero generalmente nunca la tomaban en cantidad.

En San Martín de Unx (N) a los machos, mulas, caballos y burros se les daba paja, avena, cebada y a veces alfalfa. No era raro darles también veza y alguna hierba. Los mulos podían salir a pacer con la dula.

Mulo atado al pesebre. Elosua (G), 1987. Fuente: Miren Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.

En Sangüesa (N) a las caballerías se les echaba al pesebre paja y sobre ella algo de cebada o avena; además de puntas de maíz y remolachas enteras. Encima, en la escalera, alfalfa. También se les ponía una bola de sal para que les entrasen ganas de comer, «laminaban la bola». En Mélida (N) los machos (caballos), aprovechando su buena dentadura, comían cebada y avena sin moler.

En Urkabustaiz (A) a los caballos se les daban empajados, es decir, paja humedecida con agua mezclada con harina e incluso con grano. Las yeguas se alimentan del mismo modo que el ganado vacuno, a base de cebada, harina y hierba.

En Urduliz (B) al burro se le daba hierba y algunos trozos de calabaza y remolachas. En épocas de mucho trabajo se les complementaba la alimentación con unas pocas habas. En Zamudio (B) al burro hierba y habas, babea. En Abadiano (B) hierba seca o fresca. En Zeanuri (B) a este mismo ganado hierba, paja, sekula bedarra y frantsesa, también remolacha y en menor cantidad nabo. Cuando paría se le proporcionaba además algo de cebada. A veces se soltaba a los montes que circundaban el caserío.

En Astigarraga (G) el mulo y el caballo se alimentan con pienso y un poco de hierba. En Arraioz (N) yeguas y caballos, cuando están estabulados, comen avena, veza (grano más paja) y paja con avena.

En cuanto al suministro de agua, en Apodaca (A) dicen que las yeguas son exigentes con el agua que beben ya que debe estar limpia y que los burros lo son aun más.

En Allo (N) en las casas donde tenían pozo se les daba a beber de éste en cubos de zinc. Pero la mayoría salían fuera, a dos abrevaderos situados dentro del pueblo, que al igual que los que había diseminados por el campo, eran municipales y por tanto de uso público, siendo el ayuntamiento el encargado de mantenerlos en condiciones.