Caída de los primeros dientes

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Incluimos aquí este apartado por la relación que guarda con el anterior, aunque se halle muy desplazado en el tiempo del periodo de las iniciaciones del niño.

La primera pérdida de los dientes acontece a la edad de 6 ó 7 años. En tiempos pasados era costumbre general facilitar el desprendimiento del diente, cuando le faltaba poco para su caída, atándole un hilo y dándole un tirón. Esto causaba a veces que algún gracioso diese un tirón fuerte inesperadamente lo que originaba el susto y a veces el llanto del niño.

En ocasiones aisladas las madres han mandado engarzar en un anillo el primer diente de leche caído a sus hijos y así lo dicen en Treviño y Salvatierra (A). También en Carranza (B) algunas madres y abuelas se han hecho sortijas con uno de los dientes caídos; lo llevaban a una joyería y allí lo pulían como si se tratase de una piedra y lo engarzaban en un anillo. También ha sido costumbre colgarlo al cuello con una cadena (Salvatierra-A; Telleriarte-G; Goizueta, Sangüesa-N). Otras madres lo guardaban como recuerdo junto con algún rizo de pelo poniéndole nombre y fecha (Valdegovía-A).

Eutsi hagin zaharra... Diente, dientillo

Antaño cuando se caía un diente de leche existía la costumbre de lanzarlo al tejado o bien enterrarlo o tirarlo al fuego o al gallinero y siempre pidiendo el mismo deseo, que saliese otro nuevo en su lugar. Puede desprenderse a partir de la información recogida que posiblemente se arrojaban hacia arriba los dientes de la mandíbula inferior y hacia abajo los de la superior para que los nuevos saliesen bien derechos. Así lo manifiestan en Abadiano (B) diciendo que cuando caía un diente de los inferiores se lanzaba hacia el cielo y cuando era de los superiores se arrojaba al suelo para que los nuevos creciesen rectos. En Elgoibar (G) recuerdan que si el diente caía de noche se guardaba bajo la almohada hasta la mañana siguiente para lanzarlo al tejado o al fuego según fuese de la arcada inferior o superior.

En Amézaga de Zuya (A) se recogen las mismas prácticas de lanzar el diente al tejado o al gallinero, cantando en el primer caso:

Para que salgan más,
diente, dientecillo
te tiro al tejadillo,
para que salga otro más majillo.

o:

Diente, dientecillo,
vete al tejadillo
para que me salga
otro más majillo.

Esta última se recoge también en Salcedo (A) diciendo en el segundo verso "te echo al tejadillo ".

En Mendiola (A):

Diente, dientillo/dientito
te tiro al tejadillo/tejadito
pa(ra) que otro día
me salga más majillo/majito.

o:

Este dientito
va al tejadito
pa(ra) que me salga
otro más bonito.

En Ribera Alta (A):

Diente dientillo,
te tiro al tejadillo
para que me salga
otro más bonito.

La misma versión se ha constatado en Valdegovía (A) cambiando el último verso por "otro más majillo".

En Berganzo (A):

Diente dientico
te tiro al tejadico
para que me salga
otro más bonito.

En Bernedo (A):

Tejadito nuevo
téjadito viejo
toma este diente
y dame otro nuevo.

En Apellániz (A) los tiraban al tejado y al cabo de cierto tiempo aparecía una moneda debajo de la almohada[1].

En Bizkaia también era costumbre bastante extendida la de arrojarlos al tejado. En Alboniga (Bermeo-B):

Marie, Marie
tellatuko gona gorrie
etsi agiñ zarra
ta ekau barrie.
(María, María / la de la falda roja del tejado / toma el diente viejo / y dame uno nuevo).

En el núcleo de población de Bermeo se usaba esta otra fórmula:

Marie, Marie
etsi au agiña
ta ekau niri barrie.
(María, María / toma este diente / y dame uno nuevo).

En Urduliz (B) se lanzaban también al tejado cantando:

Maritxu talletako
gona gorridune
eutsi agin zaarra
ta ekazu barrie.

En Gorozika (B):

Marie, telletuganeko,
gona gorridune
eutsi agin zaarra
eta ekarrizu barrie.
(María, la de encima del tejado, / la de la saya roja / toma el diente viejo / y trae el nuevo).

En Nabarniz (B) lanzaban el diente al tejado y se cantaban estas dos estrofillas:

Marie telleganeko
eutsi agin zaarra
da ekarri barrie,
errezeko deutsudez
iru abemarie.
(Marie la del tejado / toma el diente viejo / y tráeme el nuevo, / ya te rezaré / tres avemarías).
Peru zerukue
agin zaarra bota
eta ekarri barrie.
(Celestial Pedro / tira el diente viejo / y trae el nuevo).

En Lemoiz (B) echaban el diente al tejado y si el niño extrañado preguntaba el porqué, se le contestaba que venía a recogerlo la Virgen pero sólo hasta el tejado pues temía ser mordida por los perros o ser apresada por las brujas para conducirla al infierno. Aquí recitaban:

Geure Birjiñe zerukoa,
eder galantori,
eutsi au agin zaarra,
eta ekazu barrii.
(Nuestra Virgen del cielo, / hermosa y bella / toma este diente viejo / y trae el nuevo rojo).

En Zeberio (B) se le decía al niño que había que arrojarlo al tejado para que el murciélago, saguzarra, le trajese uno nuevo. A la vez se cantaba:

Saguzaarra
eutsi agin zaarra
ekarten ezpadozu barria
saguzaarra buru andia.
(Murciélago / toma el diente viejo / si no traes uno nuevo / murciélago cabezón).

En Zeanuri (B) se lanzaba al tejado a la vez que se decía:

Saguzaarra
eutsi agin zaarra
ekarrizu barrie
saguzaarra barregarrie.
(Murciélago / toma el diente viejo / trae el nuevo / murciélago ridículo).

En Amorebieta-Etxano (B) lo lanzaban dirigido al murciélago, sagusarrari, con esta fórmula: "Eutsi agin zaarra da ekazu barrie" (Toma el diente viejo y tráeme el nuevo).

En Liginaga (Z) los primeros dientes que se le caían al niño se lanzaban hacia arriba dirigiéndose al sol, mientras se decía: "Ekia, igorri zadak ederrago bat" (Sol, envíame uno más hermoso).

Las versiones que se recogen en Gipuzkoa están centradas en lanzar el diente al fuego del hogar, exceptuando Elgoibar, donde se constatan ambas modalidades. Aquí (en Elgoibar) el diente lo envolvían en un papel y diciendo "Aiba zaarra eta ekarri bernia" lo tiraban como se ha dicho, el de la mandíbula inferior al tejado y el de la superior al fuego, beekua teilatura eta goikua sutara.

En Arrasate, Getaria, Oñati y Telleriarte (G) se constata la tradición de arrojarlo al fuego. También en las localidades que se mencionan a continuación. En Beasain (G): Otsok zaarra eta ekatzak berrie (Toma el viejo y tráeme el nuevo). En Berastegi (G): To zaarra ta ekartzak berrie. En Bidegoian (G): Tok zaarra eta ekartzak bernia. En Elosua (G) a principios de siglo: Otsi zaarra ta ekarri berrixa. En Ezkio (G): Artu zak zaarra ta ekartzak bernia. En esta última localidad (Ezkio) y en Elosua si caía el diente por la noche lo guardaban debajo de la almohada hasta la mañana siguiente. En Zerain (G): Otsi zaarra, ekatzak berrie y en Bidania (G): Otsi zaarra ta ekatzu berriya[2].

En la localidad vizcaina de Markina también se recoge la costumbre de echarlo al fuego, suta bota, diciendo: Marixe, aiba agin zaarra eta ekarri barrixe. Asimismo en Lezama (B) se arrojaba a la chimenea a la vez que se repetía: Mari Urrike! Koiu zaarrá ta ekarri barrie! (Mari Urrika llévate el viejo y trae el nuevo).

Entre las localidades navarras donde se recoge la costumbre de tirarlo al fuego están Aranaz, Bera, Ezkurra, Lekunberri, Lezaun, Obanos, Sangüesa e Izurdiaga. En esta última (Izurdiaga) utilizaban la fórmula "Tori zaarra ta ekarri berrie".

En Lekunberri (N) la madre se encargaba de lanzarlo al fuego diciendo: Bota zaarra ta ekarri bernia o también Zaarra bota, berri atera. En Ezkurra (N) se repetía tres veces Tori ortza zaarra ta ekartzu bernia (Tome el diente viejo y deme el nuevo)[3]. En Bera (N): Tori zaarra eta ekarri berria[4].

En Obanos (N) manifiestan que los dientes debían quemarse por respeto ya que son una parte de la persona "son seres vivos y las partes del cuerpo de seres vivos hay que quemar, no echar a la basura".

En el País Vasco continental era costumbre tirarlo a la chimenea y así se recoge en Aiherra (BN) diciendo: "Ori jauna, emazu ordaina" (Llevad señor, deme otro a cambio). En Iholdi (BN) chimenea arriba implorando: "Ori zaharra; ekarrizu bernia Jinkoa" (Llevad el viejo; deme el nuevo, Dios).

En Donoztiri (BN): "Ori, Jinkoa, zaharra; ekartzu hortz bernia (Tomad, Dios, el viejo; deme diente nuevo).

En algunas poblaciones como Amézaga de Zuya (A) se tiraba el diente al gallinero a la vez que se decía:

Gallina, gallinero,
toma este diente viejo
para que me des otro nuevo.

o:

María la del gallinero,
toma un diente viejo
y dame uno nuevo.

En Carranza (B), en cambio, se decía que el diente debía ser arrojado allí donde no pudiese ser comido por animales ya que era "cristiano" o "sagrado". Según una informante el lugar más idóneo para ello era el tejado. Otra comenta que a los niños se les decía que tuviesen cuidado de no tirar el diente en cualquier lugar, no lo fueran a comer las gallinas; cree que si se lo comían no le salía otro en su lugar.

En Lezaun (N) cuando a un niño se le caía un diente tenía buen cuidado de que no lo comiera una gallina ya que se le decía:

Cuando se te cae un diente,
si lo come una gallina,
te sale un pico en la frente.

También en Obanos (N) se convencía a los niños de que si les comían los dientes las gallinas les saldrían los nuevos en forma de pico.

En Artajona (N) hasta hace unos treinta años se guardaban las primeras piezas desprendidas ya que si se tiraban se decía que los nuevos serían pico gallo, esto es, torcidos, feos y desplazados de su sitio.

En Allo (N) se sugería a los niños que enterrasen los dientes caídos porque si se los comían los perros les saldrían dientes de perro. Esta creencia se constata también en Viana (N) por lo que igualmente los enterraban.

En Apodaca (A), donde los tiraban al tejado o los enterraban, dependiendo de cada casa, entonaban cancioncillas que denotan la preocupación por evitar que fuesen ingeridos por animales:

El gato se comió el diente,
diente de gato tendrás.
El gato un diente se comió,
un diente chiquitín te salió.
Diente de ratón porque lo enterraron
en un agujero de ratón.

o:

Dientes de gato, narices de gato.
Gato tú que el gato te lo comió.
Ruin, ruin diente pequeñín.

En Hondarribia (G) lanzaban el diente viejo lo más lejos posible después de repetir varias veces: "Tori txarra, ekarri bernia".

En Carranza (B) algunos niños también arrojaban el diente lejos a la vez que recitaban:

Diente dientillo,
vete al campillo,
para que me salga
otro más bonitillo.

Una de las personas consultadas afirma que después de recitar lo anterior se tiraba al huerto o a un prado para que así saliese otro. Otra informante recuerda que su abuela decía que debía ser enterrado en un lugar donde no se trabajase la tierra y donde no se mojase. En su casa el sitio elegido era una esquina bajo el alero del tejado.

La misma fórmula cambiando "bonitillo" por "majillo" se recoge también en Carranza. En Muskiz (B) esta otra:

Diente dientecillo,
vete al campillo,
y dile al pastor,
que me dé otro mejor[5].

En Allo, Garde y Monreal (N) dicen que antiguamente no se le daba importancia al hecho de que se cayese un diente. En Garde si se preguntaba al niño sobre su falta de dientes respondía que los tenía guardados en una cajita; más tarde vino la costumbre de responder "me los han comido los ratoncitos".

Recompensa por el diente caído

A partir de la década de los sesenta se generalizó la práctica de que el niño dejase el diente caído debajo de la almohada por la noche, en la creencia de que mientras estaba dormido, el ratoncito Pérez se lo llevaba y a cambio dejaba un pequeño regalo. Así lo hacían todos los niños y por las mañanas se encontraban con una golosina o algún pequeño juguete, un cuento, una moneda etc. La importancia de este regalo ha ido incrementándose con el transcurso de los años pues de haber consistido en una onza de chocolate, alguna galleta, un caramelo o una moneda ha pasado a ser en algunos casos algún juguete más valioso o un regalo monetario de mayor cuantía.

En Aoiz (N) aseguran que la creencia en el ratoncito es una versión moderna de otra más antigua según la cual los dientes se guardaban a Santa Lucía de quien se decía que "era una señora muy guapa que ponía debajo de la almohada regalos". En la zona rural de Elgoibar (G), en los años sesenta los angelitos precedieron en esta labor al ratoncito Pérez pues se decía que eran ellos los que dejaban caramelos o galletas debajo de la almohada.

En Allo (N) si el niño les decía a sus mayores que se le había caído un diente éstos le respondían que lo guardase bajo la almohada para que la Virgen le pusiese un caramelo.

En el País Vasco continental, según recoge Thalamas Labandibar, también era costumbre poner el diente envuelto en un papel debajo de la almohada en la creencia de que de noche pasaría la Virgen y depositaría unas monedas para el niño[6].

En Gamboa (A) se hacía creer a los críos que el diente depositado bajo la almohada aparecía al día siguiente convertido en oro y a cambio recibía un regalo. Como nunca ocurría así los niños se llevaban una gran desilusión y a menudo rompían a llorar.


 
  1. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. "Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés" in Ohitura, 0 (1981) p. 162.
  2. LEF. Información recogida por Erramun Mendizabal.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. "Estudio etnográfico de Ezkurra" in AEF, XXXV (1988-89) p. 57.
  4. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid, 1944, p. 134.
  5. El LEF recoge la misma fórmula en Carranza cambiando "pastor" por "Señor".
  6. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) p. 41.