Caminos, sendas. Ardibideak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Se trata en la mayoría de las ocasiones de una pluralidad de pequeñas vías que desde las villas, aldeas y caseríos confluyen hacia las zonas tradicionales de pastoreo. Su desarrollo acostumbra a ser corto y en su trazado se escogen varias alternativas que transcurren por puertos o pasos obligados. Son caminos estrechos, más bien senderos, donde los rebaños se ven forzados a marchar muchas veces en fila india. Por otra parte, no son caminos exclusivos para el traslado de ganado, sino que también se usan en algunos tramos de su recorrido para otros fines. A diferencia de las cañadas, estas vías carecen de servidumbre de paso.

Los caminos o ardibideak son comunes a las principales sierras de Vasconia que concentran los pastos de verano, como Gorbea, Aizkorri, Aralar, Salvada, Toloño, Urbasa-Andia, etc., así como a la alta montaña pirenaica. En Zuberoa reciben el nombre de olhabideak. En las elevaciones de la vertiente septentrional de los Pirineos estos senderos de montaña llegaban a tener más de 20 km de desarrollo y no están señalizados.

En Abecia (A) cada especie animal (cabras, cerdos, etc.) tenía un camino propio para salida de la localidad y las calles tomaban el nombre de éstos: «calle de las cabras», «calle de los cerdos»... En Zeanuri (B) se cita que cada rebaño tiene su camino para subir al Gorbea, deretxozko bidea.

En el Valle de Zuya (A) muchos de los recorridos contaban con árboles marcados con señales realizadas por los propios pastores con hacha, que hoy día se han sustituido por marcas de pintura.

En Agurain (A) se indica que estos caminos tenían unos 2 m de anchura. En el Ernio (G), antiguamente la subida se hacía también por ellos, si bien muchos se han cerrado en la actualidad, obligando a los rebaños a dar continuos rodeos o a pasar rompiendo un trozo de cierre.

Estos caminos constituyen los vestigios de las rutas históricas que unían los distintos territorios entre sí, como en el caso de Aralar. Las subidas a esta sierra se realizan preferentemente desde Ataun, Zaldibia y Lazkano en la zona guipuzcoana y por el camino del Santuario en la parte Navarra. El acceso desde los valles del sur es más difícil por lo escarpado de la orografía. Se corresponde con el trazado de las antiguas calzadas que secularmente han unido Gipuzkoa y Navarra, por lo que no eran sólo caminos pastoriles, sino también de comercio y otras actividades.

En el caso de Urbasa-Andia y Sarbil, existen cañadas que centralizan el acceso de los ganados trashumantes, pero se emplean también caminos locales que conducen desde los valles a la sierra, como se constata en Izurdiaga (N). En Urbasa, además del nombre de cañada, kañadia, las personas mayores emplean a veces el término borrobide, ruta de la oveja rasa, en contraposición a la lacha del lugar.

Reciben también el nombre de caminos las rutas usadas por los pastores que desde los macizos montañosos del interior de Gipuzkoa, Bizkaia, norte de Álava y Vasconia continental van hasta los pastizales de las zonas bajas o costeros. Más que grandes vías bien determinadas, son viejos caminos entre localidades y entre las barriadas y los centros de población. Dentro de estas rutas existen algunos pasos de uso tradicional, como determinados collados (por ejemplo el de Zelatun, en la ruta de la costa hacia la sierra de Aralar) y puertos (de San Román, Vicuña, Andoin... en Araia) donde confluyen varios de estos caminos. En determinados casos, por su orografía, se trata de caminos exclusivos para el ganado, pero en otros son viales comunes para varios usos.

No se puede descartar que en tiempos pasados tuvieran una plasmación territorial y una regulación, que actualmente no se constatan. De hecho buena parte de ellos transcurren hoy en día en sus zonas bajas por carreteras, caminos de concentración, pistas bien acondicionadas y, en ocasiones, cerradas.

Sus nombres hacen referencia a las localidades que comunican. En otras ocasiones mantienen el recuerdo de su uso original, como por ejemplo en el camino de los arrieros en la Sierra de Badaia (A).

La pérdida de estas antiguas rutas se debe en buena medida al abandono de los caseríos, la plantación de pinares en sus pertenencias y, finalmente, a su invasión por los modernos caminos y carreteras.