Caracoles y limacos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La recogida de caracoles es en sí misma una actividad lúdica propia de niños de ambos sexos. El momento más propicio para efectuarla es tras un chaparrón veraniego. Se recolectan para llevarlos a casa y consumirlos, o a menudo sencillamente con el fin de utilizarlos como juguetes.

Cuando se halla un caracol oculto en su concha, para animarle a salir se le canta insistentemente una canción muy extendida geográficamente y bastante uniforme en su estructura:

Caracol, miricol/biricol,
Caracol, col, col
saca los cuernos al sol
que tu madre y tu padre
también los sacó.
CARACOL, MIRICOL

A veces presenta ligeras diferencias, como ocurre en Muskiz (B):

Caracol, miricol,
saca los cuernos y vete al sol
que tu padre y tu madre
también los sacó.

En Ayesa (N):

Caracol, col, col,
saca los cuernos y vete al sol,
que tu padre baboso
también los sacó.

En Monreal (N):

Caracol, miricol,
saca los cuernos al sol
que tu madre y tu padre
ya los han sacao.

En Pipaón (A):

Caracol, col, col,
saca los cuernos al sol
que tu padre y tu madre
ya los sacó.

Esta última canción también se la dedicaban a las caraquillas.

Variaciones más importantes se recogen en Artziniega (A):

Caracol, miricol
saca los cuernos y vete al sol,
que si no te pego
con la espada de mi señor.

En Allo (N):

Caracol, mol, mol,
saca los cuernos al sol,
que tu padre y tu madre
están en Aragón.

Yen Viana (N):

Caracol, col, col,
saca los cuernos al sol,
que tu padre y tu madre
están en Aragón.
a comprar las zapatillas
para el día La Ascensión.

También es relativamente frecuente una forma simplificada de la citada en primer lugar:

Caracol, miricol
saca los cuernos
y vete al sol.

En Romanzado y Urraul Bajo (N) dicen «mericol».

En la Merindad de Tudela (N) cantan:

Caracol, col, col
saca los cuernos
y ponte al sol.

Los niños de Apellániz (A) distinguen dos especies de gasterópodos: los caracoles propiamente dichos y las caraquillas. Esto se traduce en una diferenciación del sonsonete en dos partes:

Caracol, col, col
saca los cuernos al sol.
Caraquilla, milla, milla,
saca los cuernos y vete a la silla.

Lo mismo sucede en Salvatierra (A), donde le dedican estrofas diferentes:

Caracol, miricol,
saca los cuernos
y vete al sol.
Caraquilla, miriquilla,
saca los cuernos
y vete a la silla.

Esta estructura se mantiene en otras localidades alavesas, a veces incorporando la segunda parte referida a la caraquilla a la dirigida al caracol y cantándosela por tanto a este último. También perdura la rima «car(r)aquilla» con «silla», pero con el sentido del verso alterado por una elipsis.

En Gamboa (A):

Caracol, biricol
saca los cuernos al sol.
Caraquilla, quilla, quilla
saca los cuernos a la silla.

En Bernedo (A):

Caracol, col, col
saca los cuernos al sol
que tu padre y tu madre
también los sacó.
Carraquilla, quilla, quilla
saca los cuernos a la silla.

En Murguía (A) dedican al caracol dos estrofas, la primera idéntica a la descrita al principio para Muskiz (B), y la segunda:

Caraquilla miriquilla
saca los cuernos
y vete a Sevilla
que si no los sacas
te hago cosquillas.

Para «hacer cosquillas» se abría un agujerito en el vértice de la concha mediante unos golpecitos y se introducía una paja con la que se empujaba al animal, obligándole así a asomar los cuernos.

Las versiones en euskera también hacen referencia al padre y a la madre, pero para amenazarles de muerte. La primera que recogemos procede de Liginaga (Ip):

Kâkoil, makoil:
ezpatük lau adarrak agertzen,
aite ta ama ehaiten deitzat.
Karakoil, makoil / si no sacas los cuatro cuernos, / te mataré el padre y la madre.

En Berroeta y Oronoz (N):

Karakol, mirikol,
ezpaituk adarrak atarratzen
ire aitetxi, ire amatxi
ilko diet, ilko diet[1].
Caracol, miricol, / si no sacas los cuernos / a tu abuelo, a tu abuela / mataré, mataré.

Resurrección M.ª de Azkue[2] recoge dos versiones más. La primera corresponde al valle de Salazar (N) y es la siguiente:

Karakol marakol,
saca las tripas
y vete al sol,
elkizkiz adarrak,
berzainez ire aita ta ire ama
ilen tiagu
errotako mailu zarraz edo mailu berriaz.
Caracol maracol, / saca las tripas / y vete al sol, / saca los cuernos, / de lo contrario a tu padre y a tu madre / mataremos / con el mazo viejo o con el mazo nuevo del molino.

La otra es de Lekaroz (Baztan-N):

Karakol mirikol,
atara tzik adarrak,
bertzenaz ilen tiat
ire aita ta ama.
Caracol miricol, / saca los cuernos, / si no yo les mataré / a tu padre y a tu madre.

Manuel Lekuona[3] cita otra y en esta ocasión sin la amenaza a los padres:

Adarrak atera;
bestela putzu aundira.
Adarrak atera;
bestela putzu aundira.
Saca los cuernos; / si no al pozo grande. / Saca los cuernos; / si no al pozo grande.

Los chiquillos ven además en los caracoles objetos de diversión y les gastan bromas como tocarles los «cuernos» o tentáculos visuales con el fin de que los contraigan.

Enseñando a capar limacos. Fuente: Dibujo de Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

También es costumbre hacer carreras con estos animalillos. Los niños eligen cada uno su caracol, y después, sobre una piedra o cualquier superficie lisa, los disponen para iniciar la competición. La lenta carrera rara vez finaliza a pesar de los intentos de los críos para que avancen en la dirección correcta. A veces se facilita la llegada a la meta humedeciendo la pista o poniendo el animal en la ruta adecuada cada vez que se desvía. En Berastegi (G) cuentan que el itinerario constaba de una etapa llana y otra de montaña, consistente en ascender una pared. En Muzkiz (B) les apodaban con nombres de afamados ciclistas. También en Monreal (N) los «bautizaban», animándolos después durante la carrera.

Algunos niños de Carranza (B) practicaban el siguiente juego: Cada participante recogía de antemano un determinado número de caracoles en todos los cuales debía darse la circunstancia de que estuvieran dentro de su concha. Después los posaba en el suelo y para que se asomasen les cantaba la canción citada al inicio. El niño que lograba que todos sus caracoles descubriesen los cuernos antes que los demás era el ganador. Cuando alguno se resistía a sacarlos se le aplastaba o espachurraba con una piedra. Se acostumbraba recoger los babosos porque los secos tardaban mucho en asomarlos.

En cuanto a los limacos, estos moluscos terrestres se empleaban ocasionalmente para una actividad conocida como «capar limacos» (barakarroa kapetan en Zeberio-B). Se trataba de una broma por la que pasaban la mayoría de los niños pequeños y aquéllos que llegaban a los pueblos de visita.

Se le preguntaba al novato si sabía caparlos (Ik bakik barie kapetan?, decían en Zaldibar-B) y si desconocía tal práctica se le enseñaba. El «maestro» cogía el más gordo de los que hubiera encontrado y tras afilar un palo fino suficientemente largo se lo atravesaba por el costado de modo que el animal quedase en la mitad. Hacía que el incauto asiera el palo por sus extremos, sin apretar, de modo que el limaco quedase entre sus manos. El experto colocaba a su vez las suyas por fuera de donde las tenía el «aprendiz de capador» y le insistía en que estuviese atento. En un descuido de éste, le empujaba las manos y al presionar bruscamente el limaco, reventaba, poniendo perdido al crío.

Como comentan algunos informantes, no habrá niño que haya padecido dos veces esta chacota. En Muskiz (B) aseguran además que las chicas nunca fueron víctimas de la misma.

En Bizkaia hay constancia de que esta broma se practicó en Carranza, Muskiz y Zeberio.

En Vitoria (A) cuentan que tenía algo de rito iniciático ya que por él iban pasando todos los novatos de la cuadrilla. Aquí, tras atravesar el limaco, se clavaba el palo en el suelo. Al iniciado se le mandaba poner las manos una a cada lado del animal y se le aconsejaba que no dejara por nada de mirarle fijamente. Se le formulaban preguntas sobre el bicho: si lloraba, si «hacía chis o caca» y otras más igual de insustanciales. Cuando se hallaba más despistado, el niño que tenía enfrente le golpeaba las manos uniéndoselas, a causa de lo cual reventaba el limaco dejándole pringado.


 
  1. APD. Cuad. 9, ficha 956.
  2. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid, 1947, p. 333.
  3. Manuel de LEKUONA. «Cantares populares» in AEF, X (1930) p. 71.