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Casas de pescadores

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En estas casas lekeitiarras de pescadores cada piso consta generalmente de un pasillo que va desde la puerta de entrada hasta una amplia habitación situada al lado opuesto de la casa y donde nunca falta un balcón con magníficas vistas al exterior. A ambos lados de dicho pasillo se hallan los restantes huecos de la vivienda en los que muchas veces hacen de puerta blanquísimas cortinas de tela. Arranegi es la médula del barrio de pescadores y se sitúa en un plano más elevado que el del muelle, quedan a este lado sótanos situados bajo la planta baja de las casas –al nivel de la calle– que suelen estar destinados a bodegas o almacenes de útiles para la pesca, tabernas, etc.<ref>C. CRESPO y J. M. UGARTECHEA. “De la pesca tradicional en Lequeitio” in AEF, XVII (1957-60) pp. 11-12.</ref>
[[File:FIGURA2.png95 Casas de pescadores. Ondarroa 1950.JPG|frame|RTENOTITLE_FIGURACasas de pescadores. Ondarroa, 1950. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.]]
En Hondarribia (G) las casas de dos plantas se presentan alineadas en tres hileras paralelas al malecón que bordea la ría. En Pasai Donibane y Pasai San Pedro (G) alternan casas bajas y altas, dispuestas en dos hileras paralelas, entre las que discurre una calle. En el pequeño puerto pesquero de Donostia existe una muestra de arquitectura popular con sus blancas casas de dos pisos sobre una galería que transcurre debajo de ellas. En Orio, Zarautz y Getaria (G) sus mejores condiciones naturales permitieron que las casas pudieran expandirse en otras direcciones. En Getaria son casas de tres plantas, de estrechas fachadas y alero de bastante vuelo, se caracterizan porque sus pisos van escalonados, volando un palmo sobre las inferiores. De Deba, Zumaia y Mutriku (G) los ejemplares más puros de arquitectura popular se encuentran en Mutriku<ref>EGUITEGI, “Las casas de los pescadores...”, cit., pp. 14-15.</ref>.
Por lo que respecta más propiamente, aunque no exclusivamente, a las casas de los pescadores vizcaínos, no se puede hablar de un tipo de casa específico de los pescadores vascos pues sus casas son similares a las del resto de la población, únicamente se puede subrayar que son humildes. Estas casas se encuadran en la tipología general de los edificios de las villas costeras. Ubicadas en calles estrechas o en los acantilados que dan al puerto, apretadas unas contra otras, son altas y estrechas. El tejado a dos aguas, con caballete en general paralelo a la fachada. Planta baja de sillería, con muchas ventanas y balcones, sustituidos hoy día por miradores, en la fachada principal. La parte zaguera también dispone de ventanas e incluso de balcones. Los bajos están ocupados por bodegas de almacenamiento de pertrechos de pesca. El acceso a las viviendas suele consistir en una escalera empinada, de un solo tramo o en zigzag. Las fachadas suelen estar pintadas de blanco y colores vivos como azul, rojo y verde. La distribución del interior de la casa es similar al de otras casas, si bien son pequeñas, de techos bajos y poco ventiladas. En otro tiempo, no era frecuente que dispusieran de retrete y había uno colectivo para toda la vecindad del inmueble en el vestíbulo del edificio<ref>Aingeru ASTUI. “La casa del pescador” in ''Etxea''. Bilbao: Diputación Foral de Bizkaia, 2002, p. 39</ref>.
[[File:FIGURA2.png96 Barrio de pescadores. Hondarribia principios del s. XX.JPG|frame|RTENOTITLE_FIGURABarrio de pescadores. Hondarribia, principios del s. XX. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.]]
En nuestra actual encuesta de Hondarribia (G) se ha recogido que las casas de los pescadores de esta localidad son de planta cuadrada o rectangular, fabricadas en estructura de madera y mampuesto y con cubierta a dos aguas (la viga central generalmente perpendicular a la fachada) que vierten en unos callizos que hay entre ellas. Son de dos o tres alturas y con balcón corrido en todas las plantas. Las paredes revocadas en blanco, la madera de los postes y vigas a la vista, y los balcones pintados de vivos colores. Dicen que los pescadores aprovechaban para este menester la misma pintura de los barcos con lo que la embarcación y el balcón doméstico presentaban idéntico color. Como carecen de patio interior la ropa suele estar tendida en los balcones lo que unido a las macetas de flores que lucen da a las casas un aspecto pintoresco<ref>Existió la costumbre de que, cuando tocaba embarcar, el patrón se acercaba a la casa de cada miembro de la tripulación y le llamaba desde la calle hasta que respondía, así que diariamente, al amacecer, en el puerto podía escucharse una sinfonía de gritos. Algunos informantes señalan haber oído a sus mayores que antiguamente los patrones para hacer este llamamiento a los labradores que cuando había faena salían a la mar, usaban la ''txalaparta''. Un informante recuerda que algunos caseros inquilinos pagaban la renta del caserío con lo que sacaban de la pesca.</ref>.
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