Causas de la epilepsia

En Amézaga de Zuya, Bernedo, Mendiola, Moreda (A); Berastegi, Bidegoian (G) y San Martín de Unx (N) se le atribuía un origen hereditario. En Valdegovía (A) se considera que es debida a enfermedades hereditarias relacionadas con los nervios. En Durango (B) y Zerain (G) se tiene por un mal de nacimiento. En Beasain (G) no se sabe cuál es su origen pero enseguida se relaciona con algún familiar que sufrió ataques similares.

En Arrasate (G) se atribuye a una enfermedad nerviosa. En Izal (N) a los nervios. En Pipaón (A) se dice que se manifiesta en personas nerviosas.

En Apodaca (A) a fuertes discusiones. Los informantes refieren que a uno del pueblo le daba el ataque cuando tenía alguna discusión violenta. También creen que se desencadena por crisis nerviosas. En Astigarraga (G) se dice que se debe a impresiones fuertes.

En Moreda (A) al apoderamiento que de las personas hace la debilidad.

En Mendiola (A) se atribuye a tener el corazón débil o lesionado. En Pipaón (A) se dice que se manifiesta en personas con lesiones de cerebro o corazón. En Ribera Alta (A) se interpretaba como “mal del corazón”. En Lekunberri (N) solían decir “Biotzeko mina izanen da…” (Será un mal de corazón...).

En Mendiola hay quien la asocia a un consumo excesivo de alcohol. En Astigarraga (G) a embriagarse frecuentemente. En Agurain (A) se atribuye en algunas ocasiones al alcoholismo de los progenitores. En Donoztiri (BN) pensaban precisamente que para su curación había que abstenerse de las bebidas espiritosas.

En Amézaga de Zuya (A) y Valle de Erro (N) también dicen que puede proceder de un mal golpe en la cabeza. En Obanos (N) a impactos en la cabeza recibidos durante la infancia.

En Astigarraga (G) se piensa que se debe a diversas causas como una infección grave.

Como esta enfermedad se caracteriza por espectaculares síntomas, en tiempos pasados llevó a pensar que los afectados por la misma estaban poseídos y endemoniados[1].

En Aoiz (N) actualmente se considera una enfermedad como cualquier otra, aunque más grave, pero antiguamente se creía que era signo de que la persona que la padecía estaba poseída por malos espíritus. En Oñati (G) se pensaba que quienes la sufrían estaban endemoniados.


 
  1. Ángel GOICOETXEA. Capítulos de la medicina popular vasca. Salamanca: 1983, p. 45.