Causas, síntomas y transmisión de la enfermedad

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Está extendida la creencia de que las causas principales por las que se contraía la tuberculosis eran la deficiente alimentación y la debilidad, auleria, sobre todo en el período inmediato a la guerra civil de 1936, tal y como se ha constatado en las encuestas de Agurain, Apodaca, Mendiola, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía (A); Amorebieta-Etxano, Abadiano, Carranza, Durango, Gorozika, Orozko (B); Arrasate, Beasain, Berastegi, Bidegoian, Elosua, Hondarribia, Oñati, Telleriarte (G); Aoiz, Goizueta, Lezaun, Murchante, Obanos, San Martín de Unx, Sangüesa, Tiebas, Valle de Erro y Viana (N). En Moreda (A), Muskiz (B) y Lezaun (N) subrayan este aspecto al señalar que la enfermedad está asociada a la gente pobre, mal nutrida y con pocos recursos económicos. En Lezaun suavizan la afirmación con el reconocimiento de que a veces la enfermedad afectaba también a familias ricas.

El segundo motivo apuntado por los informantes como causante de la enfermedad son los catarros, bronquitis y dolencias similares no atendidos adecuadamente que degeneran en tuberculosis. Así en Agurain, Amézaga de Zuya, Mendiola, Moreda, Pipaón, Ribera Alta (A); Bedarona, Durango (B); Astigarraga, Beasain, Hondarribia (G); Allo, Aoiz, Goizueta, Izal, Murchante, Obanos, San Martín de Unx, Tiebas, Valle de Erro y Viana (N) se atribuye a catarros mal curados. En muchas de estas localidades recuerdan el dicho “catarro mal curau, tísico declarau (o tísico asegurau)”.

En Pipaón, Valdegovía (A); Gorozika (B); Astigarraga, Elgoibar (G); Goizueta, San Martín de Unx, Sangüesa y Viana (N) se ha recogido que se atribuye también a enfriamientos o como gráficamente señalan los informantes a un “frío fuerte que te ha cogido los pulmones”. En Carranza (B) a enfermedad respiratoria no tratada adecuadamente. En Lezaun (N) y Moreda (A) a mojaduras, que, según precisan en esta última localidad, las padecían principalmente los labradores al realizar trabajos domésticos del campo. En Beasain (G) y Sara (L) a resfriados después de mucho sudar. En Tiebas y Murchante (N) dicen que también podía provenir de la mala curación de la pleuresía. En Bedarona (B) se temía a la tos insistente, con flemas, dolor de pecho y emisión de un silbido característico al respirar pues si se agravaba ese estado, podía acabar en tuberculosis.

Las encuestas han recogido también otras causas de aparición de la tuberculosis. Las primeras relacionadas principalmente con el afectado: en Apodaca (A); Bedarona, Carranza (B) y Hondarribia (G) la atribuyen a la mala vida; en Amorebieta-Etxano (B) a maltratar el cuerpo; en Apodaca a fumar mucho y en Lezaun (N) a beber alcohol en exceso y a no tener buen arreglo en casa. En Astigarraga (G) a ingerir agua en mal estado, en Bidegoian (G) a un disgusto fuerte y en Oñati (G) a exceso de trabajo. El segundo grupo de causas hace referencia a las condiciones de vida que han rodeado al enfermo: en Mendiola (A), Aoiz y Lezaun (N) se achaca a vivir en malas condiciones, lugares muy húmedos y poco aireados. En Obanos, San Martín de Unx y Tiebas (N) a falta de higiene.

Las descripciones que ofrecen las encuestas sobre la apariencia física de los tísicos y los síntomas de la enfermedad son similares: ojos tristones, fiebre, palidez del rostro, tos “seca y extraña”, debilidad y expulsión de esputos. En Bernedo (A) del que tenía tos seca, mal color y delgadez decían que “iba a dar en tísico”. En Moreda (A) también señalan el desmejoramiento, la delgadez y la tos que delataba a los tísicos. En Nabarniz (B) aprecian que el síntoma característico de estos enfermos era una tos fuerte, eztula zala. Solían mostrar signos de debilidad y el semblante pálido y triste, larri-larri eta zuri-zuri. Los pocos que se recuperaban tardaban por lo menos un año en hacerlo. En Gorozika (B) dicen que la enfermedad produce tos y cansancio. En Allo (N) también resaltan como síntomas de la enfermedad la pérdida del apetito y el progresivo debilitamiento del enfermo.

En Agurain, Amézaga de Zuya, Berganzo, Mendiola, Moreda (A); Carranza, Durango, Nabarniz, Orozko (B); Beasain, Berastegi, Bidegoian, Elosua, Hondarribia, Oñati, Zerain (G); Allo y Aoiz (N) se ha recogido que la enfermedad tenía la consideración de muy contagiosa, como dicen en Bernedo (A) “se pegaba de otro enfermo”. Por ello era frecuente, como señalan en Hondarribia, que a los enfermos se les tuviera en cuarentena. En Liginaga (Z), según recogió Barandiaran en el decenio de los cuarenta del s. XX, se decía que las enfermedades, sobre todo las del pecho y la gripe, se contagiaban por el aliento, atsetik lotzen dela erraiten die.

En Nabarniz (B) se ha consignado que la enfermedad se contagiaba, inkau, por el aire, a través del aliento, arnasatik. En Orozko (B) anotan que la ropa de lana también favorecía el contagio. En Lezaun (N) señalan que se contagiaba sobre todo a través de los pestillos de las puertas. En Zerain (G) se constata que la enfermedad nacía de forma natural pero si se introducía en una casa, fácilmente se transmitía a otros familiares por lo que se le tenía verdadero miedo. En Murchante (N) se dice que también se podía enfermar por contagio de vaca tuberculosa.

En Allo, Obanos y San Martín de Unx (N) hay testimonios que indican que la transmisión tenía lugar por vía hereditaria. En Allo cuando moría un tísico siempre se recordaba otro caso similar entre sus ascendientes. También en Telleriarte (G) se ha recogido el dato de que en tiempos pasados se pensaba que el mal se transmitía por vía hereditaria, a través de la sangre, hasta que la difusión de la enfermedad, como una epidemia, después de la guerra y un mayor conocimiento de las causas de la enfermedad desvanecieron las antiguas creencias.

Es general el señalar que en tiempos pasados la tisis era la principal causa de marginación social. Solía ocultarse la enfermedad, los tuberculosos estaban mal vistos y afectaba a la economía familiar por lo costoso del tratamiento (Moreda-A).

En Muskiz (B) se ha recogido una creencia que antiguamente estuvo extendida. Se decía que los sacamantecas solían llevarse a los niños no para sacarles las mantecas sino para extraerles la sangre y con ella hacer transfusiones a los tísicos adinerados.

Hoy día la prueba de la tuberculina detecta el mal y en caso de padecer la tuberculosis se pone al enfermo en tratamiento de penicilina y se corta fácilmente el brote. Los rayos X permiten descubrir el mal y seguir su evolución. Se dice que el hombre está perdiendo defensas debido al exceso de antibióticos que ingiere, lo que hace que la tisis se esté “inmunizando” (Muskiz).