Ceremonias religiosas. Mezaka

Jugar «A bodas» consistía en que los niños se divirtieran haciendo «matrimonios» entre ellos. Se repartían los papeles de los personajes que asisten a una boda y los representaban, a la vez que aprovechaban para disfrazarse como si se tratara de una comedia. Es un juego mixto aunque en Sangüesa (N) fuera exclusivamente de chicas. En Laguardia (A) tenía lugar en un lugar cubierto, como podían ser los portales de las casas. En Mendiola (A) lo más importante de la ceremonia, era no olvidar la frase de este ritual «sí quiero».

En Viana (N) chicos y chicas se reunían en una casa y el que dirigía el juego pronunciaba con cierta solemnidad las siguientes palabras: «En esta casa se va a celebrar una boda y en ella `Javier' será el novio y `Leyre' la novia». De igual forma asignaba entre los restantes niños y niñas los papeles de padrino, madrina, invitados, padre, madre, cura, sacristán y monaguillos. Según iba nombrándolos debían levantarse, pues a los que no respondían a la llamada se les imponía una penalización consistente en depositar en un platito una moneda. Al final, con el dinero de las multas se compraban algunas chucherías que se repartían entre los participantes.

En Bermeo (B), una vez acabada la ceremonia, la niña simulaba acostarse y hacía que se dormía. Pasado un rato se despertaba con una muñeca a su lado representando al hijo que había tenido.

Este juego también se ha constatado en Laguardia, Moreda, Valdegovía (A), Amorebieta, Durango, Galdames, Portugalete (B), Zerain (G) y Allo (N).

En Artajona (N) se ha recogido un juego de niñas con el nombre de «A bautizos» consistente en imitar dicha fiesta. Una de las participantes hacia de comadrona, llevando un muñeco, otra de madrina, encargada de echar las peladillas, mientras las restantes representaban los papeles de familiares y público.

Otro juego muy común, entre los de imitar ceremoniales, era el denominado «A misas», «Mezaka». Consistía en reproducir mediante gestos, palabras y cantos lo que se veía hacer a los sacerdotes en las funciones religiosas de la iglesia, particularmente la misa.

En Elosua (G), sobre una arca, kutxa, que hacía de altar, se colocaban la cruz, los candelabros, el misal e incluso la cesta de la ofrenda. Dos niños que hacían de monaguillos acompañaban a otro que oficiaba de cura.

En Eugi (N) para jugar «A curas» los niños confeccionaban la casulla del sacerdote con una doble hoja de papel de periódico con una abertura en medio para introducir la cabeza. Como sagrario utilizaban un «almut» (almud) o caja pequeña que servía para medir granos o legumbres. Para representar el altar se recurría.a bancos o maderas. Una vez dispuestos el celebrante y los elementos materiales, daba comienzo la ceremonia. Para decir misa se empleaban algunas fórmulas latinas y el papel de sacerdote recaía casi siempre en uno de los monaguillos porque era el que conocía más expresiones latinas.

En Oragarre (Ip), al regreso de la escuela, los niños con frecuencia hacían una representación de la misa. Montaban sobre la cresta saliente de una roca un simulacro de altar que incluso adornaban con flores. Uno hacía de celebrante, otros de monaguillos, niños del coro y hasta contaban con uno que predicaba el sermón a su modo para que la representación tuviera mayor realismo.

Este juego de celebrar y oir misa se ha recogido también en Lezama (B); Zerain (G); Allo, Artajona, Monreal y Obanos (N).

En Zamudio (B) las niñas durante el mes de mayo jugaban «A hacer altares» sobre piedras planas o cajas. En ellos ponían una estampa, flores y en las esquinas palos que simulaban velas.

En Laguardia (A) y Monreal (N) se jugaba «A tumbas». Cuando a los niños se les moría algún animal pequeño excavaban un agujero y lo introducían en él. Colocaban encima una pequeña cruz hecha con unos palos y depositaban flores. Esta tumba la visitaban durante un tiempo.

En Laguardia (A) y Durango (B) se conoce un juego de niñas algo distinto que se llama también «A tumbas». Hacían un agujero en la tierra donde introducían algún recorte de estampa, flores, cristalitos de colores y trozos de loza de dibujos, tapando todo ello con un cristal. Visitaban la tumba a diario y la enseñaban a las demás amigas. A tal fin había que escarbar un poco o separar la tierra con la que se había cubierto y observar si continuaba en el mismo lugar pues los chicos si las descubrían se dedicaban a romperlas.

En Artajona y Eugi (N) se ha recogido con la denominación «A procesiones» un juego mixto que se practicaba por las calles en torno a la Semana Santa, imitando aquéllas en las que participaban las personas mayores. La imagen más representada era «La Dolorosa», transportada siempre por chicos sobre un adral de carro o una caja de pescado. Las chicas entonaban entretanto algún cántico religioso de los cantados en las procesiones. En Sangüesa (N), el desfile se hacía dentro de casa llevando alguna imagen y las escobas servían de ciriales.

En Hondarribia (G) un juego similar se conocía con el nombre de «jaungoiko artzaileak» o «A romanos». Los participantes tanto niños como niñas, formaban una tropa e imitaban los desfiles de los romanos que acompañan el Viernes Santo a la procesión del Santo Entierro. Marchaban con el capitán al frente, en dos filas paralelas con palos largos haciendo de lanzas que golpeaban todos a la vez contra el suelo. En Viana (N) a un juego parecido le llamaban «A lanceros». Los niños, provistos de lanzas o palos de escoba a los que se ponía una punta de cartón en forma de alabarda transportaban a un niño, cubierto con un trapo, sobre un soporte de madera imitando un sepulcro.