Cierre de la puerta de entrada o principal

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los procedimientos para cerrar la puerta principal son similares en todas las localidades encuestadas pero muestran particularidades en función del tipo de puerta.

Cuando está dividida horizontalmente es habitual que la parte inferior permanezca cerrada y la superior abierta. Las formas de cerrar ambas partes son diferentes.

En Moreda (A) la pieza superior posee cerradura para llave grande mientras que la inferior posee cerrojo. En Bernedo (A) la hoja inferior suele permanecer cerrada con un cerrojo fuerte de hierro o por una tarabela de madera.

En Bermeo (B) algunas puertas antiguas, que aparecen partidas tienen en la parte superior la cerradura, zerrajie, y en la inferior cuentan con un pestillo.

En Mezkiritz (N) la puerta principal solía ser de dos piezas. Una de las mitades permanecía cerrada con una tranca. La parte que se abría se cerraba con un quisquete, furrillo, de madera.

En Luzaide/Valcarlos (N) la media puerta inferior lleva pestillo de palanca, sin adornos; ésta es la cerradura que se utiliza de ordinario. La superior va provista de cerraja con llave, utilizable tanto por dentro como por fuera.

Sistemas de cierre interiores de la puerta de entrada. Berganzo (A), 1997. Fuente: Montserrat Ocio, Grupos Etniker Euskalerria.

En Kortezubi (B) cuando la puerta era de dos hojas, una de ellas se cerraba con tranca y la otra se sujetaba a la primera por medio de tarabillas, pestillos de madera, cerrajas de hierro y a veces con tranca.

En Beasain (G) la puerta de entrada está partida y es la mitad superior la única que suele tener cerradura. El resto de las puertas exteriores dan acceso directo al establo o desván y se cierran solamente desde el interior por medio de una o dos trancas.

Cierres de Olabide baserria. Zerain (G). Fuente: Archivo particular Nikola Madariaga.

En Lezaun (N) la puerta consta de dos hojas, una de ellas se encuentra normalmente cerrada y se asegura con una palanca que va desde un ángulo del bastidor hasta la pared o una madera del techo. La otra hoja está dividida en dos cuerpos. La parte inferior se asegura a la hoja fija con un pasador horizontal de hierro llamado berrojo y que en su centro tenía otro hierro de forma semicircular para facilitar el agarre. La parte superior, llamada ventanillo, está abierta durante el día y se asegura a la hoja fija con una cerradura de llave llamada cerraja.

En Ezkio-Itsaso (G) en el decenio de los años veinte del siglo pasado ya se estaba generalizando el uso de puertas de dos hojas, una de las cuales se dividía en dos mitades, una superior y otra inferior. Éstas, al cerrarse, se sujetaban a la primera por medio de una tarabilla, matilia, y aquélla al dintel por medio de un palo fuerte o tranca que llamaban trankilla, o también a la jamba por medio de un palo recio de nombre atalagia o trangerua.

Trancas. Trangak

El uso de llaves y de trancas está relacionado con la ausencia o presencia de los moradores de la casa. Cuando éstos se hallan en el interior de la vivienda, cierran las puertas con tranca por la noche para evitar que nadie pueda acceder al interior.

En Agurain y Moreda (A) la tranca consiste en una pieza resistente de madera dispuesta por la parte interior y que se introduce en sendas catas hechas en los esconces. También se ha constatado su uso en Bernedo (A) y Eugi (N). En Hondarribia (G) para la puerta, generalmente de dos hojas, usaban de cierre un madero que encastraban en los lados de la misma, dentro de sendos agujeros en las paredes laterales. En Aintzioa y Orondritz (N) las más habituales consisten en un madero grueso y largo que apoya en un saliente cualquiera de la puerta y encaja en un hueco abierto encima de la misma.

En Beasain (G) las puertas exteriores que dan acceso al establo y al desván se cierran solamente por el interior por medio de una o dos trancas, tranga, que se introducen en dos horquillas colocadas en los marcos. Si la puerta está directamente montada en el hueco de la pared de piedra, esto es, sin marco de madera, la tranca se introduce en dos agujeros opuestos practicados en la pared. El pestillo interior más sencillo de las puertas y ventanas antiguas es la maratila. En Ajangiz y Ajuria (B) era la puerta del establo la que se cerraba por dentro con trangie, que se encajaba en sendos agujeros abiertos en la pared de ambos lados de la puerta.

Tranca antes de cerrada. Ajuria (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.
Tranca después de cerrada. Ajuria (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Kortezubi (B) cuando la puerta era de una sola hoja se sujetaba a una de las jambas con una tranca interior, trangia, que consistía en palo recio, y con un pestillo de madera, txaranbela.

En Orozko (B) las puertas grandes de entrada a la casa y también las de la cuadra llevan por dentro una pieza gruesa de madera que colocada horizontalmente encaja en la piedra o las paredes laterales y se llama trankea. Se desliza sobre el tabique en un agujero practicado en la pared para que la puerta se abra. Las trancas de madera se consideran más antiguas que las de hierro. Además de la tranca cada hoja cuenta a veces con una barra de hierro uno de cuyos extremos cuelga de la pared lateral de entrada y el otro, con su punta doblada en ángulo recto, se encaja diagonalmente en un aro de hierro de la puerta lo que conlleva que ésta gane en seguridad. Otra forma de cierre es un pasador de hierro grande que tiene un agarradero en forma de “S” y se llama ate-burrullue.

En Ataun (G) a principios de siglo XX era frecuente utilizar trancas, atalai, y tarabillas para cerrar por dentro las puertas, y cerradura con llave cuando se ausentaban los moradores.

En Artajona (N) han conocido varios sistemas tradicionales de cierre de las puertas de la calle que se han conservado hasta nuestros días. La tranca era una vara gruesa y larga que se ajustaba en dos orificios laterales, tranquera, practicados en los pies derechos. Uno de estos orificios era más profundo, permitiendo pasar por él uno de los extremos de la tranca para quitarla y ponerla. A veces existe en la piedra de un extremo un rebaje en forma de U, abierto por encima y hacia el exterior, permitiendo manipular la tranca con mayor comodidad. Este sistema era conocido desde muy antiguo, ya que uno de los portales de la fortaleza amurallada se cerraba así. Todavía se conservan trancas en algunas casas. La media tranca es una vara gruesa de sección rectangular, que apoya un extremo en un desbaste de una piedra del pie derecho, encajando el otro en el ángulo interior formado por un batiente y un peinazo. La barra de hierro hace el oficio de la media tranca. Uno de sus extremos va sujeto y gira en una anilla clavada en un tarugo de madera empotrado en la pared que algunos llaman perrote; el otro extremo, en forma de gancho, se sujeta a una anilla de hierro clavada en la puerta.

En Allo (N) las trancas se conocen en la localidad como palancas. Se trata de maderos de sección circular que se ajustaban en dos orificios practicados en las jambas laterales; uno de ellos era redondo mientras que el opuesto tenía forma de L o de U. Cuando se encajaba la palanca en ellos, dejaba bloqueada la puerta de modo que sólo podía ser liberada desde el interior de la casa. En la actualidad ha caído en desuso este sistema de cierre, que en los últimos tiempos se había utilizado sobre todo en puertas de corral. Sin embargo son muchos los vanos que conservan todavía los agujeros en los cuales se incrustaba la tranca. Una variante es la media tranca, más corta que la anterior, que se apoya por un extremo en el orificio abierto en la pared y por el otro en la propia puerta giratoria.

En Obanos (N) algunas puertas que dan a la calle conservan las trancas de madera que antes había en todas las casas. Podían atravesar de extremo a extremo la puerta, en tal caso se ajustaban en sendos huecos que la pared tenía a los lados, o apoyaban una punta en un pequeño hueco de la pared y la otra en la hoja de la puerta que se abría normalmente. Actualmente las barras de hierro han sustituido a las trancas de madera en algunas puertas.

En Luzaide/Valcarlos (N) se dan dos tipos de tranca. Una corta, que agarrota en ángulo la puerta fija, y la segunda que abarca todo el hueco de las puertas y ajusta a ambos lados horizontalmente, a la altura exacta del corte de la ventana. La primera se apoya en la pared, a la máxima distancia del plano de la puerta, dependiendo del grosor de las paredes. Los extremos de la larga encajan en ranuras laterales de madera que se adosan a los marcos.

Cerrajas

La tranca ha sido un eficaz sistema de cierre, pero al ser accesible sólo desde el interior de la casa no se ha podido utilizar cuando los dueños de la misma la abandonaban. En este caso ha sido obligado el uso de llaves, que con el paso de las décadas han experimentado una notable evolución sobre todo en lo relativo al tamaño.

En Allo (N) los sistemas de cierre de uso más corriente en las puertas de la calle son la cerraja, las trancas y los cerrojos. Las cerrajas tradicionales eran de caja grande y se accionaban mediante una llave de hierro también considerable. En los últimos años han sido sustituidas por pequeñas cerraduras con llavines más cómodos y manejables.

Cerraja. Muez (N), 2010. Fuente: Pablo Orduna, Grupos Etniker Euskalerria.

En Artajona (N) las cerrajas van colocadas en el batiente superior de la puerta. Son grandes y normalmente tienen un pasador o lengüeta muy largo, que atraviesa la gruesa pieza del montante batiente, para encajar en el marco contiguo. Las llaves tradicionales eran de hierro, grandes en general. Con posterioridad a 1940 comenzaron a usarse cerrajas más pequeñas, habiéndose generalizado en la actualidad los modernos llavines.

En Obanos (N) las cerraduras tradicionales de grandes llaves de hierro van dejando paso a los llavines, cerrajas más pequeñas que por dentro se abren con pestillo. Aún hoy, numerosas casas conservan en la puerta principal la antigua cerradura con llaves de más de veinte centímetros y al lado la moderna cerradura.

En Valtierra (N) la cerradura con llave sólo se empleaba en la puerta de la calle, que solía tener dos hojas, superior e inferior. Las demás puertas tenían picaportes, pestillos, y el portón del corral cerrojos o alguna tranca. En esta población navarra las cuevas sólo tenían puerta de entrada con llave y también la puerta de los animales. A veces contaban con una interior con cerrojo para atender a los animales sin salir al exterior.

Aunque se cerrase la puerta, muchas veces la llave quedaba a mano, colocada en la parte interior junto a la gatera.

Otros cierres. Maratilak, txaramelak

Trancas y cerrajas no han sido los únicos sistemas de cierre de las puertas. Han convivido con otros, como se ha visto en párrafos anteriores y se describe seguidamente. A excepción de las cerraduras con llave todos los sistemas de cierre han sido manipulables sólo desde el interior de las viviendas (Allo-N).

En Bedarona (B) la puerta de entrada se cierra con trangia y txirrintxolie de madera y una llave grande y pesada. En los caseríos cuya puerta de entrada tiene dos hojas, una es entera y la otra está partida en dos. La de arriba se cierra con zoquete, txaramela, y la de abajo con un pasador que encaja en una argolla, txirrin txolie. En otros caseríos la puerta es de doble hoja y se cierra con la tranca, trangie.

En Bermeo (B) los sistemas de cierre varían desde un simple trozo de madera que se fija con un clavo al marco de la puerta y que gira sobre él, hasta las más modernas cerraduras.

En la villa de Portugalete (B) se basan fundamentalmente en fallebas y medias fallebas, dándose otros casos en los que se utilizan pestillos y pasadores, aunque son aislados. Casi todas las puertas de acceso a las viviendas disponían de picaporte para su apertura desde el exterior y un dispositivo, también para la apertura desde el exterior, consistente en una cuerda que pasaba a través de un agujero practicado en la puerta y que se enganchaba al pestillo interior de la cerradura. Muchas no tenían cerradura, únicamente quisquete (manilla). También llevan varios tipos de mirillas y aldabas pequeñas, disponiendo en el interior de pasador.

En la villa de Durango (B) tanto en las casas del casco antiguo como en las de los barrios periféricos las puertas permanecían abiertas sin cierre de llave durante el día. Algunas casas colocaban también en la puerta una cuerda de la que se tiraba desde fuera para abrir el quisquete interior.

En Elgoibar (G) con respecto a las cerraduras, en tiempos pasados se utilizaban las maretillas. La puerta siempre estaba abierta, incluso la que tenía cerradura disponía de un pequeño agujero para pasar una cuerda de tal modo que tirando de ella se accedía al piso. Esta cuerda estaba todo el día puesta, “como la gente no viajaba, siempre había alguna vecina que vigilaba”.

Ate-maratilla (Elosua-G). Fuente: Archivo particular Nikola Madariaga.
Cerrojo (Trapagaran-B). Fuente: Archivo particular Juan Cordón.
Txaramela (Lumo-B). Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Abadiño (B) la puerta de la cuadra contaba con un pestillo de madera hecho en casa, pero por las noches se cerraba por dentro con un travesaño de madera, langa. La puerta de entrada tenía cerradura con llave aunque los caseríos, normalmente, no se cerraban ya que por lo general siempre solía haber alguien de la casa en los alrededores.

En Gautegiz-Arteaga (B) las puertas del portal y de la cuadra se abrían y cerraban mediante un sistema que consistía en una pieza de madera cilíndrica por fuera que al girarla levantaba el pasador del otro lado; recibía el nombre de txaranbela.

En Astigarraga (G) además de los pestillos de hierro de tipo pasador y las maratila de madera, existe otro tipo de cierre llamado atalaya. Se utiliza en las puertas de doble hoja, esto es, las de la entrada principal y las del establo. Se trata de un trozo de madera alargado como una tranca que sujeta una de las hojas de la puerta desde el extremo central de ésta hasta el techo, donde se fija contra un taco, o hasta el suelo. Las puertas principales se cierran además con llave. La que da acceso a la ganbara se sujeta al marco y a la pared por medio de un pestillo de madera llamado maratila.

En Hondarribia (G) usaban la matilla o matrilla, taco rectangular con un pasador central que giraba y servía para sujetar la hoja de la ventana o la de la puerta. Para cerrar las puertas de una hoja recurrían a una cerradura simple a base de un pasador horizontal que llamaban burroiua o krisketa. En Telleriarte (G) la puerta principal se cierra por dentro con tranca, tranga, y tarabillas, maratillak.

En Orexa (G) las cerraduras, sarraillak, consisten en general en cerrojos, morroiloak, como una palanca, palanka. Antes casi todas las puertas se cerraban con tarabillas, maratilak, cada una de las cuales consistía en una pieza giratoria de madera; también con una tranca, ateala.

En Berastegi (G) los elementos utilizados para cerrar las puertas son serrailak, pistiluak, maratilak y trankak.

En Allo (N) los cerrojos se ven con frecuencia en muchas puertas. Constan de un pasador cilíndrico, provisto de un asidero curvo que permite ser desplazado a derecha e izquierda. Si la puerta es de dos hojas el cerrojo bloquea la parte abatible con la fija, y si sólo es de una hoja, ésta se inmoviliza introduciendo un extremo del cerrojo en el marco de la propia puerta o en un agujero practicado en la pared.

En Aintzioa y Orondritz (N) las puertas se cierran con trancas y con pestillo; éste era de madera y todavía se utiliza en muchas casas. Consiste en un taco que gira sobre un eje de hierro fijado a una hoja inmóvil.

En Artajona (N) los cerrojos se han conocido también desde tiempos muy antiguos y se pueden encontrar en muchas puertas. Van colocados siempre en las dos medias puertas practicables. Consisten en un pasador de hierro y un apéndice central curvo. A veces se les ponía candado. Los pasadores son dos barras de hierro colocadas verticalmente en los extremos superior e inferior de una puerta doble. El pasador superior encaja en un orificio de la piedra del arco o del dintel, teniendo el otro extremo terminado en un codo rectangular. El pasador inferior encaja en el suelo y cuenta con una anilla de hierro en el otro extremo para tirar de ella.

En Mélida (N) las dos hojas de la portalada o puerta del corral sólo podían abrirse y cerrarse desde el interior combinando dos sistemas: un gran pasador metálico que se hincaba verticalmente en el suelo o en un agujero ex profeso en el umbral de piedra de la puerta y una cerradura metálica de giro conectada mediante un vástago a un tope que se situaba en el dintel de la portalada.

En San Martín de Unx (N) el pestillo común de puertas y ventanas estaba formado por un taco de madera que giraba sobre un eje de hierro, fijado a la pared o a una hoja inmóvil. También se empleaba el cerrojo de hierro.

En Izal (N) las puertas se cierran con pestillos y cerraduras de forja, disponiendo en algún caso de trancas de madera que se ocultan en el grueso del muro.

En Sangüesa (N) los cierres son por el sistema de falleba o mediante un largo pasador cilíndrico de esquinas redondeadas del que parte una pieza vertical o manilla que se introduce en la caja. Para el cierre de puertas y balcones se utilizan fallebas, a veces decoradas y cinceladas; la pieza giratoria tiene terminación curvilínea y algunos descansillos forma de corazón. El pasador, al que llaman la barra, sujeta las grandes puertas al hueco de la pared y consiste en una ancha pletina de hierro con decoraciones cinceladas, sujeta a la carpintería con grapas y provista de una pieza saliente para maniobrar. Los crisquetes, también llamados pestillos fraileros, se utilizan para cerrar las puertas y llevan unas chapas recortadas con motivos curvilíneos.

En Heleta (BN) las puertas están provistas de pestillo, krizkina, cerraja, zerrapua, con su llave, gakua, y tarabilla, firla.

En Ortzaize (BN) los cierres que se han utilizado son: atalhaga, tranca, burdin atalgantxoa, gancho de hierro, trabelak, pasador de madera mayor que la tarabilla, y ate krixketa, gancho de la puerta.

Además de la puerta principal, en algunas casas se ha contado con otra de buenas dimensiones que es la que da acceso a la cuadra. De similares características es la de los corrales.

En Apodaca (A) las puertas de la cuadra cuentan con un pasador horizontal y una tranca de lado a lado que es una lata de madera de unos 8 ó 10 cm de grosor y que se introduce en la pared. En el Valle de Zuia (A), en cuadras y cabañas, también se usan trancas que van empotradas en sendos huecos en la pared. El mismo mecanismo se ha constatado en las cuadras de Abezia (A), Amorebieta-Etxano, Andraka y Gorozika (B).

En San Martín de Unx (N) las trancas, antes más usadas, se ven en las puertas de los corrales; en éstas se introduce el madero en la jamba merced a un rebaje que tiene ésta, de modo que puede correrse por él para que encaje mejor.

En Murchante (N) las puertas de los corrales y cuadras se cerraban con cerrojos de hierro de buenas dimensiones.