Diferencia entre revisiones de «Combustible empleado en el hogar errekina»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Abezia (A) el combustible empleado para cocinar era, principalmente, la leña de roble y de haya que abunda en la zona aunque tampoco se desecha el espino. Señalan los informantes que el fuego de roble dura más pero es “más muerto” en tanto que el de haya “arde mejor”. El tamaño de los troncos es distinto de unas cocinas a otras mientras que los hogares necesitan troncos gruesos, en las cocinas económicas hay que cortar la leña en trozos más pequeños. En Apodaca (A) la leña de encina mezclada con algo de roble es lo que más se quema. En las cocinas bajas la leña es más larga y gruesa, de unos 50 cm, en las económicas de unos 20 cm y los troncos son troceados en astillas. En Berganzo (A) se usa leña de haya porque dicen que arde mejor y produce una llama más viva. Se complementa con leña de espino, roble y boj. Espino se ha quemado también en Lezaun (N) y leña de boj en Aintzioa y Orondritz y en Mezkiritz (N) porque esta madera es buena para mantener el calor. En el Valle de Roncal (N) la leña empleada es chaparro, pino y abeto.
 
En Abezia (A) el combustible empleado para cocinar era, principalmente, la leña de roble y de haya que abunda en la zona aunque tampoco se desecha el espino. Señalan los informantes que el fuego de roble dura más pero es “más muerto” en tanto que el de haya “arde mejor”. El tamaño de los troncos es distinto de unas cocinas a otras mientras que los hogares necesitan troncos gruesos, en las cocinas económicas hay que cortar la leña en trozos más pequeños. En Apodaca (A) la leña de encina mezclada con algo de roble es lo que más se quema. En las cocinas bajas la leña es más larga y gruesa, de unos 50 cm, en las económicas de unos 20 cm y los troncos son troceados en astillas. En Berganzo (A) se usa leña de haya porque dicen que arde mejor y produce una llama más viva. Se complementa con leña de espino, roble y boj. Espino se ha quemado también en Lezaun (N) y leña de boj en Aintzioa y Orondritz y en Mezkiritz (N) porque esta madera es buena para mantener el calor. En el Valle de Roncal (N) la leña empleada es chaparro, pino y abeto.
  
En Agurain (A), tanto en el fogón bajo como en la cocina económica se prefiere la leña de haya pues es la que produce la llama más viva pero se emplean también las de ''azcarro'', arce, y roble. En el Valle de Zuia (A) la leña más estimada como combustible ha sido la de haya y la más duradera la de roble. El castaño no era apreciado porque producía un fuego débil. La madera de pino es un combustible más reciente. Ha gozado de gran predicamento el “tronco arrimadero”<ref>Véase también el capítulo de esta obra dedicado a los ritos en torno al fuego doméstico.</ref> que normalmente era una cabeza nudosa de robletocorno que se arrimaba a la cocina dando vueltas por el suelo losado y mantenía el fuego con gruesas brasas durante días hasta que se consumía. Cuando era ya un pequeño tocón, se echaba al fuego y se reponía con otro de similar hechura. En algunas casas existió la costumbre de que al quedar por la noche encendido, se regaba con agua por la parte posterior al fuego para que no ardiera y como medida de seguridad ya que cerca se apilaban los brazados de barda picada para alimentar el fuego a la mañana siguiente. Lo habitual era conservar el fuego amontonando el rescoldo junto al arrimadero y se mantenía la brasa encendida bajo la ceniza. En Ribera Alta (A) por la mañana cuando se encendía el fuego se ponían dos troncos gruesos para que duraran todo el día.
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En Agurain (A), tanto en el fogón bajo como en la cocina económica se prefiere la leña de haya pues es la que produce la llama más viva pero se emplean también las de ''azcarro'', arce, y roble. En el Valle de Zuia (A) la leña más estimada como combustible ha sido la de haya y la más duradera la de roble. El castaño no era apreciado porque producía un fuego débil. La madera de pino es un combustible más reciente. Ha gozado de gran predicamento el “[[RITOS_EN_TORNO_AL_FUEGO_DOMESTICO|tronco arrimadero]]” que normalmente era una cabeza nudosa de robletocorno que se arrimaba a la cocina dando vueltas por el suelo losado y mantenía el fuego con gruesas brasas durante días hasta que se consumía. Cuando era ya un pequeño tocón, se echaba al fuego y se reponía con otro de similar hechura. En algunas casas existió la costumbre de que al quedar por la noche encendido, se regaba con agua por la parte posterior al fuego para que no ardiera y como medida de seguridad ya que cerca se apilaban los brazados de barda picada para alimentar el fuego a la mañana siguiente. Lo habitual era conservar el fuego amontonando el rescoldo junto al arrimadero y se mantenía la brasa encendida bajo la ceniza. En Ribera Alta (A) por la mañana cuando se encendía el fuego se ponían dos troncos gruesos para que duraran todo el día.
  
 
En Mirafuentes (N) el combustible empleado consistía en un gran tronco de madera llamado ''cepo'', que colocado junto al fogón iba quemándose poco a poco conforme iba siendo alimentado con pequeñas astillas de las que se obtenían brasas para cocinar los alimentos. El cepo era el que mantenía el calor en el fogón hasta que se consumía o ''remataba''. Los informantes recuerdan sus enormes dimensiones porque en las casas donde las cocinas se hallaban en el piso bajo, los bueyes entraban hasta dentro arrastrando el pesado cepo. Un dicho de las comadres de esta localidad recuerda los cambios que se operan en la casa con la venida de la nueva ama: “En viniendo la nuera se muda hasta el cepo”.
 
En Mirafuentes (N) el combustible empleado consistía en un gran tronco de madera llamado ''cepo'', que colocado junto al fogón iba quemándose poco a poco conforme iba siendo alimentado con pequeñas astillas de las que se obtenían brasas para cocinar los alimentos. El cepo era el que mantenía el calor en el fogón hasta que se consumía o ''remataba''. Los informantes recuerdan sus enormes dimensiones porque en las casas donde las cocinas se hallaban en el piso bajo, los bueyes entraban hasta dentro arrastrando el pesado cepo. Un dicho de las comadres de esta localidad recuerda los cambios que se operan en la casa con la venida de la nueva ama: “En viniendo la nuera se muda hasta el cepo”.

Revisión actual del 07:53 23 jun 2020

Combustibles más comunes

Aunque en el hogar se ha quemado todo tipo de leña, el combustible más utilizado es el obtenido de los árboles que se han dado en la zona y este dato es el que han reflejado las investigaciones de campo.

El combustible por antonomasia con el que se ha alimentado el fuego bajo, según se ha constatado en las localidades encuestadas, es la madera de roble (Abezia, Agurain, Añana, Apellániz, Berganzo, Valle de Zuia-A; Amorebieta-Etxano, Busturia, Gorozika, Trapagaran, Zeanuri-B; Beasain, Berastegi, Elosua, Itziar, Oñati, Telleriarte, Zerain-G; Améscoa, Eugi, Izal, Lezaun, Valle de Roncal-N; Heleta, Iholdi, Uharte-Hiri-BN; Ainhoa, Sara-L; Liginaga-Z); haya (Abezia, Agurain, Apellániz, Berganzo, Valle de Zuia-A; Gorozika-B; Beasain, Berastegi, Elosua, Itziar, Oñati, Telleriarte-G; Aintzioa y Orondritz, Améscoa, Aria, Eugi, Izal, Lezaun, Luzaide/Valcarlos-N; Sara-L; Liginaga-Z), encina (Añana, Apodaca, Ribera Alta-A; Ereño-B; Berastegi, Itziar-G; Allo, Artajona, Sangüesa-N) o lencino (=encino, Lezaun-N) y castaño (Gorozika, Trapagaran-B; Beasain, Elosua-G; Eugi-N; Heleta, Uharte-Hiri-BN; Liginaga-Z), sin excluir otras clases de leña. La costumbre de quemar madera de pino es más reciente. El carbón ha sido poco usado en los fogones y más en las cocinas económicas. En Irisarri (BN) se aprovechaban las ramas de roble y de otros árboles cuando se hacía la poda, buarkatzia.

En Orozko (B) puntualizan que la madera mejor era la de encina aunque la de haya fuera la más abundante; también era buena la de roble.

La leña de la que se disponía para alimentar el fuego procedía de la poda de los bosques propios o de los comunales propiedad de los vecinos de la localidad o del municipio. También, por tratarse a menudo de economías domésticas pobres, se consumía todo lo que era susceptible de arder y de proporcionar calor. Además, las encuestas reflejan como en tantos otros aspectos de este Atlas, las dos vertientes de Vasconia pues el combustible utilizado en localidades meridionales nos remite a las variedades arbóreas mediterráneas y otro tanto ocurre en la vertiente atlántica.

A continuación se detallan algunas particularidades recogidas en las localidades encuestadas así como otros combustibles complementarios de los anteriores, que son los principales en todos los territorios.

En Liginaga (Z) los combustibles generalmente usados son la leña de castaño, gaztañatzia, roble, aitxa, avellano, urrutxa, haya, bagua, manzano, sagartzia, y aliso, altza. En UharteHiri (BN) además de los citados, el fresno; en Iholdi (BN) e Itziar (G) quejigo, ametza en Itziar.

En Abezia (A) el combustible empleado para cocinar era, principalmente, la leña de roble y de haya que abunda en la zona aunque tampoco se desecha el espino. Señalan los informantes que el fuego de roble dura más pero es “más muerto” en tanto que el de haya “arde mejor”. El tamaño de los troncos es distinto de unas cocinas a otras mientras que los hogares necesitan troncos gruesos, en las cocinas económicas hay que cortar la leña en trozos más pequeños. En Apodaca (A) la leña de encina mezclada con algo de roble es lo que más se quema. En las cocinas bajas la leña es más larga y gruesa, de unos 50 cm, en las económicas de unos 20 cm y los troncos son troceados en astillas. En Berganzo (A) se usa leña de haya porque dicen que arde mejor y produce una llama más viva. Se complementa con leña de espino, roble y boj. Espino se ha quemado también en Lezaun (N) y leña de boj en Aintzioa y Orondritz y en Mezkiritz (N) porque esta madera es buena para mantener el calor. En el Valle de Roncal (N) la leña empleada es chaparro, pino y abeto.

En Agurain (A), tanto en el fogón bajo como en la cocina económica se prefiere la leña de haya pues es la que produce la llama más viva pero se emplean también las de azcarro, arce, y roble. En el Valle de Zuia (A) la leña más estimada como combustible ha sido la de haya y la más duradera la de roble. El castaño no era apreciado porque producía un fuego débil. La madera de pino es un combustible más reciente. Ha gozado de gran predicamento el “tronco arrimadero” que normalmente era una cabeza nudosa de robletocorno que se arrimaba a la cocina dando vueltas por el suelo losado y mantenía el fuego con gruesas brasas durante días hasta que se consumía. Cuando era ya un pequeño tocón, se echaba al fuego y se reponía con otro de similar hechura. En algunas casas existió la costumbre de que al quedar por la noche encendido, se regaba con agua por la parte posterior al fuego para que no ardiera y como medida de seguridad ya que cerca se apilaban los brazados de barda picada para alimentar el fuego a la mañana siguiente. Lo habitual era conservar el fuego amontonando el rescoldo junto al arrimadero y se mantenía la brasa encendida bajo la ceniza. En Ribera Alta (A) por la mañana cuando se encendía el fuego se ponían dos troncos gruesos para que duraran todo el día.

En Mirafuentes (N) el combustible empleado consistía en un gran tronco de madera llamado cepo, que colocado junto al fogón iba quemándose poco a poco conforme iba siendo alimentado con pequeñas astillas de las que se obtenían brasas para cocinar los alimentos. El cepo era el que mantenía el calor en el fogón hasta que se consumía o remataba. Los informantes recuerdan sus enormes dimensiones porque en las casas donde las cocinas se hallaban en el piso bajo, los bueyes entraban hasta dentro arrastrando el pesado cepo. Un dicho de las comadres de esta localidad recuerda los cambios que se operan en la casa con la venida de la nueva ama: “En viniendo la nuera se muda hasta el cepo”.

En Mélida (N) una vez encendido el fuego se añadían tarugos de chopo, pino y otros árboles. Para mantener el fuego se echaban los tarugos de madera a los lados. Con el badil se retiraba la ceniza que luego se echaba al ciemo.

En Amorebieta-Etxano (B) el combustible eran ramas secas de los árboles que más abundan, antaño roble, aretxa, aliso, altza, árgoma, otabarra, y algo de haya, pagoa, y a partir de los años treinta el pino. Para poner al fondo del fogón se traía alguna raíz o tronco grueso, subillostia. También se utilizaba, ocasionalmente, carbón vegetal, basoko iketza, o egur-iketza. En el fondo del fogón se ponía un tronco más grueso, mukurre, de roble que una vez encendido duraba muchas horas y servía para ir añadiendo nueva leña que así prendía. La cocina económica usaba como combustible leña y carbón.

En Durango (B) en el fuego bajo se utilizaban troncos, y en la chapa sospales, astillas menudas, y leña. Después carbón, antracita que vendían por quintales en las carbonerías y se solía tener debajo de la fregadera. En Abadiño (B) eran las casas del núcleo las que utilizaban carbón, iketza, que vendían los carboneros de casa en casa transportándolo en carros arrastrados por mulos.

En Busturia (B) el combustible característico eran los troncos de roble. Se conocían con el nombre de illundije, tizón, los troncos que estaban en el fuego bajo con un extremo en brasa. En Ereño (B) el combustible preferido es la madera de encina, artie, por ser la que más aguanta y la que más calor da. Junto al fuego, en la esquina de la cocina, se ponían los troncos, mokurrek, necesarios para el fuego de una jornada diaria, el resto de leña se apilaba en el portalón. En Améscoa (N) se empleaba como combustible leña de embro o espino. En uno de los lados del fogón (el del humero) colocaban un tronco grande de roble, denominado tizón y sobre él apoyaban las leñas.

Preparando leña para el invierno. Carranza (B), 2005. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker Euskalerria.

En Gorozika (B) se utilizaban troncos de castaño, roble y haya de árboles que habían permanecido apilados en el portalón o en la tejavana. Hoy día este fuego sirve de calefacción ya que los alimentos se guisan en cocinas de gas o eléctricas. En Andraka (B) se quemaba leña grande, mukurrek, que normalmente eran raíces de madroño.

En Elgoibar (G) el combustible era leña llamada zupilla. En Zerain (G) madera de llama corta obtenida de dos troncos fuertes que se ponían en el centro y otras más delgadas y cortas. En Andoain (G) las piezas gruesas de leña se llaman alderokuak. En Oiartzun (G) la leña procedente del corte de árboles trasmochos, arbazta, o de los troncos de robles caducos, enborra, se apilaba cerca de casa, a resguardo de la lluvia. En Telleriarte (G) dicen que la madera de castaño produce humo negro y calienta poco, en ocasiones se mezclaba con carbón vegetal, egur-ikatza. En Oñati (G) hoy día se utiliza cualquier tipo de madera: roble, fresno y pino.

En Portugalete (B), así como en las villas u otros núcleos más poblados, en los hogares se empleaba leña y carbón que almacenaban en una pila junto al hogar. Una informante de esta localidad señala que mucha leña la traían del cercano monte Serantes. En las chapas se consumía carbón, leña de pino, chirlora, viruta de madera, y escarabilla (de Altos Hornos). El consumo de combustible está muy relacionado con la situación económica y profesional de los moradores de la casa. Así por ejemplo la gente relacionada con la mar conseguía madera de los barcos y los comerciantes madera de embalajes.

Vertiente mediterránea

En Moreda (A), el combustible más empleado es la leña de olivo y la de vid: oliveñas, cepas y sarmientos. También se quemaban las aulagas y leña de monte bajo, los palos de almendros, las cáscaras de almendrucos y de nueces. Para la cocina económica además de leña de olivo se han utilizado el carbón de piedra y el carbón vegetal que acarreaban los arrieros de la Montaña alavesa. El carbón vegetal se utilizaba más en verano en los hornillos.

En Allo (N) el combustible era leña que a pesar de abundar en la localidad nunca llegaba, por lo que algunas familias traían ramas de encino, abarras, desde Ancín o de la sierra de Urbasa. Se quemaban también los sarmientos de las viñas y los olivastros que se recogían en el campo después de la poda y las cepas y olivos cuando se arrancaban por viejos. La leña de olivo, por su extraordinario rendimiento calorífico, se conocía como “leña de reyes”. Muchos cortaban además las matas de ollaga que crecían en los llecos y cogotes incultos. Las casas que tenían trujal para moler la oliva aprovechaban también el “güesillo” como combustible. Se consumía también carbón vegetal traído en carros desde los pueblos de las Améscoas. Señalan que el consumo de leña era elevado porque era el único combustible disponible para templar habitaciones, guisar, calentar el agua, etc., tanto en invierno como en verano hasta que apareció el gas butano a comienzos de los años sesenta.

En Artajona (N) quienes no podían obtener madera de encina en el pueblo, la compraban en los lugares vecinos de la Valdorba. Las hilagas, chaparros y otros arbustos eran transportados sobre jumentos en haces o cargas; no faltaban hombres que regresaban del campo llevando al hombro un fajo de leña. A la acción de cortar estas plantas y recogerlas se llamaba “hacer leña”. Está prohibido cortar leña en el monte del lugar.

En Obanos (N) en los fogones y cocinas económicas se utilizaban sarmientos, brezos, romero, leña de terrenos comunales, las cepas viejas y árboles que se tiraban. En general se aprovechaba lo que había en casa, algunos tenían que comprar leña fuera.

En San Martín de Unx (N) el combustible empleado eran briquetas de hueso de aceituna triturada, sarmiento, cepas viejas, troncos y arbustos de monte. No se gastaba carbón mineral pero sí vegetal. Los troncos se compraban a veces en localidades próximas y los traían cargados en los burros. La leña se almacenaba a finales del verano para tener provisiones en los fríos otoñales e invernales.

En Sangüesa (N) se consumían cepas viejas, sarmientos y olivos, a veces troncos de lecinera o encina, de olmo, de chopo y de otras especies ripícolas, las ramas de poda de frutales y de otros árboles, cañas, mimbreras, ollagas e incluso cáscaras de los almendrucos. Cuando a partir de los años cuarenta poco a poco se utilizaron las cocinas económicas, el combustible utilizado era la leña que había que partirla a tamaño adecuado, el carbón mineral y rara vez el serrín de las serrerías. Para el quemado de este último se colocaban en la cocina dos palos en forma de “L” para posibilitar el tiro y la combustión. En Valtierra (N), a veces, se recurría al sarmiento para asados.

En Viana (N) la mejor leña para quemar fue la de olivo y la de cepa por su buena brasa, también se quemaban las ramas de poda de los diversos árboles frutales como almendros, manzanos, perales y ciruelos. Igualmente se aprovechaba el huesillo o resto de la aceituna, una vez extraído el aceite, y la cáscara de los almendrucos que daban muy buena brasa. La gente más pobre aprovechaba los tamarices, los ramones del corte de chopos y olmos, los escobiles, las carrascas, las espinaveras, las burzagas y las ollagas. La leña de tamariz era muy buena para cocer la caldera del cocho, de ahí el dicho: “Con la tamariz cocerás un buey, pero no asarás una perdiz”. Los escobiles daban abundante llama y ceniza pero manchaban mucho, el resto de combustibles daban una llama muy chisporroteante.