Costumbres en el periodo de proclamas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En varias localidades alavesas y navarras existió la costumbre de que una vez iniciada la lectura de las proclamas los parientes y vecinos visitasen los hogares de los novios para felicitarles. A cambio éstos les obsequiaban con un refrigerio. Este día se conocía como el de la enhorabuena y al acto dar la enhorabuena. Allí donde no se ha constatado esta práctica como tal, esto es, en Bizkaia, Gipuzkoa y algunas zonas de Álava y Navarra, también se festejaba el acontecimiento aprovechando una de las amonestaciones, normalmente la segunda, y a veces coincidiendo con dos de ellas[1].

Es posible que esta segregación territorial obedezca a su vez a diferencias en el tipo de poblamiento, las localidades pertenecientes a los territorios mencionados en primer lugar suelen estar concentradas mientras que las correspondientes a las segundas presentan normalmente una mayor dispersión.

Traje de primera amonestación. Otxagabia (N), c. 1920. Fuente: Vázquez de Prada, Mercedes. “Casamiento y familia” in Etnografía de Navarra. Tomo II. Pamplona, Diario de Navarra, 1996.

A diferencia de otras prácticas previas al matrimonio como son la petición de mano que corresponde al ámbito de la familia y la despedida de soltero, que se tratará más adelante en este mismo capítulo, en la que interviene exclusivamente el grupo juvenil, la costumbre de dar la enhorabuena afecta al ámbito social o vecinal.

Dar la enhorabuena

Se han apreciado diferencias entre las poblaciones alavesas y navarras en cuanto a la forma de cumplir con esta tradición. En las localidades navarras donde se ha constatado tenía lugar coincidiendo con la tercera o última amonestación. Los novios, cada uno en su casa, recibían a lo largo del día las felicitaciones de sus vecinos. En agradecimiento les obsequiaban con un refrigerio. Como consecuencia de lo tedioso que resultaba la costumbre para los jóvenes, con el paso de los años optaron por ausentarse del domicilio durante esa jornada encargándose sus padres de recibir y atender a los parientes y vecinos.

En Artajona (N) el domingo anterior a la boda se leía la tercera amonestación, ése era el día de la enhorabuena. Familiares, amigos y los críos del pueblo, que acudían en masa, iban a las casas de los novios a felicitarlos. Cada uno de los futuros cónyuges recibía a las visitas en sus respectivos domicilios durante todo el día. Se les ofrecía pastas y algún licor dulce. La afluencia de personas era importante, pasaban al cuarto de estar, permanecían de pie un tiempo corto, el necesario para comer una pasta, y marchaban. Los críos solían dar buena cuenta de las pastas que se sacaban. Además era obligado que los novios permaneciesen durante todo el día en casa para recibir las visitas. Todo esto contribuyó a que desapareciese la costumbre en los primeros años de la década de los sesenta. A partir de entonces los novios se marchaban del pueblo para evitar la avalancha de gente. Actualmente ese día suelen ir de viaje y son sus familiares, a la salida de la misa mayor, los abordados por las personas más cercanas a la familia para darles la enhorabuena.

En Garde (N) el día de la última amonestación, tras la misa, los del pueblo también iban a casa de los novios a darles la enhorabuena y a tomar una pasta.

En Monreal (N) con motivo igualmente de la última amonestación se celebraba la enhorabuena. Después de la salida de la iglesia la gente del pueblo iba a casa de los novios a felicitarles por su próximo matrimonio. A los asistentes a este acto se les obsequiaba con pastas, vino y licores. A principios de siglo se acostumbraba dar a los visitantes pan y mostillo (arrope). La enhorabuena se ha conservado hasta la década de los ochenta. En la actualidad se sigue manteniendo la costumbre de dar la enhorabuena, pero no todo el mundo va a la casa de los novios.

En Izal (N) el último de los domingos en que se leían las proclamas se celebraba la enhorabuena. En este día se hacía un banquete en las casas de los novios y se invitaba a los parientes más próximos. Por la tarde todo el pueblo pasaba a dar la enhorabuena a las familias de los contrayentes, siendo obsequiados con un refrigerio. En la actualidad ha desaparecido esta costumbre de ir a felicitar a las familias

En Obanos (N) el tercer domingo de las proclamas, las familias de los novios, en el caso de que ambas fuesen de la localidad, preparaban en sus respectivas casas algo para picar, normalmente productos caseros. Todo el pueblo o por lo menos los de las casas con más relación, además de los parientes y vecinos del barrio pasaban por el domicilio del novio y de la novia a dar la enhorabuena. La frase ritual empleada era "que sea enhorabuena". Antaño tanto la novia como el novio tenían que permanecer en sus respectivos hogares durante todo el día, sólo a última hora de la tarde el chico se podía acercar a la casa de su prometida. Hacia la década de los setenta decayó la costumbre porque las chicas se negaban a permanecer todo el día en casa y por otro lado a las personas mayores les molestaba ir a dar la enhorabuena y que no estuvieran los protagonistas. Actualmente se ha vuelto a recobrar esta costumbre con fuerza aunque con mayor libertad que antaño, algunos incluso acuden a lo largo de la semana en día de labor.

En Viana y Sangüesa (N) el día de la última amonestación se recibía en las casas de los novios a familiares y amigos para obsequiarles con un refrigerio. Se aprovechaba para dar la enhorabuena a los padres de los novios ya que éstos no solían estar en casa ese día.

En San Martín de Unx (N) antiguamente con motivo de las proclamas las gentes del pueblo iban a dar la enhorabuena a la familia de los contrayentes, siendo recibidos en la casa con alegría, ofreciéndoles dulces y vino. Desde los años sesenta va decayendo esta costumbre pero no ha desaparecido del todo. Los muetes salían muy beneficiados de ello. Desde comienzos de la década de los noventa las proclamas se hacen el domingo anterior a la celebración del matrimonio y son leídas en todas las misas. Es el día en que pasan por casa de la familia interesada los vecinos y amigos de la misma y toman unas pastas y una copa.

Celebración de la enhorabuena. Obanos (N), 1985. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

En algunas poblaciones navarras esta costumbre se celebraba el segundo día de las proclamas. En Allo (N) este segundo domingo de las amonestaciones las familias de los novios recibían en sus respectivas casas la visita y parabienes de los vecinos, parientes y allegados, siendo correspondidos éstos con dulces y licores. A esta fecha se le conocía como el día de la enhorabuena[2].

En Lezaun (N) el domingo de la segunda proclama se daba la enhorabuena. Cuando las amonestaciones se verificaban en un único domingo, tenía lugar en éste. El acto recordaba en cierto modo a la despedida de soltero. Los jóvenes celebraban la enhorabuena por la tarde. La novia preparaba chocolate y bizcochada para todas las mozas del pueblo, aunque ya desde las primeras décadas de siglo este refrigerio quedó reducido a las amigas y parientes, jóvenes todas ellas. Estas regalaban a la chica un pañuelo, que envuelto en un papel se lo entregaban todas juntas al terminar la velada. A la misma hora los mozos iban a casa del novio para dar la enhorabuena. Allí les ofrecían vino y nueces. No había regalos. Después acudían a la casa de la novia cuando las amigas ya se habían ido, si bien a veces procuraban encontrarse con ellas en el momento en que se despedían de la novia[3].

En San Adrián (N) el acto de la enhorabuena tenía la peculiaridad de que ambos novios recibían a los vecinos juntos en la casa de los padres de la chica. Se celebraba el día de la segunda o de la única amonestación. La pareja de novios se pasaba el día entero vistiendo sus mejores galas sentados en un sofá o en sillas recibiendo enhorabuenas en el cuarto mejor de la casa. A su lado estaban los acompañaos, un chico y una chica amigos de los novios. Si en algún caso los novios querían evitar la enhorabuena, salían ese día fuera del pueblo y con ellos iban los acompañaos[4].

Una costumbre similar a la descrita en las anteriores localidades navarras se ha constatado en algunas alavesas.

En Laguardia (A) y otros pueblos de la Rioja alavesa el segundo día de las proclamas recibía el nombre de día de las copas por ser esto lo que ofrecían a los visitantes que acudían tanto a la casa de la novia como a la del novio para darles la enhorabuena.

En Salvatierra (A) con motivo de la celebración de las proclamas se preparaba en las casas de los novios un refrigerio a base de pastas, galletas y vino blanco para obsequiar a los que acudían a dar la enhorabuena.

En varias poblaciones alavesas el día de la enhorabuena coincidía con la segunda proclama y consistía en una comida que tenía lugar en la casa de la novia, a la que acudían el novio y sus padres. Este acto recuerda a la petición de mano y de hecho así lo constatan en Berganzo (A). Los mozos acudían a felicitar a los novios al anochecer.

En esta última localidad el segundo domingo era el de la enhorabuena o de la petición de mano. Los padres del novio iban a la casa de la novia y los amigos de ésta, al anochecer, les daban la enhorabuena. Para ello acudían cantando hasta la casa y se les invitaba a vino y galletas.

En Bernedo (A) el domingo de la segunda amonestación era el día de la enhorabuena. Los padres de los novios tenían una comida juntos en casa de la muchacha para preparar la boda y el futuro de sus hijos. Esta costumbre todavía se observa en la actualidad. Este día los mozos iban a rondar a la novia, ésta les daba algo para tomar y beber y el novio dinero; pasaban con ellos un rato e incluso se llegaba a organizar un sencillo baile con música de los propios mozos. Estos, antes de ir a rondar, preparaban las letrillas que hacían alusión a la novia y al novio. Esta costumbre se ha perdido hace tiempo.

En Treviño (A) antiguamente tras la segunda proclama se organizaba en la casa de los padres de la novia una comida que se denominaba la enhorabuena. Hoy en día esta costumbre va cayendo en el olvido.

Bota-eguna

Si bien las prácticas que se exponen a continuación son similares a las descritas antes correspondientes a las poblaciones alavesas y navarras, se observará que la participación en las mismas era más reducida implicando en mayor medida a los jóvenes.

En algunas poblaciones, sobre todo guipuzcoanas, era costumbre que el novio entrase por primera vez en la casa de la novia con motivo de la lectura de las segundas proclamas, llevando una bota de vino que regalaba a los familiares de su prometida.

En Elosua (G) antiguamente tras la segunda proclama el novio, acompañado de un hermano, entraba por primera vez en la casa de la novia con una bota colgada del hombro, a esta visita se le denominaba botakadia. A principios de los años treinta también se celebraba una cena que consistía en sopa, carne guisada o cordero si era la época.

En Gatzaga (G) el domingo o la fiesta en que se leía la segunda amonestación se celebraba la presentación oficial del chico en la casa de la chica; era el bota-eguna o día de la bota. En este día, hacia el atardecer, el joven novio, acompañado de un hermano o de un amigo íntimo y llevando consigo una bota de vino, se presentaba oficialmente en casa de su futura esposa. El joven ofrecía a los miembros de la familia el vino que traía en la bota, mientras que la familia le obsequiaba con una afari-merienda. Esta celebración solía despertar entre la juventud una cierta expectación basada generalmente en la timidez u otros aspectos del carácter del novio que se convertía en blanco de los chistes y de las ironías del resto de los jóvenes[5].

En Zerain (G) el domingo de la segunda proclama el novio acompañado de otro joven de la vecindad y cargando sobre su espalda una arroba de vino se encaminaba a casa de la novia a merendar o cenar. El domingo de la tercera proclama con asistencia de la novia y de sus padres se celebraba en casa del novio una comida que denominaban dei-bazkarie. Finalizada ésta se enseñaba a los invitados la casa y sus pertenecidos. En Legazpia (G) con motivo de la segunda proclama el novio acudía al hogar de la chica con un amigo suyo al que llamaban botero y allí cenaban. En Beasain (G) celebraban este mismo día, según unos informantes y el de la primera según otros, con una cena, dei-afarie. El novio junto con dos o tres amigos iba a la casa de la novia con música y cohetes y cenaban todos en casa de ésta.

En Asteasu y Zizurkil (G) el novio iba a cenar a casa de su futura mujer el día en que se anunciaba la primera proclama, acompañado del auzo, vecino, que llevaba sobre el hombro una bota de vino. En Muxika (B) esta cena se celebraba la víspera de la lectura de la segunda amonestación y era el novio el portador de la bota. Participaban del ágape los padres de ambos contrayentes, sus hermanos, aunque estuviesen casados y viviesen fuera del hogar paterno, y los etxekonak. Como se ve, no regía en aquella parte de Bizkaia la ley que excluía de la vecindad a las familias que residían en un mismo edificio. Se denominaba bota-gaba a la ceremonia reseñada[6].

En Gorozika (B) el día en que se celebraba la bota-gaba se reunían por la noche el novio y sus amigos junto con las amigas de la novia y la noche del sábado anterior a la boda se dirigían a casa de ésta acompañados de acordeón. Los muchachos llevaban un pellejo, zaragia. Después de cenar todos los asistentes pasaban la noche cantando y bailando. Aproximadamente a las seis de la mañana se tomaba chocolate y tras esto cada uno se iba a su casa. Esta costumbre se registró hasta finales de los años veinte.

A principios de siglo la encuesta del Ateneo ya constató esta costumbre. En Oñati (G) la tarde de la segunda proclama la novia invitaba a sus amigas a un chocolate de despedida, obsequiándole éstas con un presente. El novio llegaba al anochecer del mismo día con dos de sus mejores amigos a la casa de la muchacha, llevando una bota de vino que se había de consumir durante la cena con que les obsequiaba la chica. Por ello este día era conocido con el nombre de bota-eguna. En Mendaro (G) era costumbre que la novia obsequiase a sus amigas con un refresco el día de la publicación de las proclamas. La reunión solía durar hasta altas horas de la noche. Al anochecer acudía el novio acompañado del padrino de boda, nobialdea, y llevaba una gran bota de vino para obsequiar a la concurrencia. En Gernika (B) la noche de la víspera de la segunda proclama se reunía el novio con varios amigos, el más forzudo de ellos cargaba con una bota de vino y echaban a andar hacia la casa de la novia. Durante el recorrido daban gritos guturales prolongados que se oían a distancia, zantzoak, y que eran señales de desafío por si hubiese algún osado que se atreviese a quitarles la bota[7].

En Sara (L) el día en que se leía la última o la única proclama, los novios y sus familiares tenían una comida en la casa del cónyuge heredero o en una posada[8].

En Goizueta (N) el día de la tercera proclama tenía lugar una comida en el hogar de la novia, pregoi-bazkaria, tomando parte en ella los de casa y los amigos más próximos. Ese día las mujeres también se sentaban a la mesa y para el servicio acudía una mujer del vecindario.

En Apodaca (A) el día de la primera amonestación se juntaban a comer en la casa de la novia los padres de ambos novios junto con éstos. Con motivo de la segunda amonestación se juntaban en la casa del novio. Aquí decidían a quiénes iban a invitar y proponían el menú de la comida cuando ésta se hacía en el pueblo, también quiénes pagarían la parte de la boda. En Carranza (B) ocurría lo mismo, después de leída la primera proclama el novio y sus padres iban a comer a la casa de la novia. Se les ofrecía una comida importante. Tras la segunda eran la novia y sus padres quienes devolvían la visita al novio.

En Izurdiaga (N) antiguamente el domingo de la primera proclama se invitaba a la novia a la casa del novio y se le ofrecía pan con miel y algún regalo como sábanas, toallas, colchas, etc. El domingo de la segunda proclama era el novio el que acudía a la casa de la chica y ésta le obsequiaba con pan y dulce casero y solían intercambiarse regalos. El tercer domingo tenía lugar la petición de mano.

En Bermeo (B) el mismo día de la segunda proclama en ambas casas se recibía por separado a todos los parientes y conocidos y se les invitaba a una chocolatada. Así mismo, al menos en los barrios, con motivo de la segunda proclama se enviaba a los parientes y conocidos una libra de chocolate y una botella de jerez o bebida similar. Este regalo se consideraba una obligación con todos ellos. Actualmente en el casco urbano, con motivo de la segunda llamada, los padres de cada uno de los contrayentes envían una tarta a todos aquéllos con los que se tiene alguna obligación pero que no han sido invitados a la boda. Todos, tras recibir la tarta, tienen obligación de enviar un pequeño regalo a los nuevos contrayentes, regalo que nunca será tan importante como el de los que han sido invitados a la boda.


 
  1. En el tomo dedicado a la Alimentación Doméstica en Vasconia. Atlas Etnográfico. Bilbao, 1990, pp. 472-474, se recoge información sobre las comidas rituales que se ofrecían con motivo de las proclamas.
  2. La encuesta del Ateneo, de principios de siglo, también constató esta costumbre en varias poblaciones navarras con motivo de la segunda proclama. En Estella este día se acudía a la casa de los novios a felicitarles siendo obsequiados con pastas, licores por la mañana, refresco por la tarde y cena por la noche. Cuando sólo se hacía pública una proclama, éste era el día en que se hacían las felicitaciones. En Monteagudo el día de la segunda amonestación era el de las enhorabuenas y en el que tenía lugar el convite que los novios daban a sus parientes y amigos solteros. En Tudela después de las segundas proclamas los novios recibían las enhorabuenas y felicitaciones de sus parientes y amigos. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IICb.
  3. Una de las informaciones referentes a Pamplona (N), recogida en la encuesta del Ateneo, también guarda semejanzas con la actual despedida de soltero. El día en que se hacía pública la tercera proclama o la única cuando se anunciaba sólo una, la novia muy arreglada, recibía en su casa durante toda la mañana a sus amigas y por la tarde las obsequiaba con un refresco. Otro tanto ocurría con el novio y sus amigos. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IICb.
  4. Javier PAGOLA. “Apuntes de etnografía del pueblo de San Adrián” in CEEN, XXII (1990) p. 87. En Falces (N), según la encuesta del Ateneo, el último día de las amonestaciones o si se hacía pública una sola proclama, este mismo, se recibía en casa de los padres de la novia a los parientes y amigos que acudiesen a darle el parabién. Allí también estaban el novio, sus padres y padrinos. Obsequiaban a todos con pastas, vino y licores. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IICb.
  5. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga; una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, pp. 149-151.
  6. Bonifacio de ECHEGARAY “La vecindad, relaciones que engendra en el País Vasco” in RIEV, XXIII (1932) p. 17.
  7. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IICb.
  8. José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara (VI)” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 107.