Cultivos

En Bernedo (A) dicen que la tierra arcillosa, tierra verde, da la mejor calidad de patata. En Argandoña (A) se ha recogido que las tierras ar-cillosas con buen tempero son buenas para ciertos cereales.

En Bernedo (A) la tierra arenosa da peor calidad de patata que la arcillosa, pero se sapaba[1] más fácil. En Abezia (A) señalan que las tierras arenosas son buenas para el cultivo de la patata, las alubias y el maíz, y la tierra fina es muy buena sobre todo para el cultivo del cereal. Por el contrario, “las tierras de cal” son malas, en ellas los cereales no llegan a espigar, si bien son aptas para la plantación de árboles. En Amorebieta-Etxano (B) es en la tierra pedregosa donde se plantan los árboles.

En Valderejo (A) las superficies destinadas a la agricultura están compuestas por tierras arenosas, arcillosas y de cascajo, estas últimas, las menos. En Bernedo (A) anotan que la tierra de cascajo es buena para el cultivo de la legumbre. Las tierras de las orillas del río han estado dedicadas tradicionalmente a prados comunales, si bien hoy día la concentración parcelaria lo ha convertido todo en cultivo.

En Valderejo (A) desde los años 1930 únicamente se cultivaban las zonas bajas del valle. A partir de mediados de los 1950 a los 1970 se ha cultivado la mayor parte del valle, a excepción de las tierras pertenecientes a Lalastra que fueron convertidas en herbales y pastos. Los cultivos, a excepción de los hortícolas, han sido y son de secano. Hasta los años 1960 se dedicaban pocas fincas a herbales, solo los ribazos y pequeños espacios existentes entre fincas. Después fueron convertidas en herbales y pastos las fincas de labranza de algunos pueblos para las granjas que allí se establecieron. Una buena parte de la superficie del Valle son fincas incultas dedicadas al pastoreo, tanto de la cabaña propia como foránea, principalmente burgalesa. Del arrendamiento de estos espacios el Valle obtuvo buenos ingresos.

En Moreda (A) las piezas labradas se dedican principalmente a los siguientes cultivos: cereal, viñedo, olivar, hortaliza y almendros. Herbales no hay, salvo en ribazos, laderas y monte bajo. Las tierras incultas son las de monte bajo y eríos.

En Apodaka (A) las dos quintas partes del pueblo son cultivables, las otras tres son montes o larras.

En Abadiño (B) se ha consignado que el trigo y la alubia prefieren tierras densas, lur astunak, en tanto que la patata y las verduras resultan mejor en las tierras ligeras, lur ariñak. En Telleriarte (G) señalan que las tierras duras son difíciles de preparar, pero dan buena producción; en las tierras finas hay que poner plantas de poca raíz. En Beasain (G) las tierras labradas, una vez volteadas y aradas, han servido y sirven para sembrar cereales, legumbres o verduras.

En Ajangiz y en Ajuria (B) la patata y el nabo se siembran en terreno arenoso, lur arena, en tanto que el trigo, el maíz y la alubia piden tierras más duras, lur gogorragoak, pues de lo contrario la planta se seca porque la tierra no retiene la humedad que necesita para desarrollarse. El puerro también requiere tierra dura pero que el lugar sea fresco o haya árboles frutales para que le den sombra y le protejan del exceso de insolación.

En Amorebieta-Etxano (B) la tierra negra y arenosa es la conveniente para la siembra y da muy buena cosecha sobre todo en los años lluviosos. La arcillosa se reserva a prado, a árboles frutales o a pinos. Las familias muy necesitadas de terreno labraban estas tierras abonándolas con abundante estiércol. En Hondarribia (G) indican que los terrenos arenosos son buenos para la agricultura y señalan también que los arcillosos son pobres.

En Gautegiz Arteaga (B) dicen que para el trigo y el maíz es conveniente la tierra arenosa, hare lurre en tanto que para otros cultivos no es tan necesaria. Señalan que con independencia de la porosidad o no de la tierra, lo verdaderamente importante para que se dé bien un cultivo es el buen abonado de la misma. Hay que arar la tierra en profundidad y depositar allí el estiércol, satsa goldapera bota, para que conserve bien la humedad.

En el Valle de Carranza (B) en otro tiempo existió la obligación de que cada vecino cultivase trigo en una parcela de la llosa y maíz en otra para asegurarse el alimento, estas piezas eran las más cercanas a las casas y se dedicaban también a otros cultivos; en las huertas se recogían hortalizas.

En las tierras arenosas crecía bien el vallico y también la pajilla, es decir la borona o maíz, que se sembraba más espesa y se cortaba en verde para el ganado. Pero debían acompañar las condiciones climáticas sobre todo en el caso de la segunda, que crece en el período veraniego, ya que si no llovía lo suficiente no llegaba a panojar, o sea a producir panojas o mazorcas.

Regando los pimientos. Ajangiz (B), 2012. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

Las tierras hondas que son muy apreciadas presentan algún inconveniente, por ejemplo si se sembraba trigo “cogía mucho vicio”, es decir, crecía en exceso, con el riesgo de que se tumbase y por la humedad se estropease.

Los informantes saben que en algunos de los pueblos que conforman el Valle crecen mejor unos cultivos y en cambio en otros lo hacen con dificultad. Así Pando es un pueblo en el que se daba muy bien el trigo. En cambio en Ahedo pintaba mal y en Paules aún peor. Matienzo es considerado por los carranzanos como el mejor barrio para las alubias. Hasta tal punto ha sido esto que el mote que reciben sus vecinos es el de arvejeros, ya que la voz empleada en tiempos pasados para designar las alubias y que aún se puede oír a los más viejos es la de arvejas. En Ahedo pintan muy bien las patatas, no así en Pando o en Paules donde se producen manzanas que rinden buena sidra.

El conocimiento sobre estas diferencias ha solido ser de tipo empírico, como ocurre cuando una persona por matrimonio cambia de pueblo y tiene que cultivar una tierra distinta. También se basa en la comprobación directa, ya que ha sido frecuente tener familia en distintos barrios, lo que permite contrastar estas situaciones. Aún así, algunos conocimientos se hallan muy difundidos como la vinculación de Matienzo y las alubias.

Estas desigualdades son atribuidas a las características de la tierra que posee cada pueblo. Pero además se conocen otras diferencias vinculadas a las distintas condiciones microclimáticas de cada barrio. Así, en los barrios situados en el fondo del Valle los tomates se estropean fácilmente a consecuencia de la humedad de las nieblas, ya que durante el período estival se concentran en las partes más bajas. No sucede eso en los barrios altos, como Presa y Villanueva de Presa, donde crecen normalmente. Por el contrario en estos pueblos altos tienen dificultades para que los pimientos se coloreen, es decir, se tornen rojos, debido a la menor temperatura.

En Viana (N), en la zona norte, en los valles de los pequeños riachuelos se dan cultivos de cereales y hortícolas. La zona media es muy apropiada para el cereal, la viña y el olivo. En la zona sur, tierras dispuestas en terrazas, resultan muy buenas para cultivos de cereales. Antaño se dieron grandes producciones de trigo y cebada. Ha sido espectacular el aumento de la viña con respecto a años anteriores, en cambio el cultivo del maíz ha disminuido.

En Aoiz (N) las tierras explotadas con fines agrícolas son escasas en la parte septentrional de esta comarca, siendo más numerosas y de mayor extensión según nos adentramos en el Valle de Lónguida, hacia la Cuenca de Lumbier. En Aoiz y Valle de Lónguida los huertos se alejan algo del núcleo urbano y se localizan cerca del río. En pueblos como Aoiz, Ecay, Ayanz y Murillo de Lónguida (N) se aprovecharon las terrazas del cauce del Irati, más llanas, para sembrar cereal y forraje o leguminosas. En las zonas de vaguada hay mayor densidad de tierra, de unos 30 cm, suficiente para el cultivo de cereal. Los viñedos se extendieron, sobre todo en Aoiz, en las zonas con abarrancamientos y pendiente, con menos estrato de humus, y siempre en el entorno del hábitat.

Regando puerros. Carranza (B), 2012. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker Euskalerria.

En Améscoa (N), según se recogió en los años 1960, el terreno de labrantío iba dividido en dos hojas (en dos manos), una para trigo y cebada más alguna parcela de lino y la otra para los mes-tos (arvejuela, yero, lenteja, habas, garbanzos, alholva) y los tardíos (patata, maíz, remolacha).

En Obanos (N) señalan que para el cultivo son buenas las zonas norte y sur de la localidad en tanto que la zona central es mala. Dos cultivos han dominado, tradicionalmente: el cereal de secano y la vid, con unas pocas hectáreas de huerto para autoconsumo. En los últimos años se observa un aumento de las tierras trabajadas. Se ha dado una variación importante en los cultivos dominantes, cereal y vid, en detrimento de esta última. A finales de los años 1980 se introdujeron las primeras vides en espaldera. Otra causa del descenso de los viñedos ha sido la concentración parcelaria, ya que resulta más sencilla la producción de cereal. Se han reducido los frutales y ha aumentado el olivar. Entre los agricultores se percibe poca estabilidad en cuanto a los cultivos porque se está –según los informantes– “a lo que diga Europa”, cuyos organismos se sienten como distantes y todopoderosos.

En San Martín de Unx (N) desde la tercera década del siglo XX hasta finales de la centuria se ha ido dando una regresión de las tierras dedicadas a la agricultura. En el año 2010 finalizó una parte de la concentración parcelaria, quedando pendiente de rematar la totalidad del proyecto.

En el Valle de Elorz (N) las tierras del valle –arcillo-calcáreas y fuertes– resultan excelentes para el cultivo de los cereales. También el cultivo de las huertas es rentable y suelen ser asiduamente cultivadas por los vecinos ya que los diversos pueblos tienen derecho a explotar un quiñón (parcela comunal) de ellas.

En el Valle de Roncal (N) (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) antiguamente se labraba todo lo que fuera posible y se sembraba principalmente cereal, ya que los comunales aseguraban el pasto para el ganado en verano. En Ustárroz, anualmente se cultivaba un campo de trigo, llamado panificado, y se destinaba otro a pasto, después se ha pasado al cultivo de patata tardía y cereal como complemento de la ganadería. En Isaba los datos recogidos son similares a los de Ustárroz. En Urzainqui el terreno es empinado y boscoso y de él solo se obtienen resultados del cultivo de los huertos familiares y de la patata.

En Izurdiaga (N) la tierra-arena es buena para producir y la negra para la agricultura. La arcillosa y la rojiza se dedica sobre todo a arbolado. En las huertas se cultivan legumbres: garbanzo, txitxillue; alubia, alobille; y lenteja. También borrajas, espinaca, berza, coliflor, peile; achicoria, patata, escarola, lechuga, guisante, haba, nabo y remolacha.

En Mezkiritz (N) en tiempos pasados se ha sembrado trigo, ogi pikorra; avena, oloa; cebada, garagarra; pipirigallo, esparzeta; maíz, guisante, alubia, almorta, aixkola y garbanzo, txitxirioa. A comienzos del siglo XX, en un sitio resguardado también café.

En el Valle de Yerri (N) la mayoría de la población se emplea en la agricultura de secano, siendo muy escasa la de regadío. Los cultivos leñosos son la vid, el olivo, el almendro y el manzano. En los herbáceos destacan los cereales como la cebada, el trigo, la avena y el maíz; los forrajes, las leguminosas, la patata “de media estación” y la de tipo bola, el espárrago como hortaliza y los de carácter industrial recientemente implantados (girasol y colza). El haba y la alubia de Abarzuza cobraron fama en toda Tierra Estella.

Terreno preparado para el cultivo de espárrago. Corella (N), 1985. Fuente: La Salleko Euskal Idazleen Elkartea. Euskal Herria, I, colección de diapositivas. Bilbao: 1985, p. 252.

En el Valle de Guesálaz (N) predomina el secano estando a la cabeza el cereal, las habas y las patatas. Los forrajes suelen ser: veza, alholva, haba, remolacha babosa y alfalfa. Las hortalizas o colletas se dan en las huertas, con un incremento notable del espárrago en los últimos años. Hay cultivo de vid y de olivo, si bien decayó tras la concentración parcelaria. Entre los cultivos modernos con destino industrial están el girasol y la colza.

En el Valle de Arce y Oroz-Betelu (N) se dedicaron al cultivo del cereal los espacios más bajos y llanos en tanto que las superficies más elevadas se destinaron a patata y forraje. Los huertos están situados en el mismo pueblo, al igual que los pocos maizales que quedan. Algún pequeño campo de cereal se encuentra en las pocas zonas llanas sobre las que se asienta el caserío.

En el Valle de Lónguida (N) la existencia de superficies llanas hizo que el cultivo del cereal cobrase relevancia, ocupando los campos de mayor tamaño y quedando los más pequeños para la plantación de patata, maíz o remolacha.

En Cárcar (N) dicen que las tierras delgadas resultan buenas para cualquier cultivo y se aprovechan sobre todo para las verduras. A finales de los años ochenta la mayor parte del terreno era de secano y los principales cultivos eran los cereales –con un predominio de la cebada–, el viñedo y el espárrago.

En Sartaguda (N), según datos recogidos por Jimeno Jurío, a mediados de los años 1980 los cultivos estaban distribuidos en dos partes casi iguales entre secano y regadío. En el secano se cultivaba sobre todo la cebada, seguida en mucha menor proporción de la viña, el almendro y el espárrago. Había desaparecido el olivo, cuyo cultivo fue importante antaño. Los agricultores de la localidad también llevan tierras en los términos municipales vecinos de Lodosa y Andosilla. Señalan que antiguamente no había tantas huertas como hoy día en los alrededores sino que se encontraban distribuidas dentro y los vecinos se referían a ellas como abrigaños o monadas.

En Viana (N), en la zona norte, las pronunciadas laderas están plantadas de almendros y olivos, y en la zona sur hay pequeñas elevaciones muy aptas también para el olivo y la viña. En Cárcar (N) en las tierras cascajosas se cultiva preferentemente la viña y en Berganzo (A) en las laderas la tierra es más débil y más apta para cultivar viñas.

En Valtierra (N) se ha recogido que el año que se reparte bien la lluvia, que es escasa y distribuida de forma muy irregular, se consigue una buena cosecha cerealista. Según los agricultores son muchos más los años malos que los buenos. Tienen que cuidar la tierra para que no se desertice; por lo que la cultivan un año y la dejan en barbecho al siguiente.


 
  1. Sapar (zapar): trabajar con la azada o pala.