Dolores de oídos

El aceite de las lámparas votivas de ermitas y santuarios dedicados a San Cristóbal o a San Gregorio fue utilizado en tiempos pasados como recurso terapéutico; para hacerse con un poco de este aceite bendecido ofrendaban previamente una cantidad a trueque.

Con esta petición se acudía a la ermita de San Cristóbal de Arbatzegi situada en el monte Oiz (B), donde los asistentes a la misa, en el día de su fiesta, lubrificaban los oídos con el aceite bendecido (Durango, Gorozika-B). Esto mismo hacían en San Cristóbal de Igorre (B), San Cristóbal de Nabarniz (B), San Cristóbal de Busturia (B), San Cristóbal de Forua (B) y San Marcial, parroquia situada en Altza (G). En Olaeta (A) conducían a los niños que tenían los oídos doloridos a la ermita de San Cristóbal donde se ofrendaba aceite a trueque del que allí se tomaba. Se restregaban los oídos con este líquido durante nueve días. Hoy en día se ungen los oídos pero no se repone el aceite[1].

Olioz belarria igurtzen. San Cristóbal, Oiz, Arbatzegi (B), 1993. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

También se recurría a la ermita de San Gregorio en Berriatua (B) desaparecida a consecuencia de un incendio fortuito. Fue costumbre ofrendar una botella de aceite para su lámpara. Un dicho local describe esta práctica: “San Gregorio, belarriko miñak kentzeko eroan botila bete orio” (San Gregorio, para remediar los dolores de oído lleva una botella de aceite).

Con similar propósito se iba a la ermita de Santa Engracia, Santa Engrazi, en la Cofradía de Barinaga de Markina (B). El día de San Gregorio era costumbre bendecir además de agua y sal, aceite que se llevaba a casa para utilizarlo cuando sobreviniera el mal de oídos.

En las ermitas de San Esteban y San Blas de Bergara (G) y en la de San Bartolomé en Arrasate (G) los que padecen algún dolor instilan en los oídos unas gotas de aceite de la lámpara del altar y ponen aceite nuevo en sustitución.

San Gregorio Ostiense, cuyo santuario se halla en Sorlada (N), es más conocido por ser abogado contra las plagas, pero también lo es contra el mal de oídos[2]. Desde Apellániz (A) para curar este dolor solían acudir al santuario navarro. En Tiebas (N) recuerdan el caso de un niño al que le supuraba el oído; le llevaron a San Gregorio Ostiense de Sorlada y desde entonces mejoró.

En Gipuzkoa a los que sufrían de los oídos les llevaban a la ermita de San Gregorio de Albiztur y “les frotaban las orejas con aceite de su lámpara” En Baztan (N) para quitar el mal de oídos se rezaba a San Gregorio[3].

En Urdiñarbe (Z) existía una ermita de San Gregorio a la que se hacían peregrinaciones para quitar el dolor de oídos[4].


 
  1. Jesús Mª ELEJALDE. Ermitas y caminos del Valle de Aramaiona. Vitoria: 1986, p. 56.
  2. Gurutzi ARREGI. “Prácticas de medicina popular en ermitas y santuarios” in Cuadernos de Sección. Hizkuntza eta Literatura. Aingeru Irigarayri Omenaldia. Núm. 4. Donostia-San Sebastián: Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1985, p. 623.
  3. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, pp. 231 y 232.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 293.