El arado en Vasconia peninsular

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Gipuzkoa y Bizkaia

Nabarra o cuchilla para cortar la tierra

En las regiones donde se utilizaba la laya para roturar las tierras, el nabar antaño era empleado solo, sin combinación con el arado. Como anotan los informantes de Beasain (G) con él se abrían hendiduras a lo largo de la pieza que se trataba de layar.

Era más fácil levantar los tepes, zohiak, entre estas dos hendiduras que en la tierra sin hender. La forma del nabar era aquí diferente del empleado en combinación con el arado, goldea: su cuchilla no era curva y su esteva era mucho más corta (50 cm) que el timón (250 cm). De este nabar tiraban dos hombres. Para eso colocaban en el extremo del timón un palo atravesado, haga, de 130 cm de largo, al cual ambos arrimaban el pecho, uno de cada lado, para arrastrar tras sí la herramienta. Mientras tanto un tercero, muchas veces una mujer, apoyaba las manos en una clavija de la esteva trasera y apretaba la reja contra la tierra. Para decir que dos hombres tiraban del nabar se decía: “uztarrian dabiltz gizon bi nabarrean”.

Se ha constatado la utilización de estas cuchillas o nabarrak para luego voltear la tierra con layas en nuestras encuestas de Hondarribia y Telleriarte (G), Ustárroz, Isaba y Urzainqui (N).

En Zeanuri (B) no se utilizaba por lo general esta cuchilla de hender la tierra antes de proceder al layado. Los que ocupaban los extremos del grupo de layadores tenían como tarea hender de lado una de sus dos layas de forma que cortasen el trozo de terreno que iba a ser volteado.

Exa

En Ajangiz, Ajuria, Amorebieta-Etxano y Gautegiz Arteaga (B) han consignado la existencia de un arado primitivo construido con un armazón de madera y una única púa de hierro que en Bizkaia recibe el nombre de exa o exia[1].

En Gautegiz Arteaga precisan que este apero araba tirado por dos ganados uncidos, “ganado bigaz buztertute”. Disponía de una vara, partikie, en la que se incrustaba la pieza de hierro. Disponía de un asidero y de un hierro con orificios para graduar la profundidad del labrado, “burdinie zuloakaz gorago edo beherago ipinteko, sakonago edo azalago lurrean sartzeko”. No volteaba la tierra, como lo hacían las layas, solo la removía.

En los últimos tiempos este arado se utilizó en las heredades para hacer zanjas por donde discurriera el agua, “soloari karkabak aterateko ure joan daijen”. En Ajangiz y en Ajuria (B) este arado eixie se empleaba para arar terrenos difíciles.

Después apareció el arado golda txikia que volteaba la tierra. Convivió con eixie y con las layas si bien era más moderno. Tenía dos agarraderos y se le cambiaba la punta cuando se gastaba. Vertía la tierra hacia abajo, “lur guztijek beherantz botaten ebazan”.

Más tarde hacia 1940 apareció el arado grande, golde nagusie, que tenía dos rejas y ruedas de hierro. Vertía los tepes hacia arriba y hacia abajo. Era el arado llamado brabán. En AmorebietaEtxano y en Abadiño (B) este apero era designado como goldia o makiñia.

En el Valle de Carranza (B) recuerda un informante la incorporación de una máquina que él no llegó a ver utilizar y que tenía la particularidad de contar con una única plancha y que por lo tanto solo maquinaba hacia un lado. Se arrastraba con la pareja y la unión a la misma se realizaba mediante un varal de madera, uno de cuyos extremos se unía al sudiero y por lo tanto al yugo y el otro a dicha máquina. La plancha parecía hecha en fragua.

Cuando se maquinaba un terreno se comenzaba a darle vuelta por la cabecera o parte más alta de un lado al otro y después la pareja volvía al punto de partida con la máquina a rastras.

En Bedarona (B) el arado con dos ruedas de hierro denominado golde nagusia llevaba el arado y el nabar incorporado. El arado podía cambiar de lado, según conviniera echar la tierra a la derecha o a la izquierda; para ello tenía un gancho de hierro que partía del eje del instrumento y sujetaba la parte móvil en la posición deseada. A su vez la inclinación de la reja se graduaba variando la altura del enganche en el timón. Este arado era llamado en otras localidades brabán.

Golde txikia eta golde nagusia. Beasain (G). Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

Golde txikia. Golde nagusia o brabán

En Beasain (G) a partir de las primeras décadas del siglo XX se empezó a utilizar para voltear la tierra un arado de reja que recibía el nombre de golde txikia. Fue el arado de reja que sustituyó a las layas. Se trataba de un aparato de madera con una pértiga provista de anilla delantera para el tiro y dos mangos traseros para guiar el arado.

En el primer tercio delantero tenía una pequeña rueda de control de profundidad de arada y una cuchilla, denominada nabarra, que iba cortando la tierra. En el tercio trasero llevaba una doble reja y vertedera, con alabeo hacia ambos lados, colgada de una pieza de bisagra, de forma que al ir en un sentido llevaba la reja elevada hacia un lado y al arar en sentido contrario la llevaba hacia el otro lado, para que el volteo de la tierra fuera siempre hacia el mismo. Este arado era tirado por una yunta de vacas o bueyes.

También en Hondarribia (G) golde txikia era un arado de madera con reja de hierro que se asía con dos mangos, con el que se volteaba la tierra.

Hacia los años 1930 se fue introduciendo en todos los caseríos de Beasain el arado completamente metálico, de doble reja y vertedera, una superior y otra inferior, con eje giratorio y dos ruedas de control de profundidad así como dos cuchillas de corte delante de las rejas. Este fue el último arado para roturar la tierra que se utilizó con las vacas y bueyes.

En Elgoibar (G) le denominan goldia al arado con todos los elementos de hierro, con dos rejas que se utilizaban alternativamente y dos ruedas que facilitaban su tracción.

En Hondarribia, hacia 1920 apareció el arado de reja reversible que se conoció con el nombre de brabán. No se generalizó hasta después de la guerra. En 1945 ya lo tenían en todos los caseríos. Se trataba de un arado totalmente metálico de dos rejas que podían usarse alternativamente y dos ruedas.

Brabán era el nombre que recibía el arado brabant o brabante doble. La incorporación de este apero de labranza supuso un avance considerable y no era necesario dirigirlo si el terreno era bastante regular. Al llegar al extremo del surco se podía invertir el mismo, ya que se componía de dos vertederas, una sobre la otra, de este modo la pareja volvía sobre sus pasos con el arado abriendo un nuevo surco y volcando la tierra en el mismo sentido que el anterior. Obviamente profundizaba más que el arado tradicional y además dicha profundidad era regulable. También se le llamaba máquina y por ello el trabajo que con él se realizaba se conocía como maquinar.

El golde haundi de anchas vertederas y ruedas de hierro se introdujo en Ataun (G) hacia 1917, según refiere Barandiaran[2]. Se adquirió en Pamplona y su uso se expandió rápidamente sustituyendo al penoso y costoso trabajo de remover la tierra con las layas. Su introducción fue criticada primeramente por los demás labradores que juzgaban deficiente el nuevo método de arar la tierra porque dejaba apelmazado el subsuelo y porque removiendo demasiado la tierra sacaba al exterior la capa inferior estéril. En Zeanuri (B), este arado con ruedas de hierro comprado en Vitoria se introdujo en 1920 en el caserío Mugarra. Los labradores vecinos acusaban a su dueño el rehusar el trabajo esforzado que requería el uso tradicional de las layas.

Álava y Navarra

El arado más común en la zona cerealista de Álava fue tradicionalmente el de cama curva, llamado popularmente arado romano o aladro. Todas las piezas de un aladro tienen nombre pero cada zona geográfica tiene la manera peculiar de denominarlas, dependiendo de su forma y disposición. Algunas de las denominaciones más corrientes son: 1. Esteva. 2. Dental. 3. Orejeras. 4. Reja. 5. Cama. 6. Belortas. 7. Timón o varal. 8. Sabijero. 9. Yugo cornal. 10. Sabija.

En el siglo XIX se comienza a usar el arado con reja vertedera fija que permite voltear la tierra. Algunos modelos llegan a contener más de una reja, ruedas y cuchillas, todo sobre el mismo bastidor.

Aladro. Las Améscoas (N). Fuente: Luciano Lapuente, Grupos Etniker Euskalerria.

En Abezia (A) el apero conocido inicialmente como aladro[3] pasó luego a llamarse arado romano. Se empleaba para ahuecar la tierra, quitar malas hierbas y para sembrar el trigo; también servía para sacar patatas, o hacer surcos. Tenía una vara de madera larga que se sujetaba al yugo, una reja inicialmente de madera y luego de hierro y orejeras de madera que eran las que apartaban la tierra por los dos lados, formando los surcos. Las orejeras eran piezas de repuesto que se cambiaban cuando estaban desgastadas. Otro de sus componentes era la camba, madera curva que constituía el aladro en sí mismo y que por detrás tenía un agarradero.

El brabán o máquina tirada por animales, se introdujo en las primeras décadas del siglo XX. Araba y removía la tierra a gran profundidad. Tenía cuchillas para cortar la tierra y un sistema para “darle más punto o menos punto”, es decir, para que estas se introdujeran más o menos en el suelo, y una reja delantera para abrir surco.

En Berganzo (A) empleaban el aladro para labrar sin mucha profundidad ya que solo removía la tierra. Era arrastrado por yuntas y estaba construido con madera de haya y una reja de hierro. Sus distintas piezas eran: el dental donde se colocaba la reja; el pescuño que era una especie de cuña con la que se apretaban la esteva, la reja y el dental. La esteva que era la pieza trasera del arado en la que se apoyaba la mano de quien araba; las orejeras que eran las piezas que servían para ensanchar el surco y la camba, el timón, y la rabera que iban unidas por las armellas y se enganchaban al yugo. En tierras muy duras se usaban arados con camba de hierro.

El brabán que vino más tarde labraba más profundamente y daba vuelta a la tierra. Formaba un surco y se movía con dos ruedas. Solo araba hacia un lado y cuando se llegaba al final de la pieza había que darle la vuelta a mano para que arara con la otra reja. Era toda ella de hierro y tenía dos ruedas y dos rejas, la camba y un muelle que servía para desgatillar, es decir, para darle la vuelta a las rejas contrapuestas; tenía un regulador que controlaba la profundidad a la que entraba la reja y se llamaba “echar el punto”.

En Bernedo y Apodaka (A) también le denominan al arado aladro. Antes la camba era de madera que fue cambiada por otra de hierro.

En Valderejo (A) señalan que el arado romano subsistió hasta los años sesenta del siglo XX en el que se generalizó el arado brabán llamado también máquina. A partir de esas fechas las tareas que se realizaban con el arado romano quedaron limitadas a la extracción de las patatas y a practicar surcos que sirvieran como aliviaderos para que corriese el agua y no se estancase y así evitar que la semilla se pudriera. Este apero era transportado bien en carro o bien unciéndolo por la zona de la camba en el yugo de los bueyes, con el otro extremo (insero) arrastrándose por el suelo. Las piezas de este arado se denominan:

Insero; que se introducía en el sobeo del yugo sujetándose a él mediante dos lavijas, una colocada en la parte anterior y otra en la posterior. Camba; seguía al insero y se sujetaba a él con una o dos abrazaderas metálicas. Su forma era curva, hacia abajo. Botana: unía el dental a la camba. Esteva: pieza que arrancaba de la parte inferior de la camba, oblicuamente. En el extremo más elevado disponía de una abertura en la que el labrador ponía su mano para manejar el arado. Dental: en forma de triángulo truncado, redondeada en su parte inferior, que tenía contacto con la tierra y plana en la superior en la que se asentaba la reja. Reja: pieza metálica y de forma triangular truncada que se fijaba al dental mediante un pivote. Orejeras: estaban compuestas por dos piezas de madera que se insertaban a ambos lados del dental y que servían para deshacer los terrones que se producían al arar y para recoger las hierbas que se iban arrancando.

Los informantes de esta localidad señalan que el arado vertedera apareció como sustituto del arado romano, conviviendo con él, antes de la aparición del brabán. Como el arado romano, disponía de un varal (insero) de una o dos piezas unidas con una abrazadera metálica; no disponía de camba; también desapareció el dental. La vertedera de mayor tamaño, se fijaba al insero con una pieza metálica. Tenía una esteva con la que dirigir el apero. El trabajo que realizaba era más completo que el del arado romano.

Luego apareció el brabán conocido como máquina y su labor era maquinar. Este nuevo apero, según señalan los informantes, constituyó un gran avance en las tareas de arado. Daba más amplitud y profundidad a esta tarea y disponía de elementos que permitían modificar su trabajo a voluntad del labrador. Todos sus componentes eran metálicos. Disponía de dos ruedas en la parte delantera y en su cabecera de una pieza con varias perforaciones en las que se insertaba una pieza provista de un garfio en el que se enganchaba la cadena del tiro. Estos agujeros permitían orientar la dirección de marcha del brabán; se anclaba el tiro en el centro cuando se deseaba que el apero fuera rectamente. Se podía desplazar a izquierda o derecha para permitir una desviación en la marcha como se hacía cuando se trazaban los surcos en los límites de las fincas.

A la altura de las ruedas existía otra pieza con la que se daba el punto, es decir la profundidad al surco. Consistía en una pieza vertical con una palanca en su parte superior que al comprimirla liberaba un perno que se podía desplazar sobre una pieza dentada en la parte inferior; inclinando esta pieza hacia delante la profundidad del surco era menor e inclinándola hacia atrás se conseguía más profundidad.

En el centro del apero existían dos cuchillas que se anclaban en la pieza central; servían para ir cortando previamente la tierra que levantaba la reja. También servía para ir recogiendo las hierbas y evitar que estas embozasen la reja. En su parte final estaban situadas las dos rejas, que eran las que levantaban la tierra.

Al final del apero y sujetada a las rejas existía un mecanismo consistente en una palanca que bloqueaba o desbloqueaba las rejas y servía para dar la vuelta a las mismas al término de un surco, ya que al volver, la tierra debía caer sobre la que había removido en el trayecto anterior. La profundidad del surco variaba, podía estar entre 20 y 30 centímetros y la anchura alrededor de 30-35 cm.

Para desplazarlo de finca a finca o de casa a las fincas y viceversa se giraban las rejas y se colocaban en posición horizontal; a continuación se colocaba un varal que atravesaba el apero hasta las rejas donde quedaba fijado y el otro extremo se insertaba en el sobeo del yugo.

Con la aparición del tractor sufrió modificaciones. En un principio llegó a usarse con el formato descrito (finales de los años 50 del siglo XX). Posteriormente desaparecieron las ruedas y se le añadieron más rejas, hasta tres.

En Moreda (A) el aladro lo describen como especie de arado romano y lo diferencian de este por el material con que estaba confeccionado. Mientras el arado romano era de madera, tanto la vara como la reja que abría los surcos el aladro estaba hecho de hierro. Era de reja fija y lo arrastraban dos caballerías, una a cada lado. Los animales iban unidos con un torrollo hecho por guarnicioneros. En caso de emplear bueyes se les unía con un yugo de madera. La vara del arado iba sujeta con un pasador dentro del torrollo. Por detrás el labrador sujetaba el aladro con una mano y con la otra llevaba la rienda. Había que tener cuidado para no picar con la punta de la reja a los animales. Se utilizaba para labrar fincas de cereal. En olivares o viñedos no se metía el arado. Se acostumbraban a labrar estas piezas con peones o jornaleros.

Con el nombre de golpino era designado en esta misma localidad un arado romano confeccionado con reja de hierro.

Tras el aladro o golpino llegó la vertedera que era un arado que daba vuelta a la reja para uno y otro lado. Este apero era tirado por dos ganados. Uno de ellos caminaba por encima de la tierra volteada y el otro por el surco. Algunas vertederas llevaban en la parte delantera una rueda con el fin de que la reja no se metiera en tierra más de la cuenta. Mientras el golpino o aladro solo movían la tierra, la vertedera la volteaba. Su reja o chapa de hierro era curva. El arado de vertedera apareció hacia 1920. Este arado de hierro sustituyó al tradicional arado romano de madera que sobrevivió hasta principios del siglo XX. Este arado a su vez fue reemplazado por el arado rusal que era igual que el de vertedera pero perfeccionado y tirado por dos caballerías. Los ganados iban unidos por un yugo caballar. En medio llevaban una vara para enganchar la vertedera. Se utilizaba para labrar los campos de cereal y olivares.

El arado llamado brabán llegó como una evolución del arado rusal. Se conoció en Moreda hacia el año 1930, fabricado en Vitoria por las empresas Ajuria y Aranzabal. Era tirado por dos ganados, pero se podían emplear hasta cuatro caballerías. Se componía de dos ruedas con su eje, de una reja o chapa detrás y de un triángulo delante en donde se enganchaba para tirar con balancines. Este triángulo llevaba una cadena con eslabones de los cuales se enganchaban los balancines. Tenía un pistón que servía para dar la vuelta a las rejas. También llevaba un punto para dar la profundidad que se quisiera a la labra. Este apero desplazó al arado rusal y a la vertedera.

En Bernedo (A) la vertedera tenía la reja más ancha y volteaba mejor la tierra. Fue pronto sustituida por el brabán que volteaba más tierra y con mayor perfección.

En Berganzo (A) señalan que había dos clases de arado vertedera. Una que araba únicamente por un lado y se usaba en las viñas y otra que araba por los dos. Excepto el timón y la rabera que eran de madera, el resto era de hierro.

En Navarra un modelo muy arcaico que ha perdurado hasta nuestros días es el de una sola pieza de madera, normalmente haya, con reja o cuchillo incrustado en la parte inferior del timón o mancera; la cuchilla fue adelantando su posición hasta el extremo posterior de la vara para mayor solidez. De aquel modelo primitivo nacieron formas más complejas. El arado castellano, de vara curva y reja lanceolada, se extendió en la Navarra meridional y en la Cuenca de Pamplona a finales del siglo XVIII. El arado romano, angular o radial, con reja metálica enchufada al dental, ha sido predominante en la Navarra central y meridional. Formaba una pieza con la mancera, de la que arrancaba el timón. Su altura era regulada por un hierro denominado ezpata en localidades comprendidas desde la Cuenca pamplonesa hasta Artajona[4].

En Améscoa (N) utilizaron el tipo de arado llamado “alavés de Santa Cruz de Campezo”, radial y reja enchufada, al que invariablemente llamaban aladro. Los labradores se procuraban en el monte leños de forma apropiada para dentales; debían ser de haya o ascarro, arce. También estaban provistos de varas de haya para timones; tenían que ser hayas jóvenes cortadas de hondón, charas. En el extremo inferior del dental se enchufaba la reja de hierro forjada por el herrero. La ranura del dental en la que se enchufaba la espiga de la vara tenía cierta holgura a fin de que, valiéndose de una cuña de madera llamada opaziria, se pudiera abrir más o menos el ángulo que forma la reja con la vara. Gracias a esta graduación del ángulo del dental con la vara se podía hacer que el arado penetrara más o menos en la tierra (“dar más o menos gancho”). Espadilla es una varilla de hierro, fija en el dental, que taladra la vara oprimiéndola mediante una tuerca, para dar más fijeza y consistencia al arado.

Al arar el labrador agarraba la empuñadura del dental del arado con la mano derecha y mientras, con la izquierda, sostenía una pértiga que llamaban ringulete. Esta pértiga era un palo largo que llevaba en la punta un aguijón para azuzar a los bueyes y en la otra parte (en la inferior) una chapita de hierro que servía para limpiar el arado del barro que se adhería al hender la tierra.

En Urdiain (N) el arado romano se basaba en una pieza curva que iba de la reja a la empuñadura. De ella arrancaba el timón. Iba provisto de un tornillo en forma de mariposa y un pasador largo que ajustaba la reja al timón[5]. En Ugar (Valle de Yerri-N) la anilla de cuerda que sujetaba el timón del arado era llamada trascón.

En San Martín de Unx (N) el aladro o arado empleado ha sido de varias clases. El aladro castellano era más antiguo que el navarro y tenía reja plana en su extremo. El aladro navarro era igualmente de madera, pero su reja era cónica: medía unos 2.5 m de largo y era fabricado en madera de olmo por el carpintero del pueblo, y armado de reja por el herrero. Presentaba una sola guía, para ser uncido al yugo de dos caballerías, a diferencia del castellano, de dos guías, adaptable a una sola caballería. El aladro navarro dejó de emplearse en torno a 1960.

En Viana (N) le denominan arado y aladro al apero de origen romano, pero utilizado hasta nuestros días, tirado por caballerías, compuesto principalmente por una guía o timón de madera y una púa o reja de hierro cónica que servía para labrar la tierra. Según estén las piezas encajadas entre sí y de su forma y su unión se derivan los principales tipos.

A partir de finales del siglo XVIII comenzó a utilizarse el arado llamado castellano, de cama curva y reja plana lanceolada. Hay otras variedades llamadas dental, radial y rectangular, según la posición del timón. El enganche de las correas de los animales se verificaba en los orificios del timón, llamados clavijeros.

En Aoiz (N) el arado llamado brabán constaba de áncora, largo eje de hierro, que remataba en uno de sus extremos con dos cuchillas, a modo de aletas, y otro termina en forma de vástago para sujetarlo al yugo. Esas aletas servían para voltear la tierra y dejar debajo las hierbas. Esta máquina era similar al arado con vertedera, pero se movía sobre dos ruedas de hierro situadas en la parte delantera.

Se ha recogido un caso particular de utilización de arado en viñas: el forcate.

En Viana (N) describen el forcate como un apero de enganche de madera, con refuerzos metálicos, formado por dos gruesas varas dispuestas en paralelo y unidas en su extremo a una ancha horquilla de hierro para dejar espacio a una sola caballería. Se le añadían un arado de vertedera para labrar tirado por la caballería, y, a veces, dos cuchillas para cortar la hierba. Utilizado en las labores de la viña, forcatear es sinónimo de arar viña, puesto que se hace con la vertedera. Se llama también forcate, nombre derivado de horca, al arado completo de dos timones.

También en Moreda (A) el forcate ha sido el apero de labranza más utilizado en el trabajo del viñedo. La labor del forcate consistía en abrir surcos y voltear la tierra. A este apero de la branza no se le podía dar vuelta para uno u otro lado como al brabán, era fijo.

Los informantes señalan que el brabán se introdujo posteriormente. Era un arado de fabricación industrial totalmente de hierro, con largo timón, dispositivo para el tiro en el frente, dos grandes rejas en un extremo para abrir el surco y voltear la tierra, y dos ruedas en el otro, en donde se sitúa el mecanismo de enganche. Se regula la penetración del surco por medio de una palanca, situada entre las ruedas. Utilizado para abrir el surco y volver la tierra sobre todo en las viñas, permitió hacer labores más profundas que las hasta entonces realizadas. Actualmente, se usan brabanes suspendidos de la parte posterior del tractor para hacer dos y hasta cinco surcos.


 
  1. Esta denominación de arado aparece en Refranes y Sentencias de 1596. Nº 224. “Ejaco oguia, oneguia” / Pan de arado, demasiado bueno.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. “Nacimiento y expansión de los fenómenos sociales” in AEF, IV (1914) p. 192.
  3. Aladro es un arcaísmo que conserva la forma latina aratru. El castellano moderno arado procede del participio aratus, más bien que del sustantivo aratrum. Federico BARAIBAR. Vocabulario de palabras usadas en Álava. Madrid: 1903.
  4. José María JIMENO JURIO. "Diccionario Etnográfico y Folklóriko" in Etnografía histórica al airico de la tierra. Pamplona: 2010, pp. 341-342.
  5. José M.ª SATRÚSTEGUI. “Estudio etnográfico de Urdiain” in Príncipe de Viana, XXVIII (1967) p. 119.