El arreo y el carro de boda. Eztai-gurdia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Se conoce como dote los bienes o dinero que aporta la mujer al matrimonio; sin embargo en el área estudiada es más común el uso del término arreo y su equivalente en euskera. Pero esta última voz no tiene reconocido este significado; aún así se empleará en este capítulo en el mismo sentido que ajuar. En cuanto al término dote, se observará por alguna de las descripciones que siguen a continuación que se ha reservado para hacer referencia al dinero que aporta la familia de la novia.

Como queda dicho, la dote ha recibido el nombre de arreo en el área castellanoparlante y arreoa, con distintas variantes fonéticas en la vascófona. En Vasconia continental se ha empleado hatuka y en Liginaga (Z) truzoa (fr. trousseau). El traslado del arreo a la nueva casa se conocía como arreoa eroatea en Bermeo (B) y dote-arreoa o arreotea en Markina (B). El rito de entrada en la misma, etxe-sartzea (Donoztiri-BN) y el día en que tenía lugar, hatukako eguna (Liginaga-Z).

Hatüka. Aintzila (BN). Au début du siècle XX. Fuente: Veyrin, Philippe. Les Basques de Labourd, de Soule, et de Basse Navarre. Leur histoire et leurs traditions. Grenoble, París, Arthaud, 1947.

Los informantes de Artziniega (A) distinguen entre arreo y dote. Para ellos el arreo consistía en lo aportado por la novia al matrimonio y que había hecho con sus propias manos a diferencia de la dote o conjunto de dinero, ganado, casas algunas veces, etc., que aportaban las familias de los dos contrayentes. Entre los enseres que llevaba la mujer al matrimonio se hallaban generalmente sábanas, mantas, mantelerías y demás; en otras ocasiones también cuberterías y otros muebles del hogar como camas con sus correspondientes colchones (Mendiola-A). En Murelaga (B) y en Zeanuri (B) además se incluía la sábana del féretro, esto es, el sudario[1]. Hoy en día esta costumbre ha decaído puesto que todas estas cosas se compran o se obtienen mediante regalos (Treviño-A). En Valdegovía (A) también podían figurar algunos animales: ganado vacuno, caballar o porcino. En las descripciones pormenorizadas que se recogen más adelante se detallan las composiciones de los arreos o ajuares que se aportaron en cada localidad.

A principios de siglo las muchachas empezaban de muy jóvenes a preparar su ajuar. En varios valles de Navarra como Baztan, Larraun y Roncal, en Amayur, Uztarrotz y en Zuberoa, al llegar a los trece años recibían de sus padres un trozo de terreno para que comenzasen a sembrar lino. Desde entonces las jóvenes aprendían a hilar su lino y a colar y limpiar el lienzo que les hacía el tejedor[2].

También en Baztan (N) y en Amezketa (G) el ama solía dar a la criada, además del sueldo anual, dos celemines de simiente de lino que llevaba a su casa para ir preparando el arreo. En Baztan y en Barkoxe (Z) después se les daban dos camisas por año[3].

En Hergarai (BN) y en Alkiza (G) además de la soldada se daban prendas lo mismo a los chicos que a las chicas. Para la muchacha dos camisas, dos delantales, dos pares de medias, dos pares de alpargatas y un par de choclos. El solía recibir dos vestidos de algodón, dos pares de alpargatas y un par de choclos (Donibane-Garazi-BN)[4].

El traslado del arreo era un acto ritualizado que revestía gran importancia ya que suponía la entrada del nuevo cónyuge en la casa, evento conocido en euskera como etxe-sartzea. Se recurría para ello al carro de bueyes, que para tal ocasión se engalanaba al igual que los animales. Se procuraba además que el eje del mismo chirriase produciendo el mayor ruido posible. También era habitual que entre los objetos que se transportaban de una casa a la otra destacase la cama montada y vestida y la rueca de hilar[5]. Asimismo ocupaba un lugar importante entre los objetos trasladados un espejo.

Yugo tallado de carro de boda. (Museo Etnográfico. Bilbao). Fuente: Yrizar, Joaquín de. Las Casas Vascas. San Sebastián, Librería Internacional, 1929.

En Bizkaia al yugo del carro de boda se le añadía un trabajo de forja con varias campanillas, cubierto con una piel de tejón en vez de la habitual piel de oveja. El tejón parece haber sido un animal cuyas partes (garras, pelos, etc.) se utilizaban para preservar del mal de ojo. Tanto a la piel como al aparejo mencionado se le designaba con el nombre de este animal: azkonarra[6]. Según Azkue, en Murelaga (B) y en Ursuaran (G) se consideraba un gran lujo poner pieles de tejón sobre el yugo para cubrir las campanillas, en el traslado de los arreos[7].

En algunas poblaciones de Vasconia continental la costumbre del traslado revestía gran pompa. En el cortejo destacaba la costurera que había ayudado en la elaboración del arreo y que se encargaba del arreglo de la habitación de los cónyuges[8]. En Basabürüa (Z) además de ésta intervenía un personaje que desempeñaba una labor muy destacada en otro tipo de cortejos, los referidos a los rituales funerarios; se trataba del carpintero[9].

La celebración de este acto no tenía lugar un día concreto sino que variaba dependiendo de las localidades entre el tiempo de las proclamas y la tornaboda. Hasta tal punto estuvo ritualizado que los folkloristas de principios de siglo le prestaron gran atención por lo que es posible encontrar varias descripciones literarias y pormenorizadas del mismo. La tradición comenzó a decaer en los años treinta del presente siglo.

Aunque podía ser heredero tanto el hijo como la hija y el trasiego del arreo de una casa a la otra lo llevaba a cabo unas veces el novio y otras la novia, sólo cuando tenía lugar este último se realizaba con toda solemnidad.

En la actualidad, en algunas poblaciones realizan representaciones populares de bodas tradicionales en las que tiene lugar el traslado del arreo a la antigua usanza. Las mismas suelen tener una amplia repercusión en la prensa escrita y en la televisión.

A continuación se detallan varias descripciones. Las primeras corresponden a bibliografía o a informaciones recopiladas en la primera mitad de siglo y por ello describen cortejos más ritualizados y pormenorizados. Tienen en común además el llevar un carnero[10].


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 271. (Cuando Azkue recogió esta información ya señala que se practicaba en tiempos pasados).
  2. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 272.
  3. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 274.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 274.
  5. Acerca de este último elemento, que a menudo se llevaba en un lugar bien visible, cabe decir que ya entre los romanos la mujer incluía en su ajuar la rueca como símbolo de laboriosidad.
  6. Julio CARO BAROJA. Los vascos. San Sebastián, 1949, p. 324.
  7. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 271.
  8. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 271.
  9. Jean de JAUREGUIBERRY. “Un mariage en Haute-Soule” in Gure Herria, XIV (1934) p. 165.
  10. El carnero también ha figurado en las comitivas fúnebres. Vide: Ritos funerarios en Vasconia. Atlas Etnográfico. Bilbao, 1995, pp. 371-372 y 491-494.