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El parto. Haur-egitea

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Texto reemplazado: «Mª» por «M.ª»
En tiempos pasados a pesar de la dureza de los trabajos físicos que solían desempeñar las mujeres era muy normal que continuasen con sus tareas habituales hasta sentir los primeros síntomas del parto (Bidegoian-G; Treviño-A). Las informantes comentan que como consecuencia del esfuerzo físico continuado les resultaba más fácil dar a luz (Bernedo-A).
En la Burunda (N) se decía que para que la criatura viniera bien, la madre debía desarrollar tres actividades fuertes en el mismo día: cocer la colada, amasar el pan y traer del monte una carretada de hojarascal<ref>José M.ª SATRUSTEGUI. ''Comportamiento sexual de los vascos''. San Sebastián, 1981, p. 213.</ref>.
En Apodaca (A) algunas mujeres trabajaban en el campo o en las labores domésticas hasta el último momento; a otras estando en el campo les venían los dolores y tenían que llevarlas rápidamente a casa. En Lekunberri (N) recuerdan que era frecuente regresar a prisa al domicilio desde el lugar o pieza donde se estuviese trabajando al presentarse los dolores. En Bernedo (A) dicen que algunas mujeres, agobiadas por el trabajo, no tenían tiempo ni para llegar a la cama.
[[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
Satrústegui recogió que la placenta y demás restos del parto se tenían que ocultar cuidadosamente al darles tierra ya que existía la creencia de que si afloraban a la superficie acarreaban maleficios a la interesada y se ponía rabioso el perro que los comiera<ref>José M.ª SATRUSTEGUI. ''Comportamiento sexual de los vascos''. San Sebastián, 1981, p. 219.</ref>.
En algunas localidades se les daba tierra bajo el alero recordando la antigua costumbre de enterrar bajo la protección del tejado de la casa a los nacidos muertos o fallecidos sin bautizar.
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