El sonido de las campanas. Kanpaiotsak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El más extendido es el que se basa en el sonido anómalo de las campanas.

En Berganzo (A) se tenía por signo que anunciaba la muerte el que la campana retumbase más de lo normal. Cuando en San Román de Campezo (A) se oían las campanas de la iglesia de Apellániz se creía que fallecería alguno en San Román. También decían que cuando la campana o el reloj dejaban un sonido sostenido alguien del pueblo iba a morir. En Bernedo (A) cuando la campana quedaba retumbando lánguidamente lo tomaban igualmente como presagio de muerte. En Mendiola, Otazu[1] y Apellániz (A)[2] se consideraba de mal agüero que tuviese una resonancia inusual. En Orozko (B) el que la campana resonara con eco significaba que llamaba a morir a otro vecino. En Ziortza (B) era señal de otra muerte el que tuviera una resonancia prolongada, dundurie, al tocar a muerto[3]. Si en Lecároz (N) la campana que daba la hora tenía el eco largo también se tomaba por señal de que pronto moriría alguien[4].

En Zerain (G) si al tañer las campanas de la iglesia en las diversas horas del día (matutie, amabikoa, ordubitakoa o aimariik) resonaban con mayor estruendo al habitual, burrundade aundie, alguien del pueblo moriría. Lo mismo se decía si el sonido de las mismas era limpio y sonoro.

En Moreda (A) comentan que si al tocar las campanas se produce mucho eco o resón, alguien va a fallecer muy pronto; también cuando el reloj de la torre de la iglesia anuncia las horas con un eco seco diferente del habitual. En Lagrán (A) se creía igualmente que si al dar las horas el reloj de la torre producía un sonido largo y prolongado, era signo de mal agüero ya que pronto fallecería algún habitante del pueblo[5].

En Busturia (B) cuando el toque de campanas de costumbre suena más lento que otras veces, es señal de que alguien morirá. En Obanos (N) si suenan tristes las campanas se dice que «parece que va a morir alguno».

Azkue constató creencias similares en varias poblaciones: Lekeitio, Murelaga, Zeanuri (B), Arrasate, Amezketa (G), Aezkoa, Baztan (N), Donibane-Garazi (BN) y Barkoxe (Z)[6].

Se conoce otro presagio de muerte relacionado con el toque de campanas que parece haber estado ampliamente difundido y que consiste básicamente en la coincidencia del momento de la consagración en la misa con los tañidos de la campana del reloj.

En Zerain (G) se aseguraba que si durante la misa mayor dominical coincidían el sonido de las horas del reloj del campanario y el toque de la campana en el momento del alzar de la Hostia consagrada alguien del pueblo moriría durante esa semana. En Itsasu (L) también se consideraba esta coincidencia como signo anunciador de la muerte. Igualmente en Ziortza (B) y Zegama (G).

En Bedia (B) se consideraba presagio de muerte que coincidiese el toque de la campana que anuncia la consagración de la última misa del día con el del reloj de la torre. Lo mismo se pensaba en Berriz (B) si coincidía el toque llamado kredotakue, que se hace sonar en el momento de la consagración, con el de alguna hora en el reloj de la iglesia[7].

Azkue también constató este mal augurio relacionado con la coincidencia entre la hora y las campanas de la consagración en Amoroto, Valle de Arratia, Ermua, Lekeitio, Murelaga (B), Ormaiztegi, Zumaia (G), Aezkoa, Larraun, (N), Haltsu (L), Donibane-Garazi (BN) y Barkoxe (Z)[8].

La coincidencia del toque de la campana del reloj con la campanilla de la consagración era igualmente tomada en Valcarlos[9] y Lezaun (N) como presagio de que alguien del pueblo iba a morir.

En Sara (L) si el repique de la campanilla durante la consagración, cagara, de la misa del domingo coincidía con los sones del reloj de la iglesia, se consideraba síntoma de la cercanía de una muerte en la semana siguiente[10]. Arҫuby refiere a este respecto el siguiente sucedido acaecido también en Sara: «On nous a reconté l'histoire d une femme appelée auprès de son frère malade interrogeant les fidèles qui revenaient de la messe dominicale, a fin de savoir si le `sagara' avait sonné en même temes que les onze heures, pour conclure: Nere fose-Anttonio ez da beraz hila»[11].

En Lekunberri (BN) era un mal augurio que sonasen las tres campanas del Sanctus al mismo tiempo que las horas del reloj de la iglesia; se decía entonces: «Hil berri aste berean» (Durante la semana habrá un fallecimiento).

En Maya-Baztan (N), donde se creía que la coincidencia al dar las once con la consagración acarrearía una muerte, se decía que para evitarlo había que tomar agua bendita procedente de tres aguabenditeras de distintas parroquias al comenzar a dar las doce y antes de que terminasen de sonar[12].

En Lagrán (A) si por una coincidencia sonaba el reloj de la torre al mismo tiempo que en la misa se elevaba la Sagrada Forma, solía interpretarse como presagio de muerte próxima de algún vecino del pueblo. Otros creían que simplemente ocurriría un cambio atmosférico[13].

También en Pipaón, Salcedo (A), Orozko (B) y Mélida (N) se considera presagio de muerte que durante la consagración coincida el alzamiento de la Sagrada Hostia con las campanadas del reloj.

En Otazu (A) si el alzar, después de la consagración de la hostia o del cáliz, coincidía con el toque del reloj, sobre todo al dar la hora entera, se tomaba igualmente como señal de que alguno del pueblo fallecería pronto[14].

En Apellániz (A) si en el momento de la consagración daba el reloj la hora, era señal de que alguien moriría pronto[15].

En Amezketa (G) si el sonido de las campanadas de un reloj coincidía con el toque de la consagración esto se interpretaba como una señal del cielo ante la desgracia.

En Gamarte (BN) se consideraba mal presagio que coincidiera el toque de campanas de la iglesia en el momento de la elevación con el del reloj de péndulo de casa.

Thalamas también constató que la coincidencia del toque del saltara o de la elevación con el de las horas del reloj de casa era presagio de muerte próxima para algún miembro de la familia[16].

En Gatzaga (G) si durante la celebración de la misa en la parroquia, al distribuir la Eucaristía, sonaba el reloj de la torre estando el sagrario abierto se creía que pronto fallecería alguno de los asistentes a dicha misa. También se pensaba que ocurría lo mismo si el sonido de la campana coincidía con el alzar de la consagración[17].

En Lanestosa (B) la coincidencia de los toques del reloj y de las campanas de la iglesia de San Pedro indicaba muerte segura, que no acontecía en el día sino en el periodo de las tres jornadas siguientes. En este sentido se expresa el dicho popular: «Reloj y campana, muerte cercana o muerte en la cama».

En Murchante (N), según unos informantes, si el reloj daba la hora cuando se iba a administrar el Viático a un enfermo, la muerte de éste era segura; otros tomaban como presagio de muerte que un reloj marcase los cuartos en el momento en que el Viático estaba en la casa del enfermo; por el contrario, si daba las horas se interpretaba como señal de que el enfermo viviría. En Zegama (G) se pensaba que si se administraba el Viático a un enfermo a las 11 horas era indicio de que moriría pronto alguno del pueblo[18].

En Gatzaga (G) tampoco se escuchaba con tranquilidad el tañido de la campana que sonaba a deshora sin causa aparente.

En algunas poblaciones ha estado difundida la creencia de que una vez que las campanas comienzan a tocar a muerto no suenan por un único difunto, sino que en un breve plazo de tiempo lo hacen por varios más.

En Carranza (B) cuando se oía tocar a muerto por un recién fallecido, algunos lo consideraban como presagio de que seguidamente morirían más personas, «malo es que empiecen a tocar» se decía.

En Zerain (G) se dice que cuando suenan las campanas no callan hasta llevarse a uno o dos muertos más. Es una creencia muy común y dicen que durante los últimos años se ha cumplido repetidas veces.

En el barrio de Alboniga de Bermeo (B) al oír tocar a muerto, illkanpaie, se decía que en un breve plazo de tiempo fallecerían otros dos del barrio: «Almikeko kanpaie asi de jjoten, beste bi duez laster» (Ha empezado a sonar la campana de Alboniga, pronto morirán dos más). También se decía que el toque a muerto «llama», illkanpaiek deitxu eitxen dau, a otras dos personas.

En Zeanuri (B) se dice que si en un periodo de tiempo corto las campanas a muerto suenan dos veces es que aún falta un tercero: Nor izango da irugarrena? (¿Quién será el tercero?). Con esto se da a entender que la muerte ha visitado el lugar, eriotzea inguruen dabil (la muerte ronda la vecindad). A veces también se afirma esto de una casa o de una familia en la que han muerto varios de sus miembros durante un corto espacio de tiempo: eriotzea sartu da etxe orretan (la muerte ha entrado en esa casa).

En Orozko (B) existe la creencia, también en nuestros días, de que si en el pueblo tocan las campanas a muerto tres veces en un plazo corto de tiempo, necesariamente morirá una cuarta persona en un plazo inmediato.

Por último se citan varias creencias relacionadas con las descritas hasta aquí, aunque no hacen referencia expresa al toque de campanas.

En Zegama (G) creían que si la cruz de la parroquia ya se había llevado en dos ocasiones a una misma casa, esto es, si habían muerto dos de sus moradores, en el transcurso del mismo año la llevarían otra vez[19].

En San Román de San Millán (A) se suele decir que «no hay dos sin tres», creyendo que las defunciones ocurren de tres en tres, bien en la familia o en la localidad.

En Ataun (G) también se oía decir a veces que cuando morían dos de una familia en el transcurso de un mismo año, moría un tercero[20].


 
  1. AEF, III (1923) p. 62.
  2. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. «Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés» in Ohitura, O (1981) p. 213.
  3. AEF, III (1923) p. 23.
  4. APD. Cuad. n.° 5, ficha 486.
  5. José IÑIGO IRIGOYEN. Folklore alavés. Vitoria, 1949, p. 62.
  6. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 216 y 200.
  7. AEF, III (1923) pp. 14 y 43.
  8. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 199 y 216.
  9. APD. Cuad. n.° 1, ficha 129.
  10. José Miguel de BARANDIARAN. «Bosquejo etnográfico de Sara (VI)» in AEF, XXIII (1969-1970) p. 114.
  11. A. ARÇUBY. «Usages mortuaires á Sare» in Bulletin du Musée Basque, IV, 3-4 (1927) pp. 17-18.
  12. APD. Cuad. n.° 1, ficha 41.
  13. José IÑIGO IRIGOYEN. Folklore alavés. Vitoria, 1949, p. 62.
  14. AEF, III (1923) p. 62.
  15. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. "Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés" in Ohitura, 0 (1981) p. 213.
  16. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) p. 19.
  17. Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 402.
  18. AEF, III (1923) p. 108.
  19. AEF, III (1923) p. 108.
  20. AEF, III (1923) p. 115.