Diferencia entre revisiones de «En el baptisterio»

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Revisión del 10:03 20 dic 2018

Previo al acto del bautismo el catecúmeno tenía que hacer una profesión personal de la fe. Por ello al pie de la pila bautismal el sacerdote le preguntaba nominalmente:

N., ¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, creador de cielos y tierra?

A lo que respondían los padrinos:

Sí creo.

El sacerdote:

¿Crees en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació y padeció por nosotros?

Los padrinos:

Sí creo.

El sacerdote:

¿Crees en el Espíritu Santo, en la Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna?

Los padrinos:

Sí, creo.

Luego llamándole por su nombre el sacerdote preguntaba al niño:

N., ¿ Quieres ser bautizado (bautizada)?

Respondiendo los padrinos:

Sí, quiero. (Volo).

Las encuestas resaltan la intervención de los padrinos en este momento de la ceremonia. Si hasta entonces la criatura había estado en brazos de la comadrona o de la nodriza pasaba ahora a los de la madrina o a los del padrino; y en todo caso éstos ponían su mano sobre la espalda del niño mientras éste recibía las aguas del bautismo.

En Nabarniz (B) subrayan que era el padrino quien sostenía al niño en brazos mientras la madrina le cogía de la mano, aittebitxik eukitten eban umie besoetan eta amabitxik eskutik eldute.

También en Zerain (G) era el padrino el que tomaba al niño con las palmas de ambas manos y lo inclinaba hacia la pila bautismal al tiempo que la madrina le colocaba su mano sobre la espalda. Esto mismo se hacía en Abadiano, Gorozika, Lezama, Trapagaran, Urduliz (B); Arrasate (G).

En otros lugares indican que era la madrina quien sostenía en brazos a la criatura durante toda la ceremonia y que el padrino colocaba la mano sobre su espalda en el momento del bautismo (Amézaga de Zuya, Bernedo, Ribera Alta, Valdegovía-A; Amorebieta-Etxano, Carranza, Durango, Orozko, Zeanuri-B; Bidegoian, Telleriarte-G; Lezaun, Garde-N). También se indica que el padrino sujetaba la cabeza del niño al tiempo que recibía el agua bautismal (Mendiola, Moreda, Pipaón-A; Getaria, EzkioG; Liginaga-Z; Uharte-Hiri-BN) o que ambos padrinos sostenían a la criatura en el momento de bautizarlo (Donoztiri-BN y Sara-L).

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En Navarra donde en tiempos fue común que el padrinazgo lo ejerciera una sola persona era la madrina la que sostenía al niño en el momento del bautismo.

Una vez dispuesto todo, el sacerdote derrama tres veces agua en forma de cruz sobre la cabeza de la criatura al tiempo que dice:

N., Yo te bautizo en el nombre del Padre, + y del Hijo + y del Espíritu Santo.

Seguidamente procedía a ungir la cabeza del niño con el santo crisma, bendecido así mismo por el obispo, significando su participación en el sacerdocio de Jesucristo.

Mientras realizaba el rito hacía esta oración:

Dios todopoderoso, Padre nuestro Señor Jesucristo, que te ha regenerado por el agua y el Espíritu Santo, y te ha perdonado todos los pecados: El mismo te unja + con el crisma de la salvación en Jesucristo Señor nuestro, para la vida eterna.

El bautismo finalizaba con dos ceremonias de antigua tradición. La primera de ellas era la imposición de la vestidura blanca. En la antigüedad cristiana los neófitos bautizados en la noche de Pascua llevaban un vestido blanco durante la semana pascual.

Este vestido es actualmente un lienzo o pañuelo blanco que el sacerdote impone momentáneamente al niño sobre su cabeza diciendo:

Recibe la vestidura blanca que has de conservar sin mancha hasta el tribunal de nuestro Señor Jesucristo para que poseas la vida eterna.

La imposición ritual de un vestido blanco ha incidido sobre todo en la antigua costumbre que constatan las encuestas de que la criatura iba al bautismo vestida de blanco; así mismo era de este color el "faldón de cristianar" o la prenda propia del bautismo.

Tras esto el padrino en representación del niño, recibía del sacerdote una candela encendida al tiempo que le decía:

Recibe este cirio encendido y conserva sin tacha tu bautismo, cumple los mandamientos de Dios, para que, cuando venga el Señor a las eternas bodas, puedas salir a su encuentro con todos los santos en la morada celestial y vivas por los siglos de los siglos.

Concluida la ceremonia el sacerdote despedía al neófito diciéndole:

N., Vete en paz y que el Señor sea contigo.

El niño volvía a brazos de la comadrona o de la nodriza que procedía a arreglar sus ropitas y a colocarle el gorrito del que le habían despojado en el momento del bautismo.

Los padrinos, y el padre si estaba presente, pasaban a la sacristía donde el sacerdote les tomaba los nombres de los padres, abuelos del bautizado así como de los padrinos y testigos para redactar el acta o partida de bautismo en el Libro de Bautizados.

Al regreso del bautizo la nodriza o la comadrona se apresuraba para entregar la criatura a la madre. En Zerain (G) en ese instante la madre besaba al niño y le hacía la señal de la cruz en la frente por primera vez, pronunciando Jaungoikoak bedeinkatu zaitzala... (Que Dios te bendiga). A continuación todos los vecinos que habían ido a visitar a la madre hacían al niño la señal de la cruz en la frente o sobre su cuerpo y repetían la misma bendición. Al dirigirse a la madre también le expresaban el deseo de que no le faltara la ayuda de Dios para su crianza, Jaungoikoak lagun deitzula azitzen (Que Dios te ayude a criarlo).

En Elosua, Oñati y Telleriarte (G) se usaban expresiones similares; obligación de todos los que visitaban a un recién bautizado era decirle: Jainkoak beinkau dailla (que Dios le bendi ga). En Amorebieta-Etxano (B), la fórmula empleada era: Berinkatu zaizalaJainkoak. Azkue también señala que en Lazkano (G) no se le puede decir al niño hasta ser bautizado que Dios le bendiga, Jainkoak bedinka dezala[1].


 
  1. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 190.