En el pórtico del templo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Durante la primera mitad de siglo en muchas localidades tanto la otorgación del consentimiento como la bendición de las arras y anillos seguía teniendo lugar en el pórtico de la iglesia -ante foras ecclesiae- tal como indicaba el antiguo ritual. Se constata esta práctica en las encuestas de Zerain (G), Ajuria-Muxika, Albóniga-Bermeo y Orozko (B). En Izurdiaga (N) recuerdan que en tiempos fue costumbre el que un concejal asistiera a la ceremonia portando una vara rematada en cruz. Esta primera parte del casamiento podía celebrarse también en la sacristía (Bernedo-A; Zeanuri-B; Elosua-G; Viana-N) o ante un altar lateral de la iglesia (Abadiano, Zeanuri-B; Hazparne-L).

La encuesta del Ateneo señala que a primeros de siglo los desposorios se celebraban a la puerta de la iglesia o en la sacristía conforme al ritual toledano (Llodio-A; Gernika-B; Mendaro, Oñati, Zestoa-G; Caparroso, Castejón, Estella, Falces, Tudela, Valle de Burunda-N)[1].

En Zerain (G) cuando la ceremonia tenía lugar en el pórtico, colocaban delante de la puerta de la iglesia dos sillas-reclinatorios que provenían de las sepulturas simbólicas de las respectivas casas de los novios; en ellos se situaban éstos. También traían sillas para los padrinos que flanqueaban a los novios.

La presencia de los padrinos en el casamiento es más reciente como se indicó en un capítulo anterior. En Zeanuri (B), a primeros de siglo, los novios acudían a casarse acompañados de jóvenes amigos, ezkonlagunek, que hacían de testigos. La figura del testigo, lekukoa, ha tenido más importancia que la del padrino. En Donoztiri (BN), en los años treinta, junto a los novios situados ante el presbiterio se colocaban los testigos, lekukoak; dos muchachos y dos muchachas, hermanos o vecinos de los contrayentes. Esto mismo ocurría en Sara (L) en los años cuarenta.

Mientras en el pórtico o en la sacristía se llevaba a cabo la ceremonia los invitados aguardaban en el interior de la iglesia sentados en los primeros bancos (Bernedo-A; Bermeo, Orozko-B; Elosua-G; Goizueta-N).

El casamiento

Antes de comenzar el rito el sacerdote leía a los novios en la lengua que éstos pudieran entender, castellano o euskera, una larga exhortación tomada del Catecismo Romano sobre los fines del sacramento del matrimonio y sobre los deberes de los casados. Luego requería a los presentes, por tres veces, que manifestaran cualquier impedimento que pudiera invalidar o deslegitimar el matrimonio que iba a tener lugar.

A continuación venía el casamiento. El sacerdote preguntaba primeramente a la novia:

— Señora N. ¿queréis al Señor N. por vuestro legítimo esposo y marido por palabras de presente, como lo manda la santa, católica y apostólica Iglesia romana?
— Sí quiero.
— ¿Os otorgáis por su esposa y mujer?
— Sí me otorgo.
— ¿Le recibís por vuestro esposo y marido?
— Sí lo recibo.

Seguidamente hacía las mismas preguntas al novio. Si el casamiento tenía lugar en área vasco-parlante, las intervenciones de los contrayentes así como las admoniciones dirigidas a ellos tenían lugar en euskera[2].

Expresado el mutuo consentimiento el sacerdote ponía la mano derecha del esposo sobre la mano derecha de la esposa y decía:

— Y yo, de parte de Dios todopoderoso, y de los bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo, y de la Santa Madre Iglesia os desposo, y este sacramento entre vosotros confirmo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Y les asperjaba con agua bendita.




Bendición de arras y anillos. Diruak eta eraztunak

Después de contraído el sacramento el sacerdote bendecía las arras y los anillos, diruak eta eraztunek, por este orden; luego tomaba el anillo y lo colocaba en el dedo anular del esposo al tiempo que decía en latín: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El esposo, por su parte, colocaba el anillo a la esposa y le entregaba las trece monedas de las arras diciendo: Esposa, este anillo y estas arras te doy en señal de matrimonio. Ella las tomaba jun-


También del s. XVI aunque algo posteriores, son dos fórmulas en euskera pertenecientes a las localidades de Zufia (N) y Tolosa (G) que contienen parecidas fórmulas de promesa de matrimonio en euskera. Cfr. Angel IRIGARAY. "El euskera en Zufia" in RIEV, XXIV (1933) pp. 34-36 y "El eskuara en Artajona (Promesa de matrimonio en euskera) " in Yakintza, VIII (1934) pp. 128-130. Vide también Luis MICHELENA. Textos Arcaicos Vascos. Madrid, 1964, pp. 149-154.

tando las palmas de las manos y decía: Yo lo recibo.

En otros tiempos no era raro el que los novios se casaran con anillos prestados o que utilizaran alianzas de matrimonio que eran de uso común. En Abadiano (B) si los contrayentes no disponían de alianzas, utilizaban unas que se guardaban en la iglesia para la ocasión. En Gatzaga (G) especifican que estas alianzas eran de latón y de distintos tamaños; añaden que si el novio disponía de dinero era natural que comprara los anillos para la novia y para él mismo, pero la mayoría de las veces se recurría a un vecino o se utilizaban los que se guardaban en la sacristía. Hay que tener en cuenta que la gente del pueblo no llevó anillo alguno hasta tiempos recientes. En Elgoibar (G), anotan que casi todas las parejas se casaban a principios de siglo con alianza prestada, anillo zurie.

En Allo (N) el novio procuraba regalar el anillo a la novia pero para sí mismo pedía uno prestado para la ceremonia. También era frecuente que pidiera los dos anillos, lo mismo que las arras. En Carranza (B) era obligado que el novio comprara los anillos para casarse.


RITOS DEL NACIMIENTO AL MATRIMONIO EN VASCONIA

Respecto a los dineros de las arras se procedía de manera semejante. En Moreda (A) las arras, a veces de oro y más veces de plata, pertenecían generalmente a las familias de los contrayentes que las transmitían de una generación a otra.

En Allo (N) recuerdan que muchas parejas se casaron con trece monedas americanas de plata que una vecina solía prestar para la ceremonia. Para este acto ritual no se estilaban por entonces los duros de plata, como es frecuente actualmente, tal vez porque eran de curso legal y de uso ordinario. Por esta misma razón en Carranza (B) se procuraba que las trece monedas que componían las arras fueran antiguas y de plata. Lo mismo anotan en Berganzo y en Apodaca (A) donde se usaban antiguos céntimos o pesetas de plata. Por lo demás, la utilización de monedas antiguas, que se limpiaban cuidadosamente para este acto, ha sido muy común.

El significado de la entrega de arras[3] </sup>es, para algunos informantes, el compartir los bienes materiales por la pareja (Moreda-A). Más común, sin embargo, es aquella interpretación según la cual con las trece monedas de las arras se compra la esposa (Moreda-A; Abadiano, Carranza, Durango-B; Artajona N). En Zeanuri (B) decían de un hacendado que cuando se casó compró a su mujer con monedas de oro, ezkondu zanean, andrea urrezko diruekaz erosi eban. En Nabarniz (B) los más ancianos creen que el rito responde a una enseñanza de Jesucristo y que recuerda la entrega de Jesús por Judas a cambio de trece (sic) monedas de plata.

En Mendiola (A) tras el "sí quiero" de los novios se hacían voltear las campanas de la iglesia al tiempo que los mozos del pueblo lanzaban cohetes. A principios de siglo en Falces (N) existía la costumbre de anunciar la boda con un volteo rápido de campanas38.

En Baztan (N) el novio presentaba las arras en una cajita que más tarde serviría para llevar a la iglesia la sal cuando se trataba del bautizo de un hijo39. En Larraun (N) dicha cajita recibía el nombre de barkiloa y servía, además de

para llevar la sal, para beber vino de ella el día

40 que se mostraba el arreo.


 
  1. EAM. 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDg4.
  2. Una fórmula de matrimonio del siglo XVI en vascuence de Uterga (N) se halla en un documento sobre un pleito de incumplimiento de promesa conservado en el Archivo Diocesano de Pamplona.

    La pertinente al esposo dice: “Nic Martin y Joanna arçenaut neure alaroçaçat eta hic arnaçan yre esposoçat eta prometaçen dinat ez verçe emazteric eguiteco y vaycen vici nayçen artean eta guardaçeco lealtadea. Ala fedee ala fedee ala fedee (yo Martín te tomo a ti, Juana, por esposa mía y recíbeme tú por esposo tuyo y te prometo no tomar otra esposa sino a ti mientras viva y guardarte lealtad. A fe, a fe, a fe).

    La de la esposa dice: "Nic Joanna y Martin arçenaut neure sposoçat eta hic arnaçac eure esposaçat, eta prometaçen diat ez verçe senarric eguiteco vici nayçen artean eta guardaçeco lealtadea. Ala fedee ala fedee, ala fedee” (yo Juana te tomo a ti, Martín, por esposo mío y recíbeme tú por tu esposa y te prometo no tomar otro esposo mientras viva, y guardarte lealtad. A fe, a fe, a fe). Cfr. José Mª SATRUSTEGUI. “Promesa matrimonial del año 1547 en euskera de Uterga” in Fontes Linguae Vasconum, IX (1977) pp. 109-114.

    También del s. XVI aunque algo posteriores, son dos fórmulas en euskera pertenecientes a las localidades de Zufia (N) y Tolosa (G) que contienen parecidas fórmulas de promesa de matrimonio en euskera. Cfr. Angel IRIGARAY. “El euskera en Zufia” in RIEV, XXIV (1933) pp. 34-36 y “El eskuara en Artajona (Promesa de matrimonio en euskera)” in Yakintza, VIII (1934) pp. 128-130. Vide también Luis MICHELENA. Textos Arcaicos Vascos. Madrid, 1964, pp. 149-154.

  3. En algún momento de la Edad Media se introdujo en el ritual del matrimonio la lectura del acto jurídico de constitución de dote a la esposa. Este elemento puramente civil fue retirado después. Pero en muchas iglesias sobre todo de Francia, se mantuvo un curioso recuerdo de aquella práctica bajo forma de trece monedas que junto con el anillo se colocaban sobre la bandeja para ser bendecidos. Las monedas eran después distribuidas a los padres o a los familiares o a la iglesia; sin embargo, el esposo tomaba tres de ellas y las ponía en manos de la esposa diciendo: "Con estos bienes míos yo te doy dote". Vide: H. VILLIEN. Les Sacraments, histoire et liturgie. Paris, 1931, p. 357; citado por: Mario RIGHETTI. Historia de la liturgia. Tomo II. Madrid, 1956, p. 1008. El rito de la bendición y de la entrega de las arras no fue recogido por el Ritual Romano de 1614 elaborado después del Concilio de Trento, pero siguió conservándose en el Ritual Toledano de común aceptación en las diócesis de España. Curiosamente, la bendición y entrega de las arras, de uso preferentemente galicano, no se practica ni es recordado su antiguo uso según los informantes en el País Vasco continental encuadrado actualmente en la Diócesis de Bayona.