Épocas apropiadas para las sangrías

En un buen número de localidades pensaban que no existía una época apropiada para efectuar sangrías, sino que se recurría a las mismas cuando una persona enfermaba y las necesitaba para su curación (Apodaca, Berganzo, Mendiola, Ribera Alta, Valdegovía-A; Abadiano, Carranza, Gorozika-B; Berastegi, Bidegoian, Elosua, Hondarribia-G; Lekunberri-N). A veces, aun considerando que podían aplicarse en cualquier época del año, se estimaba que había algunas en que eran más apropiadas (Oñati-G; Lezaun, San Martín de Unx-N).

Cuando se ha creído que sí había un tiempo propicio, éste ha coincidido con la primavera y el otoño (Moreda-A, Lezaun-N). Así se obraba en Agurain y Bernedo (A) porque pensaban que en estas dos estaciones se contraían más enfriamientos y catarros. En Amézaga de Zuya (A) decían que la primavera era la época en que más enfermedades del pulmón y de los bronquios se padecían debido al brusco cambio de temperaturas que traía consigo. Creían además que la sangre engordaba mucho durante esta estación por lo que había que recurrir con más frecuencia a las sangrías. El otoño tampoco se consideraba, en esta localidad, una temporada ideal para conservar la salud.

En ocasiones sólo se estimaba apropiada la primavera (Bedarona-B; Beasain, Oñati-G; Sangüesa-N) por la excesiva vitalidad que se experimentaba en esta época (Zerain-G); porque en esta estación tenía lugar el cambio de sangre (Améscoa-N); porque era cuando “la sangre movía” (San Martín de Unx-N); porque la sangre tomaba demasiada fuerza (Eugi-N); y otras veces, el otoño (Elgoibar-G).

Los informantes también han indicado la coincidencia de estas dos estaciones con la salida y la caída de las hojas (Moreda-A). En Amézaga de Zuya (A) se piensa que el momento de la salida y de la caída de las mismas es el más idóneo para contraer enfermedades. En Elgoibar (G) hablan del otoño, coincidiendo con la caída.