Fórmulas que finalizan con una enumeración de los niños

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

Algunas fórmulas de sorteo concluyen realizando una enumeración de los niños participantes de tal modo que el que es señalado coincidiendo con el último número se quede o se libre, según sea el caso. La más común de este tipo de fórmulas es la que se conoce con el título genérico de «a veintiuna la aceituna».

En Valdegovía (A), así como en muchas otras localidades, se colocan todos los jugadores en corro y uno de ellos comienza a contar en voz baja hasta que alguien dice «basta». A partir de ese momento lo hace en voz alta señalando un jugador cada vez que dice un número, hasta llegar a «veintiuna»; el siguiente, al que le corresponde «aceituna», es el que se libra. La fórmula se repite hasta que queda un solo jugador, o varios, dependiendo de cuál sea el juego. El que efectúa el sorteo se incluye a sí mismo en el recuento y los números los dice correlativamente y sin saltarse ningún participante.

En Lezaun (N) la fórmula más corriente era idéntica a la descrita para Valdegovía. Sin embargo, en los años sesenta se le cambió el final: «...veintiuna, la pirula».

En Portugalete (B) es similar. El que dirige el sorteo agita la mano a la vez que cuenta mientras otro jugador no diga «basta» o «vale». Entonces comienza a rifar por su derecha desde el último número hasta llegar a «veintiuna» y luego a «aceituna».

En Elgoibar (G) y Artziniega (A) tras contar hasta veintiuna, al que le toca «aceituna» se libra. En Apellániz (A) acaban diciendo «la veintiuna, la aceituna» y en Galdames (B) y Bernedo (A) «la aceituna». En Lezama (B), donde el recuento lo efectúan en euskera, finalizan deletreando la palabra: «la a-cei-tu-na» y al que le toca la última sílaba se queda. En Eugi (N) cuentan hasta «veintiuno el aceituno». Otras veces lo hacen en voz alta desde el principio: desde el número uno hasta llegar a «el aceituno».

En Moreda (A) también hasta «veintiuna la aceituna» y se la queda el señalado con la última palabra. Si son dos los que tienen que quedarse se añade «veintidós caracol». Esta fórmula de reparto también sirve para hacer dos bandos o equipos, uno lo constituyen todos los que les toca «la aceituna» y el otro los asignados con «caracol».

A veces el final se prolonga en una retahíla. Así en Galdames (B) dicen:

21 la aceituna
22 el caracol
23 el pastel
24 el gato
25 Jesucristo
sota, / caballo / y rey.

En Moreda (A):

21 la aceituna
22 el caracol
23 sota, caballo, rey.
24 el aparato.

En Amézaga de Zuya (A):

21 la aceituna
22 el caracol
23 la manzana
24 el a-pa-ra-to.

En Ayesa (N):

21 aceituna
22 arroz
23 San Andrés
24 tú la eres.

En Getxo (B):

21 aceituna
22 caracol
23 San Andrés
24 le chupas el culo al gato.

Y en Plentzia (B):

21 aceituna
22 caracol
23 alfiler
sota / caballo / rey.

La versión recogida en Durango (B) es la más larga ya que incorpora una estrofa final que en otras localidades sirve a modo de formulilla con entidad propia:

21, aceituna
22, caracol
23, San Andrés
24, le chupas el culo al gato
25, Carlos V fue a la guerra
montadito en una perra,
la perrita se cayó
Carlos V allí quedó.

El inicio del sorteo es similar en todos los casos al explicado en primer lugar para Valdegovía (A).

En vez de concluir con el número veintiuno, algunas enumeraciones llegan hasta veinticuatro. En Muskiz (B) uno de los participantes batía la mano al tiempo que contaba en voz alta. Cuando otro le decía «basta» seguía a partir del número en que había sido interrumpido hasta el veinticuatro, y el afortunado al que le tocaba quedaba libre. En otro procedimiento también de esta localidad vizcaina, el que sorteaba comenzaba diciendo: «1, 2, 3 y 4, al - que - le - toque - las - venti - cuatro» y con la mano iba contando y señalando a los presentes. Al que le tocaba «las veinticuatro» se libraba.

En Monreal (N) un jugador contaba en voz baja y cuando le decían «basta», continuaba el sorteo numerando a los demás hasta llegar a veinticuatro, a continuación añadía «a-pa-ra-to» y el agraciado con la sílaba «to» era el que la paraba. En Aria (N) se procede igual, sólo que la orden de interrumpir el recuento en voz baja se da diciendo «vale» y en el silabeo final se incluye el artículo: «el a-pa-ra-to».

En San Martín de Unx (N) también se contaba hasta veinticuatro y dicho este número se añadía cantando: «el a-pa-ra-to» y al igual que en la localidad anterior el que recibía la sílaba «to», la paraba. En Sangüesa (N) sigue vigente esta misma fórmula.

En Artajona (N) recibe la denominación de «al veinticuatro» y consiste en contar a los jugadores a partir del uno, eligiendo a quien corresponda ese número.

En ocasiones ni siquiera ésta es la cantidad final ni el procedimiento para efectuar el recuento. En Plentzia (B), el que sortea cuenta en voz baja de dos en dos y cuando le indican «basta» prosigue, también de dos en dos, hasta llegar a sesenta. Entonces concluye del siguiente modo: «...sesenta plon dos, cuatro, seis, ocho».

En Galdames (B) el que sorteaba movía la mano sin señalar a nadie mientras contaba y cuando le decían «basta» proseguía hasta veinte. El señalado con este número se quedaba o libraba. En Ataun (G) proceden de igual modo pero llegando solo hasta once.

Un procedimiento similar consiste en contar sin límite fijo. En Portugalete (B), por ejemplo, un niño cuenta a la vez que agita la mano hasta que otro le interrumpe diciéndole «basta»; entonces vuelve a empezar de nuevo hasta el número al que había llegado, pero esta vez señalando a los jugadores. Al que le toca se queda. En Moreda (A) proceden del mismo modo, pero los señalados se libran.

* * *
 

Tan común como el anterior procedimiento es la siguiente fórmula que se ha recogido en la mayoría de las localidades encuestadas:

En un café rifaron un gato
al que le toque el número cuatro:
uno, / dos, / tres / y cuatro.

En Carranza (B) se recita la anterior fórmula sola o se le une esta otra dependiendo del número de niños:

Papel y tabaco
cigarrillos a real
por eso le llamamos
el estanco nacional.

En Zamudio (B) presenta un añadido final:

En un café rifó un gato
al que le toque el número cuatro
uno, dos, tres, cuatro,
¿cuántos pelos tiene mi gato?

El niño que ha sido señalado coincidiendo con la última palabra tiene que indicar un número cualquiera y el que rifa sigue contando correlativamente hasta llegar a ese número. En Bilbao (B) conocen una variante prácticamente idéntica.

Otras versiones:

En un café rifaron un gato
¿a quién le cayó el número cuatro?
El uno, el dos, el tres y el cuatro.  (Allo-N)
En un cajón había un gato
al que le toque el número cuatro.
El uno, el dos, el tres y el cuatro.  (Larrazcueta-A)

En el siguiente grupo de fórmulas se ha sustituido la referencia al gato por la del pez:

En un café rifaron un pez,
al que le toque el número tres
una, dos y tres.        (Artziniega, Gamboa-A; Durango-B)
En un café rifaron un pez
han sacado el número tres
el uno, el dos y el tres.    (Salcedo-A)

Como se puede observar el recuento final no es de cuatro niños sino de tres; sin embargo, en este punto también el repertorio es variado:

En un café, se rifa un pez
saca la mano número cinco
un, dos, tres, cuatro, cinco.  (Portugalete-B)
En un café rifaron un pez
al que le toque el número diez,
uno,/ dos,/ tres,/ cuatro,/ cinco,
seis,/ siete,/ ocho, / nueve/ y diez.;  (Ribera Alta A, Sangüesa-N; también Gallipienzo y Sada-N)
* * *
 

Más fórmulas en las que se realiza la enumeración final:

Me monto en una moto
con el culo roto,
me monto en un avión,
me doy un coscorrón,
llamo a los bomberos,
se tiran cuatro pedos:
un, dos, tres, cuatro.  (Garde-N)

La siguiente es una versión similar a la anterior pero en la que no se efectúa la enumeración:

Voy en una moto
con el culo roto
voy en un avión
me tiró un coscorrón
llamo a los bomberos
me tiro cuatro pedos.  (Aria-N)
Uno, dos y tres
zapatito inglés
a ver quién le toca
el número cuatro:
uno, dos, tres y cuatro. (Portugalete-B)
Un lechero pequeñito
vende leche a veinticinco:
uno, dos, tres, cuatro y cinco. (Salcedo-A)
En casa de Pinocho
solo caben más que ocho:
uno, dos, tres,... ocho. Pinocho. (Murchante-N)

El señalado en último lugar la para.

Al que le toque el número diez:
uno, dos, tres,... diez.      (Aoiz-N)

En este caso se libra.

En un jardín había una pera
al que le toque el número diez;
un, dos, tres,... diez.      (Viana-N)
Voy mandando a caballo
y dirijo la batalla
y dirijo el batallón,
que siga la rueda,
con pan y canela,
con pan y melón
uno, dos y tres...   (San Román de San Millán-A)
En un castillo,
un inglés
mató a 43,
10, 20, 30, 40 y tres.  (Mendiola-A)
* * *
 

En ocasiones la fórmula exige que el último en ser señalado diga un número a su voluntad y tras ser efectuado el recuento se libra o se queda aquél a quien le corresponda.

En Pipaón (A) se disponen en corro y la que dona recita:

Mi papá tiene un cajón
lleno de clavos
dime niña cuántos son.

Al hacer esta pregunta señala con la mano a una amiga, la cual indica un número cualquiera. La que sortea sigue entonces contando hasta llegar al número dicho. La niña a quien le corresponde queda libre de tal modo que la fórmula debe repetirse hasta que queda una sola, que es la que paga.

La versión citada en Ayesa y Sada (N) es idéntica a la anterior, con la única diferencia de que al estar recogida entre niños se dice: «dime niño cuántos son».

J. Iñigo Irigoyen cita una fórmula muy similar:

Mi papá tiene un cajón
lleno de clavos.
¿Cuántos son?

La niña a quien recae el número dado por la primera queda libre[1].


 
  1. Ibidem, p. 96.