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Funciones de la serora el dia de las exequias

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En Abadiano (B), antiguamente, era la sacristana, ''serorie, ''la encargada de colocar las velas para la misa-funeral. También en Durango (B), el día del funeral, novenario y otros oficios fúnebres, la ''serora ''y posteriormente el sacristán se ocupaba de colocar la ''manta ''de la sepultura colectiva y de encender los candeleros. Todo este ajuar pertenecía a la parroquia.
 
En Murelaga (B), ''difunturie ''era la mujer que cuidaba las sepulturas de la iglesia, teniendo a su cargo asimismo la preparación y el reparto de las ofrendas de pan, ''olatak''.
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En Murelaga (B), ''difunturie ''era la mujer que cuidaba las sepulturas de la iglesia, teniendo a su cargo asimismo la preparación y el reparto de las ofrendas de pan, ''olatak''.
En Salvatierra (A), en las exequias fúnebres, la ''beata''<ref>Esta denominación podría ser reminiscencia de las reducidas comunidades de beatas que vivían en el Monasterio de Ula, Hospital y Capilla de La Magdalena, Iglesia de San Martín, anexa a la Casa de la Villa y en otras ermitas de la jurisdicción de la Villa que se sustentaban con su trabajo y servían a estos Santuarios.</ref>, previamente a que las mujeres del duelo se colocaran en la sepultura familiar, encendía las velas, las hachas y la cerilla tanto de la sepultura doméstica de la familia del finado como de las restantes. En ocasiones se hacía también cargo de las sepulturas.
A veces, como hemos visto que ocurría en Vasconia continental con la primera vecina portadora de la ofrenda de luces, que en el templo cuidaba de que los cirios ardieran y vigilaba la sepultura, también en otras localidades eran las ofrenderas del cortejo quienes se encargaban de la sepultura.
 
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En Otazu (A), en la década de los 20, las dos jóvenes que en la conducción del cadáver habían llevado las velas y los cirios eran las encargadas, durante el funeral, de atizar las velas, hachas y «cirios» que ardían en la sepultura perteneciente a la casa del difunto<ref>AEF, III (1923) p. 65.</ref>.
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