Herrajes

En Ribera Alta (A) para construir las puertas se colocan verticalmente varios tablones seguidos y a continuación horizontalmente tantos tabloncillos como se necesiten para cubrir toda la superficie de los primeros, clavándolos a los mismos de tal modo que los propios clavos suelen servir como elemento decorativo. También había puertas de una sola hoja con una abertura cuadrangular o rectangular en su parte central. Esta abertura se cerraba por dentro con otra puertecita o ventana. En el exterior llevaba unos hierros, tres o cuatro, que la cruzaban verticalmente y que además de servir de elemento decorativo, reforzaban la seguridad.

En Abezia (A) los clavos que sirven para unir las tablas que forman la puerta se disponen de formas diversas creando bellas imágenes. Los agarraderos, los pasamanos, las bisagras, las aldabas y las bocallaves, son también elementos decorativos.

En Apodaca (A) las puertas principales están adornadas con clavos forjados grandes. También se ven aldabas grandes, a veces consistentes en una mano que sujeta una bola, aunque en la mayoría de las casas se han sustituido por timbres eléctricos.

En Berganzo (A) en la decoración exterior destaca el empleo de hierro forjado en la clavazón de las puertas, en las aldabas, falsas bisagras y bocallaves. Las aldabas llevan decoraciones y elementos ornamentales sencillos, sobre todo consistentes en manos cerradas. En Valdegovía (A) suelen tener adornos basados en clavos y algún relieve. En Apellániz (A) destacan los antiguos herrajes de las puertas: bisagras, clavos, bocallaves, aldabas, todas ellas artesanales, artísticas y bien trabajadas, pero que las modernas puertas y los anticuarios, con sus continuas compras, han contribuido a que se pierdan.

Herrajes de la puerta de entrada. Viana (N), 1999. Fuente: Juan Cruz Labeaga, Grupos Etniker Euskalerria.

En Murchante (N) la puerta de entrada estaba decorada con grandes clavos dispuestos regularmente por toda su superficie. El picaporte más que decorativo era un objeto práctico a excepción de las casas más pudientes.

En San Martín de Unx (N) las puertas se decoran sobriamente con clavos de fragua de los de cabeza ancha o romboidal, con molduras y con juegos geométricos, mediante técnica de bajorrelieve. Otros motivos decorativos son la aldaba, en forma de mano ensortijada que sostiene una bola, e incluso la gatera, que da un toque de gracia al conjunto.

En Aintzioa y Orondritz (N) en las puertas sencillas cuyo dintel es un tronco, el único motivo de decoración que tienen son los clavos de cabeza redonda, también la aldaba o picaporte, en forma de mano que sujeta una bola, la chapa del Sagrado Corazón y las cruces de madera que por Santa Cruz se colocaban en las puertas para preservar la casa y a sus moradores de todo mal.

En Mélida (N) las portaladas llevaban unos clavos grandes de hierro que hacían las veces de decoración. En algunas de las puertas principales de la casa también se ponían estos clavos de hierro. En Eugi (N) la entrada estaba decorada con clavos romboidales dispuestos horizontal o verticalmente.

Este tipo de ornamentación alcanza en Mélida (N) a las puertas del corral, llamadas portaladas, que eran de madera y al exterior llevaban unos adornos metálicos de hierro, dispuestos en hileras que podían ser de varios tipos: cabezas de clavo con forma de casquete de esfera o punta de diamante y placas en forma de rosetas sujetas mediante clavos.

En las casas de cierta importancia, como en algunas de Sangüesa (N), la parte visible de la puerta, la que da al exterior, es la más decorada. Así muestra aldaba, bocallave y sobre todo clavos que además de aportar belleza refuerzan su carpintería. Todas estas piezas decorativas son de hierro. Los ejemplares más característicos tienen las puertas pequeñas bien resaltadas mediante un marco de orejetas superiores, con un estilo muy propio del siglo XVII en adelante.

Ateko sarraila, cerraja de puerta. Abadiño (B), 2005. Fuente: Rosa M.ª Ardanza, Grupos Etniker Euskalerria.

En las poblaciones urbanas ha sido relativamente frecuente que en la puerta de entrada de la casa aparezca una plaquita metálica a la altura de los ojos con el nombre de la familia. Aún más extendida ha estado la costumbre de fijar o pintar el número de la casa.

En cuanto a los elementos de naturaleza protectora, consisten en cruces y placas del Sagrado Corazón fijadas a la puerta principal. Se describirán en un capítulo posterior, en el que se tratan los símbolos protectores de la casa.

Otro aspecto a tener en cuenta ha sido la costumbre de pintar las puertas y sus marcos. En los caseríos se pintaban de vez en cuando mientras que en las villas se hacía a menudo.

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En Moreda (A) puertas y ventanas se pintan con barnices, esmaltes y pinturas generalmente de color marrón. Primeramente se lijan y luego se barnizan para acabar dándoles un esmalte apropiado.

En Portugalete (B) las puertas, al igual que las ventanas, incluidos los marcos, se pintaban con pintura al aceite, variando los colores: verde, gris, ocre o marrón, siendo este último el más utilizado; el blanco se generalizó mucho después.

En Valtierra (N) puertas y ventanas podían tener el dintel con otro color distinto al de la pared. Las cuevas que servían de vivienda presentaban los dinteles de puertas y ventanas enlucidos y encalados.