Impurezas de la sangre. Odola loditu

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Se estima que la sangre es el elemento más íntimamente ligado a la vida, regulador del estado de salud y también, cuando se altera su equilibrio, causa de enfermedad y muerte. Así lo refleja el dicho:

La sangre nos cría y la sangre nos mata.

Resulta interesante la vinculación que popularmente se establece entre la sangre y la savia de las plantas y por lo tanto su relación con los cambios estacionales. Inversamente está ampliamente extendido el uso de la voz sangrar para referirse a la savia que mana de las heridas de los árboles (Carranza-B).

Se ha constatado que popularmente se relaciona este estado de la sangre con la primavera y el otoño y por lo tanto con la salida y la caída de las hojas.

En esta población vizcaina (Carranza) se dice de la sangre que se renueva durante la primavera al igual que lo hace la savia de los árboles y que tiene la capacidad de cambiar su consistencia en respuesta a estímulos de diferente naturaleza. Puede engordarse, considerándose esta situación como morbosa, por lo que se trata de adelgazar mediante la ingestión de una serie de preparados obtenidos a partir de diversas especies vegetales. Engordar la sangre viene a ser similar a subirse la tensión. De ahí que unos hablen de remedios para rebajarla, es decir, para conseguir un estado de tensión normal y en cambio otros ya se expresen en términos más modernos refiriéndose a medios para bajar la tensión.

En Bermeo (B) se dice que dependiendo de temporadas y circunstancias, las más de las veces poco claras, la sangre cambia de consistencia. Unas veces adelgaza, metu, y otras engorda, loditu. Parece ser que el adelgazamiento equivale a la hipotensión y el engorde a la hipertensión, de ahí la preocupación de muchas mujeres mayores, que son las que manejan esta terminología, por tomarse la tensión arterial. Los dos periodos anuales en los que según creencia popular se producen cambios importantes en la sangre son la primavera y el otoño y se relacionan con la salida y la caída de la hoja. En Amézaga de Zuya (A) afirman que las impurezas de la sangre se presentan cuando ésta es demasiado gorda o hay un exceso de la misma. En este sentido se dice que durante la primavera es cuando el cuerpo es más proclive a padecer las impurezas. El momento más apropiado por tanto para tomar infusiones destinadas a adelgazar la sangre es esta estación y en menor medida el otoño porque tal y como se dice: “La caída y la salida de las hojas son los momentos más propicios a padecer todo tipo de enfermedad”.

En Lezaun (N) se creía que durante la primavera se cambiaba o renovaba la sangre y se decía que era fácil que se pusiese gorda. Entonces había mucho peligro de “coger trancazos”, gripe. En Lekunberri (N) se tomaban infusiones de ortigas y de karraskila en primavera y en otoño. Se consideraba preciso purificar la sangre por primavera ya que se pensaba que ésta engordaba. En Améscoa (N) se afirmaba que en la primavera tenía lugar “el cambio de sangre”. En Astigarraga (G) las temporadas de primavera y otoño se consideraban épocas de hemorragias. En Mendiola (A) también creían que los cambios estacionales afectaban a la sangre: “La primavera, la sangre altera”.

En Sara (L) recuerdan que los antiguos aseguraban que era conveniente que durante los inviernos hiciese frío ya que esto contribuía a que la sangre se purificase, odola mehetu, y tomase la fuerza necesaria para evitar contraer fácilmente las enfermedades.

Más adelante se recogerán unas cuantas consideraciones populares sobre la influencia de la alimentación en estos mismos asuntos[1].

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