Inhumación de infantes sin bautizar
Hasta principios del presente siglo perduró en algunas localidades la práctica de dar sepultura a los niños nacidos muertos o que fallecían sin llegar a ser bautizados bajo el alero de la casa o en un terreno contiguo a ella.
También existe constancia de haber enterrado los cadáveres de estos niños en el recinto de la casa. Así lo constata Barandiarán en la Rioja alavesa[1]. En Izpura (BN) recuerdan que un niño fue enterrado bajo una teja en la cocina de la casa Ibarnia de la vecina localidad de Lasa (BN). En Liginaga (Z) además de en la huerta, baratzian, inhumaban los niños en el establo, ezkaratzian[2].