Interrupción del noviazgo por presiones paternas

La intervención de los padres para impedir la relación de sus hijos también ha sido muy común. La no aceptación se daba principalmente por razones económicas además de por diferencias ideológicas, defectos físicos o descrédito personal de los interesados (Mendiola, Valdegovía-A; Bermeo, Muskiz-B; Ezkio-G; Izal, Lezaun-N).

En Aoiz (N) en caso de que los padres de una de las partes no estuvieran de acuerdo se oponían a la unión. Entre las causas habituales que originaban dicha oposición una era la condición económica inferior de uno de los miembros de la pareja ante el que "era de mejor casa" o "llevaba mucha dote". También se consideraba la situación de los novios ya que los padres de las mozas no aceptaban que sus hijas se relacionaran con hombres de "poco asiento" que denominaban cantamañanas. Asimismo no se admitía la relación del hijo cuando la novia tenía fama de descarada o de zurrupio[1]. Más tarde, en época de guerra y postguerra, tuvo mucha importancia la ideología política que hacía que algunas familias no consintieran las uniones de sus hijos. Hubo novios que debieron esperar largo tiempo hasta el fallecimiento del cabeza de familia.

En el Valle de Elorz (N) algunos padres vetaban los matrimonios de sus hijos por desavenencias familiares: "No te has de casar con ése porque su casa y la nuestra nunca se han venido bien". Las razones de tipo político tenían también su peso pero las más frecuentes eran de orden económico. Se temía rebajar el prestigio de la "casa fuerte", dando entrada en ella como amo o dueña a una persona de humilde o mediana posición social[2]. En Monreal (N) también se oponían a la elección cuando había conflictos entre las familias.

En Sangüesa (N) cuando uno de los novios gozaba de mala fama, era de casa más humilde o procedía de una familia que hubiera sufrido enfermedades infecciosas como la tuberculosis, los padres se oponían al deseo de sus hijos amenazándolos con desheredarlos o despacharlos de casa. Algunos tuvieron que abandonar el hogar y hubo padres que no acudieron a la boda.

En Gamboa (A) se conocen varios casos de parejas que rompieron sus relaciones por presiones paternas tan egoístas como querer retener a los hijos en casa para que cuidaran del ganado y trabajaran la tierra.

En Orozko (B) los padres no siempre conseguían acuerdos satisfactorios para ambas partes en cuyo caso se producía la ruptura del noviazgo por falta de entendimiento. Se señala algún caso en que el desacuerdo por una cantidad determinada de dinero hizo que la novia rompiera la relación aduciendo que ella no era una cabeza de ganado a quien se ponía precio. En esta misma localidad se conocen situaciones acaecidas hasta mediados de siglo en que los padres no consintieron la boda de la hija porque el novio no disponía de bienes que aportar. Similar situación es la señalada en Moreda (A) donde las relaciones se rompían porque los padres no se ponían de acuerdo a la hora de hacer "las mandas" en la reunión de petición de mano.

En Artajona (N) los informantes recuerdan que frecuentemente los padres impedían a sus hijos continuar con el noviazgo que no fuese de su agrado. Quienes optaban por no romperlo se marchaban del pueblo, teniendo la novia que ponerse a servir para poder sobrevivir. Otro tanto sucedía en San Martín de Unx (N) donde si los padres se oponían las chicas se veían obligadas a abandonar el hogar paterno al estar en total desacuerdo con sus progenitores. Uranzu señala que cuando los padres de una muchacha no consentían su matrimonio y ésta se iba a casa de algún pariente o amiga desde donde salía para casarse, denominaban a tal situación estar depositada[3]. En Artajona era usual que para obstaculizar la relación se enviara temporalmente a la hija a otro lugar, a casa de algún familiar, para que se le "pasase la locura por el mozo".

En Aoiz (N) hay ocasiones en que los padres intentan obstaculizar las bodas de sus hijos incluso hoy en día, pero los jóvenes se mantienen firmes en sus deseos y aunque tengan enfrentamientos con su familia siguen adelante con la relación.


 
  1. Según el Vocabulario navarro de Iribarren, zurrupio tiene el sentido de ramera o prostituta vil y degradada en Ribera y de mujer muy fea, pequeña y flaca en Salazar. (José Mª IRIBARREN. Vocabulario navarro. Pamplona, 1984, p. 564).
  2. Javier LARRAYOZ. “Encuesta etnográfica del Valle de Elorz (2ª parte)” in CEEN, VI (1974) pp. 77-78.
  3. Luis de URANZU. Diccionario del Bidasoa. 1994, p. 102.