Introducción

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La obra que presentamos ha de encuadrarse en el conjunto de los volúmenes que componen el Atlas Etnográfico de Vasconia cuya pretensión es el registro sistemático de los hechos que con­figuran su cultura tradicional. Anteriormente hemos publicado los dedicados a La Alimentación Doméstica (1990, reedición 1999), Juegos Infantiles (1993), Ritos Funerarios (1995) y Ritos del Nacimiento al Matrimonio (1998); estos dos últimos ofrecen la visión completa de los ritos de paso en Vasconia. Este tomo con el título Ganadería y Pastoreo describe los múltiples aspectos que con­figuran un modo de vida de larga tradición en Vasconia.

En la parte introductoria de los volúmenes editados aparece expuesta la planificación del Atlas Etnográfico, así como la metodología seguida tanto en la investigación de campo como en el ulterior proceso de elaboración de los materiales recogidos. Habida cuenta de que cada tomo constituye una unidad temática, expondremos aquí algunos de los conceptos allí desarrollados.

La propuesta de un Atlas Etnográfico

El renombrado investigador José Miguel de Barandiaran (1889-1991), que desde los años vein­te venía trabajando en la etnografía vasca, presentó en el I Congreso Nacional de Artes y Costumbres Populares (Zaragoza, 1968) una comunicación titulada Bosquejo de un Atlas Etnográfico del Pueblo Vasco[1]. En ella realizaba un inventario de las investigaciones etnográficas lle­vadas a cabo hasta entonces en el área vasca y ofrecía un balance crítico señalando los vacíos y las deficiencias más importantes en este campo.

Al año siguiente, 1969, en las V Jornadas de Estudios Folklóricos Aragoneses presentó una nueva ponencia titulada Criterios generales para una investigación etnográfica de los Pueblos Pirenaicos[2]. Iba acompañada de un cuestionario etnográfico remodelado conforme al plan que la Conferencia Internacional de Etnología Europea formuló en 1965.

He aquí los puntos programáticos expuestos en estas dos comunicaciones:

1. En muchas de nuestras publicaciones etnográficas el material recogido es exclusivamente el que la tradición popular ha hecho llegar hasta nosotros. Pero nuestra cultura presente no es sólo el conjunto de las vivencias que nos vienen de las fases pretéritas del proceso his­tórico de nuestro pueblo, sino también las nuevas vivencias que advienen de los cuatro pun­tos cardinales y son aceptadas por la comunidad vasca donde efectuamos nuestros sondeos.
2. Una gran parte de nuestros estudios y publicaciones está formada por descripciones estáti­cas y casi exclusivamente morfológicas de los hechos. Sus autores tomaron del complejo cultural unos materiales y los presentaron como datos puros, imitando en esto al naturalis­ta que aísla y describe los hechos de su especialidad. Pero mientras éstos tienen por sí mis­mos una significación, aquéllos —los hechos culturales— son signos que nos remiten a unas neutralidades diferentes de la del observador. Es, pues, un error el desintegrarlos, el sus­tantivarlos y manipular con ellos como hacía el naturalista en su laboratorio con los suyos. Al aislarlos de su contexto humano y objetivarlos los privamos de su auténtica realidad.
3. No podemos aprehender la cultura con sólo observar los símbolos, sino viviendo la realidad a la que éstos se refieren en contacto con los hombres que actúan en relación con el medio y con sus semejantes. En etnología no es adecuadamente inteligible lo que no ha sido vivi­do.
4. La descripción del objeto no debe ser, por lo tanto, puramente estática. En una sociedad, en un pueblo, cada elemento interviene no sólo por sus características físicas —dimensio­nes, peso, volumen, color—, sino también porque tiene una significación, porque sugiere gestos, conductas, modos de vida, porque se halla humanizado y comporta una significa­ción cultural. Su visión evoca gestos de quienes lo han fabricado y de los que lo utilizan. Es signo visible de un mundo de intenciones, de nociones y de ideas que los hombres cultivan en torno a ellos. Así pues en los estudios etnológicos, como en los históricos, no debemos perder de vista la primacía de lo invisible como criterio de interpretación.
5. En nuestras publicaciones debemos consignar el índice de vitalidad del material registrado o el grado de aceptación que tiene en el pueblo y así mismo hay que indicar la extensión o área que los elementos de cultura cubren dentro del país o más allá.
6. Existen en el País Vasco muchas zonas que no han sido estudiadas todavía por ningún etnó­grafo. En éstas y en otras, el contacto con el maquinismo está haciendo desaparecer los modos de existencia tradicionales. Nos debe interesar el fenómeno del maquinismo, pero también las fases anteriores del proceso.
7. Una labor apenas ensayada es la de describir el proceso de la aculturación de los individuos más castizos y mejor modelados por el saber popular en cada comarca. Para completar el conocimiento de un pueblo interesa entender cómo los elementos de su cultura han ido instalándose en aquellas personas cuyo comportamiento personal las acusa marcadamente.
8. Por todo lo dicho, creemos urgente que se lleve a cabo una labor metódica mediante equi­pos bien formados en la técnica de la investigación etnográfica. Hay que organizar pues en Vasconia rebuscas sistemáticas en forma de sondeos que deberán ser realizadas en locali­dades situadas en todas las comarcas, hasta tener de cada una de éstas una monografía que comprenda los temas fundamentales de la vida cultural de sus habitantes.




Ander Manterola
Derio, diciembre de 2000

  1. José Miguel de BARANDIARAN.OO.CC BARANDIARAN. OO.CC. Tomo VI. Bilbao, 1974, pp. 351-355.
  2. Ibidem, pp. 357-383.