XXIII. LUGARES Y MODOS DE ENTERRAMIENTO

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En el área cultural en la que está inserta Vasconia la inhumación ha sido el medio generalizado a la hora de dar reposo a los restos de los difuntos. En los últimos años se comienza a observar otro procedimiento: la incineración, pero aún son contadas las familias que recurren a la misma y aunque a veces se aventen las cenizas, lo normal es inhumarlas[1].

Este capítulo comienza con varios apartados en los que se recogen algunas reseñas históricas que no pretenden ser exhaustivas, ya que su finalidad es simplemente la de contribuir a explicar una serie de comportamientos y prácticas que se han tratado en este volumen y que sólo tienen sentido conociendo los cambios que a lo largo de los últimos siglos se han operado en lo relativo a los lugares de enterramiento.

La inhumación en el entorno de la iglesia dio el nombre de cementerio al pórtico de la misma y tal designación ha perdurado cuando al referirse a las reuniones que los vecinos realizaban ante la iglesia se decía que tenían lugar en el cementerio de la misma.

Durante siglos se practicó la inhumación en sepulturas localizadas en el interior de las iglesias de tal modo que al decretarse su prohibición se creó una gran resistencia popular al enterramiento en los cementerios. Cuando al final esta última práctica se impuso, siguió prevaleciendo la sepultura de la iglesia, convertida en simbólica, frente a la real en el cementerio y la mayoría de los rituales perduraron ligados a la primera. Sólo en tiempos relativamente recientes, a medida que se iban suprimiendo las sepulturas en las iglesias, ha ido cobrando importancia el cementerio desde el punto de vista ritual.

La prohibición de sepultar dentro de los templos obligó a la creación de nuevos cementerios o a la reutilización de los que ya había en el entorno de las iglesias. Este último caso, mayoritario en Vasconia continental, ha contribuido a que sea habitual la presencia de visitantes en este recinto a diferencia de lo que ha ocurrido en el área peninsular.

También se aborda aquí la organización del cementerio así como los modos de enterramiento y la evolución que han experimentado desde la sencilla tumba de tierra hasta los elaborados panteones con capilla o los modernos nichos.

Al final se hace referencia a los enterramientos de bebés que fallecían sin ser bautizados o de personas que bien porque se suicidaban o porque no eran creyentes, no tenían derecho a ser inhumadas en tierra sagrada, para lo cual disponían de apartados o anejos especiales en el cementerio.

La inhumación en la casa. Etxekanderearen baratzea

La inhumación junto a la iglesia

La inhumación en el interior de la iglesia

Prohibiciones legales de sepultar en iglesias

El cementerio. Hilerria


 
  1. La primera incineración efectuada en el crematorio del cementerio municipal de Bilbao, situado en la localidad vizcaina de Derio, se realizó en el año 1991. Desde entonces se han ido incrementando progresivamente hasta el punto de que en 1994 su número ya fue la mitad que el de inhumaciones. Parece inexorable que allí donde se producen importantes aglomeraciones humanas y escasea el lugar para enterramientos, lo que trae como consecuencia el encarecimiento de las inhumaciones, la incineración se vaya extendiendo. Antes se debe vencer la resistencia de los familiares, especialmente cuando no se sepultan las cenizas, a perder el punto de referencia concreto donde visitar, orar y recordar a los difuntos. Como muchas de las transformaciones operadas en los rituales funerarios ésta de la incineración se ha iniciado en las zonas urbanas. La cremación de los cadáveres también ha facilitado el transporte entre lugares distantes.