La carrera sacerdotal

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los chicos o los jóvenes que entraban al seminario para cursar los estudios que completaban la "carrera sacerdotal" eran llamados seminaristas y en épocas anteriores "estudiantes". Durante los estudios su distintivo externo era la beca estudiantil de color rojo.

Normalmente se ingresaba en el Seminario Menor a la edad de once o doce años para iniciar los estudios de Humanidades que se prolongaban durante cinco o seis cursos.

Luego pasaban al Seminario Mayor donde, en régimen de internado, cursarían primeramente los estudios de Filosofía durante tres años y luego los de Teología durante otros cuatro o cinco.

Aquellos jóvenes que habían estudiado el Bachillerato o habían cursado carreras universitarias ingresaban directamente en el Seminario Mayor. Antes de iniciar las asignaturas de Filosofía realizaban uno o dos cursos intensivos de latín y griego.

Mediados los estudios de Teología, con veintidós o más años, los candidatos considerados idóneos recibían las órdenes menores. Previamente tenía lugar el rito de la tonsura mediante la cual se ingresaba en el estado clerical: en una ceremonia religiosa que se desarrollaba en una capilla el Obispo tonsuraba al candidato cortándole un mechón de pelo. En adelante el tonsurado sería considerado clérigo y vestiría con ropa talar (sotana).

Poco después era ordenado por el obispo como ostiario, como lector, como acólito y como exorcista. Estas órdenes, llamadas menores, hacían referencia a los ministerios que desempeñaban los clérigos en la Iglesia primitiva.

Terminado el anteúltimo curso de Teología se accedía al subdiaconado que era la primera de las Ordenes Mayores y que llevaba consigo la promesa de celibato. Por esta razón, unas semanas antes, tenían lugar en la parroquia del ordenando las proclamas por si hubiera algún impedimento para que accediera a su ordenación.

Misacantano con sus padres. Errazkin (N), 1960. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

Sucesivamente el obispo, en solemne ceremonia, le ordenaba de diácono y posteriormente de presbítero, con lo cual quedaba consagrado como sacerdote.

El nuevo sacerdote celebraba su primera misa, meza berria, en su parroquia. Esta celebración religiosa solemne comportaba un aparato festivo similar al de una boda, con invitaciones a los parientes, edición de recordatorios y banquete de primera misa. En la mesa y en medio de sus padres se sentaba el misacantano, apaiz berria, y, en torno a ellos los sacerdotes asistentes, los amigos y familiares. Dicen los informantes que con este motivo la familia "echaba el resto", invitando a más gente y haciendo más gasto que incluso en las bodas (Zeanuri-B; San Martín de Unx-N).

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Hasta los años setenta, las vocaciones tanto para religiosos como para sacerdotes fueron muy numerosas en el área encuestada. Eran varias, e incluso muchas, las familias de cada localidad que contaban entre sus parientes con uno o varios religiosos, religiosas o sacerdotes. Al decir de algunos informantes esta abundancia de vocaciones religiosas en las clases populares obedecía a causas sociales y económicas como la posibilidad de buscar un acomodo, o de realizar estudios o la de obtener una situación de algún rango en la sociedad (Amézaga de Zuya, Gamboa-A; Lezama-B; Oñati-G; Garde, Lekunberri, Lezaun-N).

Debido a la crisis religiosa, generalizada a partir de los años setenta, y al proceso de secularización han disminuido sensiblemente las vocaciones religiosas. Los ritos de paso arriba mencionados, frecuentes antaño en la sociedad encuestada, se han reducido en gran medida.