La pesca

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La pesca en ríos ha tenido básicamente una finalidad lúdica aunque en ocasiones se han aprovechado las piezas obtenidas para llevarlas a casa a fin de consumirlas.

Los chicos de Barakaldo (B) pescaban bermejuelas, loinas y pequeñas anguilas a mano o con un bote de hojalata para después meterlas en un tarro de cristal y llevarlas a la escuela o tenerlas en casa a modo de pecera.

Asimismo, cuando se trataba de ciprínidos de mayor tamaño, se pescaban con caña para llevarlos a casa y comerlos, aunque a menudo eran rechazados por las madres.

El aparejo de pesca lo preparaban los niños con una caña de la especie Arundo donax, hilo fuerte, un corcho de botella y como anzuelo un alfiler doblado. Los plomos también los preparaban ellos mismos a partir de tubos de pasta dentífrica o de betún. Se ponían dentro de un bote de tomate o pimientos y se fundían sobre una fogata. Tras dejar enfriar la aleación obtenida, se le daba forma de barritas con la ayuda de un martillo, después se cortaban y se ataban a los hilos de pesca.

Por supuesto que también había niños que empleaban aparejos en condiciones. Los preparados siguiendo el procedimiento anterior eran utilizados por los más pequeños, aunque la fabricación de los plomos la efectuaban los mayores. Como soporte del aparejo se utilizaba un palo o una caña india de las plantadas en las heredades como adorno.

Mediante este sistema se pescaban anguilas, si bien una vez atrapadas con el anzuelo había que ser diestro para sujetarlas. También se capturaban a mano, bien levantando piedras o desecando parte del río. Se buscaba un remanso no muy grande y se cortaba la corriente con un pequeño muro de piedras y barro. Después con la ayuda de una lata grande de las de sardinas o un balde viejo se vaciaba el agua. Al final se recogían los peces y anguilas que quedaban atrapadas.

Comentan los informantes de Salvatierra (A) que algunos chiquillos cogían a mano loinas, barbos, cangrejos y otras especies, pero en pequeña cantidad y por entretenimiento, para depositarlos a veces en peceras o recipientes de cristal repletos de agua.

Pescador de cangrejos. 1909. Fuente: Novedades, San Sebastián, 1909.

En Monreal (N) los niños y también las niñas capturaban a mano cangrejos, madrillas, anguilas y lampreas para llevarlas a casa y comerlas.

Entre las actividades de primavera y verano de los críos y mozalbetes de Berastegi (G) destacaba la pesca de truchas, más abundantes en tiempos pasados.

En los riachuelos cercanos a Viana (N) era frecuente avistar cangrejos. Los niños los capturaban a mano levantando las piedras o poniendo botes y sacándolos rápidamente. Recuerdan, sin embargo, que el mejor sistema consistía en sumergir ladrillos huecos a fin de que se escondiesen en su interior, lo que era aprovechado para recogerlos.

En Bermeo (B) pescaban kaskalluek, bermejuelas, al igual que en Goizueta (N), donde recibían el nombre de kiskaluek. En Garde (N) se llaman chipas y las emplean para hacer tortillas.

Pescando. 1912. Fuente: Novedades, San Sebastián, 1912.

En Carranza (B) los niños aprovechaban para pescar cuando acompañaban a sus madres a lavar al río. Lo hacían ayudándose de los baldes y bañeras en los que se acarreaba la ropa, tras lo cual, llevaban los pececillos a casa para meterlos en recipientes a modo de peceras. Algunos domingos de verano, cuando bajaban a los ríos a bañarse, pescaban con botrinos que ellos mismos construían con un saco y una vara de avellano. Curvaban ésta hasta darle forma de aro uniendo los dos extremos con otra vara muy fina y después la colocaban en la boca del saco para que permaneciese abierta.

La técnica de que se valían era la siguiente: Dos niños se situaban en un tramo del río donde hubiese una corriente. Introducían el botrino en el agua y uno a cada lado sujetaban el aro y el saco. Otro niño, río arriba, chapoteaba descalzo para asustar o usar a los peces, que al entrar en la corriente eran arrastrados al interior del saco. Después lo elevaban para que saliese el agua y echaban a un balde los que habían quedado atrapados en su interior.

En Bidegoian (G) para capturar bermejuelas, ezkaluek, utilizan una botella con la base rota y corcho puesto. Se introduce en la corriente tras haber depositado en su interior migas de pan y al de un tiempo, cuando tiene pececillos dentro, se saca y se echan en el abrevadero de casa, ur aska.

Además de animales de agua dulce, los niños de las localidades costeras han sabido aprovechar su proximidad al mar para atrapar animales marinos. Durante el periodo estival, en Portugalete (B) capturan a mano, entre las rocas de las zonas de baño, karramarros para jugar. Al igual que en Bermeo (B), con ellos hacen carreras que ofrecen mayores dificultades que las típicas de caracoles porque estos crustáceos se escabullen rápidamente. A veces simplemente se entretienen haciéndoles rabiar con la ayuda de un palito, para que lo cojan con sus pinzas. Antes también se pescaban con reteles de arpillera. Los chavales acudían a la plaza del mercado adonde las pescateras, y les pedían cabezas de bonito y tripas de pescado para utilizarlas como cebo y así poder cogerlos, ordinariamente para llevarlos a casa.

En esta misma localidad, Portugalete, solían capturar además babosillas utilizando para ello un pequeño aparejo. En la punta del muelle, en los pocitos, también cogían kiskillas con un pañuelo y las comían crudas.

En Bermeo y Getxo (B), también durante el período estival, pescaban txílluek o panchos, ma gurios y lapas.