La religiosidad hoy en día
Según se ha señalado anteriormente la mujer ha sido la principal transmisora y valedora de las enseñanzas religiosas en la familia, bien fuera la madre, la abuela o alguna tía soltera que viviera en casa. Los datos recogidos en las encuestas señalan que el papel de la mujer en la transmisión de las creencias religiosas se ha reducido notablemente hasta el punto de considerarse en la actualidad secundario.
En tiempos pasados la sociedad rural estaba fundada en la religiosidad de sus miembros, la autoridad paterna dentro de la familia, y la defensa de la continuidad de la casa. Hace mucho que esos valores están cuestionados y se ha buscado una estructura adaptada a los nuevos tiempos. En los años cuarenta y cincuenta del siglo XX los actos religiosos eran casi el único motivo de reunión de los vecinos, lo que los convertía en mitad religiosos, mitad encuentros sociales.
En localidades pequeñas, aparte de a las ferias, los vecinos apenas abandonaban el pueblo salvo para asistir a romerías religiosas; el toque de campana de la iglesia señalaba las horas de las comidas y la retirada a casa en las jornadas festivas; las cosechas estaban bajo la protección de la Virgen y de los santos; el rosario reunía a la familia en torno al hogar; el culto a los muertos recordaba la vida del más allá; permanecían las antiguas creencias caracterizadas por el temor a las fuerzas naturales junto a la convicción de la existencia de seres maléficos lo que suponía otra expresión religiosa con sus conjuros, amuletos, etc.
Al verse muy menguado este soporte religioso la organización familiar se ha resentido, ha cambiado el comportamiento moral de la juventud y los horarios de retirada de los muchachos y muchachas; la inasistencia a los actos religiosos y la confianza en sus propias fuerzas lleva a los jóvenes a desligarse de sus mayores. Se ha debilitado la autoridad paterna, que era admitida sin discusión y mediante la cual gobernaba en casa, organizaba los trabajos, controlaba el producto, reglamentaba los esparcimientos, imponía su concepto religioso y fijaba quién había de ser su sucesor, disponía en los más de los casos del destino de sus hijos, concertando los matrimonios, encauzándolos a la vida religiosa e incluso enviándolos a América en apoyo de algún pariente para que allí se abriese fortuna.
Hoy día a los niños se les educa de diferente forma y son muchos los hogares donde no se les enseñan oraciones, tampoco se bendice la mesa, ni se reza el rosario ni acuden a misa. La asistencia a la iglesia a los diversos actos religiosos ha experimentado una reducción muy importante entre los adolescentes y los jóvenes, y también, aunque no tanta, entre los adultos. Son las personas mayores, sobre todo las mujeres, quienes mantienen vivas las prácticas religiosas. Las creencias religiosas suponían en tiempos pasados un soporte que ayudaba a vertebrar la propia sociedad rural. Algunos informantes consideran que el abandono de las mismas está acarreando cambios que juzgan negativos, o al menos preocupantes.
Como factores que han influido en los cambios del comportarmiento socio-religioso se señalan la televisión y el sistema de enseñanza con la obligatoriedad de salir a determinada edad a centros escolares de fuera del pueblo. Además muchas mujeres trabajan en casa y fuera de ella con resultados diversos en lo referente a la dedicación de tiempo a la transmisión de ciertas enseñanzas. Si en los años sesenta resultaba difícil encontrar información sobre supersticiones, en los momentos actuales lo es aún más; sin embargo han surgido modernos tabúes: se lee el horóscopo y se cree en el valor curativo de ciertos objetos, como por ejemplo las pulseras de cobre.