La vivienda en cuevas (La Ribera)

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Tomamos el testimonio de Leoncio Urabayen, de finales de la segunda década del s. XX, para la descripción de la vivienda en cuevas de la Ribera Navarra.

Se escogía un terreno yesoso, bien igual y compacto: un montículo que tuviera un corte al este o al sur. Se comenzaba con un pico la galería por lo más alto. Si había de tener dos pisos se hacía primero el superior. Casi siempre tenían una fachada. Algunas contaban con dos caras: una, más extensa, la del corte del monte al sur o al este; otra, pequeña, opuesta, aprovechando una pendiente. Rara vez había dos caras en ángulo. Los pisos únicos abundaban más. Las cuevas de dos pisos pertenecían, o bien a una misma vivienda, por lo que disponían escalera interior labrada en el mismo yeso, o bien a dos viviendas distintas, en cuyo caso la más alta necesitaba una escalera exterior, labrada también en el terreno. Esto ocurría cuando no había más fachada disponible bien orientada. Cuando el montículo era elevado se prefería hacer las galerías más cerca de la cumbre que del suelo, para que no pesase sobre los techos mucha masa; esto obligaba a labrar escaleras exteriores.

Las casas de una planta tenían en ella un portal pequeño, cocina, dormitorios y cuadras, además de una despensa o bodega. La cuadra solía recibir luz y aire por el portal. La despensa o bodega no tenía ventana al exterior. Las casas de dos plantas tenían en la más alta la cocina, cuya chimenea se labraba en el yeso hasta la cumbre de montecillo. No había retretes. Los menesteres se hacían lejos y fuera. Las ventanas tenían sus maderas al uso del país; muchas tenían los jambajes pintados a la cal. Algunas casas disponían de balcón sin saledizo. Otras, un corredor sin saledizo, de tres o cuatro metros de largo por uno de fondo.

Las habitaciones eran grandes y blanqueadas con cal ligeramente teñida de azul. Los techos un poco abovedados. No había puertas interiores o eran escasas. El suelo estaba muy apisonado. En algunas había baldosa de barro cocido en alguna estancia. La bodega o despensa, oscura y profunda, hacia el norte, era fresca. La cubicación era más que la suficiente, aunque los techos eran bajos (2,20 a 2,50 m).

Las cuevas podían ser viviendas más confortables que muchas de las que se elevaban sobre el suelo, pero estaban consideradas como alojamiento de gente pobre[1].

Cuevas de Valtierra, 2001. Fuente: Daniel Miranda, Grupos Etniker Euskalerria.


 
  1. Leoncio URABAYEN. La casa navarra. Madrid: 1929, pp. 110-114.