Diferencia entre revisiones de «Las loberas»

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Dentro de los límites marcados por las paredes se levantaban unas construcciones de piedra de dimensiones reducidas para que los cazadores se apostasen en su interior. Consistían en pequeñas paredes o losas puestas de pie, cerradas en la dirección en la que venía el lobo y abiertas hacía el foso de la lobera. A veces se aprovechaba algún árbol colocando unas piedras a los lados. En el centro de estas pequeñas casetas siempre había una o varias piedras para que se pudiese sentar el cazador, ya que a veces tenía que esperar varias horas. Desde estos puestos se asustaba a la fiera con ruidos y gritos, después de que pasara, para hacerla correr hacia el foso; también se le disparaba si trataba de volver hacia atrás.
 
Dentro de los límites marcados por las paredes se levantaban unas construcciones de piedra de dimensiones reducidas para que los cazadores se apostasen en su interior. Consistían en pequeñas paredes o losas puestas de pie, cerradas en la dirección en la que venía el lobo y abiertas hacía el foso de la lobera. A veces se aprovechaba algún árbol colocando unas piedras a los lados. En el centro de estas pequeñas casetas siempre había una o varias piedras para que se pudiese sentar el cazador, ya que a veces tenía que esperar varias horas. Desde estos puestos se asustaba a la fiera con ruidos y gritos, después de que pasara, para hacerla correr hacia el foso; también se le disparaba si trataba de volver hacia atrás.
  
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[[File:3.280 Muro de la lobera de Barron (A).jpg|center|600px|Muro de la lobera de Barrón (A). Fuente: Félix Murga, Grupos Etniker Euskalerria.]]
  
 
En la mayoría de las loberas existían unas puertas consistentes simplemente en interrupciones en las paredes. Servían para que pasase el ganado ya que a menudo tenían tal longitud que de otro modo obligarían a los animales a dar grandes rodeos. En los días de caza, un cazador dispuesto en el centro de cada puerta impedía el paso del lobo. A veces, cuando la abertura era estrecha, se colocaban palos en sentido horizontal, formando una barrera detrás de la cual se apostaban los cazadores esperando a que pasara.
 
En la mayoría de las loberas existían unas puertas consistentes simplemente en interrupciones en las paredes. Servían para que pasase el ganado ya que a menudo tenían tal longitud que de otro modo obligarían a los animales a dar grandes rodeos. En los días de caza, un cazador dispuesto en el centro de cada puerta impedía el paso del lobo. A veces, cuando la abertura era estrecha, se colocaban palos en sentido horizontal, formando una barrera detrás de la cual se apostaban los cazadores esperando a que pasara.
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Las loberas convergían en un punto en el que se abría un hoyo. Para su construcción se solía aprovechar una suave pendiente descendente que facilitara la carrera del lobo hacia el agujero y de paso evitara que saltase las paredes. En algunas ocasiones en el centro de la fosa se colocaban una o varias piedras amontonadas con el fin de que el animal, una vez en el interior, no pudiese tomar carrerilla y saltar fuera. En algunos lugares se tapaba el hoyo con un tenue ramaje y con hojas de modo que al intentar pasar cayese a su interior. El agujero se reforzaba con paredes para que no pudiese salir de él. La pared del fondo solía ser más baja que la de los laterales de modo que su nivel superior quedase a ras del suelo, de este modo el lobo, que corría entre los muros que cada vez se estrechaban más, tenía la sensación de que frente a él se acababa la pared que le cerraba el paso. El engaño resultaba mucho más efectivo si el hoyo estaba cubierto. Una vez capturado era rematado a tiros de escopeta y antaño a pedradas<ref>La mayor parte de la información recopilada hasta aquí se ha extraído del artículo de Félix MURGA. «Catálogo de loberas de las provincias de Álava, Burgos y León» in ''Kobie''. Nº 8 (1978) pp. 159-189.</ref>.
 
Las loberas convergían en un punto en el que se abría un hoyo. Para su construcción se solía aprovechar una suave pendiente descendente que facilitara la carrera del lobo hacia el agujero y de paso evitara que saltase las paredes. En algunas ocasiones en el centro de la fosa se colocaban una o varias piedras amontonadas con el fin de que el animal, una vez en el interior, no pudiese tomar carrerilla y saltar fuera. En algunos lugares se tapaba el hoyo con un tenue ramaje y con hojas de modo que al intentar pasar cayese a su interior. El agujero se reforzaba con paredes para que no pudiese salir de él. La pared del fondo solía ser más baja que la de los laterales de modo que su nivel superior quedase a ras del suelo, de este modo el lobo, que corría entre los muros que cada vez se estrechaban más, tenía la sensación de que frente a él se acababa la pared que le cerraba el paso. El engaño resultaba mucho más efectivo si el hoyo estaba cubierto. Una vez capturado era rematado a tiros de escopeta y antaño a pedradas<ref>La mayor parte de la información recopilada hasta aquí se ha extraído del artículo de Félix MURGA. «Catálogo de loberas de las provincias de Álava, Burgos y León» in ''Kobie''. Nº 8 (1978) pp. 159-189.</ref>.
  
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[[File:3.281 Tramo final y foso de la lobera de Barron (A).jpg|center|600px|Tramo final y foso de la lobera de Barrón (A). Fuente: Félix Murga, Grupos Etniker Euskalerria.]]
  
 
En Tierra de Ayala (A) se conservan antiguas normativas de ''corridas de lobos'', que así es como se llamaba antiguamente a las batidas, que afectaban a sus habitantes, pero que sólo tuvieron sentido mientras el lobo pobló el valle y causó daños de manera continua, mas no a finales del siglo pasado y comienzos de éste. Los únicos que dieron batidas durante este siglo fueron los pastores que subían sus ovejas a Sierra Salvada y lo hacían junto con los vecinos del valle de Losa. Un informante recuerda que la lobera situada en esta sierra recibía el nombre de San Miguel. Daban batidas los losinos, los de Burgos. Cuando los castigaba el lobo la junta avisaba de pueblo en pueblo y salían, o advertía el montanero a algún otro del pueblo. Los concejos de Burgos obligaban a ir a todos los vecinos. Corrían con albarcas, pero no les dejaban gritar «lobo» sino «perro». Los pastores de Ayala acudían con la escopeta a los puestos y tenían que disparar siempre después de que pasase el lobo. Cada puesto era una choza que se levantaba detrás de un haya, dentro de la lobera. El informante no recuerda que se hubiera cazado ningún animal en la lobera, o se brincaba por encima de la pared, ya que al llevar levantada muchos años no estaba bien derecha, o se tiraba por unos riscos situados más allá del llamado huerto de San Miguel y por allí se escapaba.
 
En Tierra de Ayala (A) se conservan antiguas normativas de ''corridas de lobos'', que así es como se llamaba antiguamente a las batidas, que afectaban a sus habitantes, pero que sólo tuvieron sentido mientras el lobo pobló el valle y causó daños de manera continua, mas no a finales del siglo pasado y comienzos de éste. Los únicos que dieron batidas durante este siglo fueron los pastores que subían sus ovejas a Sierra Salvada y lo hacían junto con los vecinos del valle de Losa. Un informante recuerda que la lobera situada en esta sierra recibía el nombre de San Miguel. Daban batidas los losinos, los de Burgos. Cuando los castigaba el lobo la junta avisaba de pueblo en pueblo y salían, o advertía el montanero a algún otro del pueblo. Los concejos de Burgos obligaban a ir a todos los vecinos. Corrían con albarcas, pero no les dejaban gritar «lobo» sino «perro». Los pastores de Ayala acudían con la escopeta a los puestos y tenían que disparar siempre después de que pasase el lobo. Cada puesto era una choza que se levantaba detrás de un haya, dentro de la lobera. El informante no recuerda que se hubiera cazado ningún animal en la lobera, o se brincaba por encima de la pared, ya que al llevar levantada muchos años no estaba bien derecha, o se tiraba por unos riscos situados más allá del llamado huerto de San Miguel y por allí se escapaba.
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Los informantes de Ribera Alta (A) cuentan que son los vecinos de los pueblos situados bajo la Sierra de Árcamo los que han tenido que luchar desde siempre contra la presencia dañina del lobo. Cuando se sabía de las correrías de uno de ellos en la sierra se organizaba una ''vereda''<ref>En Álava ''vereda ''es el nombre que recibe la prestación personal o trabajo impuesto a los habitantes de un término municipal para la ejecución de obras públicas. De camino o senda, ''vereda ''ha pasado a designar el trabajo para arreglarlos, que es el que generalmente se exige para la prestación personal en las aldeas. Vide Federico BARAIBAR. ''Vocabulario de palabras usadas en Álava y no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española. ''Madrid, 1903.</ref> con objeto de atraparlo en la lobera de Barrón y matarlo. Los vecinos de Morillas, Ormijana y Escota, pertrechados con escopetas batían el monte al tiempo que daban gritos de «¡al lobo!» e iban avanzando hasta llegar a la pared que atraviesa la Sierra de Árcamo entre Escota y Artaza. En ésta les esperaban los vecinos de Artaza y Barrón que continuaban conduciendo al depredador hasta la lobera. Ésta tenía y tiene forma de ángulo recto. En ambos lados había situadas casetas cuya función era dar cobijo a las personas encargadas de hostigar al animal para que se dirigiera al vértice del ángulo. En éste había dos paredes de piedra que acababan en un pozo disimulado con ramas y vegetación. Cuando llegaba hasta el vértice de la lobera ya no tenía escapatoria porque las paredes de piedra lo conducían hacia el pozo. Una vez allí lo mataban a tiros o apedreándolo.
 
Los informantes de Ribera Alta (A) cuentan que son los vecinos de los pueblos situados bajo la Sierra de Árcamo los que han tenido que luchar desde siempre contra la presencia dañina del lobo. Cuando se sabía de las correrías de uno de ellos en la sierra se organizaba una ''vereda''<ref>En Álava ''vereda ''es el nombre que recibe la prestación personal o trabajo impuesto a los habitantes de un término municipal para la ejecución de obras públicas. De camino o senda, ''vereda ''ha pasado a designar el trabajo para arreglarlos, que es el que generalmente se exige para la prestación personal en las aldeas. Vide Federico BARAIBAR. ''Vocabulario de palabras usadas en Álava y no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española. ''Madrid, 1903.</ref> con objeto de atraparlo en la lobera de Barrón y matarlo. Los vecinos de Morillas, Ormijana y Escota, pertrechados con escopetas batían el monte al tiempo que daban gritos de «¡al lobo!» e iban avanzando hasta llegar a la pared que atraviesa la Sierra de Árcamo entre Escota y Artaza. En ésta les esperaban los vecinos de Artaza y Barrón que continuaban conduciendo al depredador hasta la lobera. Ésta tenía y tiene forma de ángulo recto. En ambos lados había situadas casetas cuya función era dar cobijo a las personas encargadas de hostigar al animal para que se dirigiera al vértice del ángulo. En éste había dos paredes de piedra que acababan en un pozo disimulado con ramas y vegetación. Cuando llegaba hasta el vértice de la lobera ya no tenía escapatoria porque las paredes de piedra lo conducían hacia el pozo. Una vez allí lo mataban a tiros o apedreándolo.
  
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[[File:3.282 Esquema de la lobera de Barron (A).jpg|center|600px|Esquema de la lobera de Barrón (A). Fuente: Félix Murga, Grupos Etniker Euskalerria.]]
  
 
En Urkabustaiz (A) cuando se anunciaba una batida tenía que acudir al menos un vecino de cada casa con ganado en la sierra. Si no lo hacían se les denunciaba y podían perder los derechos a llevar los animales al monte. Recuerdan que fue precisamente esto lo que les ocurrió a los vecinos de Abornikano (A). Los de Izarra (A), por su parte, no tenían derechos en la zona pero acudían porque querían. En la sierra aún persiste una lobera, en el monte Santiago. Se trata de una construcción de piedra con forma de embudo y con un hoyo en el fondo disimulado con ramas. Tiene unas esperas de piedra, que van a dar a la lobera, que es donde los cazadores se cobijaban. Los batidores avanzaban por el monte al grito de «¡al lobo!» y lanzaban cohetes a medida que iban cerrando cada vez más el paso al animal. Otros se colocaban en las esperas con las pistolas para evitar que pudiese escapar en caso de que decidiese retroceder. Se recuerda el caso de un vecino de Abecia (A) que mató un lobo fuera de la ley, ya que estaba de batidor, y hubo polémica sobre si denunciarle o no.
 
En Urkabustaiz (A) cuando se anunciaba una batida tenía que acudir al menos un vecino de cada casa con ganado en la sierra. Si no lo hacían se les denunciaba y podían perder los derechos a llevar los animales al monte. Recuerdan que fue precisamente esto lo que les ocurrió a los vecinos de Abornikano (A). Los de Izarra (A), por su parte, no tenían derechos en la zona pero acudían porque querían. En la sierra aún persiste una lobera, en el monte Santiago. Se trata de una construcción de piedra con forma de embudo y con un hoyo en el fondo disimulado con ramas. Tiene unas esperas de piedra, que van a dar a la lobera, que es donde los cazadores se cobijaban. Los batidores avanzaban por el monte al grito de «¡al lobo!» y lanzaban cohetes a medida que iban cerrando cada vez más el paso al animal. Otros se colocaban en las esperas con las pistolas para evitar que pudiese escapar en caso de que decidiese retroceder. Se recuerda el caso de un vecino de Abecia (A) que mató un lobo fuera de la ley, ya que estaba de batidor, y hubo polémica sobre si denunciarle o no.

Revisión actual del 11:04 21 may 2019

La caza del lobo mediante el uso de loberas se asemejaba a una caza por ojeo. Se acorralaba al animal y se le asustaba tratando de hacerle pasar por donde se apostaban los cazadores. Pero este sistema, sin el recurso de la lobera, estaba abocado al fracaso ya que el lobo escapaba con facilidad al acoso. Se recurría por ello a estas grandes construcciones hechas en pleno monte, allí donde se sabía que estaban los lugares de paso del animal.

Las loberas consistían en dos paredes convergentes construidas con piedra. A veces se ubicaban cerca de precipicios por los que el lobo no pudiese escapar lo que permitía ahorrar muchos metros de construcción. Las paredes se levantaban sin argamasa de ninguna clase y en su parte superior solían estar rematadas con piedras más grandes que sobresalían de las verticales formando un alero que dificultaba el salto del animal. A medida que las paredes iban convergiendo también ganaban altura. Al principio tenían unos dos metros y terminaban con dos y medio y hasta tres.

Dentro de los límites marcados por las paredes se levantaban unas construcciones de piedra de dimensiones reducidas para que los cazadores se apostasen en su interior. Consistían en pequeñas paredes o losas puestas de pie, cerradas en la dirección en la que venía el lobo y abiertas hacía el foso de la lobera. A veces se aprovechaba algún árbol colocando unas piedras a los lados. En el centro de estas pequeñas casetas siempre había una o varias piedras para que se pudiese sentar el cazador, ya que a veces tenía que esperar varias horas. Desde estos puestos se asustaba a la fiera con ruidos y gritos, después de que pasara, para hacerla correr hacia el foso; también se le disparaba si trataba de volver hacia atrás.

Muro de la lobera de Barrón (A). Fuente: Félix Murga, Grupos Etniker Euskalerria.

En la mayoría de las loberas existían unas puertas consistentes simplemente en interrupciones en las paredes. Servían para que pasase el ganado ya que a menudo tenían tal longitud que de otro modo obligarían a los animales a dar grandes rodeos. En los días de caza, un cazador dispuesto en el centro de cada puerta impedía el paso del lobo. A veces, cuando la abertura era estrecha, se colocaban palos en sentido horizontal, formando una barrera detrás de la cual se apostaban los cazadores esperando a que pasara.

Las loberas convergían en un punto en el que se abría un hoyo. Para su construcción se solía aprovechar una suave pendiente descendente que facilitara la carrera del lobo hacia el agujero y de paso evitara que saltase las paredes. En algunas ocasiones en el centro de la fosa se colocaban una o varias piedras amontonadas con el fin de que el animal, una vez en el interior, no pudiese tomar carrerilla y saltar fuera. En algunos lugares se tapaba el hoyo con un tenue ramaje y con hojas de modo que al intentar pasar cayese a su interior. El agujero se reforzaba con paredes para que no pudiese salir de él. La pared del fondo solía ser más baja que la de los laterales de modo que su nivel superior quedase a ras del suelo, de este modo el lobo, que corría entre los muros que cada vez se estrechaban más, tenía la sensación de que frente a él se acababa la pared que le cerraba el paso. El engaño resultaba mucho más efectivo si el hoyo estaba cubierto. Una vez capturado era rematado a tiros de escopeta y antaño a pedradas[1].

Tramo final y foso de la lobera de Barrón (A). Fuente: Félix Murga, Grupos Etniker Euskalerria.

En Tierra de Ayala (A) se conservan antiguas normativas de corridas de lobos, que así es como se llamaba antiguamente a las batidas, que afectaban a sus habitantes, pero que sólo tuvieron sentido mientras el lobo pobló el valle y causó daños de manera continua, mas no a finales del siglo pasado y comienzos de éste. Los únicos que dieron batidas durante este siglo fueron los pastores que subían sus ovejas a Sierra Salvada y lo hacían junto con los vecinos del valle de Losa. Un informante recuerda que la lobera situada en esta sierra recibía el nombre de San Miguel. Daban batidas los losinos, los de Burgos. Cuando los castigaba el lobo la junta avisaba de pueblo en pueblo y salían, o advertía el montanero a algún otro del pueblo. Los concejos de Burgos obligaban a ir a todos los vecinos. Corrían con albarcas, pero no les dejaban gritar «lobo» sino «perro». Los pastores de Ayala acudían con la escopeta a los puestos y tenían que disparar siempre después de que pasase el lobo. Cada puesto era una choza que se levantaba detrás de un haya, dentro de la lobera. El informante no recuerda que se hubiera cazado ningún animal en la lobera, o se brincaba por encima de la pared, ya que al llevar levantada muchos años no estaba bien derecha, o se tiraba por unos riscos situados más allá del llamado huerto de San Miguel y por allí se escapaba.

Los informantes de Ribera Alta (A) cuentan que son los vecinos de los pueblos situados bajo la Sierra de Árcamo los que han tenido que luchar desde siempre contra la presencia dañina del lobo. Cuando se sabía de las correrías de uno de ellos en la sierra se organizaba una vereda[2] con objeto de atraparlo en la lobera de Barrón y matarlo. Los vecinos de Morillas, Ormijana y Escota, pertrechados con escopetas batían el monte al tiempo que daban gritos de «¡al lobo!» e iban avanzando hasta llegar a la pared que atraviesa la Sierra de Árcamo entre Escota y Artaza. En ésta les esperaban los vecinos de Artaza y Barrón que continuaban conduciendo al depredador hasta la lobera. Ésta tenía y tiene forma de ángulo recto. En ambos lados había situadas casetas cuya función era dar cobijo a las personas encargadas de hostigar al animal para que se dirigiera al vértice del ángulo. En éste había dos paredes de piedra que acababan en un pozo disimulado con ramas y vegetación. Cuando llegaba hasta el vértice de la lobera ya no tenía escapatoria porque las paredes de piedra lo conducían hacia el pozo. Una vez allí lo mataban a tiros o apedreándolo.

Esquema de la lobera de Barrón (A). Fuente: Félix Murga, Grupos Etniker Euskalerria.

En Urkabustaiz (A) cuando se anunciaba una batida tenía que acudir al menos un vecino de cada casa con ganado en la sierra. Si no lo hacían se les denunciaba y podían perder los derechos a llevar los animales al monte. Recuerdan que fue precisamente esto lo que les ocurrió a los vecinos de Abornikano (A). Los de Izarra (A), por su parte, no tenían derechos en la zona pero acudían porque querían. En la sierra aún persiste una lobera, en el monte Santiago. Se trata de una construcción de piedra con forma de embudo y con un hoyo en el fondo disimulado con ramas. Tiene unas esperas de piedra, que van a dar a la lobera, que es donde los cazadores se cobijaban. Los batidores avanzaban por el monte al grito de «¡al lobo!» y lanzaban cohetes a medida que iban cerrando cada vez más el paso al animal. Otros se colocaban en las esperas con las pistolas para evitar que pudiese escapar en caso de que decidiese retroceder. Se recuerda el caso de un vecino de Abecia (A) que mató un lobo fuera de la ley, ya que estaba de batidor, y hubo polémica sobre si denunciarle o no.

Algunos informantes de Valderejo (A) recuerdan que antiguamente daban caza al lobo mediante batidas que tenían como finalidad conducirlo a una lobera. De estas construcciones quedan algunos restos. Una se ubicaba en el término conocido como «El corral de lobos» y otra entre los términos de Ribera, terreno comunal de «Polledo» y Villafría.

En algunas de las áreas encuestadas permanecen de pie estas viejas construcciones, pero las personas consultadas ya no recuerdan su función.

En Berganzo (A) se conoce la existencia de una lobera cerca de una cantera conocida como de San Torcate, en el límite con Salinillas de Buradón. Actualmente está abandonada y nada se sabe en la localidad de lo relativo a la caza de lobos.

En la Sierra de Badaia (A) hay una en el término de las Corralas. Tiene la peculiaridad de que no es de paredes sino de losas clavadas, con varias esperas en la parte interior.

La mayoría de las loberas citadas se ubican en la zona occidental de Álava, en la que se produjeron con mayor frecuencia los ataques de este depredador, que penetraba en el territorio alavés desde los fronterizos montes de Burgos.

También se sabe de la existencia de loberas en la Sierra de Gorbea (A-B) y entre los montes Artzamendi y Mondarrain (L).

Aunque ya no se recurre a ellas, en Tierra de Ayala los pastores de Salvada acondicionaron en 1994 un corral a modo de hoyo con el fin de capturar en él al lobo. Se abandonaron dentro del agujero ovejas heridas y muertas con el fin de que la fiera acuciada por el hambre saltase dentro y quedase allí atrapada ya que la elevada altura del foso le impediría escapar. Pero hasta el momento no ha sido capturado ninguno.


 
  1. La mayor parte de la información recopilada hasta aquí se ha extraído del artículo de Félix MURGA. «Catálogo de loberas de las provincias de Álava, Burgos y León» in Kobie. Nº 8 (1978) pp. 159-189.
  2. En Álava vereda es el nombre que recibe la prestación personal o trabajo impuesto a los habitantes de un término municipal para la ejecución de obras públicas. De camino o senda, vereda ha pasado a designar el trabajo para arreglarlos, que es el que generalmente se exige para la prestación personal en las aldeas. Vide Federico BARAIBAR. Vocabulario de palabras usadas en Álava y no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española. Madrid, 1903.