Las paradas y la inseminación artificial
En tiempos pasados fue habitual que algunas casas dispusiesen de machos sementales con los que cubrían las hembras que les llevaban sus vecinos. A cambio de este servicio cobraban algo de dinero.
En San Martín de Unx (N) cuando una vaca estaba en celo se llevaba al toro y el dueño de la misma debía pagar una cantidad por ello. En esta población navarra había dos varracos. Para cubrir a la cerda se la llevaba a la pocilga del varraco. El dueño pagaba por ello la cuantía estipulada y si el trato era entre amigos no mediaba dinero alguno sino que el dueño del semental elegía un cutico de la camada.
En Allo (N) por los años cincuenta y sesenta un particular tenía un toro semental al que los vecinos llevaban sus vacas. También llegaban de fuera del pueblo. Le pagaban un dinero por este servicio.
En Ayala (A) eran pocos los vecinos que poseían antiguamente caballos y toros por lo que si querían dejar preñada una yegua o una vaca tenían que desplazarse hasta donde viviese un vecino propietario de los sementales y pagarle por el servicio.
En Urkabustaiz (A) los propietarios de cerdos, varracos o verracos, realizaban paradas y los vecinos llevaban las hembras para cubrirlas. A éstas se les colocaba un saco en la parte trasera para evitar que sufriesen daños al subirse el cerdo sobre ellas. Dicen los informantes que con estos animales hay que tener mucha paciencia ya que les cuesta quedar preñadas. Se dice que una cerda se ha vuelto cuando tras cubrirla no ha quedado preñada y manifiesta de nuevo el celo.
En Agurain (A) había vecinos que por su cuenta tenían parada para cubrir las cerdas, y allí acudían con ellas sus dueños para echarlas a crías. Este servicio desapareció en la década de los ochenta. En la actualidad tienen varraco los que se dedican a la crianza intensiva de estos animales y suelen ocuparse de cubrir esta necesidad.
En Urkabustaiz algunos ganaderos contaban con un carnero semental, que se conocía con el nombre de borro y que se prestaba a otros vecinos a cambio de dos fanegas de trigo. El tiempo de cubrición oscilaba entre el mes de octubre y el de diciembre.
En Carranza (B), en tiempos pasados, cuando el proceso de crianza de los cerdos se realizaba desde un inicio en el propio caserío, había que llevar la chona en celo a alguno de los pocos verracos de parada distribuidos por el Valle, pues los machos que se tenían en casa solían estar capados. Se llevaba caminando, para lo cual se le ataba una cuerda a una de las patas traseras o se le cruzaba por el lomo y el cuello, ya que se trataba de un animal difícil de guiar. En ocasiones era necesario recorrer distancias considerables, debiendo tener cuidado de que la cerda no se acolechase, sofocase, pues podía morir. No solía quedar preñada a la primera por lo que se debía recorrer el trayecto por segunda vez. Con el tiempo, los dueños de los verracos comenzaron a guardar las cerdas en borciles o pocilgas hasta que quedasen cubiertas, de este modo no tenían que caminar tanto. Más tardíamente se transportaron en el «carro y el burro» o con la pareja de bueyes, con la intención de ahorrarles la caminata.
En Urduliz (B) cuando la cerda estaba en celo, irustu, iraustuta dago, había que llevarla a un caserío que tenía cerdo macho distante varios kilómetros. Era una pequeña odisea, ya que éste es un animal terco y resulta difícil conseguir que vaya por donde uno quiere. Algunas veces llevaban el burro por delante para que la cerda lo siguiera.
En Liginaga (Z) ninguna familia estaba obligada a tener animales reproductores, pero la que los tenía cobraba un tanto a las que utilizaban sus servicios.
En Apodaca (A) unos vecinos pedían a otros el macho para sus conejas ya que carecían de él. A veces los devolvían capados ya que cuando las conejas no estaban vueltas atacaban al semental capándolo. Esto producía grandes disgustos a sus propietarios.
En algunas ocasiones los sementales pertenecían a los servicios de ganadería de las administraciones, sobre todo en el caso del ganado bovino y caballar. Con ello se pretendía mejorar la cabaña ganadera.
En Abanto (B) la parada de toro más conocida era la que había en Triano regentada por un labrador. Recuerdan que de lo que se cobraba por el salto, que era como se denominaba al hecho de montar el toro a la vaca, correspondía a la Diputación una parte. La parada suponía por tanto una ayuda a la economía familiar y era frecuentada por ganaderos de los pueblos limítrofes.
En Apodaca las vacas se llevaban a las paradas de Mendarozketa y Lopidana donde tenían varios toros sementales. En las buenas disponían de un novillo de muestra que todavía no alcanzaba la edad para cubrir, al que le mostraban las vacas previamente para comprobar que estuviesen toreras. En las remontas de ganado caballar tenían que tener caballos y burros y un relinchi para mostrar. En las buenas tenían más de tres machos de cada especie. Éstas estaban contratadas por el ejército y el servicio de veterinarios de la Diputación. El tiempo de apertura era de febrero a mayo. Tenían que tener paradista y un mozo de parada como mínimo. El relinchi era un caballo pequeño y entero, esto es, sin capar, que permanecía cerrado aparte de los machos. Le pasaban las yeguas por un pasillo a mostrar. Las principales paradas eran las de Domaiquia, Zategi y Trespuentes. La primera era la preferida pues tenía buenos relinchis para reclamo y burros de gran alzada para la cría de mulas. Muchos ganaderos cruzaban las yeguas con pollinos con lo que obtenían mulas que les rendían buenos beneficios. Eran animales muy solicitados en las ferias con destino a Navarra, la Rioja y Castilla. Los cerdos se llevaban a la parada de la Venta el Grillo, a Mendarozketa y Lopidana. Tenían varios varracos o machos sementales de varias razas.
En Urkabustaiz (A) un propietario de caballos llegaba al pueblo con el relinchín, es decir, un caballo pequeño que servía para saber si las yeguas estaban en celo. En caso positivo, sus dueños las llevaban a la parada.
En Allo (N) el lugar destinado a cubrir era un local particular alquilado por el ayuntamiento en el que el ejército instalaba temporalmente varios sementales destinados a la reproducción de las caballerías. A finales del invierno o principios de la primavera llegaban al pueblo un cabo y dos soldados procedentes de Tudela trayendo consigo dos caballos y un burro cuyo porte causaba admiración. Durante los tres o cuatro meses que permanecían en Allo los labradores llevaban sus yeguas y burras pa cargarlas. Llegaban también animales de los pueblos limítrofes pues aunque en otros lugares como Lerín y Los Arcos tenían su parada, los sementales de Allo eran más afamados. Para comprobar si las yeguas estaban en celo utilizaban el recela, que era otro caballo más pequeño, generalmente del pueblo. En caso positivo soltaban uno de los sementales grandes. El burro era utilizado no sólo para cubrir las burras sino también yeguas de las que se de seab a que naciesen mulas o machos. Cada vez que un vecino llevaba un animal a la parada se le cobraba una cierta cantidad de dinero. Este servicio desapareció hacia 1950, cuando la mecanización del campo desplazó a los animales de tiro y de carga.
En Roncal (N) en un principio la parada de caballos y burros fue municipal y había que pagar una pequeña cantidad por este servicio. Luego pasó a ser del Estado. Los sementales eran traídos por dos soldados y permanecían en la zona durante tres meses. También había que pagar. Se abandonó en los años ochenta.
En San Martín de Unx (N) recuerdan que para cruzar las yeguas había que llevarlas a Tafalla donde había una parada del Estado y otra particular.
En Ibarra (Orozko-B) había dos caseríos que tradicionalmente tenían toros sementales. Se trataba de particulares que ofrecían este servicio por el que cobraban una cierta cantidad, independientemente de que la vaca quedase preñada o no. Hoy en día los sementales han desaparecido ya que se recurre a la inseminación artificial. En Orozko, para cruzar las vacas montesinas la Diputación pone a disposición de los ganaderos un semental. En invierno uno de la zona se encarga de estabularlo en su cuadra y el ente foral le paga por ello. Las vacas montesinas, erribeiak, basabeiak, de raza pirenaica, son llevadas a este macho para aparearse, servicio que no se cobra ya que los gastos corren a cargo de la Diputación. Está prohibido aparearlo con vacas lecheras. En verano se lleva el semental a los pastos del Gorbea donde ha de cruzarse necesariamente con vacas pirenaicas pues no se permite soltar al monte a las vacas de otras razas.
En algunas poblaciones alavesas los sementales pertenecían al conjunto de los vecinos o al ayuntamiento.
En Bernedo se elegía como toro semental al mejor novillo del pueblo. Esta selección se llevaba a cabo el primer día de enero. Los restantes machos se capaban y lo mismo se hacía con el semental viejo.
En Agurain la mayoría de los pueblos tenían un semental para el ganado vacuno del lugar e impedían que se cruzase con las ganaderías de las restantes localidades.
En Urkabustaiz hay ocasiones en que el carnero semental es propiedad del municipio. Se envía al monte con todo el rebaño y cuando baja éste, va a la cuadra que cree conveniente, ya que percibe qué ovejas están en celo. La comunidad de Guibijo compra uno o dos toros que echa a la sierra y que permanecen allí desde verano hasta octubre. Esta costumbre todavía se mantiene vigente hoy en día. En invierno se subasta el toro entre los vecinos.
En Bernedo en tiempos pasados cada pueblo tenía un caballo de parada, pero se terminó por abandonar este método porque se producían muchos fallos y las yeguas perdían el año sin parir. El control de los machos reproductores pasó entonces a manos del Ejército.
En esta misma localidad los sementales de cerda eran cuidados por renque entre los vecinos. Pero al no resultar bueno este sistema, se optó por que un vecino se quedase con el macho y cobrase a todos los que le traían las cerdas para que quedasen cubiertas, a veces incluso de los pueblos vecinos.
En Berganzo la cubrición de yeguas, burras y otras hembras se realizaba en lugares llamados potros. Se trataba de pequeños recintos a modo de cuadras donde se ataba el animal para ser cubierto por el semental. En todos los pueblos había un potro que era propiedad del ayuntamiento o la junta vecinal.
En la actualidad han desaparecido los sementales de parada debido a la generalización de las técnicas de inseminación artificial.
En Agurain ésta se inició por los años sesenta. Hoy en día es casi general, sobre todo entre el ganado estabulado, por lo que los sementales están desapareciendo. Sólo se conservan entre el ganado que se cría en el monte. Se practica con el porcino, equino y vacuno.
En Apodaca desde hace unos años las vacas se cubren mediante inseminación artificial; se llama a Vitoria y acuden los veterinarios.
En Bernedo en los últimos años es un veterinario de la Diputación Foral el que se encarga de efectuar la inseminación artificial del ganado vacuno; de este modo se ha mejorado la raza de ganado.
En Valdegovía actualmente la reproducción de cerdas y yeguas se hace mediante inseminación artificial y sobre todo la de las vacas, si bien muchas veces las hembras de las dos primeras especies se cubren con machos propios.
En Bernagoitia y Garai (B) actualmente para mejorar la raza de las ovejas locales se ha introducido la técnica de reproducción mediante inseminación artificial. Cuando el pastor se percata de que las ovejas van a entrar en periodo de celo se les induce a él, colocándoles una esponja vaginal que llevarán consigo durante 14 días. Pasado este periodo se les quita la esponja y se les insemina artificialmente aprovechando que el encelamiento dura dos días. En Bizkaia serán entre el 10 y el 15% de los pastores quienes aplican la técnica de la inseminación artificial. Una vez han transcurrido entre 16-21 días, las que no quedan preñadas por el método descrito, vuelven a quedar enceladas. Es en esta segunda oportunidad cuando el informante, no así otros pastores, suelta los carneros para que se apareen con las ovejas. Esto ocurre alrededor del día uno de mayo. El ciclo reproductor con estas nuevas técnicas se ha visto modificado por lo que hay carne, leche y queso casi en cualquier época del año.
En Garai en la actualidad inseminan artificialmente a las ovejas en el mes de noviembre.