Cambios

Lloros y lamentos

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En Murchante (N), cuando el féretro abandonaba la casa algunos familiares directos solían prorrumpir en grandes lamentos. Esta costumbre ha ido desapareciendo paulatinamente.
En San Adrián<ref>Javier PAGOLA. “Apuntes de etnografía del pueblo de San Adrián” in CEEN, XXII (1990) p. 87.</ref>(N) a veces las mujeres de la familia se asomaban a despedir al muerto y solían gritar desconsoladas expresiones del siguiente tenor: «Adiós, hijo de mi vida»; «¡Ay! ya no te veré más»; «Hijo de mi alma» o «¡En la flor de la vida y que se lo coma la tierra!  [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
En Azkaine (L) se recuerda que había familias donde los lloriqueos eran sonoros, ''«badire ba, marrumaka aritzen direnak»''.
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