Los cambios estacionales y las fases de la luna

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Se cree que los cambios estacionales, especialmente la entrada de la primavera y del otoño, ejercen cierta influencia en la salud; se admite su relación con los problemas gástricos, sobre todo la úlcera, y con los catarros. La llegada de la primavera también se relaciona con la agudización de las enfermedades de la piel. Pero la principal vinculación de este cambio de estaciones según nuestros informantes ha sido con la sangre y todas las enfermedades que se le asocian. En el capítulo de esta obra dedicado a la sangre se detallan estos aspectos.

Adelantamos aquí dos ejemplos: En Sara (L) los antiguos aseguraban que en invierno era conveniente que hiciera frío, lo que contribuía a purificar la sangre, odola mehatu; de lo contrario, se contraían fácilmente enfermedades. En Valle de Erro (N) los cambios de estación de otoño a invierno y de invierno a primavera son considerados peligrosos para la salud; se cogen muchos catarros y gripes aumentando la mortalidad. Un informante dice que “el tiempo anda revuelto en estos cambios de estación y al cuerpo le sucede igual”.

Según la creencia popular, las fases lunares ejercen influencia en materias como el corte del pelo y de las uñas o en enfermedades como las lombrices. Se admite la vinculación de estas fases lunares con el parto. En Améscoa (N) de la luz de la luna se decía que “roba el color de la cara” por lo que se evitaba andar de noche en lugares despoblados. En Hondarribia (G) afirman que la luna llena perjudica a los enfermos.