Los murciélagos. Xaguxarrak

Revisión del 10:14 1 jun 2018 de Admin (discusión | contribuciones)
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La actividad más extendida practicada con los murciélagos, xaguxarrak, consiste en hacerles fumar.

Estos mamíferos voladores se pueden capturar de día mientras reposan, aprovechando que se encuentran colgados. En Moreda (A) los recogen de la bóveda de las cuevas o de las abundantes bodegas. Los informantes de un barrio de Carranza (B) recuerdan cómo los sorprendían en la cubierta de la iglesia con la ayuda de botrinos similares a los empleados para pescar.

Pero lo habitual es capturarlos al anochecer y el procedimiento más recurrido para ello es empleando una boina. En Valdegovía (A) señalan que los murciélagos, en sus idas y venidas siempre sobrevuelan las zonas iluminadas así que los niños les aguardan en una de ellas. Cuando ven llegar alguno le arrojan un trapo negro al aire, si bien estiman que es aún mejor la txapela. En Vitoria (A) también recurrían a tirarles la chaqueta u otra prenda para que cayesen a tierra atrapados en ella. En Muskiz (B) les esperan bajo las luces del alumbrado público pues saben que estos espacios son sus lugares de caza preferidos ya que en ellos se concentran numerosos insectos atraídos por la luz.

Una vez apresado se le aplica un cigarrillo encendido en la boca y, como dicen en Narvaja (A), al respirar da la sensación de que fuma. Igual costumbre practicaban los niños de Zerain (G) cuando los atrapaban en la torre de la iglesia, lugar en el que se ocultaban.

En Valdegovía (A) comentan que el animal se embriaga, siendo después incapaz de remontar el vuelo y en caso de conseguirlo se mueve con dificultad. En Elgoibar (G) aseguran que traga todo el humo hasta que acaba por reventar.

Para sujetar a los murciélagos cuando se pretendía que fumasen, en Salinas de Añana (A) y Portugalete (B) se tenía la costumbre de clavarles las alas a un poste o a una pared. En Barakaldo y Trapagaran (B) los posaban en el suelo con las alas extendidas y se las aprisionaban con dos piedras. Luego le incitaban con un palito a abrir la boca para poderle introducir el cigarro. En Galdames (B), para que abrieran la boca, les sujetaban por las orejas. En Vitoria (A) como remate tras obligarles a fumar o darles de comer moscas recién cazadas, los clavaban por las alas a las puertas.

En Muskiz (B), en cambio, tras ponerles el cigarro en la boca los liberaban para que al volar despidiesen humo al igual que las bengalas. De hecho, en esta localidad comentan que se trataba de un juego peligroso por el riesgo latente de que buscasen cobijo en algún camarote y resultase incendiado, aunque confiaban en que los murciélagos, tras haberles infligido la fechoría, se refugiaran en bóvedas o cuevas.

Cuando los niños no disponían de tabaco les hacían fumar cualquier otro vegetal como birigazas (Ribera Alta-A) o birigañas (Galdames-B) y hojas secas de avellano (Carranza-B) o de patata también en Galdames.

En Elosua (G) les decían que si obligaban a fumar al xauxarra se moriría, así que cuando atrapaban alguno de los que ocasionalmente penetraban en la casa, liaban con brácteas de mazorca un cigarro de semilla de hierba y se lo ponían encendido en la boca; pero reconocen que nunca consiguieron su propósito de que muriera.