Luto de las mujeres

Era un hecho común que las mujeres en periodo de luto riguroso vistiesen de negro en su totalidad, incluso a diario.

En Aramaio (A), zapatos puntiagudos negros con atadura de cordones, traje, camisa y mantón negro (al estilo del llamado mantón de Manila) y mantilla grande negra para acudir a la iglesia.

En Amézaga de Zuya (A), falda y jersey negros o vestido negro, zapatos del mismo color, medias negras lisas, gruesas y sin dibujo, al igual que la mantilla tupida y lisa.

En Zeanuri (B) el luto consistía igualmente en vestirse de negro: blusa, falda, chaqueta, delantal, así como las medias o las alpargatas y zapatos, cuando se salía fuera de casa para ir a la iglesia, a la plaza o de viaje, pero incluso en el interior de la casa se guardaba alguna señal de luto.

En Zerain (G), traje negro (falda, blusa, delantal y mantón en invierno), medias gruesas y calzado también negros; en tiempo de luto también los pendientes eran de este color. Algunas cambiaban el pañuelo blanco por el negro, pero no todas. El manto era sustituido por la mantilla larga, que llevaban durante dos años para acudir al funeral y a la misa de honra, onra meza; las viudas la usaban para las funciones religiosas solemnes durante toda su vida. Las chicas jóvenes también vestían de negro en su totalidad pero por menos tiempo.

En Mélida (N) el vestido de luto, que se utilizaba para salir a la calle y especialmente a misa, consistía en un traje negro y medias y zapatos del mismo color. Para acudir a la iglesia se cubrían la cabeza: las jóvenes con mantilla que llegaba hasta los hombros; con medio manto, que cubría hasta medio brazo, las mujeres adultas y las hijas; y con manto entero, que llegaba hasta la cintura, las mujeres de edad y las esposas. Para estar en casa usaban la ropa habitual con una bata negra encima.

Mujeres de duelo en Santa-Grazi (Z), c. 1930. Óleo de Schneider-Bordachar. Fuente: Musée Basque de Bayonne.

En Baja Navarra las mujeres que estaban de luto llevaban vestido, medias, zapatos, guantes y bolso negro además de kaputxina.

En Izpura (BN) consideran que el verdadero traje de luto tenía que ser de merino negro «Ez balin bazen merinoa ez zen dolurik». Esta exigencia en la clase de tejido duró hasta 1900. A partir de esa fecha los trajes podían ser de cheviot, también de color negro. Uno de estos trajes era una chaqueta, jaketa, que se abotonaba delante.

En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) el traje de boda femenino era utilizado para funerales, entierros y el día de Todos los Santos y Difuntos. Este traje consistía en una falda negra hasta los tobillos con una tira de felpa en el borde y una chaqueta entallada y adornada con abalorios y puntillas. Sobre los hombros se colocaba un mantón negro y en la cabeza se llevaba una mantilla tupida y negra el pelo recogido con horquillas en un moño[1].

En Izpura (BN), las mujeres acomodadas, pasado el funeral al que llevaban mantaleta, usaban sombrero de crespón y se lo ponían para salir a la calle, a la iglesia y para ir a la ciudad. En Barkoxe (Z), también las mujeres de esa condición, a partir de 1925, llevaban sombrero o toca con un velo que les tapaba la cara el día de las exequias y que el resto del año de luto llevaban alzado hacia atrás. En Donibane-Garazi (BN) algunas mujeres usaban este sombrero pero el día del entierro llevaban todas mantaleta fuesen ricas o pobres.

Era corriente vestir medias negras durante todo el año (Berganzo, Gamboa-A, Zeanuri-B, Allo, Garde-N, Beskoitze-L, Baigorri-BN). En Berganzo (A) se las hacían poner a las niñas y jóvenes durante el mismo periodo; en Gamboa (A) eran de lana y se llevaban también en verano; en Garde (N) muy gruesas, de seda de torzal o de algodón; en Allo (N), donde nunca se podía ir sin ellas, debían ser bastante recias.

También se utilizaban guantes negros de lana en invierno y finos en verano (Lekunberri, Oragarre-BN).

Se usaba igualmente pañuelo negro en la cabeza (Berganzo, Valdegovía-A, Muskiz-B, Zerain-G). En Allo (N) solamente se lo quitaban para acudir a la iglesia sustituyéndolo por la mantilla de luto. En Izpura (BN) caía hacia atrás, pero con el paso del tiempo se fue reduciendo en sus dimensiones cubriendo solamente el moño; para el luto era negro y frecuentemente de crespón.

No se consideraba correcto maquillar la cara (Muskiz-B, Sangüesa-N), ni siquiera pintar los labios; los vestidos debían estar bien abrochados al cuello (Allo-N); las mangas debían ser largas (Baigorri-BN); no se debían llevar pulseras u otros adornos (Apodaca-A) y si se usaban pendientes, de color negro (Berganzo-A, Gorozika-B, Zerain-G). Entre las mujeres adineradas se usaban gargantillas de este mismo color.

Parece ser que en las últimas épocas del luto algunas mujeres usaron brazalete negro en la manga al igual que los hombres (Salvatierra-A).

Era frecuente entre familiares, vecinas y amistades el intercambio de prendas de luto (Monreal-N). La vecina era la encargada de ayudar a vestirse a los miembros de la familia para las exequias (Lekunberri-BN).

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Velo de luto

Una de las prendas más significativas del luto, conocida prácticamente en todas las localidades, fue el velo para cubrirse la cabeza y en ocasiones el rostro. Era de tejido negro más o menos tupido y podía ser de seda (Moreda A), gasa (Sangüesa-N) o paño (Aria-N). En Aria recibía el nombre de aezmantilla y era de paño negro, gran tamaño y forma triangular, ribeteado por una cinta de raso o terciopelo negro,

El velo negro se usaba normalmente para acudir a la iglesia a los oficios religiosos (Aramaio, Llodio, Moreda, Salcedo, Valdegovía-A, Gorozika-B, Bidegoian-G, Aoiz, Mélida, Murchante-N); para salir de casa (Gamboa-A, Sangüesa, Viana-N) o bien permanentemente (A llo-N).

Era largo hasta los pies en Bidegoian (G), Eugi y Sangüesa (N); en Getaria (G) cuando el luto era «mayor»; en Lekunberri (N) cuando la señora de la casa, etxekoandrea, guardaba luto por su marido y en Aramaio (A) en el caso de las mujeres elegantes. Llegaba hasta media pierna en Murchante (N); hasta la cintura en Aramajo (A) y en Getaria con ocasión del «medio luto»; y en esta misma localidad hasta los hombros con «menos luto».

En Zunharreta (Z) las niñas usaban velo blanco y más tarde pasaban al negro.

El empleo del velo blanco también ha sido constatado por Barandiarán en Arano (N), aunque en esta ocasión recubierto a su vez por otro negro: «Las mujeres parientes del difunto, cuando asisten al funeral o al novenario que a éste sigue, visten como prenda un velo blanco, que cubriendo la cabeza, baja por la espalda hasta la cintura. Llevan encima una mantilla negra, mantea, que, atada a la cintura por el borde inferior, sube hasta cubrir la cabeza, de suerte que tapan la toca blanca en todo menos en los bordes que contornean la cabeza, los cuales de propósito dejan al descubierto. La que preside el duelo entre las mujeres, se distingue de las demás en que su mantilla negra desciende más abajo que la cintura»[2].

Mantalina

Con esta denominación se conoce en el País Vasco continental una prenda similar al velo antes descrito. Con ella cubrían sus cabezas las jóvenes en Armendaritze y Lekunberri (BN). En Azkaine, Beskoitze, Hazparne (L) y Heleta (BN) le daban el nombre de doluko mantalina.

En Hazparne (L) podía ser de forma rectangular o triangular, siendo ésta la preferida pues poniéndose la punta hacia delante se podía encuadrar la cara con los pliegues que caían. Con ella podían también ocultar su rostro. Este velo o mantilla, cualquiera que fuese su forma, era sustituto de la kaputxina que prácticamente no se conoció en esta localidad.

En Ezpeize-Undüreiñe (Z) ya existía en 1930 y comenzaron a usarla las mujeres jóvenes en sustitución de la kaputxina, que se describe más adelante. Era de crespón negro para las ocasiones de luto. En Heleta (BN) se usó a partir de 1945.

En Biriatu (L), en los funerales, llevaban por la espalda una capa de tela muy fina a la que llamaban kapa y la cara tapada por un velo que denominaban manteliña[3].

En Azkaine (L) también vestían mantelina para las exequias. En Izpura (BN), en cambio, no se consideraba prenda de luto, la usaban las jóvenes para ir a misa y a las vísperas.

Manto

En Oiartzun (G), a principios de la década de los veinte, la mujer que asistía al segizioa vestía hasta los seis meses un manto grueso que le cubría desde la cabeza a los pies; después lo sustituía por un mantillo de seda consistente en una mantilla ceñida al cinto que semejaba una saya que se levantaba por detrás para cubrir la cabeza[4].

En Artajona (N) fueron tradicionales el manto y el medio manto. El manto era una especie de mantilla recia que cubría la cabeza, cayendo por los hombros y la espalda hasta los pies y se recogía sobre los brazos por la parte delantera. La usaban las señoras de familias acomodadas. Su empleo debió de ser bastante frecuente a fines de la centuria pasada. Todavía dentro del presente siglo se empleó para las bodas y sobre todo en los funerales y durante el tiempo que se guardaba luto. Lo llevaban las señoras casadas e incluso las jóvenes para acompañar el cadáver de un familiar muy próximo.

Tratándose de padres, hermanos o esposo, las mujeres vestían de negro, cubriéndose cada día con el manto para ir a la iglesia a llevar las ceras. Se empleó hasta después de la guerra civil, hay constancia de que en 1943 todavía lo vistieron algunas señoras.

Entre las mujeres de posición media fue más corriente el medio manto. Cubría desde la cabeza hasta más abajo de la cintura, llegando a media pierna. Se empleaba en las mismas situaciones que el manto y persistió hasta fecha más reciente. Hay algún testimonio de haberlo vestido una mujer para luto de su esposo en 1966.

En Améscoa (N) vestían mantón de ocho puntas, negro y de merino y cubrían la cabeza con una mantilla de tela gruesa que caía hasta la cintura. El mantón era un cuadrado de tela de lana o algodón con fleco corto por los cuatro lados. Para ponérselo lo doblaban en diagonal y se lo echaban por los hombros de forma que, al caer, colgasen las ocho puntas casi hasta los pies. Después hizo su aparición el manto, un sencillo rectángulo de tul más o menos tupido que echado sobre los hombros llegaba hasta los tobillos. Lo han usado las mujeres hasta los años setenta. Cubrían la cabeza con una mantilla también de tul[5].

En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) vestían sobre los hombros un mantón negro de lana que en las más pudientes era de ocho puntas y en las demás de cuatro. Le daban el nombre de mantón merino. Sobre la cabeza llevaban una mantilla tupida y negra[6].

En Irun (G), para asistir a la misma mayor, las mujeres del duelo cubrían sus vestidos negros con mantos de merino, mantal medinuakin egitten'tzuten mantua, que llegaban desde la cabeza hasta la cintura, donde se ataban con un cinturón[7].

En Goizueta (N), las mujeres de la casa, etxeko emaztekiek, usaban manto largo, mantoa, para ir a la iglesia.

En Andoain (G) vestían la prenda denominada mantuba, especie de manteo que cubriendo la cabeza caía hasta los talones. Lo ataban a la cintura.

En Moreda (A) llevaban un gran manto o mantón negro con el que cubrían la espalda hasta la cintura, recogido por los brazos. En Murchante (N) para salir a la calle se ponían un amplio mantón que llegaba hasta media pierna.

En Bernedo (A) e Izurdiaga (N) usaban manto negro largo, con el que cubrían la cabeza y la espalda para asistir a misa los días de fiesta.

En Lezama (B) vestían capa o manto negro que se colocaba sobre la cabeza y caía sobre la frente en forma de pico.

Mantaleta

La mantaleta ha sido usada durante el cortejo fúnebre por las mujeres de la familia del difunto y la primera vecina. Se trata de una capa negra de lana de merino que llega hasta los tobillos y que cubre la cabeza con una capucha de la que cuelga un velo de crespón o encaje, lilikatua, (Heleta-BN), que llega hasta el talle y con el que se tapa la cara; se ata al cuello con una cinta, xingola y la capa se cierra con un gancho, kruxeta (Lekunberri-BN). En Hazparne (L), hacia 1920, a la capucha se le ponía a la altura de la frente un pompón negro, al que se le metía plomo para que no se moviera. Se la recuerda como prenda pesada y que daba mucho calor[8].

Su uso se ha constatado en Lapurdi y Baja Navarra, no así en Zuberoa, en concreto en las localidades de Azkaine, Beskoitze, Itsasu, Ziburu, Hazparne (L), Aldude, Armendaritze, Gamarte, Heleta, Izpura, Lekunberri, Martxuta, Oragarre y Baigorri (BN). También en la navarra de Valcarlos (N).

Además del día de las exequias, se utilizaba durante los nueve primeros de luto, bedeatzurruna, en Lekunberri (BN); el día siguiente al del funeral para ir a la misa de las siete de la mañana y el domingo siguiente, bederatziurrena, en Izpura (BN); en la misa de octavario, ahokian, y en la misa de aniversario en Oragarre (BN); algunos domingos después del entierro en Baigorri (BN). En Ziburu (L), y en Heleta (BN) en algún caso, además de en las ocasiones ya citadas la llevaban durante el año de luto a todas las misas que se celebrasen por el difunto. En Aldude (BN) para ir a las vísperas.

Mantaleta. Izpura (BN). Fuente: Peio Goïty, Grupos Etniker Euskalerria.

El velo con el que se tapaban la cara cuando el cura llegaba a la casa (Hazparne-L) o al entrar en la iglesia (Heleta-BN), se echaba hacia atrás en el momento de la comunión (Armendaritze, Lekunberri, Baigorri-BN) y al volver a casa (Baigorri-BN, Hazparne-L).

La primera vecina era la encargada de buscar el número suficiente de mantaletas para vestir a las mujeres en duelo (Beskoitze, Itsasu-L), ya que se prestaban entre familias (Hazparne-L, Lekunberri, Heleta-BN). Además era una prenda que se transmitía de madres a hijas (Beskoitze-L).

El uso de la mantaleta ha estado vigente hasta después de la segunda guerra mundial en Hazparne (L), Gamarte, Heleta e Izpura (BN) y hasta 1965-1970 en Azkaine, Ziburu y Beskoitze (L).

Kaputxina

En Zuberoa se utilizaba únicamente kaputxina y no mantaleta. En pueblos fronterizos como Pagola con dos partes, una perteneciente a Zuberoa y la otra a Baja Navarra, se recurría a los dos tipos, dependiendo de la edad de la mujer. En la zona costera de Lapurdi se desconocía esta prenda, en el resto de Iparralde para unos era traje de luto mientras que para otros era simplemente una vestimenta para acudir a misa y más propia de mujeres ancianas[9].

La kaputxina era una especie de velo negro, largo, de merino u otro tejido no transparente, que cubría la cabeza y descendía en algún caso hasta la rodilla (Izpura-BN, Zunharreta-Z) o hasta el tobillo (Urdiñarbe-Z). No llevaba ningún tipo de atadura por lo que se sujetaba con las manos. La que utilizaban las mujeres de Barkoxe (Z) con luto riguroso durante un año les llegaba de la cabeza a los pies[10].

Mujer con kaputxina. Sara (L), 1927. Dibujo de P. Garmendia. Fuente: Bulletin du Musée Basque. Tomo IV. Bayonne, 1927.

El nombre de esta prenda parece provenir de la vestimenta de los capuchinos, es de hecho un «cache-misére» o traje de buena apariencia que oculta prendas o tejidos ordinarios. En Zunharreta (Z) dicen manta, mantela o kaputxina para definir la misma prenda.

En ocasiones estaba ribeteada de encaje (Izpura-BN). En Urdiñarbe (Z) las mujeres de condición acomodada la forraban con satén, de manera que el forro quedase a la vista en las vueltas, siendo así considerada como prenda de lujo.

El uso de la kaputxina se ha constatado además en Arberatze-Zilhekoa, Armendaritze, Gamarte, Heleta, Lekunberri, Oragarre, Baigorri (BN), Barkoxe, Ezpeize-Undüreiñe (Z) e Itsasu (L).

En Armendaritze y Baigorri (BN) la usaban las mujeres casadas, en esta última localidad también las solteras a partir de los 40 años. En Izpura y Lekunberri (BN) todas las mujeres a partir de los 50 años .

En Armendaritze (BN) y Ezpeize-Undüreiñe (Z) la llevaban las mujeres en duelo a todos los oficios religiosos; para ir a misa también en Arberatze-Zilhekoa, Baigorri, Lekunberri (BN) y Zunharreta (Z); además en Lekunberri para acudir a las vísperas.

En Izpura (BN) usaban la kaputxina tras el funeral y el novenario, bederatziurrena, ya que hasta pasados estos días usaban mantaleta. En Oragarre (BN) la vestían después de la misa de octavario.

Normalmente se salía de casa con la prenda puesta para ir a la iglesia, pero en ocasiones, si hacía mucho viento o si la iglesia estaba alejada, se la ponían al llegar a ella (Izpura-BN).

En Urdiñarbe (Z), el día de las exequias y durante el novenario ocultaban la cara echando el velo hacia delante. En Zunharreta (Z) hacían esto mismo sólo las mujeres casadas de más edad, las jóvenes se lo retiraban del rostro doblando los bordes.

En Ezpeize-Undüreiñe (Z) la kaputxina era prenda más antigua que la mantalina y la mantilia; se usó regularmente hasta el periodo de entreguerras [1920-1940] y se consideraba el traje del gran duelo. En Urdiñarbe (Z) tenían únicamente kaputxina. En ambas localidades la usaban durante el primer año de luto tanto las jóvenes como las mayores. En Barkoxe (Z), debajo de la kaputxina llevaban un velo negro anudado en la garganta.

La kaputxina se usó en Izpura (BN) hasta 1955. En Heleta, Gamarte (BN) y Zunharreta (Z), además de como prenda de luto, la utilizaban comúnmente para ir a misa. En cambio, en Itsasu y Hazparne (L) su uso ya era muy restringido a principios de siglo.

En Urdiñarbe (Z) iba incluida en el ajuar de boda, también en Barkoxe (Z) hasta 1940.


 
  1. José Antonio GONZALEZ SALAZAR. “Vida Agrícola de Bajauri, Obecuri y Urturi” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 23.
  2. AEF, III (1923) p. 127. Martín de Anguiozar cita que: “En 1818, al fallecimiento de un vizcaino, el esposo o la esposa y los hijos seguían a bastante distancia al féretro, aquéllas cubiertas de velos blancos, menos las hijas, que se tapaban el rostro con sus cabellos”. Vide “Los vascos en 1800. Entierro en Vergara” in Euskalerriaren Alde, XIX (1919) p. 124.
  3. Luis Pedro PEÑA SANTIAGO. “Notas etnográficas de Biriatou (Laburdi). Costumbres religiosas” in Munibe, XXIII (1971) p. 594.
  4. AEF, III (1923) p. 82.
  5. Luciano LAPUENTE. “Estudio etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 146.
  6. José Antonio GONZALEZ SALAZAR. “Vida Agrícola de Bajauri, Obecuri y Urturi” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 23.
  7. Nicolás ALZOLA. “Personen bizitzari buruz ale batzuk Irun'en” in AEF, XXI (1965-1966) pp. 9-10.
  8. “El indumento más estimado por las vascas de allende el Bidasoa fué esa capa con capuchón, destinada al luto y empleada a través de la Edad Media; manto de suprema distinción, con suaves pliegues curvos en que se envuelven atisbando por la rendija de la vestidura”. Vide Martín de ANGUIOZAR. “Entierro en Vergara” in Euskalerriaren Alde, XIX (1929) pp. 127-128.
  9. Michel DUVERT. “La muerte en Iparralde” in Antropología de la muerte: símbolos y ritos. Vitoria, 1986, p. 129.
  10. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 231-233.