Madres solteras

En tiempos pasados la chica que quedaba embarazada sin estar casada sufría el desprecio de sus vecinos y a menudo el de la propia familia.

La sociedad rural era bastante dura con la muchacha que tenía un hijo de soltera, un borte como dicen en la Montaña de Navarra. Esto explica que haya habido bastantes casos de abandono de recién nacidos a pesar de ser una costumbre condenada por el Fuero General de Navarra. A finales del siglo XIX aún había pueblos en los que a aquélla se le imponía la obligación de ir a la iglesia durante una temporada a tocar las campanas al alba para recordar su vergüenza al vecindario[1].

La peor de las situaciones que podía llegar a experimentar esta chica era la expulsión de la casa paterna.

En Artziniega (A) cuando una muchacha tenía un hijo de soltera la reacción de sus padres solía ser la de expulsarla de casa por la deshonra que conllevaba a los ojos de los vecinos.

En Getaria (G) no se veía bien la situación de los hijos naturales y las madres solteras eran castigadas moralmente y a veces en exceso. En vez de ayudarles eran expulsadas de casa teniendo que trabajar como sirvientas.

En Moreda (A) las jóvenes que quedaban embarazadas de solteras solían sufrir el desprecio de su propia familia. Tenían que soportar sus regañinas y a veces malos tratos y algunas eran "medio despachadas" de casa.

En Artajona (N) los hijos naturales nacidos antes de la década de los setenta se vieron acomplejados por esta circunstancia. En todos los casos la madre se marchaba fuera del pueblo, unas veces de forma temporal y otras definitivamente ya que los vecinos de la localidad eran poco comprensivos con la situación de las madres solteras, pues las consideraban las únicas culpables de la situación.

En Lezaun (N) si una chica tenía un hijo de soltera y no conseguía casarse con el padre de la criatura, la apartaban del pueblo durante una temporada y el niño era llevado a la inclusa.

En Beasain (G) hasta los años cuarenta o cincuenta cuando una soltera tenía un niño lo depositaba en un hospicio o lo criaba su abuela. La chica se iba a la capital de aria de leche o a servir.

En Carranza (B) las uniones libres estaban mal consideradas y la chica que quedaba embarazada tenía que marchar a casa de un familiar antes de que se notase su estado y allí daba a luz.

En algunas ocasiones se paliaba la presión vecinal por un procedimiento opuesto al explicado hasta aquí; esto es, aislando a la muchacha en casa.

En San Martín de Unx (N) la gente consideraba una falta moral muy grave que una chica soltera quedase embarazada. Solía recibir mal trato incluso en su propia casa, donde quedaba confinada sin salir a la calle hasta que se casaba ya que normalmente era inducida, si no obligada, a casarse con el padre de la criatura antes de que ésta naciese.

En Gatzaga (G) se daba esta situación además de la contraria expuesta anteriormente. La sociedad creaba un gran vacío en torno a la madre soltera, era despreciada y se veía obligada a llevar una vida retirada hasta que pasado un tiempo era nuevamente aceptada, aunque con frecuencia no tenía más remedio que marcharse definitivamente de la localidad. Esta misma sociedad era mucho más tolerante con el padre en el caso de que éste fuese conocido[2].

En Carranza (B) había casos, a diferencia de lo citado antes, en que la chica embarazada permanecía en su lugar de residencia pero sus padres le impedían salir de casa; ella, por vergüenza, también evitaba ser vista por los vecinos.

En algunas ocasiones la chica embarazada desaparecía del pueblo con cualquier disculpa antes de que se notase su estado y regresaba al mismo tras dar a luz y haber dejado al hijo en un hospicio o en manos de algún familiar. De este modo guardaba las apariencias y se libraba de las críticas de su entorno vecinal.

En Bernedo (A) había casos en que la chica embarazada desaparecía del pueblo con una disculpa y después de nacido el niño y entregado en la inclusa volvía al pueblo como si no hubiese pasado nada.

En Gatzaga (G) además de la situación descrita con anterioridad, la embarazada también solía salir del pueblo con la debida antelación a alguna capital más o menos cercana a fin de ocultar su situación[3].

En Sangüesa (N) cuando una joven quedaba encinta procuraba ocultarlo por lo que a veces se iba lejos a casa de algún pariente a dar a luz. Si lo hacía en el pueblo por lo general se llevaba el crío a la inclusa de Pamplona.

En Telleriarte (G) tanto en la época anterior a la guerra civil como después se registraron nacimientos de hijos naturales. Cuando ocurrían casos de éstos, las futuras madres se iban del pueblo varios meses antes de dar a luz y tenían el niño en otro pueblo o ciudad.

En Mendiola (A) el que una chica quedase embarazada nunca fue visto con agrado por los padres. Muchas veces la mujer abandonaba el pueblo, alegando motivos laborales, para dar a luz lejos de su lugar de residencia.

La encuesta del Ateneo constató este mismo proceder a principios de siglo. En Azpeitia (G) las jóvenes que se hallaban embarazadas solían cambiar de domicilio para ocultar su situación y otras iban a dar a luz a las salas de la maternidad provincial[4].

Siempre se procuraba que la chica embarazada se casase con el responsable. Sólo cuando éste se negaba a hacerlo o la chica no tenía certeza de quién lo era o no quería identificarlo, se veía obligada a pasar por alguna de las situaciones descritas con anterioridad. En ocasiones, a pesar del estigma que suponía haber sido madre soltera, también lograba ésta casarse con otro hombre que no fuese el padre.

En Obanos (N) en los contados casos en que una chica quedaba embarazada procuraba arreglar la situación casándose antes del nacimiento o al poco tiempo. Si no contraía matrimonio tenía dos alternativas, desprenderse de la criatura y continuar viviendo como una soltera o asumir la responsabilidad del niño, en cuyo caso recibía la ayuda de su familia.

En Aoiz (N) cuando una mujer quedaba embarazada se procuraba casarla rápidamente con el padre del niño, o bien se daba éste en adopción. Incluso se recurría al aborto. Pero todo ello se llevaba con la máxima discreción.

En San Martín de Unx (N), como ya se ha indicado con anterioridad, la mujer era obligada a casarse con el padre de la criatura antes de que naciese. Ya casados cedía el escándalo pero no se olvidaba, así que si por cualquier motivo discutía con otra mujer no era infrecuente que su rival se lo echara en cara como argumento despreciativo.

En Izurdiaga (N) si una pareja mantenía relaciones y la chica quedaba embarazada, lo más usual era que se casasen, y si después el matrimonio no funcionaba bien no tenían más remedio que soportarse.

En Bernedo (A) cuando una chica se quedaba en estado se casaba con quien la había dejado embarazada porque las dos familias les obligaban.

Estaba muy mal visto que la novia fuese a su boda embarazada. En estas ocasiones no había fiesta y sólo acudían los íntimos (Lezaun-N).

En tiempos pasados las madres solteras solían tener dificultades para casarse. Por esta razón en Bernedo (A) lo hacían con un viudo o con un viejo.

En Sangüesa (N) la mujer que había tenido un hijo de soltera quedaba marcada de por vida y por lo general tenía dificultades para encontrar marido.

En Nabarniz (B) si una mujer soltera tenía un hijo se le complicaba mucho la vida porque ningún muchacho quería salir ni casarse con ella. La que posteriormente se casaba llevaba a los hijos consigo y de permanecer soltera también se quedaban con ella.

En Berganzo (A) aunque se mirara mal a las mujeres solteras con hijos, éstas terminaban casándose.

En Urduliz (B), en cambio, a pesar de que en tiempos pasados las madres solieras estuvieran mal vistas en ningún caso fueron motivo de burla. Sencillamente se pensaba que lo que les había ocurrido era una desgracia. Estas mujeres, después de tener el hijo, si tenían ocasión se casaban con el padre de la criatura o con otro hombre que no tuviese objeción en contraer matrimonio con ellas. Otras, en cambio, se quedaban solteras, aunque esta situación ocurría rara vez.

Las situaciones sociales que hemos descrito se han ido suavizando con el paso de las décadas. En Treviño (A) hoy en día la existencia de hijos naturales "no da que hablar" como antaño y se evita el traslado de éstos a lugares como hospicios ya que las madres solieras se hacen cargo de ellos.

En Bermeo (B) en la actualidad se ven menos casos de hijos naturales que en tiempos pasados ya que si una chica se queda embarazada se casa con el muchacho. En los casos de hijos naturales en que los padres no se responsabilizan de la paternidad, suelen quedar al cuidado de las madres y de sus grupos familiares.

En Busturia (B) cuando la pareja es joven, los padres de la chica se hacen cargo de la criatura y la boda no se prepara inmediatamente. De todas formas, en la mayoría de las ocasiones tiene lugar un enlace formal lo más rápidamente posible para que el recién nacido nazca dentro del matrimonio ya que según la gente del pueblo así es como tiene que ser.

En los últimos años la actitud ante la mujer ha comenzado a ser de mayor comprensión, en cambio se ha endurecido respecto al supuesto padre.

Aún así se sigue constatando una cierta intolerancia. En Artajona (N) en un primer momento el problema familiar es el mismo que antaño y motiva el rechazo y la marginación de la embarazada. Si la chica se casa se le perdona, pero si no ocurre así se le obliga a salir del pueblo. Por lo que respecta al vecindario, el de mayor edad se escandaliza dando lugar a comidillas.

También es cierto que muchos de los comportamientos ante hechos de esta naturaleza dependen de cada familia, sin restar importancia al componente social. A modo de ejemplo se recogen las situaciones constatadas en una misma localidad alavesa: Amézaga de Zuya. Se dice que siempre ha habido madres solteras y que seguirá habiéndolas; no se trata, sin embargo, de algo corriente. Cuando una chica quedaba embarazada, si no conseguía casarse antes de que se notase su estado, se quedaba para "vestir santos" ya que era muy difícil que después pudiese encontrar marido. Si tenía en perspectiva casarse se adelantaba la boda. Cuando el padre no quería aceptar su responsabilidad y se negaba a contraer matrimonio, la chica permanecía soltera. Entonces se quedaba a vivir con su hijo en la casa de los padres. A partir de ese momento acababa su vida como joven porque tenía a su cargo un niño y se veía obligada a sufrir malas miradas o comentarios groseros. También se han conocido varios casos de chicas solteras embarazadas que fueron enviadas fuera del hogar durante el tiempo de embarazo y que después de dar a luz regresaron a la localidad, pero sin el hijo, que habían dejado en un orfanato. Obraban así para evitar la deshonra que suponía a una familia tener que pasar por esta situación, lo que les llevaba a ocultarlo e incluso a negarlo. En algún caso de violación que se recuerda, la situación en la que quedaba la chica no era mejor ya que era acusada "de no luchar para impedir ser violada". Si bien los padres no solían echar a la hija del hogar era normal que tuviese que sufrir las vejaciones no sólo de las personas de la calle sino también las de su propia casa. En otros casos, sin embargo, la aceptación de la situación no era tan mala.

Los embarazos fruto de las relaciones prematrimoniales entre parejas que tenían previsto contraer matrimonio también han sido motivo de crítica. A menudo se ha tratado de paliar el problema adelantando la boda. Esta situación se ha conocido como "casarse de penalty".

Los casos de nacimientos prematuros sin llegar a cumplirse los nueve meses tras la celebración de la boda también resultaron problemáticos para la mujer porque siempre había malpensadas que opinaban que se había casado embarazada.

No siempre los embarazos previos al matrimonio han sido tan mal vistos. En Zerain (G) tienen la certeza de que las relaciones prematrimoniales han sido frecuentes en todas las épocas y como consecuencia también los embarazos, pero son admitidos por la sociedad como preámbulo del matrimonio. Hay un dicho que resume el hecho y se repite en cada caso: "Lanak aurreratu ditue" (éstos han hecho el trabajo por adelantado).


 
  1. Julio CARO BAROJA. Los Vascos. San Sebastián, 1949, pp. 321-322.
  2. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 70.
  3. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 70.
  4. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 1.091.