Mal de pelo, bular-mina

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Ha sido común durante la lactancia que a la madre se le produjera un endurecimiento de los pechos. Se achacaba al frío, a las corrientes de aire y a que algunos niños succionaban con poca fuerza dejando restos de leche. El endurecimiento derivaba en una enfermedad que se presentaba con dolor y fiebre que se conoce con distintos nombres: pelo (Bernedo-A, Astigarraga-G); coger pelo (Garde-N); entrar el pelo (Amézaga de Zuya-A); mal de pelo (Apodaca-A, San Martín de Unx-N); pelo al pecho (Pipaón-A); la peloa (Obanos-N).

En euskera se han recogido las denominaciones siguientes: zingirina / zingina / zingria (Amezketa, Arrona, Astigarraga, Ataun, Hondarribia-G; Aezkoa, Baztan-N); zingirilla, zingilla (Astigarraga); petxuko gaitza (Berastegi-G); erroibena (Abadiano, Arratia e Ibarruri-B); erroia / arraia (Goizueta, Lekunberri-N); errebia (Elgoibar-G); laziertua (Arratia, Durango, Orozko-B); titia gogortu (Zerain-G); titi-koskorra (Hondarribia-G); bular-miñak (Telleriarte-G).

Aplicación de calor

En Amézaga de Zuya, Apodaca (A); Bidegoian, Oñati (G); Arraioz, Goizueta y San Martín de Unx (N) se ha consignado que durante el amamantamiento había que impedir que una mala corriente de aire o el frío endureciese los senos de la madre y les entrase el “mal de pelo”. Uno de los remedios era aplicarse en los pechos paños bien calientes con el fin de que, como dicen en San Martín de Unx, “maduraran bien”. En Hondarribia (G) llaman zingria a la imposibilidad de la madre de dar de mamar al niño por no salirle la leche, situación que es provocada por el endurecimiento de los pechos debido al frío. En Amézaga de Zuya, Bernedo y Pipaón (A) señalan que el mal de pecho produce infecciones en los pechos que se llenan de pus y consecuentemente se retira la leche.

En Ribera Alta (A) se temía que los pechos se enfriaran por lo que era necesario cubrirlos bien y protegerlos de las corrientes de aire. Si estaban muy endurecidos y tensos, lo que dificultaba la succión del bebé, se procedía a masajearlos en su base en un lugar caliente que solía ser junto al fuego de la cocina baja o sobre una cazuela de agua muy caliente con objeto de que el vaho los calentara, proceso que facilitaba el posterior masaje.

En esta misma localidad alavesa con el destete, cuando el niño dejaba de tomar pecho bien porque la madre ya no tenía suficiente o porque se hubiera empezado con la alimentación alternativa de leche artificial o sopas de ajo, podía ocurrir que a la madre volviera a quedársele leche retenida en los pechos. Para evitarlo se recurría a enfajarlos lo más apretado que se pudiera aguantar con objeto de que no se llenaran de leche. Si a pesar de todo la madre se encontraba molesta y con algo de fiebre se procedía a sacar la leche retenida mediante calor ambiental, paños calientes y masajes que fueran desde la base hasta el pezón. Aligerado el pecho se procedía de nuevo a enfajarlo y así hasta conseguir la retirada completa de la leche.

En Amézaga de Zuya (A) las madres no debían comer cosas frías y si tenían sed muchas bebían agua templada. Cuando sentían frío se lavaban los brazos con agua caliente antes de dar de mamar al bebé.

En Astigarraga (G) se usaba el esparto como remedio para la enfermedad de pelo, denominada zingirilla o zingilla. A las alpargatas se les quitaban la tela y las cuerdas. La suela de esparto, tras calentarla al fuego, se la aplicaban en los lados laterales de los pechos, bajo las axilas. Otro remedio era tomar un vaso lleno de vino batido y meterse desnuda en la cama, envuelta en una manta pesada para sudar. En Sangüesa (N) además de la alpargata de cáñamo caliente también se combatía esta dolencia aplicando salvado bien caliente dentro de un zacuto. La utilización de cataplasmas de salvado caliente también se ha consignado en Pipaón (A) y Amorebieta-Etxano (B). En Elgoibar (G) usaban salvado al que añadían clara de huevo y un poco de vino o coñac que tras mezclarlo bien se vertía a una sartén con aceite donde al calor se cuajaba y el emplasto resultante se aplicaba sobre los pechos.

En Zerain (G) se recogió que el petriquillo recomendó a una mujer que tenía endurecido el pecho que recogiera su deposición por la mañana y la extendiera sobre la mama enferma, cubriéndola con un paño que se cambiaba cada mañana. Mejoró enseguida y a los diez días ya estaba curada.

En Obanos (N) describen “la peloa” como una enfermedad producida por el enfriamiento de los pechos, propia de las madres que acaban de dar a luz. Causaba unos dolores fuertes, incluso fiebre y peligro de retirada de la leche. El endurecimiento de los pechos se daba y se da cuando el lactante no chupa con suficiente fuerza y la leche que produce la madre no se saca en su totalidad. Los pechos se ponen duros y es muy doloroso. Si no se “alivian” el niño tendrá cada vez más dificultad para mamar y se puede retirar la leche. Antiguamente para evitar este problema era frecuente que una madre sacase adelante a otra criatura a la vez que a la propia y por eso han sido frecuentes los hermanos de leche. En algún caso el “mal de pecho” exigía remedios muy drásticos como meter una cánula para que drenara la porquería que se había formado dentro. Hoy día se remedia con un artilugio que venden en farmacia llamado “sacaleches”.

En Lekunberri (N) cuando el calor no daba resultados satisfactorios se aliviaba el dolor pinchando con una lanceta, lantzeta sartu bearra, para proceder al vaciado de los nódulos existentes. También en Barkoxe (Z) la lactante antiguamente solía ser purgada[1].

En Ataun (G) se han recogido varios remedios para combatir el endurecimiento de los pechos, zingiña. Se frotaban con el líquido resultante de freír manzanilla, larramiloa, en aceite; también se podía masajear el pecho con manteca de cerdo, txerri-gantza, incluso había quien se daba calor en la zona dolorida colocando lana de oveja sin limpiar sujetándola con un paño. También en Vitoria (A) se ha consignado que es bueno frotar el pecho con aceite frito con manzanilla así como dar de mamar al niño colocándolo en postura contraria a la manera habitual de hacerlo[2].

En Vasconia continental para el absceso de pecho de la parturienta se recurría a una cataplasma de hojas de xori-belharra, mejorana, que absorbía el pus y eliminaba la dureza. En las localidades labortanas de Ziburu y Sokoa, para la misma finalidad, se empleaba hoja de su-belharra (eléboro fétido) que se calentaba por ambos lados y cuando estaba bien reblandecida se aplicaba sobre el mal[3].

En Baztan (N) recogió Azkue a principios del s. XX que para que a la madre que se le hubiera muerto el niño se le retrajera la leche, ugatza gibeleratu, solía beber agua de raíces de perejil, perrezil-zainaren ura. En Arrona (G) se ponían perejil bajo el pie (dentro del zapato) y bebían agua de raíces de caña. Otro remedio consistía en colocar hojas de berza en manteca no salada y sobre ellas perejil bien cortado; luego la mujer se ponía sendas hojas sobre los pechos. En el Valle de Arratia (B) se le ponían en la espalda hojas de berza calientes[4]. En Gatzaga (G) se colocaban varias ramas de perejil en los pechos y luego se vendaban fuertemente con un lienzo[5]. En nuestra actual encuesta de Astigarraga (G) se ha consignado también que para retirar la leche de la lactante se ponía bajo la axila perejil con manteca de cerdo sin sal y en Carranza (B) se le atribuía al perejil capacidad de “cortar la leche”, razón por la que se evitaba al condimentar las comidas.

En Bermeo (B) se ha registrado el dato de que, según algunas informantes, la alimentación con caldo de gallina de la puérpera estaba encaminada a favorecer la bajada de la leche.

En algunas localidades se ha constatado que no sólo la retención de la leche provoca el endurecimiento de los pechos sino que puede sobrevenir por otros motivos como ocurre en los días previos a la aparición de la regla (Pipaón-A), o en los días de la ovulación, o también como síntoma de embarazo (Aoiz-N).

Zinginarria o ugatzarria, amuleto para proteger los pechos

Uno de los amuletos usados por las mujeres contra los tumores y contra el endurecimiento de los pechos era el denominado zinginarria. Era un vidrio rojizo de forma poliédrica con facetas cuadradas y con un orificio atravesado por una cuerda para colgarlo del cuello. Los había de uno y de medio centímetro; éstos menos usados[6]. Se utilizaron en una extensa área dentro del territorio vasco. En localidades como Llodio (A); Larrabetzu, Abadiano (B); Ataun, Oiartzun y Zegama (G) sabemos –escribe Barandiaran– que los llevaban pendientes del cuello las mujeres que estaban criando y los consideraban como preservativos eficaces contra la enfermedad que llaman zingiña en algunos sitios y arraia en otros[7]. El mismo autor afirma que el uso de amuletos data de remota antigüedad. La vecina de Zarautz (G) a quien había pertenecido el zingiñarria de esta localidad le refirió que era de una eficacia infalible para curar o evitar toda enfermedad que supusiera obstrucción de los conductos de la leche[8].

Para estos amuletos Azkue consignó las denominaciones de zinginarria (Baztan-N) y zingirinarria (Amezketa-G, Aezkoa-N); laziertuarria (Arratia, Durango, Orozko-B); erroibenarria (Arratia, Ibarruri-B). Barandiaran menciona además ugetzarria (Larrabetzu, Mendexa-B); errabearria y abilaiua (Elosua-G) y arraiarria (Oiartzun-G).

En Zerain (G) se ha constatado que cuando una madre criaba a su hijo, para evitar el endurecimiento del pecho, zingiria, llevaba en el bolsillo una piedra conocida como zingirinarria.

En Gernika y Markina (B) las madres que estaban amamantando llevaban colgada al cuello una piedra de color caramelo llamada ugatzarria. Más antiguamente según registró la encuesta llevada a cabo por el Ateneo de Madrid en Gernika, hacia el octavo mes de embarazo se colgaban al cuello un pedazo de coral en la creencia de que así se librarían de las grietas de los pechos y sobre todo del pelo; las más pobres lo sustituían por una piedrecita redonda[9].

En nuestra actual encuesta de Abadiano (B) se ha recogido que a las mujeres lactantes para que no se les endurecieran los pechos se les colocaba una bolita de cristal bendecida colgada al cuello. Lo mismo ocurría en Bedarona (B) donde, además de aplicar calor a los pechos, en el final del embarazo la mujer se colocaba un collar de hilo que llevaba engarzada una piedra del color del malvavisco y no se lo quitaba hasta que el niño dejara de mamar.

En Azpeitia (G), para preservar el pelo, la puérpera se colgaba del cuello un pequeño saco de lienzo con una rama de perejil o una piedra cuarzosa; algunas se ponían el saquito en la axila[10]. En Amezketa (G) se trituraba ajo con sal y la mezcla se ponía en un pañuelo que se tenía en el seno como si fuera una medalla[11].

Mamones

Además de la aplicación de calor sobre las mamas había otras formas de tratar los problemas derivados del amamantamiento. Se consideraba necesario extraer los restos de leche para lo que se recurría a los mamones, podían ser hombre o mujer, cuyo cometido era succionar para limpiarlos. Con la misma finalidad en algunas localidades se recurría a animales que mamando conseguían drenar los conductos de la leche.

En Azpeitia (G), en tiempos pasados, el calostro le era extraído a la madre por unas mujeres llamadas mamonas que se dedicaban a “formar pezones”. En Astigarraga (G) se suavizaban las molestias con la intervención de unas mujeres “aliviadoras”, excepcionalmente eran hombres, que chupaban la leche del pecho haciéndola salir para después tragársela acompañada de un trago de licor, patarra. Decían que estas personas tenían un don “como el de un niño”; se las traía de las localidades próximas de Oiartzun, Hondarribia (G) y Arano (N). El remedio funcionaba de momento pero no erradicaba la enfermedad. Este mal también lo trataban los curanderos con emplastos de cristales molidos y miga de pan. Otro tanto sucedía en Viana (N) donde recurrían al pan para evitar el endurecimiento de los pechos.

En Elosua (G) cuando un niño tenía poca fuerza para mamar o para ayudar a la retirada de la leche en caso de muerte del bebé, en los años treinta, se encargaba de extraer la leche un hombre de uno de los caseríos de la zona. En Berastegi (G) cuando por el endurecimiento de los pechos, petxuko gaitza, había necesidad de extraer la leche materna se acudía a un hombre “sacaleches” que existía en la cercana población de Tolosa. En Hondarribia (G) para solucionar el endurecimiento del pecho había que “ordeñar” a la madre, cosa que se hacía a mano y cuando no se resolvía se llamaba a un “especialista” de la propia localidad. Él se encargaba de mamar, esputando la leche inmediatamente para no envenenarse. En Bermeo (B) también se ha recogido un testimonio de que una persona podía realizar esta función.

En muchas localidades navarras ha existido también la figura del mamón. En Obanos (N) no recuerdan a ninguno del propio pueblo pero señalan que los mamones aliviaban a las madres que iban de viaje o a hacer algún trabajo, con lo que evitaban los problemas derivados de la retención de leche en las mamas cuando se les producía “el golpe de leche”, llamado también “la subida”. Para evitar que el niño dejase de mamar procuraban no comer cosas fuertes como ajos o vinagre, para que la leche no cogiera sabor fuerte.

En Lezaun (N) después de dar a luz había mujeres que tenían exceso de leche. Para aliviarse cuando esto sucedía daban de mamar a un cachorro de perro, o en su defecto, a un gorrín. Más antiguamente dicen las informantes que hubo un hombre, conocido como “el mamón de Iruñela” por ser natural de esta localidad, que cobraba por hacer la labor. En Obanos (N) recuerdan que en Leitza (N), a mediados del siglo XX, acercaban al pecho un perrico, incluso vestido con ropas de niño, para que le mamara a la madre toda la porquería.

En Allo (N) dicen que para “hacer tiro”, esto es, para que saliese la leche de los pechos, a algunas mujeres les ponían a mamar un cachorro de perro. Lo mismo ocurría en Bermeo, Durango (B) y en San Martín de Unx (N) donde el amamantamiento de cachorrillos de perro aliviaba el dolor y el endurecimiento. En Pipaón (A) anotan que cuando el pequeño perro se moría era señal de que se iba a reventar el pecho enfermo por las durezas. También en Elosua (G) se ha recogido que en la década de los treinta para sacar el pezón se recurría a un perro joven. En Telleriarte (G) había una curandera local que para sanar el endurecimiento de pecho recomendaba cubrirlo con una tela dejando una abertura para que pudiera mamarle un perro pequeño; al golpe de leche le llaman en esta localidad iraiñ-gogortzea. En Bermeo (B) el animal, después de cumplida la misión, era sacrificado porque era creencia generalizada que por esta causa adquiría la rabia.

Han sido muchas las localidades donde si la madre tenía problemas para dar de mamar se buscaba una mujer de confianza que estuviera criando, llamada ama de leche, para que le diera el pecho al niño.


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 346.
  2. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 265.
  3. DIEUDONNÉ. “Medécine populaire au Pays Basque” in Gure Herria. Tomo XXVI. Bayonne: 1954, pp. 195-196 y 202.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 347.
  5. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián: 1986, p. 63.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. “Algunos amuletos del pueblo vasco” in RIEV, XVIII (1927) p. 525.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. “Exploración de seis dólmenes de la Sierra de Aizkorri” in OO. CC. Tomo VII. Bilbao: 1975, p. 272.
  8. José Miguel de BARANDIARAN. “Algunos amuletos del pueblo vasco” in RIEV, XVIII (1927) p. 525.
  9. Encuesta del Ateneo de Madrid (1901-1902). ADEL.
  10. Encuesta del Ateneo de Madrid (1901-1902). ADEL.
  11. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 348.