Mallabiko abadea. El cura-cazador errante

Abade bat zan Mallebin kazerue. Da txakur onak eukezan. Baten mezie zelebratzen eguela ekarri eutsen bere txakurrek elexien ondora erbie. Mezie bertan bera itxi te urt'eban erbie atrapetan eskupetie artute. Mendirik mendi dabil oin be gosiek amorrotuten.

Baten andra bat topau eban labasu'eitten. Eskatu eutsen ogie, da androri ogie eskuetan artute juen zan abadigaiñe emoten. Baja abadiek ez euken astirik artzeko. Juen zan aurrera gaur arteko.

Askok esaten dabe basuen ikazgiñen dagozenak ikusten dabela, da entzuten dabela txakurreri eitten deutsezan txistuak, da bera dabillenian aixiek zarata aundie erabilten dabela (Kortezubi-B)[1].

En Mallabia había un cura que era cazador y que tenía unos buenos perros. En cierta ocasión, mientras celebraba misa, sus perros trajeron una liebre a las proximidades de la iglesia. Interrumpiendo la misa en el punto en que estaba salió de estampida a por la liebre con la escopeta en ristre. Hoy es el día en que todavía anda vagando de monte en monte muerto de hambre.

Un buen día se encontró con una mujer que estaba cociendo la hornada. Le pidió pan y ella tomándolo en las manos se acercó al cura para ofrecérselo, pero a éste [por razón de su castigo] no le dio tiempo a cogerlo y aún hoy sigue andando.

Muchos dicen que los carboneros le suelen ver por el bosque y escuchan los silbidos con que llama a sus perros y que cuando él deambula el viento sopla con gran fuerza.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, XVII (1922) p. 18.