Medios de defensa

En cuanto a los procedimientos para defenderse de los lobos, en tiempos pasados y hasta hacerse asequible la compra de las armas de fuego, los pastores carecían de recursos eficaces para ello. Cuando detectaban su presencia cerca de la majada donde por la noche guardaban el rebaño, no tenían otro medio que tratar de asustar al animal para que se alejase.

En la Sierra de Codés (N) algún pastor ha oído que, cuando se presentía al lobo, los pastores solían salir gritando con teas encendidas en sus manos para espantar el peligro.

Un informante de la zona de Urbia-Oltza (G) recuerda que por la noche metían las ovejas en cercas, eskortak, y hacían hogueras a su lado para ahuyentar a los lobos. Incluso de día tenían que vigilar el rebaño. Cuenta otro informante que siendo él un niño iba en cierta ocasión por el bosque con su padre y al oír el aullido de un lobo volvieron inmediatamente a la chabola y el padre, cogiendo una tea encendida, salió otra vez al campo dando gritos y agitándola en círculos.

En Abaltzisketa (G) recuerdan que de noche hacían una hoguera junto a la chabola y permanecían de guardia por turnos en espera de que apareciera el lobo. Cuando el pastor detectaba su presencia tomaba un tizón encendido en su mano y comenzaba a correr de un lado para otro tratando de ahuyentarle.

En Gorbea (B) contiguo a la choza había a veces un espacio cercado con seto, gabesia, donde se recogían las ovejas de noche cuando se sabía que en la sierra andaba algún lobo. Cuando éste se acercaba, las ovejas se alborotaban y entonces el pastor encendía manojos de materiales combustibles para hacer huir a la fiera[1].

Los encuestados en Sara (L) a mediados de los cincuenta no habían conocido los lobos, pero los ancianos recordaban haber oído que en otro tiempo los hubo y que para proteger las ovejas las recogían de noche en recintos cerrados con grandes piedras, korraleak. Si se acercaba alguno el pastor salía de la choza con un tizón encendido, iletia, en su mano. Un informante recordaba haber oído a su padre, que era carbonero, que trabajando en los montes de Elizondo en compañía de otros veía pasar frecuentemente los lobos pero que en cuanto iniciaban la labor de quemar las piras de leña desaparecían las fieras. Refiere también que su abuelo, que apacentaba un rebaño en el monte Saioa en Baztan (N), a menudo tuvo que defenderlo mediante el fuego contra las acometidas nocturnas de los lobos.

En Orozko (B) recuerdan que los lobos llegaban a Gorbea de otras zonas. Cuando los pastores detectaban su presencia se reunían y los espantaban haciendo ruido, a tiros, o con fuego, uxatuteko tiroka edo suagaz.

En el Valle de Carranza (B) señalan que antaño carecían de armas para defender el rebaño del ataque de las alimañas. La única manera de ahuyentarlas era mediante palmas, gritos o tocando el cuerno. Así, durante las temporadas en que merodeaban lobos, los past ores antes de ir a dormir a la cabaña solían tocar el cuerno, instrumento que fabricaban con un asta de buey. A partir de los años cincuenta había ocasiones en que lanzaban cohetes de los que habían sobrado durante la celebración de las fiestas patronales del concejo.

En Sara en tiempos pasados, a finales del siglo XIX, se utilizaba para asustarlos una especie de zambomba que recibía el nombre de eltzaorra. Se recurría a ella sobre todo de noche para no permitirles que se acercaran a los apriscos donde se refugiaban los rebaños de ovejas[2].

A mediados de los años cincuenta un informante de Zerain (G) recordaba que teniendo él quince años una noche el lobo les mató varias ovejas en Urbia. Los pastores viejos se lamentaban de no haber tenido la zambomba, eltzaorra. Ésta producía un sonido lúgubre pero de gran intensidad que se oía de lejos y espantaba a los animales. Su uso estaba prohibido desde hacía años precisamente por esta causa y casi había desaparecido para la fecha a la que hace referencia el informante. Entonces se defendían de los lobos encendiendo una fogata delante de la choza y velando toda la noche. En Abaltzisketa (G) a mediados de los cincuenta los pastores ya no usaban zambombas, tupin itsua, para alejar a los animales salvajes.

En Larraun (N) también utilizaban eltzaorra pero no se constata el uso descrito en las poblaciones anteriores, aquí se aprovechaba para espantar a las caballerías haciéndolas subir hacia lo alto del monte.

Leizaola recogió que para ahuyentar de la majada a los animales mayores se utilizaban grandes carracas denominadas targetak o karrakak. Para este mismo fin en otros lugares recurrían a zumbaderas, conocidas con el nombre de furrunfara[3]. Según Barandiaran es posible que la bramadera, burrun o furufarra, sirviera también para alejar a los animales.

Otro de los medios destinados a ahuyentar a los lobos consistía en preparar espantajos que se colocaban cerca de los rediles. En algunas de las localidades encuestadas se ha constatado esta práctica, unas veces con el propósito indicado y otras con fines diferentes.

Espantajo. Isaba, Valle de Roncal (N), 1943. Fuente: Archivo PP. Benedictinos de Lazkao (G): Jesús Elosegui.

En las Bardenas (N) en ocasiones se han colocado espantapájaros, que en realidad consistían en pantalones o camisas colgados de la cerca de la barrera con la finalidad de asustar a cualquier animal que se acercara al corral.

En Mélida (N) algunos pastores colocaban espantapájaros, monigotes de trapo con figura de hombre, para ahuyentar los cuervos ya que sacaban los ojos a los corderos.

En Eugi (N) denominan kalaka a los espantapájaros. Se hacían con una guadaña vieja a la que unían dos maderas terminadas en clavos de hierro. Cuando el viento movía las maderas, los clavos golpeaban contra la guadaña produciendo un ruido especial que espantaba las aves. Se ponían en las huertas y en los maizales, pero también se usaban para ahuyentar los zorros.

En Larraun, Peña Santiago vio en uso un espantajo que servía para alejar las ovejas y las vacas de los prados ajenos. Consistía en una piel de cabra atada a una rama de aliso clavada en la tierra y debidamente asegurada a una estaca. A la piel le ponían alun, sustancia que se empleaba para curtir las pieles[4].


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. «Vida pastoril vasca. Albergues veraniegos. Trashumancia intrapirenaica» in OO.CC. Tomo V. Bilbao, 1974, p. 395.
  2. Este mismo aparato era utilizado en Sara por los agricultores para espantar a los tejones y a los zorros. En los tiempos en que Barandiaran recopiló esta información apenas si tenía otro uso que en los toberajotze o charivaris, con los que los mozos ridiculizaban a los viudos que trataban de contraer matrimonio. En esa época era raro encontrar un solo eltzaor en todo el pueblo; únicamente quedaba un vecino que fabricaba tales artefactos. Vide también la descripción de este artilugio así como la de la bramadera, que se cita más adelante, en el capítulo dedicado a indumentaria del pastor.
  3. Fermín LEIZAOLA. «La ganadería como actividad preindustrial. Técnicas pastoriles» in III Semana Internacional de Antropología Vasca. Tomo III. Bilbao, 1976, p. 168.
  4. Luis Pedro PEÑA SANTIAGO; Juan SAN MARTIN. «Estudio etnográfico de Urraúl Alto (Navarra)» in Munibe, XVIII (1966) p. 113.