Miedo a lugares de enterramiento
Tradicionalmente se observa gran temor al hecho de encontrarse cerca de un cementerio. Este miedo se refleja también de una u otra forma en los datos recogidos estos últimos años en nuestras encuestas. Tal respeto a este lugar está vinculado, sin duda alguna, con el mencionado temor a turbar el descanso de los muertos. Hay muchos relatos populares que describen escarmientos de personas que se atrevieron a conculcar esta ley.
Generalmente, después del atardecer, es muy raro que haya personas que permanezcan en los cementerios. En localidades pequeñas las gentes evitan a veces circular por caminos que pasen por los alrededores, incluso en pleno día.
En algunos sitios no manifiestan creencia particular sobre estos lugares de enterramiento, pero sí hacen referencia al miedo que producían.
En Amézaga de Zuya (A), las madres recriminan a los niños: «No vayas al cementerio, porque salen brujas con una túnica blanca». Más que creencia se considera que es una forma de prohibición.
En Apodaca (A), el paso ante el cementerio, casi obligado para ir a las escuelas, imponía cierto respeto a los niños, sobre todo de noche.
En Gamboa (A), las encuestas describen el miedo que existía hace unos años a entrar en el camposanto o merodear por sus alrededores de noche, ya que se podía turbar la paz de las almas de los difuntos.
En el antiguo cementerio de Ulíbarri-Gamboa (A), al pasar de noche ante él, si se miraba a través de los barrotes de la entrada principal, algunos tenían la sensación de ver dentro una mancha blanca que se movía.
En el valle de Carranza (B) se cree que salen cosas malas de los cementerios entre el atardecer y las doce de la noche por lo que se evita andar por sus alrededores a esas horas.
En Murchante (N), todavía hoy día (1990), se observa cierto respeto a entrar en los cementerios. Produce temor también andar en sus inmediaciones o pasar delante de ellos.
En San Martín de Unx (N) se hace referencia a casos de personas que incluso se han negado a pisar en vida el recinto del cementerio. Tampoco se sabe de nadie que haya permanecido en este lugar después del atardecer. Si se pregunta por las razones de esta prevención los testigos contestan que los muertos están bien muertos, pero «se tiene respeto a Dios».
En Urdiñarbe (Z), los encuestados hacen notar que estos lugares producen lardehia, forma de miedo angustioso, diferente a lotsa, miedo producido por la sorpresa.
Al igual que sucede con los camposantos, se evita también tradicionalmente pisar el interior de las iglesias en horas nocturnas. No son aquí muy abundantes los datos recogidos en nuestros repertorios locales, pero sí hay algunas muestras de esta prevención, disfrazadas a veces bajo el aspecto de apariciones u obras de seres mitológicos.
En el valle de Orozko (B), actualmente, se observa cierto respeto de la gente al entrar de noche en lugares marcados, como las iglesias.
En Ezpeize-Undüreiñe (Z) cuentan que se oían ruidos cuando se pasaba de noche delante de la iglesia. Eran una especie de murmullos que producían gran temor. Popularmente se consideraba que eran obra de las lamiñak o laminas.