Modelado del niño

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La cabeza

Cuando un niño nacía con la cabeza deformada o cuando se consideraba que el aspecto de la misma no se ajustaba al modelo que la generalidad de las personas consideraban como más apropiado, era costumbre tratar de modificarle la forma del cráneo hasta conseguir que adquiriese aspecto redondeado. Para ello se utilizaban dos procedimientos: uno consistía en vendar la cabeza y se recurría a él cuando la forma de la misma se consideraba excesivamente alargada; el otro en apretar con los dedos las zonas más abultadas hasta conseguir que la superficie del cráneo quedase lisa. De esta labor se solía ocupar la partera.

En Amézaga de Zuya (A) aunque no era habitual manipular la cabeza del recién nacido, en ocasiones se practicaba esta medida para corregir ciertos defectos físicos. Cuando se consideraba que el pequeño la tenía mal formada, esto es, alargada o '"apepinada", demasiado grande o con bultos que sobresalían, era costumbre vendársela con un pañuelo o venda. Permanecía así un par de días.

Cuando nacía con la cabeza alargada también se le vendaba o se le envolvía con un pañuelo para que tomase una forma más redondeada en Bernedo, Pipaón, Mendiola, Valdegovía (A), Ajuria-Muxika, Markina (B), Bidegoian (G) y Donoztiri (BN)[1]. En Mendiola esta operación la efectuaba la partera. En Moreda (A) también se aplicó esta práctica pero en muy raros casos.

En Obanos (N) para corregir la cabeza alargada de algunos niños era costumbre cambiarlos de postura en la cuna.

La cabeza también se vendaba cuando el niño salía con ella deformada (Arrasate, Elgoibar, Elosua, Oñati-G).

En Lemoiz (B) se corregían las deformaciones envolviendo la cabeza con un pañuelo blanco anudado en la parte posterior del cuello. En Viana (N) se le ponía una venda de la barbilla al cogote que servía para corregir la barbilla alargada y darle forma redondeada.

En Allo (N) a principios de siglo también se cubría la cabeza a los bebés con una venda para darle forma. Igualmente en Izal (N) se le solía vendar para que adquiriese un perfil redondeado. En Ezkurra (N) se le envolvía con una venda, sangritxabarra, con el fin de que no se deformase y se conservase redonda[2]. En Iholdi (BN) se le ataba con un pañuelo para redondeársela[3]. También se conoció esta práctica en Romanzado y Urraul Bajo (N)[4].

En Aoiz (N) en el siglo pasado y a principios del presente se envolvía la cabeza a los bebés porque se consideraba que la tenían muy blanda, este vendaje se mantenía hasta que se estimaba que el cráneo se había endurecido. En Lezaun (N) se les vendó hasta los años cuarenta pues se pensaba que la tenían abierta y que de esta forma se ayudaba a soldar los huesos; pero sólo se recurría a esta práctica cuando su forma era excesivamente alargada. En Améscoa (N) se le vendaba para que no se les abriera[5].

El otro procedimiento consistía en apretar con las manos los abultamientos hasta conseguir que el cráneo recuperase la forma redondeada.

En Artziniega (A) algunas parteras, cuando ayudaban a nacer a un niño y les parecía que no tenía la cabeza redondeada, tenían la costumbre de apretársela allí donde fuese necesario. Al decir de los mayores, la cabeza se modelaba como si fuese arcilla.

En Carranza (B) el cráneo del recién nacido se tenía por una estructura sumamente sensible; sin embargo, existe constancia de que en algunas ocasiones se le sometió a un modelado manual con la finalidad de que el niño llegase a la madurez con la cabeza bien formada, sin bultos o concavidades. Para este modelado se recurría a mujeres especialmente hábiles y conocedoras de la tarea, a menudo la propia partera. Esta práctica se perdió cuando los partos comenzaron a ser atendidos por médicos.

En Bermeo (B) antaño nada más nacer un crío, si tenía el cráneo deformado, se le intentaba volver a su forma habitual presionando con las manos sobre las partes más altas; también se trataba de reducir en lo posible el largo de la cabeza. Según una informante, antes de proceder a remodelarla se cubría toda ella con un paño humedecido con kañé (licor) para ablandarla lo más posible.

En Beasain (G) se le apretaba un poco para que desde un principio adquiriese la forma adecuada y más redonda si la tenía alargada. En Abadiano (B) cuando nacía con ella deformada también se le intentaba corregir con las manos y en Durango (B) y en Sara (L)<[6] si la tenía alargada para redondeársela.

En algunas localidades se empleaban los dos métodos descritos hasta aquí. En Liginaga (Z) se le presionaba la cabeza con las manos para darle forma redondeada y después se le vendaba con un paño con idéntico fin[7]. En Berganzo (A) era costumbre apretársela con los dedos y en algunos casos también se le llegó a vendar. En Zerain (G) se le daba forma con ambas manos y si hacía falta se le vendaba con tiras para darle aspecto redondeado.

En Ezkio (G) le manipulaban la cabeza cuando nacía con ella deformada. Se le apretaba con las manos hasta darle la forma adecuada y luego se le envolvía con una venda. Según algunos informantes estas operaciones se llevaban a cabo cuando tenía forma alargada. En Zeberio (B) si nacía con ella alargada se la apretaban los primeros días para que tomara una forma más regular; también utilizaban vendas con el mismo fin.

Estiramiento de la nariz

En tiempos pasados fue común en un buen número de localidades manipular la nariz del recién nacido con la intención de que llegase a adulto con ella estrecha y alargada y no chata.

En Lemoiz (B) era la partera la que se encargaba de estirársela para que se estrechase y alargase. En Allo (N) se ocupaba de ello la comadrona.

En Lezaun (N) se dice que la partera les estiraba de la nariz hasta hacerles llorar. En Salvatierra (A), en cambio, les pasaba los dedos suavemente para que se alargase, pero más como una caricia que para estirársela.

También se le estiraba con los dedos en Bernedo (A), Ajuria-Muxika, Nabarniz (B), Arrasate, Bidegoian, Elgoibar (G), Améscoa[8], Ezkurra[9], Monreal (N) y Sara (L)[10].

En Pipaón (A) se dio algún caso en que se llegó a ponerle una pinza con este fin.

La nariz no sólo se arreglaba cuando era chata sino también cuando estaba torcida (Muskiz-B). En Elosua (G) se le apretaba si la tenía respingona y con los orificios anchos. También hay constancia de que se le estiraba y estrechaba en Zerain (G).

Las orejas

Otro motivo de preocupación por el aspecto del recién nacido eran las orejas. Si nacía con ellas separadas, esto es, si tenía las orejas de soplillo, como se suele decir, se procuraba que retornasen a su estado natural junto a la cabeza uniéndolas mediante una venda.

En Bernedo (A) se le rodeaba al niño la cabeza con cintas para que le oprimiesen las orejas y no le sobresaliesen tanto, en Carranza, Zeberio (B) y Sangüesa (N) era costumbre vendárselas, en Bidegoian (G) fajárselas y en Elgoibar (G) se las sujetaban con un trapo. En Valdegovía (A) utilizaban con este fin unas correas.

En Viana (N) le ponían un gorro para que le quedasen pegadas a la cabeza.

Más tarde, al disponer de productos adhesivos, se comenzó a utilizar esparadrapo (Amézaga de Zuya A; Carranza, Muskiz-B; Berastegi, Telleriarte-G; Sangüesa-N) y "tiritas" (Elgoibar-G).

En Durango (B) y Obanos (N) se procuraba colocarles bien las orejas (al acostarlos) para que de mayores no las tuviesen separadas.

Otra de las manipulaciones habituales consistía en agujerear los lóbulos de las orejas de las niñas para que pudiesen llevar pendientes. Pasados ocho o quince días se les hacían los orificios con una aguja desinfectada previamente en alcohol y enhebrada. Como tope se solía colocar un corcho y a veces un trozo de patata. El hilo quedaba en el lóbulo y se ataba en forma de aro con el fin de darle vueltas para impedir que al cicatrizar se cerrase el orificio (Carranza-B).

En Garde (N) se le hacían los orificios con una aguja e hilo de seda. Este se dejaba unos cuantos días y de vez en cuando se corría un poquito. Esta práctica se llevaba a cabo poniendo nieve o hielo alrededor de la oreja. En Durango (B) se le untaba el orificio con saliva.

En Portugalete (B) la persona encargada de hacerle los orificios era la comadrona.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. "Rasgos de la vida popular de Dohozti" in OO.CC. Tomo IV. Bilbao, 1974, p. 56.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. "Estudio etnográfico de Ezkurra" in AEF, XXXV (1988-1989) p. 57.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. "Para un estudio de Iholdy" in Cuadernos de Sección de Antropología Etnografía, V (1987) p. 100.
  4. José de CRUCHAGA PURROY. "Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraul Bajo" in CEEN, V (1970) pp. 214-215.
  5. Luciano LAPUENTE. "Estudio etnográfico de Améscoa" in CEEN, VIII (1971) p. 142.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 102.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. "Materiales para el estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge)" in Ikuska. № 10-13 (1948) p. 80.
  8. Luciano LAPUENTE. "Estudio etnográfico de Améscoa" in CEEN, VIII (1971) p. 142
  9. José Miguel de BARANDIARAN. "Estudio etnográfico de Ezkurra" in AEF, XXXV (1988-1989) p. 57.
  10. José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 102.