Motivaciones

En tiempos pasados, las razones fundamentales que movían a la adopción eran la de la muerte del propio hijo, causas económicas o razones benéficas y la imposibilidad de tener hijos. A veces la adopción podía estar motivada por la conjunción de más de una causa. La realizada por parientes es tratada independientemente.

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Sustitución del niño muerto

Las localidades en las que se ha constatado que se adoptaba un niño, ordezkoa, para llenar el hueco dejado por el recién nacido propio muerto a pesar de que se tuvieran otros mayores son: Amorebieta-Etxano, Andraka, Busturia, Zeanuri (B); Beasain, Elosua, Hondarribia, Legazpi, Oñati, Orexa y Zerain (G). En Elosua y Orexa (G) se señala que además del motivo de la sustitución del niño muerto, era conveniente adoptar uno para que la madre lo amamantara y de este modo “limpiara la sangre” y pudiera volver a tener hijos. En Amorebieta-Etxano (B) y en Legazpi (G) dicen que el niño adoptado no tenía por qué ser necesariamente del mismo sexo del fallecido sino del que desearan los padres, así por ejemplo si había mayoría de muchachos en casa elegían una niña y viceversa. En general mostraban preferencia por los varones.

Causas económicas o razones benéficas

La motivación de la adopción podía ser económica o de incorporación de mano de obra a las tareas domésticas.

Así en Zeanuri (B) se ha constatado que a comienzos del siglo XX por esta crianza la Diputación Foral de Bizkaia daba a la familia unas 15 pesetas mensuales, lo que era una cantidad importante para la época.

En Gorozika (B) se recuerda que la Inclusa o los particulares que lo entregaban, daban dinero a la familia por criar al niño. En Beasain (G) se guarda memoria de que, por el niño adoptado en firme, pagaban algo hasta que el muchacho alcanzara una edad determinada. En Orexa (G) dicen que algunos recurrían a la adopción porque la Diputación Foral de Guipuzkoa daba un dinero hasta que el niño cumpliera los siete años y también porque en las casas la mano de obra era bienvenida. También en Zerain (G) se ha constatado que los niños se traían de la Casa Cuna de la Diputación para asegurar la continuidad de la propia casa y porque para el trabajo en el caserío convenía que hubiera mucha mano de obra.

Casa del Niño (Bermeo), Casa de Familia, sucursal del Monte de Piedad y Montepío de la mujer que trabaja en Baracaldo: obras sociales de la institución. Fuente: Casa del Niño (Bermeo), Casa de Familia, sucursal del Monte de Piedad y Montepío de la mujer que trabaja en Baracaldo: obras sociales de la institución. Barcelona: L. Roisin, s.a., cubierta.

En Bermeo (B) se consigna igualmente que en tiempos pasados algunas familias traían críos del hospicio por el dinero que cobraban. Trimestralmente, el toque del bando municipal anunciaba que podían pasar por el ayuntamiento a percibir la cantidad que les correspondía. Otra razón era traerlos para enviarlos a trabajar a la mar. En estas familias, sobre todo si había hijos propios, no recibían buen trato los adoptados.

En Sangüesa (N) se cobraba de la administración un dinero diario por la manutención y estancia. Se criticaron algunos casos porque colocaban desde muy pequeño al adoptado de vaquero o criado para sacar provecho. En Apodaca (A) también se ha recogido que se dieron casos de hacerlos trabajar duramente. En Mirafuentes (N) está presente la consideración económica ya que por la crianza del niño o niña la familia recibía una ayuda en metálico y además se aprovechaba como mano de obra en las tareas agrícolas familiares.

En la zona rural de Elgoibar (G) se adoptaba por necesidad de mano de obra para realizar las labores del caserío, cosa que se hacía más evidente en las familias en que sólo había hijas y se traía un niño con esta finalidad.

Junto al interés económico, hay localidades donde se indica que otro criterio tenido en cuenta era la caridad, pues se adoptaba con la finalidad de realizar una obra benéfica tal y como se ha señalado en Beasain, Zerain (G) y Sangüesa (N). En Andraka (B) hay constancia de haber adoptado a niños procedentes de casas pobres y también en Goizueta (N) se tomaban niños de familias necesitadas. En Zerain (G) agregan que las familias numerosas se consideraban una bendición de Dios.

Matrimonios sin hijos

Se ha constatado que los matrimonios sin hijos adoptaban niños en Bernedo (A); Andraka (B); Oñati (G); Elorz, Goizueta, Luzaide/Valcarlos, Obanos y Valtierra (N). En Moreda (A) agregan que los padres adoptantes les daban sus apellidos y les bautizaban en la iglesia parroquial entrando de este modo a formar parte de la vida del pueblo. En Berastegi (G) y en Urzainki (N) alegan que las labores del caserío requerían continuidad y si la pareja no tenía descendencia los adoptaban para que trabajaran y continuaran luego como herederos. En Zerain y en Berastegi (G) dicen que en estos casos se adoptaban uno o dos hijos, niño y niña. En Hondarribia (G) lo hacían los matrimonios sin o con pocos hijos.

Señalan las encuestas que hoy día existen dificultades para la adopción y, en muchos casos, se recurre al extranjero para llevarla a cabo, tras unos trámites complejos.

Aun así en las localidades en que se ha llevado la investigación de campo se indica que sobre todo los matrimonios sin hijos buscan la adopción a pesar de las dificultades burocráticas, las largas esperas y el dinero que deben pagar. Mayoritariamente se consignan tres vías de procedencia: los países sudamericanos, las repúblicas hoy día independientes que estuvieron integradas en la extinta Unión Soviética, y más recientemente China y África. Hay ocasiones en que se les acoge en principio en régimen temporal de forma que un día la madre biológica pueda reclamarlos si lo desea.

Adopciones temporales

En Zeanuri (B) se ha recogido que, a veces, al tercer año de haber adoptado a los niños, se devolvían al orfanato, si bien en muchos casos se quedaban con el niño. Pasado el tiempo, algunos de estos adoptados eran reclamados por su madre natural con el consiguiente disgusto de la familia adoptante. En Gorozika (B) se recuerda que si a los siete años de tomado el niño no aparecía nadie que lo reclamara, la familia adoptante se quedaba con él. En Beasain (G) se ha consignado que tras la crianza que pagaba la Maternidad por un tiempo, a veces, se devolvía el niño.

En Moreda (A) se ha recogido que en tiempos pasados de los niños incógnitos o expósitos se ocupaba temporalmente el ayuntamiento de la localidad y luego eran llevados a centros encargados de estos menesteres como las inclusas de Logroño y Zaragoza o el hospital de Tudela.

De otro signo son las adopciones temporales de las madres nodrizas que en algunos casos se convertían en definitivas. En AmorebietaEtxano (B) se ha constatado que en la primera mitad del siglo XX en algunos caseríos tomaban un bebé de una familia que tuviera dificultades para criarlo y lo convertían en hermano de leche de los hijos de la casa. Además, por ello les solían pagar algún dinero. En Elgoibar (G) si la madre primeriza fallecía al dar a luz, el niño era adoptado temporalmente por una familia donde hubiera una mujer que pudiera amamantarlo. En Valtierra (N) el amamantamiento por nodrizas producía vínculos afectivos estables que, en algunos casos, se convertía en adopción por la “madre de leche”[1].


 
  1. Esta materia ha sido objeto de estudio en otro volumen de este Atlas Etnográfico de Vasconia. “El ama de leche o de cría” in Ritos del nacimiento al matrimonio. Bilbao: 1998, p. 116.