Navarra

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Área pirenaica y subpirenaica septentrional. La Montaña

Describimos en primer lugar las casas situadas en el área pirenaica.

En Isaba, Urzainki y Uztárroz (Valle de Roncal) la planta baja se componía de un gran pórtico interior por el que se accedía a las escaleras principales y a diversos departamentos de esa planta: la leñera, egurtegi, la cuadra y la bodega-despensa-almacén, gonibe, y el depósito para la sal, gaztegi. Tras acceder a la primera planta se hallaba la cocina, sukalde; también podía encontrarse el horno del pan incrustado en la pared en un cuarto especial y visible desde el exterior de la casa. En la recocinilla estaba el fregadero, el vasar y un armario aparador. El resto de la primera planta se componía de cuartos varios e incluso algún dormitorio. También estaba el arranque hacia la segunda planta, donde se situaba el resto de habitaciones. En determinadas casas fuertes había salas de estar para reuniones numerosas o familiares. Sobre el segundo piso se extendía el desván, sabai o sapai, dividido en una recámara, ganbra, y el pajar. Presentaba una altura llamativa ya que el tejado se disponía en dos o cuatro frentes empinados para evitar el estancamiento de la nieve durante el invierno.

En Aria la casa se compone generalmente de una planta baja, un piso y un henil sobre dicho piso. Las piezas que se encuentran en la planta baja son la entrada, ezkatzea, la cuadra, arteia, y a veces un depósito para guardar la patata, patatategia. En un rincón del establo se sitúa un canal de madera de forma cúbica llamado kupua, que comunica con el henil y por el que desciende el heno a un cajón, desde donde se reparte a los pesebres.

En el primer piso, ganberattoa es un descansillo que se encuentra al término de la escalera y que comunica con la cocina, sukaldea, la escalera que va al desván y el pasillo. Éste se denomina pasua o sala, no suele tener muebles y es un amplio departamento a través del cual se pasa a los dormitorios, ganberak, y en ciertos casos a una sala. En esta planta también está un irindei o compartimento de la harina y panadería.

En la última planta se halla el desván, que normalmente sirve como henil, xabea, y también como trastero.

Andresena. Aria, 1975. Fuente: Miren Ynchausti, Grupos Etniker Euskalerria.

En Mezkiritz casi todas las casas tienen en la planta baja las cuadras, estrabiliak, para los animales. En la primera planta vive la familia y se sitúa la cocina y los dormitorios. La tercera planta, el camarote, se llamaba agoztegia. Las casas de las familias pudientes suelen colocar escaleras exteriores hasta el pajar al que acceden por una gran puerta que está bajo el tejado.

En Aintzioa y Orondritz (N) la mayoría de las casas disponen del mismo tipo de estructura repartida en tres plantas. En la baja se halla la entrada principal a través de la cual se accede a un vestíbulo amplio desde el que se pasa a varias estancias denominadas xelas que se pueden considerar pequeños almacenes en los que se guardan patatas, remolachas y otras cosechas, así como toda clase de aperos.

En el propio vestíbulo se abre la puerta que comunica con la cuadra, amplia y oscura. En algunas cuadras todavía queda el hueco de la kortxila, que es un conducto de un metro cuadrado de sección que asciende hasta el pajar o sabaiao. Por este hueco se tiraba la hierba sin necesidad de transportarla por las escaleras en sábanas de tela de saco.

Desde el vestíbulo arranca la escalera que lleva a la vivienda, que ocupa la primera planta. Las casas, dentro del piso noble, presentan parecida distribución: Las escaleras cerradas con una puerta desembocan en un gran pasillo, paso, ancho y largo desde el cual se accede a las distintas dependencias, entre ellas la cocina. Desde la cocina o desde el pasillo se pasa a una estancia denominada recocina o espentxa que se utiliza como desahogo de la primera. Cerca de la cocina se halla el comedor, que se utiliza para las fiestas del pueblo o cuando por algún acontecimiento se reúne la familia, aunque antiguamente era el paso el que se habilitaba con estos fines. El resto de dependencias son dormitorios. Cuando una de estas habitaciones era especialmente fría, por su orientación u otra característica, se destinaba a fresquera. Al instalar agua en las casas, hacia la década de los cincuenta del siglo XX, en todas se construyó un baño.

Desde el pasillo se sube mediante escaleras, cerradas con una puerta, al sabaiao, que ocupa todo el piso superior y en el que se conserva la hierba.

En Aurizberri la planta de la casa recibe el nombre de etxalekua y en general es rectangular. Contaba con planta baja y dos pisos, zoladura: el principal y el desván, sabaia. En la planta baja se hallaban el vestíbulo, ezkaratzea, la cocina, sukaldea, y la cuadra, estrabilia, que ocupaba ordinariamente la parte zaguera de esta planta. El piso principal estaba destinado a dormitorios y el superior a desván, donde se depositaba la yerba, que se bajaba a los establos por un tubo de madera de sección cuadrada, denominado belar-ziloa, y que, atravesando los pisos, llegaba a la cuadra.

A continuación se detallan las casas de tipo subpirenaico septentrional, que son las ubicadas básicamente en el área atlántica de Navarra.

En Bera se describe una casita rectangular llamada Itzekoborda situada en una ladera. Consta de una planta baja con tres grandes divisiones: En la primera está la puerta, atia, y el zaguán; a un lado un leñero, egurtegi, y al otro un sitio para las gallinas, olotegi. Del zaguán sube una escalera, ezkala. Más al interior hay otro departamento iluminado por una aspillera, zirritua, donde se amontonan los aperos y donde queda la pocilga, zerriztegi o txerristegi. Aún al final queda otro departamento con la cuadra para las vacas, eia, otro leñero y un estercolero, goroztegi. En el primer piso “está toda la vivienda humana”. Se entra por la escalera a una habitación a modo de recibidor con varias puertas a los cuatro lados; como la casa está en ladera, una de ellas da al exterior. Frente a la misma, la de la cocina, xukaldia. En una banda, hacia la fachada principal hay una sala, sala, y un dormitorio, jela. En la otra dos dormitorios más y un escusado. Encima queda el desván sin dividir, la llamada ganbara, en que es visible la estructura del tejado y donde se guardaban el heno, el maíz y otras cosechas, así como los aperos y útiles que no están en uso en tiempo largo. La ordenación de estos caseríos pequeños, llamados bordak, era muy justa para que viviese dentro una modesta familia. Pero si tomásemos como modelo un caserío grande, de propietarios, veríamos que lo único que cambiaba era la magnitud que se daba a cada una de las partes, no la disposición general o la cantidad de ellas[1].

Dice Caro Baroja que en Lesaka, de las tres clases de casa rural que estableció Barandiaran en Ataun, en esta población navarra predominaban dos y aún una principalmente, el tipo Akotain que sufría algunas variantes, como el avance de los pisos superiores sobre los inferiores. Las casas de este tipo, a las que con frecuencia se añadieron cuerpos posteriores, contaban con dos pisos. En la planta baja se situaba el portal, atia, la cuadra, eia, gallinero, ollategia, pocilga, zirritegia o ixtegia, y el estercolero, goroztegia. En el piso primero estaban la cocina, xukaldia, la sala, sala, y los dormitorios, gelak. En el piso de arriba, el desván, ganbara, con el pajar y un departamento para guardar las patatas, maíz, cebollas, etc.[2].

En Goizueta la planta baja, a excepción de la cocina, está destinada a cuadra. Puede haber también otras dependencias pequeñas como el lagar, tollarea, el sitio de hacer la sidra, sagartegia, etc. En el primer piso se encuentra la vivienda y en el segundo el camarote, sabaia, con el lugar para la yerba, belartegia, el pajar, lastotegia, y un espacio para los productos recolectados en la huerta, baratzeko uztak.

En Ezkurra la planta baja comprendía cuadras y establos. En el primer piso se hallaba la cocina, una sala y dormitorios. En el piso superior estaban el belartoki, henil, lastotoki o zugaitoki, pajar, y artagela, departamento para el maíz.

En Luzaide/Valcarlos las casas son de dos plantas y un desván bastante bajo. La entrada tiene dos puertas a derecha e izquierda para dar paso a la cocina y a otra dependencia paralela a ella. El arranque de la escalera está al fondo y a veces se abre otra puerta si se trata de un caserío más grande. Además de contar con recocina, la dependencia paralela a la cocina se destina a usos diversos: Hay caseríos que la utilizan como comedor y sala noble; otras veces se destina a usos comunes tales como almacén de herramientas o granero; finalmente en casos aislados se compaginan ambas aplicaciones por medio de una gran puerta corredera que habitualmente actúa de tabique entre el comedor y la sala auxiliar. En ocasiones solemnes y fiestas familiares se convierte en una gran sala donde tienen cabida numerosos invitados (caserío Bidart). El primer piso consta normalmente de cuatro habitaciones y el paso central, que es una dependencia importante de la casa.

Bidart. Luzaide/Valcarlos, 1970. Fuente: Archivo particular José M.ª Satrustegui.

Área subpirenaica meridional. Zona Media

Las casas de tipo subpirenaico meridional ocupan una amplia zona en la parte central de Navarra, incluyendo poblaciones del sur del área pirenaica. Se observa por ello una amplia distribución de las distintas comarcas: Valles Pirenaicos Centrales (Eugi), Valles Pirenaicos Orientales (Izal), Valles Meridionales (Gorriti), La Barranca (Izurdiaga), Zona Media Occidental (Améscoa, Lezaun, Allo), Cuenca de Pamplona (Juslapeña, Elorz, Barañain), Cuenca de Aoiz Lumbier (Monreal, Aoiz, Urraúl Alto) y Zona Media Oriental (Artajona, Obanos).

En Eugi la mayoría de las casas cuentan con tres plantas organizadas en torno a un pasillo largo y estrecho. El aspecto general es el de una casa larga, de planta rectangular. Las más ricas de la localidad sólo se diferenciaban de las demás en su tamaño y aspecto exterior pero internamente su distribución era más o menos la misma.

La planta baja estaba destinada al ganado. Las diferentes clases de animales se disponían en departamentos separados. Frente a la puerta de entrada y ocupando el mayor espacio se situaban las vacas y en los laterales de la cuadra el resto del ganado. Este recinto cumplía una función más ya que el calor que generaban ascendía y permitía calentar la casa.

A la vivienda propiamente dicha se subía por una escalera de madera con barandilla a uno de los lados y tras atravesar una puerta que separaba la planta baja de la superior. En ésta, a un lado del pasillo, se disponía la cocina, siempre mirando al sol, y junto a ella la despensa; el comedor, cuando lo había, era empleado únicamente para grandes celebraciones; además contaba con una habitación principal, que era la mejor de la casa y la que ocupaban los dueños, y el resto de las habitaciones hasta un total de cuatro o cinco.

Otra puerta de madera situada en el pasillo daba acceso a las escaleras que llevaban al desván o sabaiao, donde se almacenaba el maíz, la hierba, etc.

Casa de Eugi, 2000. Fuente: José Huarte, Grupos Etniker Euskalerria.

En Izal en la planta baja se sitúa la entrada desde la que también se accede a las cuadras. Una escalera conduce a la planta primera donde un amplio paso, que permite acoger la comida de algunas celebraciones, da acceso a la cocina y a los diferentes dormitorios, y desde aquí se sube al sabaiao. El baño se introdujo posteriormente, reformando alguno de los cuartos.

La cocina era y aún sigue siendo el espacio principal donde se hace la vida en la casa. Junto a la misma se hallaba otro local denominado masandería.

A finales del segundo decenio del siglo XX Barandiaran efectuó una pequeña encuesta en Gorriti, perteneciente al municipio de Larraun. Aquí, la planta baja, que recibe el nombre de ikullue, estaba destinada a establos y cuadra. En el piso principal se situaban la cocina y los dormitorios. El segundo piso se utilizaba para granero y pajar, conociéndose como ganbara.

Casa Ballaz. Izal, 2000. Fuente: Roberto Urtasun y M.ª Asunción Palacios, Grupos Etniker Euskalerria.

En Izurdiaga las casas antiguas son las más características y constan de planta baja y un piso. Sus piezas se distribuyen de la siguiente manera: En la planta baja se encuentran la cocina, sukaldie, las pocilgas, txerrieidek, las cuadras, bastardiek, con vacas y caballos, y a veces el corral para las ovejas, borda. En el primer piso las habitaciones, kuartuek. Encima se halla el henil, ganboike, para paja, hierba o patatas; suele haber un hueco, txurkillo, por el que se arrojan las porquerías al establo.

En Améscoa en líneas generales todas las casas tienen zaguán al que llamaban entrada, cuyo suelo era de arcilla bien amasada y pisada con mazo; la parte trasera se destina a cuadras y lo corriente es que la cocina se halle ubicada en la planta baja y cerca de la puerta de entrada, aunque son bastantes las casas en las que se encuentra en el piso. También es corriente que junto a la entrada y cerca de la cuadra haya algún cuartico donde se guarde el arca del zaldane (pienso compuesto de harinas de yero, arvejuelo, salvau, etc.), los escriños y otros útiles.

En cuanto a la escalera, las casas grandes la tienen central con una lumbrera, claraboya, en el tejado por donde se filtra la luz que da claridad al hueco de la misma.

El aposento señorial de las casas grandes de Améscoa era la sala, a la que confluían dos o tres alcobas de dormir, separadas de ella por cortinones. Además de la sala, en el piso había más cuartos, unos habitaciones de dormir, otros cuartos de desahogo. La distribución de las habitaciones del piso solía ser bastante arbitraria y era muy frecuente que estuvieran comunicadas entre sí.

En las casas más modestas no hay sala y es bastante corriente que parte del piso lo ocupen los cuartos de dormir y el resto cumpla las funciones de pajar. Invariablemente este último se sitúa encima de la cuadra y entre pajar y corral había un hueco encajonado con tablas por donde se vertía la paja que caía en un recinto pequeño, cercado también con tablas y al que llaman pajera. Gracias a esta rampa se reducía al mínimo el esfuerzo de servir la paja al ganado y se evitaba que se ensuciaran las escaleras.

En todas las casas grandes había un cuarto dedicado exclusivamente a la elaboración del pan, la masandería.

La primera descripción de un edificio de esta población corresponde a una casa de posición media. Ocupa una superficie rectangular de 11,60 m en la fachada principal, que da al este, por 20 m de larga en dirección oeste.

En cuanto a su distribución es así: La puerta da acceso a la entrada; a la derecha de la misma está situada la cocina y a la izquierda el taller de zapatería. Contiguo a la cocina, un cuartico hace de masandería. Toda la parte trasera de la planta baja son cuadras. De la entrada arranca la escalera que va cerrada de tabique de ladrillo y yeso. El hueco que queda debajo de la misma está convertido en una pequeña alacena para guardar trastos viejos y cachivaches; a este espacio le llaman ezkarzabal. El piso está dividido en dos partes: la mitad orientada al sur la ocupan los cuartos de dormir; las puertas de las habitaciones dan todas a un pasillo central. La otra mitad del piso se dedica a pajar. El desván es mitad granero y mitad pajar.

La segunda descripción corresponde a la casa de un agricultor pudiente. Puede ser del siglo XVII. Es un edificio macizo, sólido, sobrio y utilitario. Su base es un rectángulo de 15 metros de ancho por 18 metros de largo, y consta de planta baja, piso y desván.

En cuanto a la distribución de la planta baja, la puerta da acceso al zaguán, que llaman entrada y que mide 2,40 m de ancho por 7,70 de fondo. A la derecha se sitúa la cocina y a la izquierda el comedor. Antiguamente fue un cuarto con dos alcobas. En el rincón de una de ellas había una ventanica que daba al corral y servía para observar y vigilar a los animales cuando movimientos o ruidos extraños despertaban al que allí dormía. En la parte trasera están las cuadras y cochiqueras. De la entrada arranca la escalera, que ocupa un hueco en la parte central de la casa.

En el frente oriental del primer piso se sitúan la sala y dos cuartos más con sus respectivas alcobas. Estas habitaciones se comunican entre sí por puertas que se cierran con hojas de roble empaneladas. El granero está en el ángulo suroccidental ocupando alrededor de una cuarta parte del piso, y tres cuartos para dormir llenan el otro ángulo. Un pequeño cuarto, situado entre el pasillo que va de la escalera a la sala y la pared norte de la casa, está convertido en la actualidad en cuarto de baño.

Todo el segundo piso o desván se halla dividido en cuartos para todos los menesteres. A uno de ellos le llaman “el cuarto de los pastores”, es la habitación en la que dormían los pastores de la Ribera que pernoctaban en San Martín, cuando siguiendo la cañada atravesaban el valle para subir sus rebaños a herbajear en la sierra de Urbasa. No podía faltar el palomar con sus ventanitas triangulares. Orientado al sur se abre el pequeño corredor o solana. En el centro, donde por la elevación del caballete hay más altura, lleva un sobrepiso para guardar forrajes.

En cuanto a la casa de un jornalero que se dedicaba a trabajos forestales como elaborar carbón, labrar tablilla, hacer ganchos, etc., la casa formaba con el corral un solo edificio que ocupaba una superficie rectangular de 10 m en la fachada que da al sur, y 14 m de larga de sur a norte. La casa ocupaba solamente la mitad del edificio y el corral apenas se usaba para otra cosa que para encerrar las cabras y algún cerdo en la planta baja y guardar paja en el piso.

La puerta da acceso a la entrada; toda la parte trasera se destina a cuadra y va separada del zaguán con tabique y puerta. De la entrada arranca la escalera, que va adosada a la pared y cerrado su hueco con tabique de ladrillo y yeso. El espacio que queda debajo de la misma aparece cerrado con tablas de roble y sirve como pocilga; mientras que el que queda debajo de la escalera que asciende al desván sirve de alacena para guardar ganchos, el burro de hacer tablilla y muchos aparejos; lo llaman eskarzabal.

En el piso hay tres dependencias, en el centro la cocina, contigua en el costado norte una habitación que hacía de masandería y de cuarto de dormir y otro cuarto al mediodía, separado de la cocina por un pasillo estrecho que corre por delante del hueco de la escalera. La luz penetra en este pasillo por una ventana pequeña. El horno de cocer pan está ubicado en el hueco de la escalera y su boca se abre a la cocina.

El desván es un solo departamento con el techo a tejavana. Servía de granero, de almacén y de habitación para dormir.

En Lezaun la planta baja consta de la entrada, donde con frecuencia está el aska de los cerdos y la pajera, que se halla comunicada con el pajar por un conducto vertical. El resto de la planta está ocupado por uno o varios corrales. También se localiza aquí en un lugar apropiado la bodega; la mayoría de ellas son del siglo XX, semisubterráneas o se encuentran en un rincón contraterreno.

De la entrada se accede a la primera planta por unas escaleras más amplias de lo que actualmente se estila debido a que por las mismas se subía al pajar el grano de la cosecha y la paja, por lo que eran acordes al trasiego que experimentaban. El hueco de la escalera recibía luz de la lumbrera de cristal o del chapitel, ya que ambas formas coexistían para acceder al tejado, siendo el chapitel la más antigua. Para que la escalera recibiera luz en su totalidad entre ambas correas había una separación.

Durante el siglo XX se ha ido imponiendo la costumbre de dar acceso a las escaleras independientemente de la entrada abriendo en la fachada una puerta de una sola hoja y dividiendo la entrada con un tabique. Esta costumbre que comenzó con las casas más pudientes alcanzó su apogeo en los sesentasetenta. En otras casas se accede a la primera planta desde la calle salvando el desnivel con escaleras exteriores o si el edificio era contraterreno directamente.

En la planta primera se encuentran la cocina, la sala y los cuartos; a veces, también una despensa. La difusión de los baños comenzó con la traída de agua a las casas en el año cincuenta; con anterioridad se usaba con este fin el corral. Cuando había balcón, estaba normalmente en la sala.

La segunda planta se hallaba dividida en tres zonas, la más extensa la ocupaba el pajar, además del granero donde se situaban los argorios, que eran unos compartimentos de un metro de alto en su parte frontal y con tabiques divisorios para cada tipo de grano. Finalmente en la masandería estaba el horno y la artesa.

En Juslapeña, en el pueblo de Osinaga, se describe la casa Juankotorena que fue construida probablemente en el último tercio del siglo XVIII. La planta baja tenía dos entradas: Por la fachada este, la puerta principal y en el recinto dedicado a corral de ovejas, arditegi; había otra puerta secundaria que miraba al sur y era utilizada por el ganado lanar. Entrando en el primer piso por la puerta del lado norte se hallaba un gran portal. Siguiendo el pasillo se llegaba a la cocina. Había una antecocina y también retrete y despensa. El comedor hacía las veces de sala y tenía dos alcobas, no se utilizaba más que para comidas de fiesta, reuniones de vecinos y actos similares. Del comedor, atravesando los cuartos indicados en el dibujo con los números 9, 10 y 11, se llegaba otra vez al portal.

En el piso segundo el mayor espacio estaba dedicado a almacenar forraje, y el que le seguía en dimensiones para guardar las simientes y útiles. El número 4 era el lugar destinado a amasar, cocer el pan y guardar la harina.

El tercer piso se reducía a la parte central, cuyo suelo estaba a la altura del arranque del tejado y bajo la parte más alta de éste. Se subía por una empinada escalera de madera y debió estar en tiempos anteriores dedicado a palomar, usadurria, y en los años en que se realizó la encuesta a desván.

Juankotorena. Juslapeña, c. 1920. Fuente: José Agirre, Sociedad de Eusko-Folklore (1925-29).

En el Valle de Elorz, la casa rural típica en las familias “de regular” o también de las llamadas “casas fuertes” tiene forma de sólido bloque y consta de planta baja y un piso, o dos en las mayores. A veces hay junto al edificio un añadido, un cubierto para la maquinaria agrícola y encima un almacén de forrajes o paja. Esta planta baja se dedica a corrales, cuadras, pocilgas y conejeras. En la planta baja suele situarse también la bodega donde se elabora el vino de consumo familiar. La cocina, la sala y las habitaciones se sitúan en la primera planta. También en Barañain las casas son de dos pisos: La bajera está destinada a establos o almacenes y el primer piso a vivienda. Antiguamente la bajera siempre era establo para poder tener los animales cerca y protegidos por la noche. Esta ubicación también contribuía a calentar la casa porque el calor de los animales ascendía hasta la vivienda y elevaba la temperatura a la vez que reducía la humedad.

En Monreal la mayoría de las casas contaba con tres plantas: la baja y dos pisos organizados en torno a un pasillo central. El resultado era un edificio más ancho que largo cuya fachada principal daba a la calle.

La planta baja podía ser acondicionada para negocios particulares pero lo habitual era que en la misma estuviera el portal o entrada por la que se accedía a la cuadra y a la vivienda. Una escalera interna daba acceso a las dos plantas superiores en las que se ubicaba la vivienda propiamente dicha. En la inferior, en torno al pasillo, se disponían dos o tres habitaciones, y en la superior se hallaba la cocina, el comedor, que sólo se empleaba en ocasiones especiales, y otras dos o tres habitaciones.

Las casas más ricas contaban aún con un piso más para granero o desván, pero lo más frecuente era que una habitación de la planta superior se habilitara para este fin. Cuando esto no era posible los balcones suplían esta función. Asimismo, contaban a menudo con una masandería y horno en el patio trasero así como cochiquera o conejera a las que se accedía directamente desde la cocina. Y las que poseían viñas instalaban en el patio el lago que se comunicaba por medio de cañerías con la bodega que estaba en la planta baja.

En Aoiz tras cruzar la puerta principal se accedía a la entrada, que era rectangular o cuadrada. En la parte derecha, junto a la pared, se hallaban las escaleras de subida al primer piso. A la izquierda una puerta bastante grande que fue el acceso a las cuadras, ahora bajeras. En algunas casas existían otras puertas más pequeñas en una de las paredes laterales, por las que se pasaba a bajeras o a la zona de bodega, ya que existían muchas de ellas (algunas de las cuales se conservan aún), y ya desde finales del siglo XIX al retrete. En todas las casas viejas, en un rincón, había además un pozo practicado en el suelo del que se extraía agua del río o de los manantiales subterráneos.

A la primera planta se accedía por escaleras de madera. Había diferentes tipos de planta: En unos casos desde la escalera se llegaba a un pequeño pasillo o zaguán al que daban directamente las puertas de las distintas habitaciones. En otros casos era la puerta de cada piso la que daba a este zaguán y desde aquí las escaleras seguían por la pared izquierda ascendiendo sobre el portalón hasta la segunda planta. Describían así en el primer piso un hueco cuadrado con tres lados ocupados por escaleras y otro por el zaguán.

En algunos casos se repetía esta misma disposición de escaleras en la segunda planta. En casas más pequeñas la segunda planta se separaba de la primera por una puerta de madera que se situaba en las escaleras, quedando arriba un piso con un zaguán al que daban ahora las puertas de las habitaciones.

Dentro de cada piso la distribución de las estancias era aleatoria, pudiendo existir cocinas interiores. Se prefería que fuese el salón el que contase con ventanas; después se fueron cambiando las cocinas interiores hacia zonas con ventanas.

El tercer piso era el desván. En él no existían compartimentos y abarcaba toda la planta de la casa.

En Urraúl Alto las casas antiguas están formadas por planta baja y un piso. Las cuadradas, por lo general, constan de planta baja, piso y sabayado. En todas ellas la baja está o estaba dedicada al ganado y los aperos de labranza, el primer piso a vivienda y el sabayado a guardar el grano además de ser el lugar donde se hallaba el horno del pan. Las escaleras que llevan al primer piso desembocan por lo general en un corto pasillo donde se encuentran las entradas a la mayor parte de las habitaciones y a la cocina. La cocina da paso a una o dos habitaciones.

En Allo la bodega siempre está situada en la parte subterránea de la casa. A ella se accede desde la planta baja a través de escaleras de piedra o de ladrillo, angostas y oscuras. Las bodegas son igualmente oscuras porque sólo reciben luz de pequeños ventanucos que asoman a la calle a ras de suelo. Su techo es abovedado, construido con ladrillo viejo. Suelen constar de una sola nave rectangular, aunque también las hay con forma de L. El suelo es de tierra compacta o losas de piedra. En la actualidad las bodegas están bastante descuidadas, algunas incluso rellenas de escombro, pues ya hace casi un siglo que dejaron de utilizarse al construir la Bodega Cooperativa en 1918.

En el piso bajo y tras la puerta de la calle se accede al zaguán o entrada. De aquí arrancan las escaleras de subida a los pisos superiores y se hallan también las puertas que comunican con las dependencias de esta planta, que por lo general son las siguientes: El lago, que se hallaba justo encima de la bodega y comunicado con la calle a través de una ventana baja por la cual se vertían las uvas de las comportas. El suelo era de ladrillo macizo y presentaba siempre un desnivel en cuyo punto más bajo había un orificio por el que descendía el mosto hasta las cubas de la bodega. En un rincón del lago se instalaba la prensa, que estaba formada por una gruesa viga de roble con un agujero roscado en su centro, y empotrada en las dos paredes que forman el rincón.

Otro recinto es la cuadra, que es más o menos grande dependiendo de la categoría social de la casa. Contaba con pesebres corridos y la pajera, situada en un rincón cualquiera. Los más pudientes tenían casas más espaciosas y disponían de cuadras separadas para caballerías, bueyes, cabras y otros animales. Con frecuencia comunica con el descubierto y en éste, además del gallinero, la pocilga, conejeras, etc., se encuentra la barda en la que se guardaban los sarmientos y la leña, protegidos de la intemperie.

Desde la entrada, una tercera puerta comunica con el hogar o cocina, que era el lugar más concurrido de la casa, pues servía también de comedor. Algunas cocinas disponían de una pequeña ventana que daba a la entrada o a la escalera y que permitía controlar mejor a los que entraban y salían.

En las casas más ricas y posteriormente en otras muchas, tenían además de cocina, cocina vieja o recocina, que utilizaban para hacer la colada, guisar y fregar, destinando la primera a comedor y sala de estar.

El primer piso se destinaba casi exclusivamente a habitaciones o dormitorios, además de contar con la sala. Algunas viviendas tenían el hogar en esta planta al objeto de aprovechar al máximo la bajera.

Los graneros, en la tercera planta, además de para almacenar el fruto de las cosechas de trigo, cebada, almendras, etc., y de algunos aperos de labranza de uso poco frecuente, se utilizaban para curar el embutido tras la matanza del cerdo y para secar uva para el consumo doméstico. Otra parte de los graneros estaba destinada a pajar. Por lo común éstos disponían de una ventana alta, más grande que las normales de este piso, de cuyo exterior colgaba una carrocha con la que subían las sábanas de paja después de la trilla. Dicha ventana podía dar a la calle, en el caso más frecuente, o a un descubierto interior, cuando se trataba de casas más grandes. Otras edificaciones más modestas no disponían de semejante artilugio y tenían que subir la paja al hombro, escaleras arriba.

En Artajona reconocen una enorme variedad en la distribución de plantas y alzados. Las características más generales que se cumplen en esta población son éstas: En la planta baja está la entrada y en ella el arranque de la escalera y las puertas de acceso a las dependencias bajeras. Éstas están formadas por los lagos, con ventana a la calle o al descubierto para descargar la uva. Las bodegas suelen situarse debajo de los lagos o al menos a nivel inferior. En los pocos casos donde no existe desnivel del terreno, la bodega está a la altura de los lagos haciéndose a pozal el trasvase del mosto a las cubas. Las cuadras o establos para el ganado se hallan normalmente en la parte posterior, exceptuadas las pocas casas que no tenían lagares. Otra puerta comunica con el descubierto, pieza esencial en las casas, que solamente falta en las más pobres. Las viviendas de las familias más ricas tenían otra dependencia de dimensiones reducidas llamada despensa, dispensa. La cocina está generalmente en el primer piso.

Se describen a continuación varias casas atendiendo a su estatus.

Las casas nobles son edificios grandes, algunos enormes. Sus propietarios eran grandes terratenientes y ganaderos. Las casas cumplen funciones diversas y tienen una gran cantidad de dependencias. En la planta baja se abre la entrada con gran portal de piedra, casi siempre en el centro. En la entrada se inicia la caja de la escalera, generalmente de grandes proporciones y con hueco central. A los lados de la entrada suelen ir los lagos, con ventana a la calle para el vaciado de las comportas en que se transportaba la uva, y la bodega, raras veces al mismo nivel sino casi siempre debajo de los lagos. La cocina principal solía también estar en esta planta, aunque no faltan casos en que se construyó en el piso. En la zona trasera estaban emplazados el descubierto o patio, a veces porticado, y con grandes cuadras para el ganado de labor. El pozo no suele faltar en ninguna de estas casas, pero no tiene lugar fijo: los hay en las entradas, en los descubiertos e incluso en las cocinas.

Urrutia, casa noble. Artajona, 1970. Fuente: José M.ª Jimeno Jurío, Grupos Etniker Euskalerria.

La vivienda de la familia ocupa el primer piso. Las mejores habitaciones dan a la fachada principal: el dormitorio del matrimonio y la gran sala-comedor, que se empleaba únicamente en ocasiones excepcionales. A veces existió la antesala, con grandes puertas de cristal que se abrían en casos de mucha asistencia de personal, como podía ser un banquete de bodas. A principios del siglo XX se puso de moda en estas casas ricas la habilitación de la cocinilla[3] en una habitación soleada y abrigada. Sobre el porche del descubierto o en otra parte, un pasillo cubierto llamado solana, siempre orientado a la parte posterior y jamás a la calle, hasta tiempos más modernos. Con cierta independencia de las habitaciones señoriales hay en este piso una habitación llamada “los hornos” por el gran horno de cocer el pan. Sobre las cuadras está el pajar con ventana exterior para entrar la paja y una trampa por la que se hacía pasar la misma a la pajera, de donde se transportaba a los pesebres del ganado.

En este primer piso, aunque independientes de la casa principal, solían estar normalmente las dependencias para la servidumbre, reducidas a una cocina con fogón y una pobre habitación, a veces con los muros sin lucir.

El piso superior es llamado “los graneros”, por responder a esta función. Está dividido en departamentos dedicados a los distintos cereales u otras cosas. También solía guardarse el aceite en tinos, aunque en otras casas se tenía en despensas bajeras. En los graneros se tenían ropas viejas, arcas y baúles. Cuando estaban vacíos servían para secar ropa, curar embutido, desecar fruta y tener las cluecas durante los días de incubación.

La disposición de las casas de labradores pudientes es fundamentalmente como las de los nobles: planta, piso con las dependencias más importantes junto a la fachada, y graneros en el segundo piso. Tienen todas lagar y bodega en la planta baja o bajo tierra; y en la parte trasera suelen ir las cuadras, con el pajar sobre ellas. No suele faltar el pozo ni el descubierto. El número de habitaciones es más reducido, la sala menos espaciosa y lujosa, carece de vivienda para la servidumbre y el horno es más reducido, ya que responde a las necesidades de la familia.

Casa de labrador pudiente. Artajona, 1970. Fuente: José M.ª Jimeno Jurío, Grupos Etniker Euskalerria.

En cuanto a las viviendas de familias de jornaleros, predominan las casas que constan de planta baja y un solo piso. En la primera está la entrada y junto a ella el pequeño lagar, la bodeguita y la cuadra. En el piso, la cocina y unas pocas habitaciones. Carecen de granero. La cosecha de grano se guardaba en sacos en cualquier habitación. El aceite en una tinaja en la cocina. Otro tipo de casa consta de planta baja con entrada-cuadra para el borriquillo, pasillo y habitación en el primer piso, y cocina con una habitación reducida en el segundo.

Las viviendas de familias pobres, los llamados cachimanes, son construcciones míseras de planta y un piso, o de sólo planta baja. En el primer caso, abajo está la cuadra-entrada, sin tabique de separación, y en el piso, la cocina y alguna habitación. En el otro caso, la vivienda suele reducirse a la cocina y dos habitaciones, con un espacio habilitado para cuadra del jumento.

Vivienda de familia pobre. Artajona, 1970. Fuente: José M.ª Jimeno Jurío, Grupos Etniker Euskalerria.

En Obanos la mayoría de las familias destinan la planta baja para guardar lo relacionado con su profesión, mayoritariamente agrícola; así encontramos en la entrada o portal el acceso a las cuadras, a los lagares, además de carros y todo tipo de maquinaria. Al mecanizarse la actividad agrícola se han producido adaptaciones y cambios: Se han convertido algunas de las estancias de la planta baja en asador para celebraciones y reuniones de familiares y amigos, las cuadras en garajes para coches, los lagares en almacenes de patatas, se han roto las paredes de los lagos donde antaño se pisaba la uva, etc. Prácticamente todas las casas tienen su bodega excavada por debajo del nivel de la calle, muchas de ellas utilizadas en los años setenta para el cultivo del champiñón, dado su peculiar microclima. La aireación se hace por unos pequeños vanos que pueden observarse casi a ras de calle en todas las casas.

El primer piso, el principal, es primordialmente vivienda con cocina y recocina, comedor, sala y dormitorios. La principal novedad es que las cocinas se han hecho más luminosas y en todas las casas hay al menos un cuarto de baño o aseo, pieza que a principios del siglo XX era distintivo de refinamiento y una excepción.

El último piso es el desván, con diversos usos: granero, pajar, trastero, antiguamente horno de pan, a veces con un fogón y algún dormitorio, aumentando el número de estos últimos en función de las necesidades. En cuanto a los hornos, hoy no se conservan porque dejaron de utilizarse hace años.

Casa de Catalinchancho, casa típica de labranza. Obanos, 1974. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

Zona meridional. La Ribera

En la zona meridional de Navarra, coincidiendo con el área que Urabayen demarca como de casas de tierra encontramos ejemplos de edificaciones de una y dos plantas.

En Murchante, donde se distinguen tres tipos de casas, el más sencillo lo constituyen las llamadas casas de “entre usted”, denominadas así porque “eran tan pequeñas que nada más saludar de la puerta ya tenías la sensación de estar dentro de ella”. Eran de planta baja y rectangular. Por la puerta de la fachada se llegaba a un pasillo que utilizaban tanto las personas como los animales. Por este pasillo central se accedía a la cocina, las habitaciones, llamadas cuartos y que eran dos como mucho, y al corral. La cocina a su vez comunicaba con una habitación que no tenía salida al pasillo y que se iluminaba a través de un pequeño ventanuco abierto en la pared. En mitad del techo del pasillo o de la cocina había una trampilla que daba a un minúsculo desván o falsa, llamado cancel, donde se guardaban los productos del tiempo como patatas, alubias, higos, etc., haciendo las veces de granero. El cancel tenía el techo con los maderos al descubierto, sin cielo raso, y se subía a él mediante una escalera de mano.

Casa de “entre usted”. Murchante, 1997. Fuente: M.ª Carmen López, Grupos Etniker Euskalerria.

El corral, que se situaba al fondo del pasillo, era un patio con el suelo cubierto de paja y de superficie similar a la vivienda propiamente dicha. Nada más entrar en él se levantaba la cuadra, una construcción de adobe donde estabulaban la poca caballería que tenían, generalmente un burro o mulo. Y si quedaba algo de espacio se alzaba otra construcción: el granero, donde guardaban el grano. Al otro lado, junto a la pared de la vivienda, se levantaba la teinada. Era un entramado de madera de un metro ochenta de altura más o menos cuyo esqueleto lo constituían varios troncos grandes verticales sobre los que se apoyaban otros horizontales. El espacio entre cada tronco horizontal se cubría por tablillas o troncos estrechos dispuestos en forma de retícula. Encima de este entramado, en el extremo más alejado de la casa, se colocaba la leña para el hogar –la teinada propiamente dicha– y debajo se cobijaban las cabras y gallinas, estas últimas subidas a unas tablillas sujetas en los troncos verticales. Allí también se guardaban los aperos de labranza. Al lado de la teinada se construía la cochiquera por lo que a menudo su tejado también servía para depositar la leña. Entre la fachada de la casa y el montón de leña se colocaba una cuerda para tender la ropa, y en verano, bajo la teinada, se reunían las mujeres en busca de sombra.

El segundo tipo de casas, “las casas de labradores”, se caracterizaban por “ser altas y estrechas, algunas como campanarios”. Solían tener uno o dos pisos y encima el granero. Por la puerta de la fachada se pasaba a una entrada en la que había unas escaleras de acceso a la vivienda y a la derecha la zona destinada a los animales: cuadra y corral.

Casa de labrador. Murchante, 1997. Fuente: M.ª Carmen López, Grupos Etniker Euskalerria.

Al final del primer tramo de escaleras se llegaba a un pequeño descansillo o rellano con dos puertas, a derecha y a izquierda, pertenecientes a una habitación y a la cocina. Aprovechando el cajón de la escalera, algunas casas instalaban unas pequeñas repisas sobre las que colocaban los cántaros que utilizaban para buscar agua, razón por la que le llamaban cantarera. Tras otro tramo de escaleras se llegaba a un nuevo descansillo con otras dos puertas por las que se entraba a dos cuartos. Finalmente, las menos tenían otro tramo de escaleras que daban al granero, formado por una o dos estancias. Allí guardaban el grano, separando el trigo de la cebada con unas paredes de obra que se levantaban aprovechando los ángulos de la habitación. También guardaban otros productos de la huerta, utensilios de trabajo, etc. Los que no tenían granero dejaban estos productos en la falsa o desván, cuyo tamaño era mucho mayor que el cancel, pero de las mismas características y a la que se subía por una escalera de mano. La distribución del corral en este tipo de casas apenas se diferencia del anteriormente descrito salvo en su tamaño que era algo superior.

Estas casas, en la fachada principal, solían lucir uno o dos balcones. Algunas, además, tenían una galería: un balcón largo que salía de la cocina y terminaba en una estancia diminuta donde se encontraba el váter, consistente en un orificio en el suelo tapado con una tabla de tal modo que las deposiciones caían en una zona del corral que podía estar oculta a la vista.

El tercer tipo lo constituyen las “casas de labranza”. Pertenecían a los ricos hacendados de la localidad. Tenían dos puertas de entrada, la de la entrada principal por la que se accedía a la vivienda y la del lateral o de la parte trasera que daba paso a los corrales. La entrada de la vivienda era espaciosa y estaba separada del tramo de escaleras que conducía al primer piso por una puerta llamada puerta de zaguán. Al final de estas escaleras había otra puerta, también llamada de zaguán, que comunicaba directamente con un pasillo central a cuyos lados se distribuían las distintas estancias. En la primera planta se ubicaba la cocina, la recocina, la galería, las salas o el cuarto de estar, el comedor y un despacho. Y en el segundo piso, al que de nuevo se accedía por otra puerta de zaguán, las habitaciones. Si la estructura inicial no había sido reformada, era frecuente ver alcobas, es decir, un comedor al que daban dos habitáculos donde se colocaban una cama y una mesilla. Estaban separados de la zona de comedor por unas cortinas y se ubicaban siempre frente a los balcones con el fin de que tuvieran luz natural. La recocina comunicaba a su vez con la cocina por una puerta. El corredor o galería también partía de la cocina o de algún pasillo y al final se encontraba el váter. El cuarto de estar era el lugar donde se reunía durante el día la familia si bien mientras hubo hogar en la cocina se prefirió comer allí. El comedor sólo se utilizaba cuando había invitados a comer. A los graneros se accedía por la zona destinada a los animales. Se encontraban en un segundo piso y lo formaban varias estancias donde almacenaban el grano. De los graneros se subía a una espaciosa falsa, que en muchas casas terminaba con una linterna. Allí, sobre una estructura de cañizo, ponían a secar algunos productos de la huerta.

Casa de labranza. Murchante, 1997. Fuente: M.ª Carmen López, Grupos Etniker Euskalerria.

Independientemente del tipo de casa que se tratara solía haber en la planta baja un pequeño habitáculo donde se encontraba el pozo de agua, ya que en esta localidad las aguas subterráneas se encuentran a ras de la superficie. Le llamaban el cuarto del pozo. Algunos se encontraban en el corral. Con la llegada del agua corriente, a comienzos de los años cincuenta del siglo pasado, desaparecieron estos cuartos.

En Mélida la mayoría de las casas del pueblo pertenecían a gente agricultora y en menor medida ganadera. Por ello, aunque todas no eran iguales en su distribución, sí poseían los mismos elementos principales.

En la planta baja el acceso se realizaba desde la calle salvando un pequeño desnivel mediante escalones. También había casas con la planta baja ligeramente rehundida por lo que los peldaños eran de puertas adentro.

Desde la puerta principal se accedía a un vestíbulo que recibe el nombre de entrada y que podía ser de diferentes tamaños dependiendo de cada casa. Igualmente a mediados del siglo XX era frecuente una habitación a la que denominaban maserío.

En un lateral de la entrada se abrían uno o dos graneros. Eran habitaciones de planta casi cuadrada que siempre tenían ventilación a la calle o al corral.

Junto al granero, separada por un tabique, se ubicaba la bodega. El tabique tenía únicamente una pequeña abertura que junto con la ventana situada en la pared de enfrente, que daba al corral, servía para que hubiera corriente y se pudiera secar el embutido que había en el granero. La bodega era un espacio cuadrado dividido en dos partes. La zona que daba directamente a la puerta se llamaba de “descanso” a la bodega; la otra parte se separaba de la anterior por un murete revestido de cemento, de unos 30 cm de altura y 20 de anchura. Allí se situaba la plataforma de pisado de la uva, la cual tenía un agujero circular o laco de unos 50 cm de profundidad y 40 de anchura, donde caía el mosto.

Debajo del hueco de la escalera se situaba la alacena, que era una especie de despensa con una puerta de madera. En algunas casas del pueblo desde aquí se accedía a un sótano utilizado como bodega y almacén.

Casa de Elías Sesma. Mélida, 1997. Fuente: M.ª Luisa García, Grupos Etniker Euskalerria.

En la planta baja se sitúa también el corral, al que se llegaba desde la misma vivienda por un pasillo que comunicaba con la entrada. En algunas viviendas este espacio era aprovechado para situar el gallinero. También había un acceso directo al corral por la parte de atrás de la casa mediante una gran portalada que antaño era de madera y ahora de metal. El corral podía ser de planta rectangular o cuadrada. Constaba de un amplio espacio abierto y una serie de dependencias alineadas en uno o más laterales: Un espacio a cubierto pero abierto para guardar el carro, situado lo más cerca de la portalada; las pocilgas; el pajar, que se situaba en la planta baja o más comúnmente en la primera planta sobre las pocilgas. Cuando estaba en la planta baja, se organizaba en dos espacios, una parte alta y otra inferior, separadas por una tarima de madera. Era habitual que en el espacio inferior hubiera pequeñas dependencias como de un metro de altura con una puertecita de madera en la que se dejaba a las cerdas parturientas o a los gorrines. Cuando el pajar era en alto siempre tenía una gran ventana que comunicaba con la trasera de la casa y que servía para cargar la paja.

En la misma planta baja se ubicaba la cuadra en la que se cobijaban ovejas, cabras, caballos y vacas; gallineros, que son dependencias de forma rectangular con techo de vigas de madera; y la enteinada, estructura sencilla realizada con un armazón de postes de madera y cubierta de sarmientos o ramas en cuyo interior se colocaban los aperos de labranza. Se adosaba a una pared y estaba abierta por sus tres lados. En un lateral del corral se encontraba el pozo, que solía ser de piedra con boca circular.

En la primera planta se disponía el comedor, los dormitorios y la cocina en torno a un pasillo. El comedor se abría a la calle por medio del balcón principal de la casa. En cuanto a los dormitorios existía una habitación para los padres y una o más para los hijos en función de su número y de las posibilidades de la casa. En la habitación del matrimonio solía dormir también algún hijo cuando era pequeño; algunas casas contaban con una pequeña habitación adosada destinada a esta función a la que denominan alcoba. La cocina estaba orientada al sur y se abría al corral mediante una puerta o ventana.

Desde la cocina solía haber una salida a la solana, un amplio balcón corrido con una barandilla metálica. La solana comunicaba con la entrada al pajar y mediante una escalera con el corral. En muchas casas el extremo final de este recinto se habilitó para instalar un pequeño baño.

En Valtierra aún se pueden encontrar cuevas excavadas en el monte. No tenían fachada pero casi todas contaban con tejadillo encima de la puerta y el dintel encalado. La cocina era la estancia más cercana al exterior, para que tuviera ventana y chimenea con facilidad. Alguna de las habitaciones solía tener ventana, las demás eran interiores pero distribuidas alrededor de la zona de entrada. Al lado de la cueva vivienda estaba la cueva de los animales, para los cerdos, las gallinas y las cuadras.

En esta población, cuando se comenzaron a construir las “casas baratas” se edificaron viviendas de una o dos plantas. La baja tenía mayor amplitud, con puerta de entrada para la casa y portón para los animales, carros, etc. Las que contaban con una segunda planta la dedicaban a habitaciones.

Cueva de Sabina Urmeneta. Valtierra, 2000. Fuente: Archivo y Registro de las cuevas de Valtierra, Ayuntamiento de Valtierra, 1999, ficha 105-106: Rebeca Rodrigo y Elena Ripalta.

En Valtierra a primeros del siglo XX también se construían manzanas de casas unas junto a otras formando calles, generalmente de tres plantas, con la parte “mejor”, la más noble, hacia la fachada y la parte del corral, la cuadra, etc., hacia atrás, dando a una calle menos importante, o al menos al lado de la puerta principal si no se tenía salida por detrás.

La distribución más común, con variaciones dependiendo de los usos según las ocupaciones, solía consistir en la planta baja en una entrada con sala-distribuidor, escalera, habitación, paso a las cuadras o corral, escalera a la bodeguilla, pajar o leñera y cobertizo para aperos o herramientas. Si la familia desarrollaba alguna actividad comercial, se acomodaba la planta baja para ese menester. En la planta primera, cocina, recocina, cuarto de estar, cuarto de aseo rudimentario, que se generalizó a partir de los años cincuenta del siglo XX, y habitaciones. En la planta segunda, los graneros. En algunas casas tenían aquí el hogar con campana abombada y grande, al introducir la cocina de leña para uso normal.

La parte del portón es la que más ha cambiado. Al desaparecer las caballerías y la forma de trabajar en la agricultura toda esa zona de la casa ha ido evolucionando y se ha convertido en aparcamiento, bajera, sala-comedor grande, patio interior, sala de actividades manuales y de tertulias, etc.


 
  1. Julio CARO BAROJA, Etnografía histórica de Navarra. Tomo II. Pamplona: 1972, pp. 159-160.
  2. Julio CARO BAROJA, “Algunas notas sobre la casa en la villa de Lesaka…”. Etnografía histórica de Navarra. Tomo II. Pamplona: 1972, pp. 79-81.
  3. En las casas más ricas se habilitaron desde fines del siglo XIX unas dependencias soleadas llamadas la cocinilla. Se construían empotradas en la pared, con los frentes de mármol, cerrándose el fogón con persianas metálicas. A cierta altura llevaban una repisa de mármol. En la boca del fogón se ponían los morillos para sostener la leña. Era una especie de cuarto de estar donde se hacía el chocolate para las meriendas.