Objetos colocados en la repisa, en la campana o en el hogar. Tximini-uztarria

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Fue costumbre que en esta repisa se colocaran pequeños objetos, algunos de uso ordinario y otros de adorno. Así en Apodaca, Ribera Alta, Valle de Zuia (A); Andraka (B) y Viana (N) se ha recogido que ahí solían poner el mechero, cerillas, velas, el candil, el quinqué o algún candelabro por si fallaba la luz; en Abezia, Berganzo y Lagrán (A) el costurero y el cestaño con las madejas de lana y las agujas de hacer punto. En Abezia y en Apodaca (A) ponían también la plancha que se calentaba introduciendo brasas en su interior.

En Ataun (G) en el resalte de la campana de la chimenea estaban las velillas de resina y las velillas de cera compradas en la tienda o fabricadas en casa con los panales de las propias colmenas, únicos medios de alumbrado junto al quinqué de petróleo que pendía de un clavo fijo. En Telleriarte (G) se solía tener una argizaiola o tabla con la cerilla enroscada y la chocolatera de cobre, su-makoa.

En Bermeo (B) dicen que servía de aparador y sobre él se colocaban platos y otros utensilios de cocina; en Ereño (B) la chocolatera, txokolaterie[1], la jarra de barro, pitxerra, y algún otro objeto. En Oiartzun (G) las cacerolas de barro o las bacías, paziak, y las bacinetas, pazintxuak, de cobre; en Bera y Lesaka (N) las calderas de cobre, patziñak o patziak, y en Agurain (A) objetos de cobre y miniaturas de adorno. En Bernedo (A) una palmatoria, un almirez, una chocolatera y otros objetos. En Aintzioa y Orondritz (N) en la repisa, denominada chapa, se ponían candelabros, el almirez, chocolateras y pequeñas campanas. Según los informantes, estas repisas, reducidas, han pervivido encima de las cocinas económicas. En Eugi, Monreal y Viana (N) los datos recogidos son semejantes. En Allo y Artajona (N) dicen que se dejaban las cosas más precisas como el salero, la aceitera y los candeleros. En Irisarri (BN) palmatorias, botes de harina y de especias.

Chimenea, ximinea, con objetos de adorno. Ainhoa (L), 2001. Fuente: Michel Duvert, Grupos Etniker Euskalerria.

Similares datos se han consignado en las encuestas de Lezama, Trapagaran (B); Beasain, Zerain (G); Eugi, Lezaun, Murchante, San Martín de Unx, Sangüesa y Luzaide/Valcarlos (N).

En Ezkio-Itsaso (G), encima de la campana de la chimenea y apoyados en uno o dos listones horizontales había dos o tres calderos de bronce y otros de porcelana que se usaban en las grandes solemnidades. También en un lugar adecuado de la cocina había un cuadro de la Virgen, de san José o de la Sagrada Familia que presidía el hogar y de algún clavo colgaban las cuentas del rosario.

En Sara (L) en el resalte de la base, ximini-uztarri, de la campana de la chimenea o en el cajón de la mesa de la cocina se hallaban en tiempos pasados (mediados del siglo XIX) los siguientes elementos: un eslabón, ferreta, fabricado en una de las herrerías locales; algún canto de pedernal, suarri; un trapo medio quemado o chamuscado, drunda, o yesca, kardo, que servían para encender fuego. La drunda se guardaba en una caja metálica tubular llamada drunda-barril.

También ha sido costumbre que en el interior de la campana se colocaran a secar algunas prendas que se traían húmedas del trabajo en el campo. Así en Ezkio-Itsaso (G), según se recogió en el segundo decenio del siglo XX, dentro de la chimenea había dos o tres ganchos, kakok, o dos travesaños de madera sujetos a los bordes de la campana, de los que pendían, en épocas de humedad, diversas prendas de vestir y de calzar, como albarcas, abarka, paños de envolver los pies y las pantorrillas, abarka-mantarrak, alpargatas, espartiña o apreta, y calcetines, galtzerdi. En Abadiño (B) consignan que en el borde de madera de la chimenea había unos clavos para colgar los calcetines u otras prendas a secar.

En Abezia, Añana, Apodaca, Bernedo, Moreda, Valle de Zuia (A); Busturia, Gorozika, Lezama (B); Arrasate, Astigarraga, Berastegi, Hondarribia, Oñati (G); Allo, Valle de Elorz, Eugi, Goizueta y Luzaide/Valcarlos (N) se ha constatado que en la campana del fuego bajo o en la cocina se ponía el taco-calendario, llamado el repertorio en Apellániz (A), pegado sobre un calendario con la imagen del Sagrado Corazón, la Virgen o algún santo. En algunos lugares, sobre el clavo que sujetaba este calendario de hojas diarias del Mensajero del Corazón de Jesús, pegado con harina húmeda y moteado por el paso de las moscas (Valle de Zuia-A), se dejaba prendido el rosario, el alfiletero para pinchar las agujas y los alfileres que rondaban por la cocina y el Calendario Zaragozano que contenía los pronósticos atmosféricos y múltiples consejos (Abezia, Apodaca, Berganzo, Valle de Zuia-A; Artajona-N; Baigorri-BN). En la cocina podía haber incluso un aguabenditera (Luzaide/Valcarlos-N; Baigorri-BN).

Si no sobre el calendario, el rosario se hallaba prendido de un clavo cercano. A veces también se colgaba en la cocina un gran rosario de madera (Valle de Elorz, Mirafuentes-N). Asimismo en la pared de enfrente podía verse una estampa grande del Sagrado Corazón o de un santo de algún calendario. En Beasain (G) recuerdan que solían tener un cuadro de la Virgen de Arantzazu, en Elgoibar (G) de la de Arrate, en Izal (N) de la Virgen de Arburua, es decir, que ha sido costumbre que en cada localidad se tuviera un motivo de la Virgen de un santuario próximo o de gran devoción en la comarca. En Hondarribia (G) era corriente tener una figurita de la Virgen de Lourdes; también en Luzaide/Valcarlos (N) se ha constatado que se tenía una estatuilla de Lourdes sobre cualquier armario o cómoda de la casa.

En varias localidades recuerdan que el rosario solía estar ahí porque muchas familias lo rezaban al anochecer y en Bernedo (A) subrayan además que había varios pueblos de la comarca donde había cofradía del Rosario. En Beasain (G) señalan que el rosario con el que el padre o la madre acostumbraba a dirigir el rosario que se rezaba diariamente en la cocina, procedía a veces de santuarios marianos como el guipuzcoano de Arantzazu. En muchas casas incluso había una silla baja o reclinatorio para que la persona mayor rezara y reposara arrodillada durante el rezo del rosario en familia. Se llevaba también a determinadas funciones religiosas, como la sepultura de la iglesia (Valle de Zuia-A).

En Berganzo (A), en la pared de la cocina, se ponía algún cuadro con la imagen de la Virgen o de un santo; también se colgaba un escapulario. En Astigarraga (G) solía haber en la cocina estampas grandes de la Milagrosa, la Virgen de Fátima o la de Lourdes; representaciones de la Última Cena, y escapularios y rosarios traídos de la iglesia. También pequeños cuadros conteniendo frases e inscripciones del tipo: Etxe onetako bazter bakoitza onetzi bedi Jangoikoak, Dios bendiga cada rincón de esta casa. En Telleriarte (G) colgada de la pared solía haber una imagen de la Milagrosa, Milagroko Ama Birjiñe.

En Romanzado y Urraúl Bajo (N) era frecuente ver en la cocina, colgados de un clavo, el rosario, un crucifijo, una estampa o las tres cosas. En Orozko (B) se ha recogido que se solía tener el calendario con la imagen de la Virgen, en el mismo clavo el rosario, alguna estampa con su novena correspondiente y algún esqueje del laurel bendecido el domingo de Ramos. En Ataun (G) sobre el respaldo del escaño o en otro lugar solía haber una cruz, un manojo de laurel bendito, una vela y agua bendita que recordaban una oración.

Ha estado generalizado que junto a la ventana de la cocina estuviera colgado un pequeño espejo y una bolsa de tela para guardar los peines.


 
  1. La chocolatera es un puchero con una tapa que dispone de un agujero por el que se introduce un palo en cuyo extremo inferior tiene un taco de madera con estrías para trabajar el chocolate.