Objetos religiosos y funerarios

Se conservaba algún rosario, libros piadosos, misales y devocionarios, y, entre sus páginas, recordatorios de difuntos y de primera comunión de familiares y amigos. Solía guardarse la estampa grande que daba la parroquia a los niños con motivo de su primera comunión (Sangüesa-N). Se tenían devocionarios con estampas y libros piadosos como la Biblia (Gorozika-B; Aoiz, Allo-N), y misales que las mujeres y algunos pocos hombres llevaban a misa (Oñati-G).

En todas las casas había algún devocionario con grandes letras y el misalito que se regalaba a los niños en la primera comunión, y algún escapulario grande, sobre todo de la Virgen del Carmen. También había estampas variadas, pero se guardaban especialmente los recordatorios de la primera comunión, de los difuntos de la familia y de los que cantaban misa (Viana-N).

En los caseríos, solía haber lo que se conocía con el nombre de Oraziotako liburue, Libro de oraciones; también pequeños libros novenarios que contenían las novenas que se hacían a los diferentes santos a lo largo del año en sus fechas correspondientes tras el rezo diario del rosario o bien de forma particular (Beasain-G).

Se conservaban el libro de misa y el rosario; también los rosarios y devocionarios de nácar de la primera comunión (Abezia, Valle de Zuia-A; Allo-N). Se conservaba algún devocionario y rosario grande que solía estar colgado de la pared (Amorebieta-Etxano-B). Se tenían en estima los recuerdos traídos de las peregrinaciones a San Miguel de Aralar, San Antonio de Urkiola, Santuario de Arantzazu o Lourdes, tales como rosarios de cuentas grandes que colocaban en la cabecera de la cama, pequeños objetos o imágenes (Zerain-G).

En una casa de la localidad alavesa de Moreda se conserva un antiguo libro de canto de las auroras y una campanilla del siglo XVIII con la que un hermano cofrade de la Santa Vera Cruz tocaba cuando fallecía algún hermano de la cofradía.

Se guardan con cariño y veneración crucifijos y rosarios que han pertenecido a los antepasados (Valle de Elorz-N). Se ha recogido que se conservaban recuerdos religiosos como misales y crucifijos que hubieran tenido en sus manos los familiares moribundos, incluso trozos de mortaja (San Martín de Unx-N). Ocasionalmente, el rosario de la fallecida (Arrasate-G). Es costumbre guardar el escapulario o medalla perteneciente al difunto. En alguna casa conservan en una cajita un mechón de pelo de un niño que murió (Viana-N). Se guardaba también algún cuadro del santo por el que el difunto hubiera tenido más devoción (Izurdiaga-N). Se conservaba y transmitía una cruz o una imagen de Jesús o de la Virgen (Mezkiritz-N).

En el comedor o sala, en un marco de forma apaisada con la superficie del fondo cubierta de tela negra se fijaban parte de los adornos del féretro de un familiar, tales como el crucifijo, parte del fleco, borlas, galón, descanse en paz y las iniciales de su nombre (Agurain-A, Aoiz-N). Se ha consignado la tradición de guardar la cruz del ataúd y también las letras iniciales de la caja mortuoria (Abezia, Apodaca, Valle de Zuia-A; Arrasate, Berastegi-G)[1].

En algunas casas conservaban hábitos por alguna promesa (Apodaca-A); uniformes de las cofradías existentes en la localidad (Valdegovía-A); cordones de San Francisco que se ponían los hombres de la Tercera Orden, Irugarren Ordenakuak, y medallas de la Inmaculada con cintas azules de las chicas solteras de la congregación de Hijas de María (Oñati-G).


 
  1. ETNIKER EUSKALERRIA, Ritos funerarios. Bilbao: 1995, pp. 455-494.