Organización del baile

En algunas localidades el baile público era organizado y pagado por el ayuntamiento que contrataba a algún músico o conjunto del mismo pueblo o del entorno, o si era crecido contaba con banda de música municipal.

En otros lugares, por concesión municipal más o menos antigua o por iniciativa propia, fue común que la organización del baile corriera por cuenta de las cuadrillas de jóvenes; de la mocería en Alava y Navarra. La contratación de los músicos era a sus expensas y se resarcían cobrando una cantidad a los chicos que bailaban, nunca a las muchachas, clavándoles un distintivo en la solapa a modo de comprobante del pago.

Si con lo recaudado no cubrían los gastos ocasionados, los mozos organizadores ponían la diferencia a escote. Lo normal era que la caja arrojara superávit y que el dinero sobrante se destinara a la celebración de una merienda (Abadiano, Orozko-B y Uharte-Hiri-BN). También en Sara (L) se ha recogido que los jóvenes, gazteria, organizaran bailes domingueros en ciertas tabernas.

En Gamboa (A) los mozos se encargaban de contratar con suficiente antelación a los músicos para los bailes de sus respectivos pueblos. Aprovechaban la ocasión para hacerlo cuando el conjunto elegido acudía a tocar a alguna localidad cercana. El mozo mayor, acompañado de algún otro mozo, se encargaba de la tramitación de los permisos obligatorios para que se pudiera celebrar el baile. Se solicitaba autorización al "alcalde de barrio", quien aconsejado por el cura, cursaba la solicitud ante el Gobierno civil. También se ocupaban los mozos de ir a buscar a los músicos al lugar convenido y de pagarles. Una parte del precio se satisfacía con la aportación hecha por el municipio y la diferencia se sufragaba con las ganancias obtenidas de la venta de bebidas en la taberna que instalaban los propios mozos.

En Apodaca (A) en las antiguas cuentas de la localidad ha quedado constancia de que si andaban bien de dinero contrataban músicos de oficio y cuando no era así, los sustituían por jóvenes del pueblo que supiesen tocar algún instrumento.

En Moreda (A) hacia mediados de siglo los jóvenes del pueblo contribuían con un duro cada uno para pagar a los músicos y en Valdegovía (A) cobraban a los mozos una cantidad, fijándoles como justificante una papeleta en la solapa.

En Elosua (G), hacia los años veinte, los muchachos que bailaban pagaban a los músicos por cada pieza que tocaran una moneda de diez céntimos, txakurraundia. Después de la guerra civil de 1936 se satisfacía una peseta por toda la tarde, luego dos pesetas, un duro y al final cinco duros. Encargaban a un joven que recogiera el dinero y hecho el recuento de la colecta finalizaban la pieza y empezaban a interpretar otra, soiñu-joliak ipintzen zeben mutil bat dirua batzeko ta ikusten zebanian batu zebala, pieza akabau ta beste bat asten zeben; pieza bakoitzeko paatu biar zan.

En Gorozika (B) se ha recogido que como había jóvenes remisos a la hora de pagar el canon establecido, se cantaban coplas burlescas alusivas a este hecho, tales como:

Txapiño soiñu joten
semie bonbo apurtzen
Katxi dirue kentzen
arrapatu, arrapatu
a mí no me cobras tú.
(Txapiño tocando música / su hijo aporreando el bombo / Katxi cobrando dinero / que te pillo, que te pillo / a mí no me cobras tú.)

En Busturia (B), en el barrio Altamira, a mediados de siglo, los muchachos organizaban el baile contratando a un acordeonista y a un panderetero, contribuyendo cada uno para ello con dos reales, erriko mutillek erreal bina edo jartzen zuten eta orrekin farrea eta panderoa ordaintzen zen.