Otras formas de aparición

A pesar del intento de clasificación realizado en los apartados anteriores, la realidad es que los relatos populares sobre aparecidos presentan caracteres muy variados. Ya hemos llamado la atención más arriba sobre el hecho de que casi cualquier manifestación física, visible o invisible, podría alcanzar el rango de aparición en circunstancias especiales.

En algunas narraciones se describen sombras que pueden representar a un difunto reciente. Así, en Portugalete (B), se recogen apariciones de ánimas como algo difuso, en forma de sombras indefinidas. En relatos recogidos por Barandiarán en Ataun, Oiartzun (G) y Zugarramurdi (N) figuran representaciones de almassombras, de difuntos que aparecen en forma de bultos negros[1]. En Arberatze-Zilhekoa (BN) los testigos encuestados consideran que podían observarse sombras de forma humana, en el portal de la casa.

Muy al contrario también, pueden encontrarse referencias en las que el ánima es una forma visible de color blanco[2]. En Bermeo (B), en las encuestas actuales, se describe la aparición de un ánima muy blanca y grande. También en Portugalete (B), se recoge la posibilidad de una figura no muy clara de color blanco.

A continuación ofrecemos varias muestras que mencionan el alma-paloma, en los que esta ave representa al alma del difunto[3].

En las recopilaciones etnográficas de los años veinte, en Orozko (B) se relatan casos en que ánimas en forma de paloma, desaparecían en el aire. Otras formas visibles (cualquier otra clase de pájaro, una nube, etc.) podían suplir también esta función[4].

En Sangüesa (N) se recoge un testimonio antiguo en forma de narración, datado hacia 1870. Cierto día un niño de corta edad venía del campo al pueblo. Vio de repente una paloma que le dijo que era el alma de su abuela. Había ofrecido una misa a la Virgen de Rocamador, titular parroquial de la iglesia de Santa María, que finalmente no había sido celebrada. Fue el niño a contar el hecho a sus padres, y al día siguiente se celebró la misa prometida.

A veces, sobre todo si el aparecido es un ánima que está sufriendo pena, puede manifestarse como un ser humano grotesco, tanto por su aspecto terrorífico como por sus dimensiones muy superiores a las normales[5].

En Galdakao (B) se ha recogido algún relato en la actualidad donde se aparece una piara de seres monstruosos, mitad ánimas mitad cerdos, a los que de ser posible no hay que acercarse a la luz del día para que el testigo no se condene, «orreek erdia txarria eta erdia arimea dira. Orreekaz egun argiz apartadu obe, zein norberari be kondenadu edo danadalakoa sugertadu ez egiteko!».

En Senpere (L), Barandiarán recogió la aparición de un hombre gigantesco que, a poco de presentarse, desaparece. La opinión popular era que se trataba de un difunto condenado[6].

Está consignada también como algo relacionado con estos fenómenos la opresión torácica nocturna indeterminada que experimentan algunas personas, denominada en euskera inguma. Así en Bermeo (B) y Eskiula (Z) Barandiarán registró casos en que se consideraba obra de ánimas los síntomas que en otras zonas del país se definían como inguma[7].

Finalmente, existen sucesos extraños, que se han documentado esporádicamente, de los que damos cuenta a continuación.

En Aramaio (A) se nana el caso de un niño que pegó a su madre y murió al de poco tiempo. Cada vez que ella se situaba en la sepultura de la iglesia su hijo le sacaba la mano. La mujer, asustada, acudió donde el cura a contarle el suceso y éste le dijo que le golpeara cuando sacara la mano. Cumplió la indicación y desde entonces no se volvió a repetir el hecho.

En Amorebieta Etxano (B) se recoge la historia del ánima que lanzaba piedras. En cierta ocasión murió un ángel, niño de corta edad. Vivía en su casa otro muchacho joven a quien le caían piedras delante de casa. Una vez marcó una de ellas y observó que le volvía a caer la misma una y otra vez. Viendo lo extraño del hecho, algunos hombres se apostaron en la casa con armas para disparar cuando viniera la piedra. Se percataron de que al parecer ésta no traía gran impulso, y siempre iba a caer más o menos al mismo lugar y cuando pretendían dispararle las armas se encasquillaban. Un chaval anunció haber visto en el maizal una figura humana. Le dijeron los mayores que le preguntara «ia ze ofrezietan jakon», a ver qué se le ofrecía. Así lo hizo, y el aparecido respondió «meza bat», una misa. Entonces cesaron las pedradas. Por lo visto, la casa era del chico que había muerto, y el otro era su inquilino.

Consideran en Bermeo (B) manifestación de ánimas la aparición de monedas en las rocas cercanas a la bocana del puerto.

En los datos recogidos en Busturia (B), una mujer se aparece en un camino particular en forma de dos astiles que parece que van andando, «taka taka, kirtentxu bi imajina, taka taka».

En Getaria (G), un testigo afirma ser común que antes de cumplido un mes desde la muerte de una persona se suele aparecer el ataúd, no el propio difunto, junto a la luz de una habitación[8]. Si hubiera fallecido con alguna promesa incumplida se podían dirigir preguntas a la caja. De no obtener respuesta se debían iniciar unos rezos.

En Legazpia (G) se ha recogido el caso acaecido en la vecina localidad de Antzuola, donde mucha gente del lugar fue a visitar una casa en la que un ánima había salido por la ventana rompiendo el cristal[9].

En Mélida (N) se narra el sucedido de un habitante del lugar que, el día de Animas, según iba de camino a casa no podía avanzar, ya que parecía interponérsele algo. El, sin embargo, no veía nada. Rezó alguna oración y en ese momento pudo continuar.

En Sangüesa (N) se narra un hecho sucedido, al parecer, en un funeral. Se oyó en principio la voz del difunto que decía: «Por justos juicios de Dios soy juzgado». Algo después dijo: «Por justos juicios de Dios soy sentenciado». Finalmente, con voz muy tétrica, gritó: «Con justos juicios de Dios soy condenado».

En Ortzaize (BN) se conservan narraciones de apariciones de ánimas en las que habitantes de la casa observan fenómenos de caída y lanzamiento de objetos. Valga como ejemplo: La dueña de la casa al pasar bajo un roble siente caer una gran cantidad de hojas cuando no sopla el más mínimo viento. Un pico que estaba colgado en la pared cae y se clava a una mínima distancia de sus talones. Siente también que alguien le arroja una sandalia por detrás una vez que viene de recoger leña en el bosque, etc. El cura del lugar interpretó que estos hechos eran producidos por uno de sus hijos muerto unos años antes.

En Baigorri (BN) mantienen la identificación de algunos animales, como el gato negro, con anima erratiak[10].

En Lekunberri (BN) consideraban que era obra de las ánimas el hecho de que el maíz se cayera escaleras abajo desde el granero. Los que no daban crédito a hechos anormales pensaban que podía ser igualmente obra de las ratas.

En Liginaga-Astüe (Z), J. M. de Barandiarán recogió una aparición en forma de seta de grandes proporciones, que se había manifestado 53 previamente como tonante, herotsegilea[11].


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. Voz: Argui in Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca, OO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972. Vide también José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 333 y Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E222.2.4.
  2. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E422.4.3.
  3. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E423.3.1.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. Voz: Argui in Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca, OO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972.
  5. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E422.3.2.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 332.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: en Liginaga (Laguinge)” in Ikuska, II (1948) p. 38.
  8. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E538.1.
  9. Iñaki ZELAIA. (Coord.) Legazpi. San Sebastián, 1979, pp. 182-183.
  10. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E423.1.2.
  11. José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: en Liginaga (Laguinge)” in Ikuska, II (1948) p. 37.